Capitulo 8
Ambivalencia
Capitulo 8
No había vuelto a tocar el libro desde que lo había tirado, aunque ganas lo le habían faltado, no tenía otra cosa que hacer…Pero no, se lo había dado ella, y aceptar ese libro significaría volver a aceptarla, y no podía permitirlo.
¿Qué hora seria? Tenía la sensación de que habían pasado varias horas desde que le habían traído el desayuno. De hecho volvía a tener algo de hambre. Pero era imposible, aun no le habían interrogado.
Qué raro… No puede ser. El siempre viene por las mañanas.
Se abrió la puerta. Ya estaba tardando.
Se sorprendió. No era el rubio cretino. Era Tiffany. Por un momento quiso pensar que le traería la comida pero no portaba ninguna bandeja.
¿Va a ser ella quien me interrogue de ahora en adelante?
La miro dubitativa, pero esta no le hizo ningún gesto para que se levantase.
Tiffany se dirigió hacia ella. Parecía dudar. Se dio cuenta de que el libro que le había dejado por la noche estaba medio abierto con las hojas arrugadas cerca de una pared… la rubia debió estamparlo contra ella.
Le examino los golpes y reviso su movilidad. Podía notar como su propia respiración era demasiado ruidosa para aquel silencio. No aguantaba estar así.
El sonido de la barriga de la rubia se hizo notar.
- ¿Quieres que te traiga ya la comida? – Tiffany empleo un tono amable.
Jessica no dijo nada.
Tiffamy bajo la mirada apenada. Fue a buscar la bandeja y la dejo en el suelo, delante de Jessica.
- Vendré luego a retirarla.
No aguantaba ahí dentro, no en esa situación. No podía con ello. Cerró la puerta y se sentó apoyando su espalda en ella. Quería sentirse cerca de Jessica pero no soportaba ver como ella la odiaba.
Jessica cogió la bandeja y empezó a comer. Lo hizo precipitadamente, casi con ansia. Era su manera de distraer el cerebro. Se arrepintió cuando vio que había terminado demasiado pronto. Su mirada se desvió hacia el libro. Se levanto por él y se sentó apoyándose en la puerta. No podía pensar en otra cosa que no fuese ella. Comenzó a leerlo.
Sin saberlo ambas estaban espalda contra espalda, pero separadas por una puerta de frio hierro. El mismo hierro que también las separaba emocionalmente.
- Sunny me comento que Tiffany y Jung parecen llevarse bien ¿Es eso cierto?
- No se preocupe, jefe, ya he solucionado eso – Jaejoong se sintió orgulloso de su trabajo. Seguro que el jefe no se esperaba que se hubiese encargado de ese problemita por su propia cuenta.
- ¡¿Qué?! ¡¿Qué has hecho QUE?!!!
Esa no era la reacción que esperaba ¿Por qué estaba cabreado?
- S-señor yo… Pensé que no era bueno que… bueno que confraternizase con la prisionera y...
- ¿Qué has hecho, Jae Jong? – el tono del jefe fue duro e inquisidor.
- Le pedí a Tiffany que participase en el ultimo interrogatorio – las últimas palabras fueron casi inaudibles.
La bronca que vino después fue monumental. Jaeejonng no entendía nada, solo era consciente de que había metido la pata, y mucho.
Fue consciente de su error al salir del despacho ¿cómo iba a imaginarse que querría utilizar a Tiffany? Y ahora no podía arreglarlo, el jefe le había ordenado que se abstuviese a participar de manera directa en los próximos días. De hecho le prohibió visitar el almacén, e incluso le sugirió que se mantuviese apartado del propio cuartel. Mierda, el, el mejor gánster de Double Dragon, lo estaba perdiendo todo por culpa de dos mujeres. Y lo peor era que para salir de ese lio no le iba a quedar más remedio que confiar en otra mujer. La tercera en discordia.
Marco el número de Sunny. No respondía.
Empezaba a estresarse. Necesitaba fumar. Hacía tiempo que lo había dejado pero ya daba igual. Necesitaba un pitillo para calmarse.
Compro tabaco y vagabundeo a la deriva por las calles de la ciudad, agotado de uno en uno los distintos cigarrillos de la cajetilla. Al llegar a un parque se percato de que el coche que estaba en el semáforo le parecía conocido. Demasiado conocido… ¿No estaba también en el estanco? Se alarmo más un… ese coche lo había visto más veces. Mierda, mierda mierda, ¿Cómo no se había dado cuenta? Le estaban siguiendo desde hace días.
Sonó su móvil. Sunny… necesitaba su ayuda. Ella creería en el.
- Hola, preciosa.
- Vaya, ¿a qué se d
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