¡Nadie se mete con Stephanie Hwang!

Vain (TaeNy Ver.)
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Pembrook serpenteó a través del camino empedrado hacia la palaciega urbanización.

—Déjame en la entrada de servicio —dije. De ser posible quería evitar toparme con mi padre. 

Él resopló. 

—Tengo que ver a tu padre.

—Oh —dije. 

Pembrook tenía su propio espacio para estacionarse en los últimos de los veinte garajes de la cochera. Eso es porque visitaba seguido nuestra casa. Por mucho que me duela decirlo, Pembrook era como un tío para mí. Siempre llenaba los documentos para visitas médicas, como era considerado entre nosotros visitar la oficina, bajo la etiqueta “a quién debemos contactar en caso de una emergencia”, yo siempre, siempre, siempre escribía Pembrook. 

Él era el único responsable. Era el abogado de mi padre y también el único adulto en mi vida que tenía algún interés en qué es lo que hacía con esa vida. Ese era Pembrook.

Pembrook era inglés, pero llevaba una vida en América desde hace casi treinta años. Estaba especializado en leyes internacionales, además de en sacarme de mis problemas legales menores. De pie era peculiarmente alto con su metro noventa, era delgado, rayando en la apariencia anoréxica. Si tuviera que adivinar, no creo que hubiera tenido más de veintiocho gramos de grasa en todo su cuerpo en algún momento dado de su vida. Sus mejillas eran un poco hundidas y me recordaba muy seguido a una de esas raras, desgarbadas y góticas criaturas que atendían mi escuela privada, pero su apariencia era natural. Supongo que eso le daba un factor de intimidación adicional como abogado. Creo que jugaba con eso cuando le era posible. También creo que era virgen. Por una razón: él vivía y respiraba su trabajo. Por otro lado, no podía imaginar a una mujer soltera compadeciéndose del pobre hombre. Así y todo, él era rico, ¿quién era yo para decir algo

—Pembrook, ¿a quién visitas cuando regresas a Londres? —le pregunté, repentinamente golpeada por el interés de saber quién iba a ver cuando salía de aquí.

Me observó de manera extraña. 

—Eres rara.

—Pembrook, contéstame.

Rodó sus ojos hacia mí. 

—Visito a mi hermana y a su familia.

Oculté mi estupefacta expresión lo mejor que pude. 

—¿Tienes una hermana? —pregunté con incredulidad.

—¿Por qué eso es tan difícil de imaginar, niña tonta?

—No estoy completamente segura, Pemmy. No puedo imaginar una versión femenina de ti, supongo. ¿Cómo luce? ¿Otra inspiración de un personaje de Bram Stoker?

Irónicamente me vio con lástima. 

—Qué observación tan astuta viniendo de alguien que no podía oír el estruendo de la sirena de su más reciente conquista a lo largo de la calle.

—Buen punto, Pemmy, buen punto.

—Estás extremadamente necesitada de dirección —dijo más para sí mismo que para mí.

—Estoy bien —espeté de vuelta, cruzando mis brazos sobre mi pecho mientras la grava crujía debajo de nuestro cubiertos pies.

—Claramente —añadió sarcásticamente.

Nos aproximamos a la entrada de servicio cercana a la cochera y Pembrook abrió la puerta para mí.

Dentro había miembros del personal. Gerald, nuestro chef principal, estaba plantado en una de las gigantes estufas Viking sin duda experimentando con salsas, pero el grupo restante estaba desparramado alrededor de la gran cocina industrial. La cocina, aparte de nuestro pan de cada día, de maneras más personal, era donde la comida era preparada para cenas más formales y supe entonces por qué mi padre estaba verdaderamente decepcionado de mí. 

Miré alrededor preguntándome por qué no había más fuego debajo de sus traseros. El personal estaba sentado leyendo, escuchando música o simplemente viendo hacia el espacio. Supuse que era demasiado temprano para hacer trabajo de preparación. De cualquier manera no me pusieron atención inmediatamente ya que seguido era vista entrando en la residencia de mi padre a esa hora. Usaba la entrada de servicio para acceder a mi ala de la casa con el propósito de evitar a mis padres. Ellos no le dirían nada y tampoco yo. Era como un acuerdo sobreentendido que todos teníamos. Vieron hacia arriba brevemente para confirmar, pero cuando sus miradas oscilaron hacia la figura detrás de mí, comenzaron a correr desordenadamente. Pembrook ciertamente no era esperado y casi estalló en risas.

