-¡Sí!- dije – Ese es mi nombre. Ese nombre le hubiera correspondido a mi hermano mayor, pero falleció en el vientre de mi madre antes de nacer así que mi padre lo conservó para su siguiente hijo y resulta que nací yo, una mujer. –tras este comentario se detuvieron las risas y esos chicos que antes reían ahora me miraban con lástima. – ¡No necesito su lástima! - Replique - Gracias por la comida, me retiro. – Tome mi mochila y salí furiosa de su departamento y me dirigí al elevador, presione el botón, pero este no aparecía, así que caminé hacia las escaleras cuando escuche como se azotaba la puerta del departamento del que había salido, baje velozmente por las escaleras y al llegar a la planta baja y abrir la puerta que conectaba con el lobby, me encontré de frente a Gongchan.

- En representación de mis hyungs deseo disculparme por su comportamiento – Dijo Gongchan haciendo una reverencia.

- ¿Qué? ¿Te obligaron a bajar? – dije mirando hacia la puerta a la vez que cruzaba los brazos.

- No- contesto Gongchan moviendo la cabeza de un lado al otro – De hecho yo me ofrecí – sonrío. – Te acompaño a tu casa- dijo tomándome del brazo.

En ese momento su manager salió del ascensor, automáticamente libere mi brazo, caminamos hacia el estacionamiento y ambos me condujeron a su auto, subí en él sin decir una palabra, me resigne y enseguida les dije mi dirección. En el transcurso de regreso a casa nadie hablo, por mi parte pensaba que tal vez había exagerado mi reacción pero al mismo tiempo me sentía realmente ofendida, por un momento considere ofrecerle una disculpa a Gongchan para que la extendiera a los demás, pero mi orgullo gano esta partida y decidí comportarme groseramente frente a aquel que había herido mi orgullo, era tal mi enojo que al analizar las cosas no distinguí que aquel chico que estaba sentado a mi lado no se había reído al momento de revelar mi nombre. Con todo esto dando vueltas en mi cabeza, no note que Gongchan no apartaba su mirada de mi rostro. Repentinamente el auto se detuvo.

- Listo, es aquí – dijo su manager.

Esas palabras me devolvieron a la realidad, abrí la puerta del auto, y a punto de salir escuche las palabras que encendieron mi furia.

-¡Espera Yul! – Dijo Gongchan poniendo su mano sobre mi hombro

No podía creerlo, me había llamado por mi nombre, ¿Quién diablos se creía? Dispuesta a salir velozmente del auto y azotar la puerta, volví mi rostro para verlo por última vez, y… y… ¡Oh, dios! Esa sonrisa nuevamente aparecía frente a mí, sentí que los latidos de mi corazón iban en aumento y que mis mejillas comenzaban a ruborizarse, de modo que mi enojo había desaparecido.

- Creo que esto no puede terminar así – continuo hablando Gongchan.

- Si – dije aceptando con la cabeza, mi cuerpo no respondía y no podía evitar verlo directamente a los ojos.

En ese momento, él se bajó del coche, dio la vuelta y me tomo de la mano para ayudarme a salir del auto. Caminamos a la entrada de mi edificio sin soltarnos las manos. Ya en el Lobby Gongchan se arrodillo e hizo una reverencia completa.

- ¡Lo siento, lo siento de verdad! –dijo Gongchan mientras sus brazos, torso y rostro tocaban el suelo.

- ¿Qué haces?, ¡levántate!- dije a Gongchan mientras lo ayudaba a incorporarse – No es necesario, ¿acaso estás loco?, la gente te puede ver.

Me quite la mochila que llevaba en la espalda, saque un pañuelo y comencé a limpiar su rostro diligentemente. De pronto tomo mi mano mientras seguía limpiando el polvo de su cara y nuestras miradas se cruzaron una vez más, nos quedamos inmóviles, parados uno frente al otro sin reaccionar, inmediatamente mi mirada bajo a su boca y vi como el pasaba su lengua sobre sus labios, mordí mi labio inferior y empezamos a acercarnos poco a poco. En ese momento se escuchó la bocina del auto que esperaba por Gongchan. Rápidamente nos separamos, el hizo una reverencia y se despidió solo agitando su muñeca, sin decir ninguna palabra. Me sentía muy acalorada, comencé a abanicar aire con mis manos mientras veía como la camioneta desaparecía en la oscuridad de Seúl.

Atontada y confusa camine hasta los elevadores, entre en uno y pulse el número nueve, a punto de cerrarse la puerta de asesor, una mano detuvo su curso, entro una pareja de novios, iban tomados de la mano, yo camine a una esquina del asesor. Al instante ya me encontraba pensando en lo que acababa de ocurrir y me convencí de que todo había sido producto de mi imaginación, me asegure a mí misma que ese día no tendría importancia en mi futuro, pues jamás volvería a ver a esos cinco chicos, así me tranquilicé. Observe en silencio a aquella pareja que tenía frente a mí, al parecer estaban celebrando algo, pues ella llevaba flores y él unos globos. Subíamos lentamente cuando el novio metió la mano en uno de los bolsillos de su abrigo y saco su celular, abrazo a su novia y se escuchó el clic de una cámara fotográfica. Con el flash de aquella foto de golpe recordé que la mía se hallaba en el piso de aquel departamento que había visitado ese día.