Gongchan y yo permanecimos de pie uno al lado del otro mientras veíamos como el auto se alejaba por la calle. Disimuladamente Gongchan me tomo de la mano y me condujo nuevamente a mi apartamento. Al cruzar la puerta nos miramos fijamente sin poder ocultar la felicidad que ambos sentíamos. Solté su mano y camine cómodamente por mi apartamento sin notar que Gongchan caminaba sigilosamente justo tras de mí, de pronto sus brazos me rodearon por la espalda.

-¡Te amo! – Dijo Gongchan repentinamente.

Al escuchar esas palabras me detuve, no esperaba escuchar esa confesión, no de esa forma, mi cerebro hizo corto circuito y no podía hacer conexión alguna entre mis pensamientos y mi boca, me mantuve en silencio y si no hubiera sido por el abrazo de Gongchan yo habría caído de bruces al suelo, cuando mi mente comenzó a aclararse y dar paso al habla, voltee el rostro para ver a Gongchan, quien sin esperar una respuesta continuo diciendo:

-¡Te amo! Nunca estuve tan seguro como ahora. Amo tu aparente fortaleza, pero amo más tu debilidad, esa debilidad que me permite sostenerte en mis brazos. Amo tu inteligencia, tu madurez, tu honestidad, tu arrojo, tu valentía y tu cordura. Amo cuando gritas y cuando lloras, amo tu sonrisa, esa sonrisa que me quita el aliento. Amo tu rostro, tus brazos, tus manos, tus piernas, tu vientre, tu cabello. ¡Te amo, te amo, te amo! Hace ya algún tiempo quise decirte esto, pero en aquel entonces no estabas preparada para escucharlo y yo para decirlo. Si te lo hubiera dicho solo habría complacido a mis impulsos egoístas pensando solo en lo que yo quería en ese momento, por eso debo decirte ¡Gracias! ¡Gracias por darnos otra oportunidad! Pues después de todo por lo que hemos pasado en estos últimos años con el quiebre de la empresa y la novedad de tener que empezar desde cero, comprendí lo equivocado que estaba, pues no solo debo estar a tu lado porque te amo, sino porque quiero ser quien te impulse, quien te apoye, quien te comprenda, quien te consienta y te mime, quiero ser quien te ponga los pies sobre la tierra cuando tu orgullo y soberbia te impida bajar de las nubes, quiero ser quien te cuide cundo estés enferma, quien conduzca a casa cuando estés cansada, quiero ser la primera persona a la que compartas tus victorias y también tus fracasos, quiero ser eso y más no solo porque te amo sino porque lo mereces. ¡Te amo Yul y no lo puedo evitar! ¡Te amo con cada fibra de mí ser! ¡Te amo! Tanto que a veces siento que no puedo contenerlo y…

Inesperadamente selle sus labios con un beso tierno, gire mi espalda hasta quedar de frente a él abrí mis ojos para grabar en mi memoria ese perfecto rostro, esos dulces labios y esas hermosas palabras que habían brindado calidez a mi frío corazón. Mis labios se despegaron de los suyos y nos miramos cariñosamente, nos sonreímos e involuntariamente ambos juntamos nuestras frentes mientras nos veíamos sonrojados.

-¡Te amo! – Le dije al besar delicadamente su mejilla y después bese la punta de su nariz - ¡Te amo! Dije nuevamente al besar su frente - ¡Te amo! - dije al besar uno de sus parpados - ¡Te amo! – Y a continuación bese su cuello -¡Te amo! – dije finalmente depositando un beso en su boca.

Nuestros labios se entrelazaron nuevamente, podía sentir aun el dulce sabor de las fresas sobre los labios de Gongchan, mis brazos rodearon su cuello, mientras mis dedos jugaban con sus suaves cabellos sus manos que antes me sostenían por la espalda, comenzaron a bajar lentamente a mi cintura dándole paso a un beso más apasionado. Mis piernas se debilitaban con cada roce de sus labios, sus manos frías acariciaban lentamente mis caderas, baje una de mis manos recorriendo torpemente el largo de su espalda y metí mi mano debajo de la camiseta palpando por primera vez la desnudes de su espalda. El comenzó a besar mi cuello mientras descubría uno de mis hombros, después lo mordió delicadamente. Nos miramos dando nuestro consentimiento sobre lo que pasaría a continuación. Lo conduje a mi habitación despojándome de aquel vestido rojo.

Desperté alrededor de las once de la mañana, los tenues rayos de luz se colaban a través de las cortinas que danzaban al compás del viento anunciando que Otoño estaba a la vuelta de la esquina. Un breve escalofrió recorrió mi cuerpo al sentir la fría corriente que acariciaba mi espalda, pues la noche anterior habíamos olvidado cerrar una de las ventanas de la recamara, me puse de pie y camine hacia la ventana, la cerré tratando de hacer el menor ruido, abrí un poco las cortinas y camine hasta quedar al borde de la cama. Gongchan se encontraba aun durmiendo, las sabanas apenas cubrían la mitad de su cuerpo, su espalda permanecía expuesta a los caprichos de la naturaleza, sonreí sin poder evitarlo, me lleve el pulgar a la boca y lo mordí, me acerque poco a poco a su lado y bese uno de sus hombros, camine a mi escritorio y tome mi cámara fotográfica, la encendí, abrí el obturador y presiono el botón capturando así al hombre de mi vida.