—Oh, detén esta actividad frenética —le dijo Pembrook al aparentemente sin propósito ayudante, sus manos levantadas por encima de su cabeza, dándole un aspecto atractivo. Esperé por los colmillos pero ninguno apareció—. Tranquilícense, tontos. Yo no soy su jefe, y no me podría importar menos si permanecen ahí con un cuchillo o una revista en la mano. —Pero el personal continuó como si no hubieran escuchado ni una palabra—. Muy bien —suspiró, haciéndome señas para que continuara.

—Continúa, Gerald —dije, saludando al chef principal. Sonrió y me saludó de vuelta.

Gerald era el único miembro del personal que yo podía soportar y eso era más que creíble porque él era mudo.

Cuando llegamos al recibidor brutalmente grande, hice un movimiento hacia las sinuosas escaleras.

—Ah, ah, Steph —dijo Peembrook y me encogí dentro de mí—. Ven conmigo.

—Nunca dijiste que tendría que acompañarte a ver a mi padre. —Esto era altamente inusual e hizo a mi corazón latir rápidamente dentro de mi pecho.

-Nunca dije que no lo harías. Ven —dijo Pembrook mientras se dirigía su hacia la oficina de mi padre, varias puertas hacia el primer piso del ala oeste. Esperaba que lo siguiera, así que lo hice.

Toc. Toc. Los huesudos dedos de Pembrook llamaron en la puerta de la oficina de mi padre.

—Adelante —le escuché decir.

Cuando entré, mi padre estaba metido hasta las narices en un montón de papeles de trabajo tanto en su escritorio como en el teléfono. 

—¡No! ¡¿Cuántas veces tengo que decírtelo?! ¡Eso es inaceptable, Stephen! Me niego, me niego a admitir su desesperado intento por mantener la delantera. Avísales que yo dije que la oferta se mantiene hasta hoy a medianoche y cuando expire, no se presentará de nuevo. —Su compinche debió de haber estado de acuerdo y mi padre secamente asintió una vez como si el hombre pudiera verlo y rápidamente colgó.

Miró sobre mí y estuve muy cerca de vomitar en la alfombra a mis pies. Pocas cosas me asustaban pero de todas esas cosas, mi padre permanecía a la cabeza de la lista.

—Ah —dijo, deteniéndose en mi apariencia—. Veo que estás viva.

Asentí una vez concisamente. Estaba parada en la entrada y Pemmy me espoleó hacia adelante. Brevemente vi detrás de mí para gruñir antes de arreglar mi expresión y voltear hacia el frente. Pembrook estaba al borde de reírse. ¡Vete a la mierda! Quería gritar, por tomar prestada una frase coloquial de la gente, pero en su lugar mantuve la boca cerrada, no queriendo despertar al dragón delante de mí más de lo que ya estaba despierto. 

—Vamos a ver —dijo él, revolviéndose en su ruinosa silla de piel de oficina. Comenzó a rellenar su pipa—. Un segundo delito de droga, Stephanie Hwang. No estoy seguro exactamente de cómo planeo mantener esto fuera de los medios esta vez. PR tienen su trabajo recortado, al parecer. Apenas puedo verte, así que esto será corto. Estás requerida para asistir a una cena formal esta noche. Espero que duermas un poco, quites esas horrorosas bolsas debajo de tus ojos, te vistas apropiadamente y entretengas al hijo del Presidente Ejecutivo de los Horvejkul. ¿Entiendes?

Sí, señor —dije entre dientes.

—¿Lo haces? Por entretener, me refiero a enseñarle al chico la casa, hacerle conversación. No me refiero a ofrecerle algo ilegal.

—Nunca lo haría…—comencé a decir, pero mi padre me cortó en seco.

—¿No lo harías? —Me vio severamente.

Me hundí en mí misma e inadvertidamente me resguardé en Pemmy. 

—¡Ugh! —Lo escuché decir antes de enderezarme y ponerme a un lado suyo. Puso los ojos en blanco.

—La cena es a la siete, Steph —continuó mi padre, ignorándonos a Pembrook y a mí.

—Sí, señor —dije, repitiendo mi asentimiento anterior.

Me giré y apenas me contuve de darme a la fuga.

