Había contactado con todas las unidades salvo la que controlaba el almacén. El aparato ni siquiera daba señal, y eso empezaba a alarmarle. Avisó a los compañeros que envió allí en primera instancia de que tuviesen cuidado, pues dadas las circunstancias no faltaban razones para sospechar que habían sido descubiertos y que probablemente ya se habrían encargado de ellos.

Una vez que concluyo con eso se centró en analizar los últimos informes que habían sido enviados desde el almacén. Por lo general eran todos bastante monótonos así que Taeyeon no tuvo muchos problemas para localizar los aspectos más relevantes en ellos, y más cuando en cuestión hacían referencia a la mujer morena. No pudo esconder una sonrisa, estaba segura de que esa mujer era la que vio en el despacho del cuartel del jefe dragón el día que les comunicaron de la muerte de Kris. Una mujer muy atractiva no había duda. Peligrosa, pero atractiva. Suspiro. Debía centrarse. Según el informe la misteriosa mujer se había ausentado al caer la tarde, aunque antes de la medianoche volvió al almacén. No sabían a donde había ido la muchacha durante esas horas porque el hombre que sustituyo a Taeyeon no creyó conveniente que ninguno de los hombres que custodiaban el almacén se alejase de la zona para seguirla, por lo que no tenían ninguna pista sobre eso… Y ahora por no tener no tenían ni a esos hombres.

Levanto la mirada de los documentos y vio que su jefe estaba cotilleando por su salón. Estaba claro que se había quedado con ella con el único propósito de controlarle.

- ¿Señor?

- ¿Qué sucede? – le contestó sin devolverle la mirada.

- No va a matarla, ¿verdad? – procuró mantener la voz firme aunque no podía evitar que denotase cierto temblor.

Minho se giró hacia ella y con una media sonrisa nada tranquilizadora le contestó.

- No te preocupes por tu nueva amiga. Jessica va a sernos de gran utilidad.

- ¿Por qué no la deja ir?

- Porque me pertenece al igual que tú también me perteneces. Juraron lealtad a la mafia, no lo olvides – su tono se volvió casi amenazador.

-  Pero señ…

 - No hay peros en esto, Taeyeon. La traición se paga caro, ¿o es que no has aprendido nada de esta batalla que tenemos con los Dragones?

- Vas a lograr que nos maten a todos por un juego de orgullo con Yunho – Taeyeon dejó de lado toda la cordialidad.

- Ese juego de orgullo es el que nos va a otorgar toda la ciudad.

- ¿Y vamos a pagar un precio alto por ella? ¡Maldicion!, estamos bien como estamos.

- ¡Soy yo quien toma las decisiones!

- Pero no sobre nuestras vidas.

- También sobre ellas. Con una sola llamada puedo hacer que Jessica esté muerta, ¿es lo que quieres? Porque como no dejes de decir tonterías es lo que vas a conseguir.

- ¿Me estas amenazando?

- Te estoy utilizando. Una sola queja más y te daré una jodida respuesta con forma de cadáver. ¡Ahora ponte a trabajar!

Taeyeon lo miró con desprecio.

- Ya he terminado – le costaba no apretar la mandíbula – creo que hay problemas en el almacén.

Le contó la situación al jefe. Los acontecimientos indicaban que el enfrentamiento estaba cada vez más cerca, y ya no había vuelta atrás. Daba igual lo que dijese la consejera. Minho sabía que ya no podían retractarse, por orgullo y por venganza.

Salió del almacén en cuanto terminó de contarle la verdad al jefe. No quería estar cerca cuando éste fuese por Jaejoong. Si, Yunho ya sabía que Jaejoong era el asesino de su hijo. Nunca había visto tanta furia en él, y por suerte estaba tan ocupado en sí mismo que no prestó ninguna atención  a la pequeña escapada de la morena. Salir de allí fue más complicado de lo normal teniendo en cuenta que ahora el almacén era una gran fortaleza repleta de Dragones, pero por suerte tenía potestad suficiente como para que nadie dudase de que tenía autorización para salir unas horas.

Sabía que era muy arriesgado pasar por su casa, y tampoco le apetecía perderse por un sitio lleno de gente, sólo quería dar una vuelta. Miró al horizonte y se encontró con la nada. Pisó el acelerador poniendo rumbo a ninguna parte con la esperanza de que la adrenalina de la velocidad la mantuviese distraída. Aceleró aun mas, mas rápido, más velocidad. La carretera era solo para ella. Con cada curva pisaba más a fondo, obligándose a aplicar toda su destreza al volante. Tenía una buena recta por delante, podía aprovecharla. Sobrepaso el doble de la velocidad permitida y con los brazos tensados sintió como el vehículo la obedecía. Una gota de sudor comenzó a descender por su cuello.

Sentía el volante, sentía la vida. Se mordió el labio y disfruto el momento. Cuando quiso darse cuenta tenia ante ella una curva que no podía evitar. Derrapo como pudo y procuro controlar el coche para salvarse de volcar, pegando un trompazo que la dejó justo mirando en la dirección en la que venía. Soltó las manos y respiro entrecortadamente. Ahora lo sabía, estaba viva.

Bajó la ventanilla y contempló el lugar al que había llegado. No pudo menos que emitir una sonora carcajada de risa contagiosa. Estaba en la zona residencial de Taeyeon. Aparcó el coche a una distancia prudente de la casa y se bajo. Tenía curiosidad por ver si habían encontrado la cinta. Desde lejos vigiló que no hubiese nadie controlando por las ventanas y antes de acercarse se colocó un pañuelo cubriendo su melena junto con unas grandes gafas de sol. Caminó como si se tratase de una vecina más, y echando un discreto vistazo se aseguró que nadie se fijaba en su presencia. Con naturalidad abrió el buzón y se decepcionó al ver que en su interior seguía su peculiar mensaje… Espera, no, su cinta no ocupaba tanto. Metió la mano y sacó un… ¿un cd? El sonido de la puerta y unas voces conocidas la hicieron sobresaltarse de manera que lo guardó y se giró fingiendo acercarse al jardín más cercano como si fuese suyo, cuidando el abono de las plantas con sus manos.

Con una mirada de soslayo los vigiló. El jefe Star y la chica que había conocido en el despacho de su propio jefe parecían estar inmiscuidos en una fuerte conversación. Jessica no les acompañaba, ¿seguiría enferma? Lo dudaba, cuando la vio parecía que tenía un simple resfriado, así que… ¿Dónde estaba la rubia? Intento escuchar el dialogo que mantenían, pero desde su posición apenas podía descifrar sus palabras. No fue capaz de ponerse en pie hasta que les vio subirse en un lujoso coche y salir de allí. Giró su cabeza para ocultar su rostro cuando éste pasó a su lado,