Cap 51
Culpa Mía ©TIFFANY
Me desperté mareada y con un fuerte dolor de cabeza. Al mirar a mi alrededor solo pude ver que una luz tenue y de color rojo iluminaba la habitación en la que me tenían atada. La cama en donde estaba sujeta y la silla austera que había en una esquina era lo único que había; el olor era espantoso, a pis de rata y sentí como se me ponían todos los pelos de punta. Una música de discoteca procedente de fuera me impedía escuchar nada aparte de mi acelerada respiración y los latidos enloquecidos de mi corazón.
Al comprender lo que había ocurrido empecé a notar como me entraba el pánico, un pitido familiar empezó a resonar en mis oídos y juro que era capaz de sentir la sangre bombeando aceleradamente por todo mi cuerpo, intentando seguirle el ritmo a mi corazón. Tenía un regusto amargo en la boca y desee poder beber un vaso de agua fría; lo que fuese con lo que me habían drogado me había dejado completamente fuera de juego. Me incorporé en la cama y entonces escuche el rechinar de unas cadenas. Me habían encadenado una de las manos. Con la otra intenté soltarla pero me fue imposible, estaba clavada a la pared. Intentando calmarme comencé a pensar en cómo podía salir de allí. Me habían quitado el móvil por lo que no podría comunicarme con nadie pero lo que más me asustaba, lo que me tenía casi presa del pánico era la amenaza de que mi padre estaba detrás de todo esto.
Aquello no podía estar pasando. Mi padre estaba en la cárcel y aunque lo hubiesen soltado era ridículo pensar que lo primero que haría sería buscarnos a mí madre y a mí y secuestrarme como lo habían hecho. Comencé a desesperarme y tiré y tiré de las cadenas, haciendo ruido y odiando las lágrimas que nublaron mi vista por unos instantes. ¿Cómo había sido tan idiota? ¿Cómo no me había tomado aquellas amenazas más en serio? ¿Por qué no le había hablado sobre ello a Taeyeon?... Tae. Ahora estaría volviéndose loca y seguramente echándose la culpa por todo esto. Me había enfadado con ella por una tontería y el solo hecho de pensar en no volver a verle o en que mis últimas palabras hubiesen sido un insulto, me estaba volviendo loca. Daría lo que fuese por retroceder y en vez de largarme enfadada, haberme quedado con ella, donde pertenecía.
Cuando nos encontramos en situaciones límites siempre nos da por pensar en las cosas que nos hubiese gustado decirles a las personas que queremos o en cómo hemos sido tan idiotas por preocuparnos por sencilleces cuando la vida sí que puede ser peligrosa. A mí me habían secuestrado y esto sí que era algo de lo que preocuparse.
Entonces escuché como alguien abría la puerta y la persona que apareció hizo que un escalofrío me recorriera de arriba abajo...Ronnie.
—Estás despierta...bien—dijo entrando y cerrando la puerta tras de sí. La poca luminosidad que había en la habitación me dejó ver claramente sus ojos oscuros y marchitos en las esquinas y en su pelo rapado al cero junto a un nuevo tatuaje que antes no tenía, entorno a al ojo derecho. Era una serpiente y era tan escalofriante como su aspecto amedrentador y peligroso.
Avanzó con cuidado hasta sentarse junto a mi lado en la cama. Intenté apartarme lo máximo posible dentro del poco espacio que tenía.
—He de decir que me pone muchísimo verte en esta cama atada y a mí merced—dijo recorriendo mi cuerpo con ojos lujuriosos. Maldije la hora en la que había decidido ponerme un vestido ajustado, pero no podía hacer mucho más que intentar controlar mi respiración y el miedo que me tenía petrificada en la cama.—No sé si te habías dado cuenta, pero tienes un cuerpo espectacular—dijo posando su mano en mi tobillo desnudo. Intenté apartarlo pero me lo sujetó con fuerza contra el colchón.
Dios mío este tío era capaz de hacerme cualquier cosa.
— ¿Sabes...? cuando te animé a competir conmigo en esas carreras nunca pensé que podías ser hija de uno de los grandes de Nascar... y de echo me cabreó muchísimo que me ganaras... creo que tus palabras exactas al finalizar fueron que aprendiese a correr y que era un imbécil.
Su mano comenzó a subir por mi pierna despacio. Aquella caricia me dio ganas de vomitar pero por suerte aún podía hablar.
—No me toques—le dije sin poder zafarme de su mano pero deseando que todo aquello fuese una simple pesadilla y que al levantarme estuviese en los brazos de Tae.
—El imbécil va a cobrarse lo de esa noche, preciosa—dijo moviéndose y subiendo su mano hasta mi muslo. Me moví pero entonces él se colocó encima presionándome con sus caderas. Las lágrimas corrieron por mis mejillas mientras intentaba encontrar la voz para gritar. —Estoy seguro de que tu noviecita no va a querer volver a mirarte después de que acabe contigo... vas a estar tan sucia que ni yo volvería a to
Comments