No pude contener el llanto por más tiempo y comencé a llorar. Lágrimas de tristeza salían de mis ojos, sin poder hacer nada para detenerlas, cubrí mi rostro con mis manos y continúe llorando. Recordaba todos los momentos alegres que había pasado junto a mis padres desde que tenía memoria, las historias que me contaban durante mi niñez, las vacaciones en casa que siempre finalizaban con interminables visitas a la abuela, las fiestas de cumpleaños llenas de abrazos y dulces besos de papá y mamá, las visitas al parque que siempre acababan hasta tarde por esperar la puesta del sol tomados de la mano bajo la sombra de los árboles, la primera fotografía que tome en la que mis padres aparecen caminando por una estrecha calle y los rayos del sol apenas tocan sus cabezas.

Me desgarraba no poder estar con mis padres, no poder abrazarlos y decirles que los amaba, que daría la vida por ellos. Pero las circunstancias que habían procedido a mi partida no me lo permitían. Recordaba el momento en que salí por la puerta de la casa de mis padres con una pequeña maleta en la espalda, mi madre que a pesar del llanto permanecía de rodillas en el suelo tomado las piernas de mi padre para detenerlo y los gritos de mi padre maldiciéndome y gritándome que me desconocía como su hija. En momentos como ese me preguntaba si de verdad había hecho bien en venir a Seúl para cumplir mis sueños. Me preguntaba si de verdad había seguido mis sueños o solo eran caprichos de adolescente.

-¡No! – Me dije – Estoy convencida de que amo lo que hago, de que no es un capricho, de que hice lo correcto.

Tome una fotografía que descansaba sobre la mesa que se ubicaba frente al sillón en el que estaba sentada - Además fue gracias a esa decisión que conocí a estas cinco personas. Ustedes son lo mejor que me ha pasado en la vida – dije mientras veía las dulces miradas de mis amigos reflejadas en esa foto.

Así las lágrimas pararon, sonreí un poco y me seque el rostro con las manos, después me levanté dispuesta a terminar lo que había empezado: el pastel. Ya eran casi las siete de la noche, debía tener listo el pastel para cuando mis amigos llegaran, así que camine a la cocina y continúe mezclando los ingredientes, después de mezclar perfectamente los ingredientes y verter la mezcla en el molde para hornear, metí la mezcla al horno.

En seguida mi celular comenzó a sonar nuevamente, corrí a la sala para contestar, esta vez era la voz de un hombre.

-¿Si? Solo hablo para avisarte que llegaremos más tarde de lo esperado, es que al parecer todos están retrasados - Dijo Jinyoung para disculparse.

-Si entiendo, no te preocupes, descuida – Le dije.

-Eres la mejor, por eso te quiero. Nos vemos más tarde –Señalo Jinyoung casi susurrando.

-Sí, deséales éxito a todos de mi parte – Le dije.

-Si yo les digo –Dijo Jinyoung.

-¡Jinyoung! – Grite justo cuando Jinyoung estaba a punto de colgar - Yo también te...te...quiero y a todos los chicos. ¡Adiós! - dije presionando el botón off del teléfono.

Esa llamada me había animado mucho, ahora me encontraba pensando en mis amigos y en lo cansado que resultaba ser su trabajo. Podía decir con seguridad que pese a todas las predicciones Jinyoung se había convertido en mi mejor amigo, él mejor que nadie entendía lo que siempre ocurría dentro de mi cabeza, además siempre estaba dispuesto a atenderme a la hora que fuera pues siempre se encontraba trabajando en su estudio de grabación. CNU se había distanciado un poco de mi desde que había aceptado públicamente que mantenía una relación con una fan, latina por cierto, todos nos sorprendimos al saberlo pues es tan reservado que ni siquiera a sus amigos les dijo. A Baro y Sandeul los veía con menos regularidad por lo cual a veces perdíamos el hilo de nuestras conversaciones, sin embargo siempre estábamos dispuestos a brindar nuestro apoyo cuando así lo requeríamos. Finalmente mi relación con Gongchan era un poco rara, pues aunque no habíamos podido superar el incidente de la confesión, siempre sin importar que hacíamos todo lo posible para vernos, escucharnos y apoyarnos.

De pronto escuché el sonido del horno anunciando que el pastel estaba listo, camine hacia la cocina y tome los guantes, abrí el horno y saque al pastel, en ese momento recordé la primera vez que había visto a esos cinco hombres que llegaron a mi vida cuando menos lo esperaba. Decore el pastel con algo de betún y fresas, mis favoritas, levante todo y lave lo que había ocupado. Ya estaba todo listo para la cena que se llevaría a cabo más tarde, así que fui directamente a tomar una ducha.

Al salir me puse un vestido rojo que había comprado ya hace tiempo y no había tenido la oportunidad de usar, también me puse unas zapatillas negras que hacían juego con el vestido y que acababa de comprar, eran mis primeros tacones, los había comprado especialmente para ese día, finalmente peine mi cabello. Antes de salir de la habitación me mire por última vez en el espejo y me sorprendí, no reconocía a la mujer que ahora veía a través de mi reflejo.

Me serví una copa de vino tinto y me senté junto a la ventana a esperar la llegada de mis invitados, el reloj marco las diez de la noche y comencé a preocuparme así que tome mi celular y marque a Jinyoung, inmediatamente me mando a buzón, entonces marque a Baro, luego a Sandeul y posteriormente a CNU y todos me mandaban automáticamente a buzón. Finalmente marque a Gongchan, seguramente que él me contestaría como siempre lo hacía aunque se ganara algunos regaños debido a mis llamadas, ni siquiera Jinyoung lo hacía. Sonó alrededor de diez veces y no contesto, entonces decidí esperarlos un poco más, pues seguramente en verdad estaban ocupados y yo no los iba a molestar aunque fuera mi cumpleaños.

Y así dieron las once y no sabía nada de ellos. Ya resignada le envié un mensaje a cada uno diciéndoles que saliendo de sus actividades se fueran directamente a descansar y que yo los vería otro día, además les agradecía por todo. Terminando de enviar el último mensaje se escuchó un estruendo enorme y a lo lejos se vio un rayo, enseguida comenzó a llover muy fuerte. Ya a las 11 30 la lluvia estaba en su apogeo, no paraba. Me recargue sobre la pared sosteniendo una copa de vino con la mano y quede fascinada por la lluvia, observaba fijamente las gotas que caían sobre la ventana hasta que ese continuo golpeteo sobre el cristal me envolvió totalmente.

Perdida en la belleza de las gotas de lluvia que bañaban las estructuras creadas por el hombre no lograba escuchar que alguien llamaba a mi puerta, pero el sonido de un trueno me devolvió a la realidad, entonces escuché los fuertes golpes sobre la madera. Volví en sí, deposité la copa de vino en la mesilla de la sala y caminé hacia la puerta, tome la manija y la gire...