Capitulo 18

No se molesto en llamar al timbre, no quería darle ventaja a su rival. Era de noche por lo que podía aprovechar la negrura para colarse sin ser vista por los vecinos. No tuvo ningún problema para forzar la cerradura del portal y colarse en el bosque, pero al llegar a la puerta de su apartamento no conto con la misma suerte.

Cotilleó en busca de una llave de repuesto que pudiese tener bajo el felpudo pero no encontró nada. Esta tipa tenía que incordiarla hasta para eso. Decidió dejarse de tonterías y bajo a la portería a buscar la llave de su apartamento ¿Cómo podía vivir en un sitio tan poco seguro? La zona del conserje estaba cerrada simplemente con un mísero candado que no le robó más de dos minutos de su tiempo. Cogió la llave y volvió a situarse delante de aquella puerta azul. Introdujo la llave y giró con delicadeza, no debía hacer ningún ruido. Abrió la puerta y se sintió invadida por la oscuridad. Estarían durmiendo. Tardó unos instantes en acostumbrar sus ojos a la falta de luz, pero poco a poco fue capaz de visualizar pequeños retazos superficiales del cuarto en que se encontraba. Era un espacio bastante pequeño, que parecía combinar salón con cocina. Había dos puertas más, que sospechaba que daban lugar al baño y al dormitorio. Se dirigió con cuidado hacia estas, procurando no chocarse contra nada y haciendo que sus pisadas fuesen casi imperceptibles. Las abrió de una en una. Encendió la luz, ya no tenía por qué camuflarse, no había nadie. En fin, al menos podría indagar en busca de nuevas pistas por el piso.

- Mmm, ¿pero aún quieres más? Eres insaciable – la rubia estaba en la cama tumbada bocabajo, sin fuerzas para oponer resistencia a los besos que Tiffany le otorgaba sin descanso por todo su cuerpo.

- Anda… Un poco más…

- Me dijiste lo mismo hace tres horas… ¿No crees que va siendo hora de que nos acostemos?

- Pues eso es precisamente lo que quiero, gruñona -  acompañó su tono burlón con un pequeño mordisco en el lóbulo de su amante.

- Ya sabes a lo que me refiero… Tiffany, estoy destrozada.

Tiffany pareció rendirse. Jessica por fin podía bajar la guardia. Aún con el cansancio le costaba resistirse a sus encantos pero ahora misma su cuerpo le pedía a gritos que cerrase los ojos. Hizo caso a su petición y los cerró, pero no tardo en sentir la cadera de Tiffany sobre sus lumbares, lo que la hizo emitir un gemido involuntario.

Tiffany se había sentado a horcajadas en su espalda. Acercó su torso a la espalda de la rubia y comenzó a acariciar sus hombros mientras besaba su cuello, muy, muy lentamente. Jessica no podía defenderse. Cada beso provocaba que saliese un pequeño gemido de su subconsciente. La castaña detuvo los besos, y sin distanciarse aumentó la intensidad de sus caricias, convirtiéndolas en un pequeño masaje. Inició el recorrido de sus manos en la zona baja de su espalda, y poco a poco fue subiendo, acompañando el ascenso con pequeños contactos entre sus labios y la columna vertebral de Jessica. Notaba como lograba relajar y tensar su organismo con un simple  movimiento.

Jessica mantuvo sus ojos cerrados, dejando que la castaña interactuase con su cuerpo, sintiendo el placer que ésta le otorgaba. Al cerrar su sentido de la visión y mantener inutilizada el del gusto pudo experimentar como aumentaban los restantes… el tacto de sus manos apretando su cuerpo en movimientos circulares, sus labios posándose durante una centésima de segundo en su piel… su olor… Su olor era una esencia de rosas… Y el sonido…el sonido de su boca, el sonido de la fricción entre sus manos y su espalda, el sonido de su respiración, de la respiración de ambas. Notó como sus manos habían escalado hasta llegar a sus hombros, y como los relajaba acompañando sus movimientos con leves mordiscos en sus trapecios.

