Capitulo 27
Ambivalencia
¿Dónde estaba? No era capaz de reconocer el escenario. Era un cuarto de luz tenue en el que resaltaba el sonido de las olas… Pero no había ninguna playa de la que pudiese provenir. Miró a su alrededor, nada la rodeaba a excepción de esas cuatro paredes. Parpadeó. Le pareció distinguir un pitido interrumpido entre el eco del mar. Sí, podía escucharlo cada vez con más claridad, y según aumentaba esa intensidad el cuarto se iba oscureciendo, trayendo con ese cambio de iluminación el dolor. Cogió aire, ya no quedaba luz. Hizo presión con su mano derecha, agarrando una suave textura. Soltó el aire antes de abrir los ojos. Estaba viva.
- Buenos días.
No podía distinguir quien le hablaba, todavía no focalizaba bien.
- ¿Tae…yeon? – tenia la voz ronca y reseca.
- Está en el almacén.
Era Minho.
Jesica solo quería hablar nuevamente, pero su jefe le calló dándole de beber un poco de agua.
- Será mejor que guardes la voz y me escuches bien. Has estado dos días inconsciente y hemos tenido que apañárnoslas sin ti – la rubia intentó hablar de nuevo, pero una vez más la mandó callar – He dicho que me escuches. Regresaste a casa sin permiso y tu irresponsabilidad nos ha salido cara. Tienes suerte de que te encontró un policía que tenemos comprado y te trajo aquí como víctima. Podrías habernos jodido de lo lindo si te hubiese encontrado otro, ¿encima te crees que no sé por qué lo hiciste? A mí no puedes engañarme, Jung. Sé que quieres ayudar a la zorra espía de los Dragones, y me duele ver hasta donde llegas por un simple polvo…
- No hables así de ella – intentó elevar la voz pero no fue capaz.
- Déjame terminar – su postura fue firme – Afortunadamente la herida de bala es bastante superficial. La puñalada trajo más problemas, pero sólo te tendrá un tiempo de baja, y te va a venir bien porque no quiero que entres en ese almacén, ¿me has oído?
- No puedes impedírmelo.
- Claro que puedo, me perteneces, Jung. No he gastado tiempo valioso en ti como para que pierdas la cabeza por una zorra.
- ¡Te dije que no hables así de ella!
- ¡Cierra la boca! Nadie abandona la mafia, recuérdalo bien.
- Estas realmente loco si realmente crees eso- empezaba a notar el efecto del agua, aunque aún tenía la voz rasgada – Soy una persona libre.
- ¿de verdad? Estas más atada que nunca. Deberías saber que ya hemos perdido las cuentas de las bajas, y estoy seguro de que ellos también. Añadirla en su lista de bajas no sería ningún problema.
Jessica intentó incorporarse a pesar del dolor y le agarró como pudo de la camisa.
- No te atrevas a tocarla.
Minho puso cara de desprecio.
- ¿Quieres salvarla? Entonces aléjate de allí y cumple con tu deber en la mafia. De lo contrario créeme que me encargaré personalmente de que muera. Un maldito capricho por una chica bonita no va a arruinar mi victoria.
Sentado en su despacho escuchaba la banda sonora de todos los tiroteos que rodeaban el edificio. Los disparos no habían cesado desde su regreso. Aún seguía recuperándose de los golpes recibidos, manteniendo una pequeña bolsa de hielo sobre los testículos por encima del pantalón. En esas condiciones no había podido intervenir en la batalla por lo que se pasaba la mayoría del tiempo allí recluido. No había tenido fuerzas ni para visitar a Tiffany, y la idea de torturarla físicamente ya no le entusiasmaba tanto. Sentía tanto odio que ya no era suficiente.
Estaba totalmente frustrado. Él era un hombre de acción, y estar ahí quieto mientras otros disfrutaban de los tiroteos era superior a él, pero sabía que en esas condiciones salir a divertirse era un suicidio. Además desde que había vuelto sentía como sus hombres le miraban y cuchicheaban a sus espaldas. No había podido escucharles decir nada, pero sabía que le estaban faltando el respeto, que se burlaban de él y de su liderazgo.
Estaba rodeado de inútiles que no entendían nada, no respetaban la autoridad. Lo poco que se habían atrevido a decirle a la cara eran dudas y memeces sobre la estrategia que estaba llevando a cabo. ¿Quiénes se creían ellos para cuestionar sus decisiones? Era normal que en este tipo de enfrentamientos muriese gente, y más si eran tan ineptos… Para colmo hubo algún insensato que se atrevió a recriminarle que les hubiese abandonado en un momento tan importante, pero que iban a saber ellos. Nadie a excepción del conductor y del tirador sabía que había tratado de matar a Jung, y por suerte para él el conductor murió en el suceso, y el tirador ya no vivía para contarlo. Él mismo se había encargado de desaparecerlo. No necesitaba depender del silencio de nadie.
