Capitulo 28
Ambivalencia
Sabía que no era nada apropiado para las heridas que tenia, pero la moto le permitía atajar con mayor facilidad y podría pasar más desapercibida que con el coche. Cada curva suponía un nuevo pinchazo y el aumento de la velocidad no le beneficiaba, pero a pesar de ello no escatimó en presionar el acelerador. Después de veinte largos minutos conduciendo el cuerpo le dolía a rabiar pero lo ignoró para centrarse en lo único que le importaba.
En el pasado habría descartado entrar por la puerta principal, probablemente habría rodeado la zona para acceder por la parte trasera del edificio, y se habría desecho de la moto a una distancia prudencial para acercarse sigilosamente. Pero a estas alturas Jessica no tenía motivos para ocultarse. Si quería localizar rápido a Tiffany tenía que correr el riesgo.
Tan solo detuvo el vehículo para realizar una pequeña observación del terreno. La valla estaba cerrada y no parecía haber nadie cerca. Debían estar alrededor en el propio almacén.
Cogió aire y se aseguró de tener una de las pistolas al alcance de su mano izquierda. Perfecto. Ya no podía perder más tiempo. Retrocedió con la moto para coger carrerilla y puso rumbo a un pequeño montículo que había en la tierra, tendría que saltar la valla. Aceleró al máximo inclinando su cuerpo sobre la moto y sintiendo el aire sobre su desprotegido rostro.
Una vez que estuvo encima del montículo tiró con todas sus fuerzas del manillar para inducir el salto, llevándose un tremendo tirón en el hombro derecho que le hizo perder momentáneamente el equilibrio. Forzando con la izquierda logró redirigir el vehículo, aunque al hacer presión en el tríceps tuvo una nueva punzada, pero esta vez hizo caso omiso al dolor, y con su cuerpo compensó el equilibrio, logrando atravesar la valla.
Al caer tuvo que derrapar lateralmente y ayudarse de sus piernas pero estabilizó la moto sin más contratiempos. Tuvo suerte, si hubiese caído un metro más a la izquierda lo habría hecho sobre un cadáver, lo que había supuesto una caída segura.
Miró el cuerpo que yacía a su lado. No lo reconocía, debía tratarse de uno de los Dragones. No muy lejos de ella había más y más cuerpos. Había sido una masacre, y lo había sido para ambos bandos. Con la mirada buscó entre ellos, con una punción en el pecho. Pudo sentir alivio al no ver ninguna melena castaña en su cercanía, pero el hecho de no escuchar más tiroteos le inquietaba enormemente. Su miedo crecía a medida que suponía lo que significaba aquel silencio.
Aceleró. Aceleró dejándose el cuerpo en ello, dejándose el alma.
El ruido de la motocicleta alertó a los Stars restantes de su llegada, y todos ellos salieron a ver la procedencia de aquel sonido.
- ¿Jessica? – uno de los hombre entrecerró los ojos tratando de distinguir la figura que cada vez se les aproximaba más.
- Es ella, ¡mátenla!
- Pero es de nuestro bando…
- SON ÓRDENES DEL JEFE, ¡OBEDECE!
Ninguno de ellos puso más reparos. No dudaron mucho más en disparar.
Jessica prácticamente se tumbo apoyándose con su torso en el asiento para cubrirse mínimamente. Eran demasiados. Por su mente pasaron un sinfín de ideas, pero a cada cual más suicida que la anterior. No tenía tiempo, se está acercando demasiado a ellos y cada vez tenían más posibilidades de acertar.
- Piensa, maldita sea, piensa.
Entonces lo vio claro. Era una locura, pero era la única locura que podría darle una oportunidad de salir con vida de allí.
Le iba a doler, pero no tenía alternativa. Soltó la mano izquierda del manillar, dejando todo el peso del vehículo en su brazo derecho. No pudo reprimir el aullido de dolor, pero eso sólo era el principio. Una vez que se hizo con su arma volvió a sujetar superficialmente el manillar con la mano que había retirado previamente. El corazón le latía con tanto ímpetu que podría jurar que se le iba a salir del pecho, sentía como la sangra fluía por sus venas. El tiempo se detuvo pero irónicamente el viento que golpeaba su cuerpo era cada vez más fuerte, como si quisiese tranquilizarla. Aumentó la velocidad, ya no había vuelta atrás.
15 metros.
14
13
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10
9
Había llegado el momento. Realizó un caballito y estando en el aire viró la dirección, derrapando bestialmente. Cogió impulso con sus piernas y se tiró al suelo. Cayó dándose un golpazo mientras escuchaba un poderoso grito. Era su propio grito. Rodó por el suelo por la inercia de la caída, esforzándose por no desprenderse de su arma. La moto salía por los aires hacia quieres tiempo atrás habían sido sus compañeros. Jessica hizo fuerza con las piernas para anclarse en el suelo y disparó al depósito del vehículo. La explosión arraso con ellos.
Tumbada en el suelo se llevó la mano derecha al bolsillo del pantalón, para rozar con la yema de sus dedos la fotografía que guardaba en é
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