Lentamente llegó a su cuello, y lo recorrió con sus manos mientras su boca seguía focalizada en los hombros de la rubia. El contacto iba en aumento con cada tacto, mientras que la separación entre su torso y la espalda de la rubia se reducía, hasta que finalmente terminó por romperse. Tiffany añadió a la cadena de movimientos el del roce de su pecho, restregándolo en la espalda de Jessica, aumentando progresivamente la velocidad de su movimiento. Jessica ya no era capaz de permanecer pasiva y tuvo que llevar las manos a la almohada para agarrarla con firmeza y poder aguantar. La castaña no se detuvo ahí, el movimiento de su torso pronto se vio acompasado con el de sus caderas, que habían cambiado desde la posición inicial, llegando a situarse en los glúteos de la rubia. La respiración de ambas era cada vez más rápida y entrecortada. Las manos de Tiffany se habían visto obligadas a cambiar también de ubicación y encontraron hueco en las costillas de Jessica, donde la aceleración de la pasión que estaba experimentando le hacía que le propiciase pequeños arañazos que provocaban un mayor volumen en los gemidos de la rubia. Ante tal ataque Jessica se libero de la almohada y se aferró a los extremos del colchón, haciendo que Tiffany acomodase sus brazos sobre los suyos, entrelazando sus manos, y aumentando el movimiento circular de su cadera, gimiéndole al oído y susurrándole lo mucho que la deseaba. Jessica no pudo reprimirse más y acabó por emitir un grito de placer que logro excitar por completo a Tiffany.

Ambas cayeron rendidas con la entrada del amanecer.

Al principio se sintió decepcionada al no encontrar nada de utilidad en su búsqueda por el lugar. Había estado toda la noche en el intentando encontrar cualquier pista sobre su posible paradero pero no encontró nada, cuando las primeras luces del día empezaron a inundar el cuarto se dio por rendida. Cogió sus cosa y se dispuso a salir de allí, pero antes de hacerlo echó un último vistazo al lugar. Algo no cuadraba. Había algo demasiado extraño en el, algo raro hasta para ella. Enseguida se empezaron a formar múltiples imagines en su cabeza que la hicieron  quedarse un  rato mas. Fue a comprobar su teoría abriendo todos los cajones del armario y la nevera. Incluso cotilleo los muebles del baño. Los resultados de su indagación confirmaron sus sospechas. No había comida en la nevera ni en ninguna otra parte de la cocina, ni siquiera alimentos caducados, simplemente estaba vacía. En el baño no había más que un jabón y una toalla como productos de higiene, nada más, ni maquillaje, ni secador, ni champú ni nada. Y en su armario… en su armario apenas había ropa, y no recuerda haber visto a Tiffany con ninguna de esas prendas nunca. Estaba claro, este sitio era una tapadera. Tiffany Hwang no podía vivir ahí. Tenía que volver a empezar, pero antes necesitaba dormir un poco, había pasado toda la noche en vela en aquel piso. Se acostó en el sofá y no necesito darle ninguna instrucción a su cuerpo para que éste entendiese que debía dormirse.

Apenas había pasado un cuarto de hora cuando su teléfono la despertó. Se lo saco como pudo del bolsillo, y descolgó sin ni siquiera mirar a la pantalla, aún no había abierto los ojos.

- ¿Sí? – su voz somnolienta no dejaba a dudas de su estado.

- ¿Dónde coño te has metido? – abrió los ojos y se incorporo

- Lo siento, Jae… Estaba investigando un par de cosas y no me di cuenta del tiempo hasta ahora y…

- Déjate de excusas, tienes trabajo que hacer – ya ni siquiera se molestaba en tratarla bien.

- ¿Qué… qué trabajo?

- Necesito que vayas al cuartel a ver qué sucede por allí.

- ¿Por Tiffany? No hay ninguna novedad en eso… pero estoy intentando encontrar algo útil, de verdad.

- No es solo eso – parecía nervioso

- Es… ¿es por el hombre de ayer?

- No hagas más preguntas y