—¡Oh! Y una cosa más —dijo mi padre, haciéndome voltear a verlo—. Si eres atrapada de nuevo, te desheredaré. Cierra la puerta.

Cerré la puerta, mi pecho bombeaba aire con un ritmo alarmante y por poco corro a toda velocidad a mi ala de la casa. Conocía suficiente de mi padre para saber que estaba hablando en serio. Y también que yo no era un chica estúpida. Sabía que hay cosas que necesito más que a la coca, y su dinero era una de ellas.

Cuando llegué a mi habitación unos minutos después, abrí las puertas dobles de cinco metros de altura y las cerré tras de mí. Empecé a desnudarme, sacándome mis prendas y tirándolas a los pies de mi cama. Necesitaba una ducha. Estaba al borde de uno de mis ataques de nervios y necesitaba un lugar para esconderme.

Pero primero lo primero.

Fui hacia la pared más cercana a la puerta de mi habitación y presioné el intercomunicador, todavía desnuda.

—¿Sí, señorita Stephanie? —Salió una voz estática. Era Matilda, la coordinadora de la casa.

-Sí, Tilda. —Le eché un vistazo al reloj de mi mesilla de noche. Las 8 a.m—. ¿Puedes llamar a Katy a casa y comunicarle que necesitaré sus servicios a las cuatro esta tarde? 

Katy era adorable. Alta y delgada, cabello rubio y solamente unos pocos años mayor que yo. Ella era la esteticista que utilizaba cuando tenía que asistir a una de las veladas de mi padre. Sin embargo, Katy nunca venía sola. Siempre traía a Peter, su masajista, y Gillian, su maquilladora. 

—Por supuesto, señorita. ¿Algo más?

—No, gracias. —Y con eso, me dirigí hacia mi baño, asegurando la puerta detrás de mí.

El baño era casi tan grande como mi cuarto. En la pared más lejana estaba una chimenea de gran tamaño. La repisa de mármol es de inspiración Francesa llegando a la mitad de la pared. Situada en el centro estaba la pieza central, la más grande bañera pulida de hierro fundido y envuelta en acero inoxidable para un efecto de espejo. Todo el piso estaba bañado en baldosas octagonales de tres centímetros de mármol de Carrara. El mármol de Carrara continuaba en las paredes en azulejos subterráneos. Encimeras de cerámica ovalada estaban instaladas en la cima del mármol de Carrara con lavabos personalizados. La habitación era casi una réplica de una que había visto cuando tenía trece años en un viaje a Paris. 

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Comments

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czankx #1
Chapter 31: Thank god Google Translate, I managed to read this masterpiece. I know it's an adaptation, but nothing better if the characters are Taeny, it just fit so well. Taeny pairings just built different, their love just make it more sense.. I want more!! 😍😂
sonehdz
#2
Chapter 26: No se si ya la subiste pero estaria genial que adpataras la historia de jessica
Cele1987 #3
Chapter 24: Definitivamente Karina no debía morir ????
jramirez #4
Chapter 26: Si si si por favor adapta la historia de Jessica, te lo suplico
saramarmota #5
Chapter 31: LO AMEEEEEEEEEEEE DIOSSSSSSSSSS FUE TAN BUENOOOOOOOOOO
me atrapo desde el inicio el fic y no me dejo ir...
PinkDork
#6
Chapter 31: Lagusikrbe AL FIN TERMINÉ. DIOS.
Tenía que tomarme el tiempo para terminar mis pendientes y qué bueno que lo hice. Pero qué historia, la imaginé como una película; sería tan bello grabar algo así. OBVIAMENTE AMÉ EL TAENY, pero hubo algo que me tocó demasiado: qué tal lección la de Karina. Amé al personaje. Su existencia y muerte fueron fundamentales.
Gracias por este genial trabajo Hwang. Me gustó el final, ya sabía que no podía durar demasiado la mentira de Steph. Já.
Ahora me mudo a Greed. Te veo por allá.
<3
skincrisday #7
Chapter 31: Increible historia y buena adaptacion... muy buena la historia. Me gusto.
skincrisday #8
Chapter 31: Increible historia y buena adaptacion... muy buena la historia. Me gusto.
skincrisday #9
Chapter 22: Cap 22 que capitulazo, de verdad que esta muy cool tu fanfic... viva el Taeny.
skincrisday #10
Chapter 19: Aqui falta otro cap y el epilogo