Si se hubiese ido de lengua habría sido el hazmerreir del bando, y no podía tolerarlo. Pensó nuevamente en los murmullos que escuchaba cada vez que salía a controlar el campo de batalla… Cerró el puño con rabia. No lo soportaba. Más le valdría callarse y centrarse en matar a los 7stars porque como siguiesen con las tonterías los mataría él mismo. Eso era lo bueno de estar en guerra, nadie se extrañaba de la ausencia de otros… Por no hablar de que todos estaban preocupados de sí mismos que ni les importaba. Su equipo estaba lleno de débiles, y eso tendría que cambiar.
La puerta se abrió sin aviso alguno.
- Jaejoong, el equipo se pregunta si…
- Y yo me pregunto si llamar a la puerta es demasiado trabajo para ti.
La miró con odio. Sabía que ahora volvía a tenerla bajo su poder, pero no iba a dejar que se sintiese segura nunca más. No estaba dispuesto a perdonarle su traición llevándole aquella cinta a Jung y consintiendo a Tiffany a placer.
- Lo siento, pero es urgente. Los 7Stars han traspasado casi todas nuestras líneas. No vamos a resistir mucho más, tarde o temprano entraran en el edificio.
- ¿Acaso ninguno de nuestros hombres sabe pelear? – era evidente su enojo.
- Necesitan un líder – Sunny procuró mantener un tono cordial, pero era un claro mensaje con forma de puñal. Tenía que desestabilizarlo para que no fuese el frio y calculador gánster que admiraba todo el equipo en antaño.
- ¡Ya tienen un líder! ¡Me tienen a mí!!
La chica retrocedió ligeramente, haciéndole creer que aún podía asustarla.
- D-discúlpame - un falso tartamudeo y movimiento forzado esquivando su mirada y ya lo tendría dominado – Quería decir que no pueden luchar solos, te necesitan en el campo.
- ¡¿Y cómo pretendes que salga así?! – aún se notaba la furia en sus palabras.
Sunny tuvo que reprimir la risa. Realmente tenía un aspecto deplorable. Jessica le había dado una buena paliza… Una pena que no lo hubiese rematado.
- No hace falta que salgas a pelear, sólo necesitan escucharte. Así acallarías los rumores… - se dio vuelta para salir del despacho, ya había logrado plantar la semilla. – Ah, un último consejo – le dijo de espaldas sin mirarlo – como sigas poniéndote tanto hielo se te va a quemar – salió de allí sonriendo, dejando detrás a un frustado "jefe"
Tras una transfusión se encontraba mucho mejor, ya era capaz de mantener el equilibrio sin problemas y se sentía con fuerzas para salir, pero había un pequeño problema.
Bueno, más bien dos. Minho había querido asegurarse de que se quedase quieta dejándola bajo custodia de un par de hombres. Nunca había trabajado con ellos por lo que no tenían ningún traro personal, pero les conocía de vista y sabia que eran dos gánster de poca monta. Aún eran muy jóvenes y no tenían casi experiencia. Estaba claro que el jefe no había querido desperdiciar a ninguno de los mejores para que hiciese de niñero, estaba desesperado por ganar esa batalla. Pero mejor para ella, siendo así tendría alguna oportunidad para quitárselos de encima. No tenía ninguna intención de obedecerle, y menos de sucumbir ante sus amenazas. Estaba loco si creía que ella se iba a tragar el rollo de que si portaba bien no le haría nada a Tiffany. Estudio sus posibilidades. Uno de ellos era bastante enclenque, aunque tenía aspecto de ser ágil. El otro en cambio tenía el cuerpo más trabajado, pero si tenía la misma destreza con las armas como la que había demostrado para abrir un simple envoltorio de sándwich de maquina no debía suponer un gran problema. Por el contrario ella tenía un aparatoso vendaje cubriéndole parte de la espalda y manteniéndole bien rígido el hombro derecho. También tenía el tríceps izquierdo vendado, pero podía moverlo con mayor facilidad y con un dolor muy inferior. Tendría que emplearse con la zurda para cubrirse y para apuntar. Para todo lo demás dependía de sus piernas y de su ingenio.
- Hey, ¿alguno de ustedes sabe que tal va la cosa en el almacén? – utilizo el tono jovial que solía emplear cuando salía a tomarse unos tragos con sus compañeros.
Los dos muchachos se miraron, no sabían si debían contestar o no.
Se sentó en la camilla y los miro con sus alegres ojos castaños, prepar
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