Cap 44
Culpa Mía ©TAEYEON
En cuanto llegué al instituto y no la vi supe que algo no iba bien. No sé si fue instinto o una vocecita en mi cabeza advirtiéndome de que algo estaba ocurriendo, lo que sé es que bajé del coche de un salto y me fui directo hacia las vallas. Pude ver que había bastantes alumnos alrededor del gimnasio. Salté las vallas y me fui directo hacia allí. Muchos de los presentes me observaron con los ojos como platos al verme llegar. Otros se dieron codazos unos con otros y me señalaron. Entonces vi a Jenna y Lion que aparecían de las gradas de los campos de atletismo e iban en dirección al gimnasio.
— ¿Qué haces aquí?—me preguntó mi amigo al verme ir hacia ellos.
— ¿Habéis visto a Tiffany?—les dije sin siquiera saludarles. Tenía un mal presentimiento.
Jenna se encogió de hombros.
—La dejé dentro hace unos quince minutos.
Le di la espalda y me encaminé hacia allí con ellos pisándome los talones.
Al entrar todos se me quedaron mirando y solo fui consciente de los gritos que prevenían del final de la habitación. Eran desgarradores.
Sentí tal pánico al oír su voz gritando de aquella forma que perdí el control sobre mí misma.
— ¿¡Dónde está?!—grité a la vez que seguí su voz hasta la puerta de un armario que había detrás. Estaba dentro; la habían encerrado, y gritaba y golpeaba la puerta desesperada por salir.
— ¡SACADME DE AQUÍ!
Me temblaron las manos pero procure contener la calma. Intenté abrir la puerta pero la habían cerrado con llave. Me giré más furiosa que en toda mi vida.
— ¡¿Quién coño tiene la puta llave?!
Los que estaban a mí alrededor se encogieron ante mis gritos pero yo solo podía oír la voz desgarradora de Tiffany dentro de ese armario.
Cassie apareció de un lado de la habitación y parecía completamente aterrorizada. Me tendió la llave y por poco no le arranco el brazo al quitársela de las manos.
—Solo ha sido...
— ¡Cállate!—le grité al mismo tiempo que introducía la llave en la cerradura y abría la puerta.
Solo pude verla un segundo antes de que sus brazos se me echaran encima y enterrara su cabeza en mi cuello sollozando entrecortadamente y temblando te terror.
Tiffany estaba llorando...llorando; desde que la había conocido no la había visto derramar ni una sola lágrima, ni cuando su novio le puso los cuernos, ni cuando nos pelamos en Bahamas, ni cuando se enfadaba con su madre, ni cuando la dejé tirada en la carretera... nunca la había visto llorar de verdad y la persona que estaba ahora entre mis brazos se deshacía en lágrimas desgarradoras.
Se había formado un corro alrededor nuestro y todos nos miraban en silencio.
— ¡Largaos!—grité levantando a Tiffany. Temblaba tanto que apenas si podía respirar. Todos se quedaron dónde estaban — ¡He dicho que os largáis!—grité aún más fuerte.
Todos comenzaron a marcharse poco a poco hasta que solo quedamos Tiffany, Lion, Jenna y yo.
—Yo me quedo —les dije intentando controlar el temblor de mis manos.
La habían encerrado... esos hijos de puta la habían encerrado en una habitación que estaba completamente a oscuras.
—Tae yo...—empezó a decirme Jenna que observaba a Tiffany con preocupación.
—Lárgate, yo me ocupo de ella—dije apretándola contra mí.
En cuanto se marcharon me senté en una de las gradas y la coloqué sobre mi regazo. Estaba tan pálida y desecha en lágrimas... Esta no era la Tiffany que yo había conocido, esta Tiffany estaba completamente destrozada.
—Tae...—empezó a decirme entre sollozos.
—Tranquilízate—le dije apretándola contra mí. Estaba muerta de miedo, verla así, y haber escuchado sus gritos de terror había podido con lo poco de sentido común que me quedaba. Todos mis miedos se habían convertido en realidad y apenas podía controlar mi propio temblor. Solo quería abrazarla y sentirla segura entre mis brazos... Por unos segundos había creído que Ronnie la había encontrado y que la había lastimado o algo peor...
Tenía su rostro enterrado en mi cuello y no dejaba de llorar.
—Has que se vayan...—me dijo entonces entre gimoteos y aun temblando como una hoja.
— ¿Quién, cielo?—le dije acariciándole el pelo.
—Las pesadillas—me contesto separándose de mí y clavando sus ojos en los míos.
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