Stephanie Hwang

Vain (TaeNy Ver.)
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Seis semanas después de la graduación y Jerrick había estado muerto por tres de ellas.  Pensarías que para nosotros eso habría sido suficiente para tomar un descanso de nuestros hábitos, pero no fue así.

Me incliné para inhalar una línea de cocaína en frente de mí.

—Brent luce muy tentador esta noche, ¿no es así? —le pregunté a Savannah, o Sav como la llamaba, cuando alcé mi cabeza y me limpié la nariz.

Savannah alejó sus vidriosos ojos de la marihuana Special K, con la cabeza oscilando de lado a lado.

—Sí —Arrastraba las palabras perezosamente—, se ve caliente esta noche. —Sus ojos vidriosos se animaron un poco, pero a duras penas—. ¿Por qué?

—Estoy pensando en ir a saludarlo. —Sonreí ersamente a mi seudo-mejor amiga y ella me sonrió maliciosamente en respuesta.

—Eres una perra —bromeó, pinchando mi pierna bronceada con sus uñas perfectamente cuidadas—. Ali nunca te perdonará por ello.

—Sí, lo hará —dije, levantándome y alisando mi falda tipo lápiz.

Yo podría haber sido considerada una dicotomía de los aparadores. Nunca mostraba mucho en lo que se refería a piel porque, bueno, mi padre me hubiera matado, pero eso no me detenía de elegir piezas que mantenían a los chicos  y muchas chicas con sus bocas colgando.

Por ejemplo, tenía piel blanca y  firme porque tenía el cuerpo para ello, y porque siempre me hacía obtener lo que quería. Me encantaba la manera en que los chicos me miraban y las chicas me envidiaban. Me encantaba la forma en que me querían. Se sentía poderoso.

-¿Cómo lo sabes? —preguntó Sav, su cabeza colgando pesadamente hacia atrás y adelante en la parte posterior del sofá de cuero en la oficina de su padre.

Nadie tenía permitido entrar en ese salón, con fiesta o no, pero no nos importaba. Los padres de Sav fueron a Italia por capricho, dejando su casa como el destino inevitable para “El Escondite” de ese fin de semana, como nosotros lo llamábamos. El Escondite era el código que utilizábamos para cualquier parte en que nos quisiéramos esconder por el fin de semana. Mi grupo de amigos éramos, a riesgo de sonar presuntuosa, muy ricos. Eso es un eufemismo. Estábamos podridos en plata, como nos gustaba bromear entre sí, con el doble sentido y todo. La casa de alguien siempre estaba abierta algún fin de semana al azar, porque todos nuestros padres viajaban con frecuencia, la mía en particular. De hecho, casi cada fin de semana la fiesta era en mi casa. Esto no era porque llevaba la voz cantante, por así decirlo. Ni siquiera porque yo era la más rica. Mi padre era sólo el número cuatro en la lista. No, yo gobernaba porque era la más caliente.

Verás, soy una de esas personas hermosas. Eso suena realmente raro de explicar, pero es la verdad absoluta. Soy hermosa, y no es porque tenga una gran dosis de autoestima, a pesar de que tengo mucha de ella. Yo gobierno este gallinero porque soy  la más buscada por todos los chicos y todas las chicas quieren ser mis amigas a causa de ello, mas mujeres de las que te imaginas también fantasean con tener solo una noche conmigo.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó ella de nuevo, agitada porque no le había contestado.

Esto hizo mi sangre hervir.

—Vete al diablo —le dije. Ella había olvidado quién era yo y tenía que recordárselo.

—Lo siento —dijo ella tímidamente, encogiéndose un poco sobre sí misma.

—Lo sé, porque siempre lo hacen. Además, cuando termino con sus chicos, se los regreso. Ellas lo consideran sus deudas.

—Confía en mí —dijo en voz baja hacia la pared—, no lo consideran sus deudas.

 —¿Esto es por Emily, Sav? —resoplé—. Dios, eres una mocosa llorona. Si estaba dispuesta a engañarte con tanta facilidad, no valía la pena. Considéralo como un favor.

 —Sí, quizás tengas razón —concedió, pero no sonaba verdaderamente convencida—. Me salvaste, Steph.

-De nada, Sav —respondí dulcemente y le di unas palmaditas en la cabeza—. Ahora, me voy a encontrar con Brent.

Me paré frente al espejo sobre el escritorio de su padre y me examiné.

Largo y sedoso pelo castaño, liso hasta los codos. Tenía reflejos rubios naturales en todo su largo. Hace poco me corté el flequillo para que cayera directamente en la frente. Los despeiné para ponerlo suavemente sobre mis cejas. Los estudié y sentí mi sangre comenzando a hervir. La mayoría de las niñas en el funeral de Jerrick de repente tenían el mismo corte y me molestó enormemente. Despierten, niñas. ¡Nunca serán como yo! Fruncí  los labios y apliqué un poco de brillo sobre ellos. Mis labios eran llenos y bastante rosados así que no necesitaba mucho color. Mi piel naturalmente blanca,  estaba ligeramente bronceada de acostarme demasiado en la piscina después de la graduación, e hice una nota mental para mantenerme fuera un rato. No necesitas arrugas, Steph. Mis  ojos eran de color ámbar y eran perfectos, pero me di cuenta que mis pestañas necesitaban un toque más de rímel. Lo hice sólo para oscurecerlas un poco, no porque no eran lo suficientemente largas. Como he dicho, yo era prácticamente impecable.

—Él no sabrá que lo golpeó —me dije en el espejo. Sav malentendió esto como si estuviese hablando con ella y rodé los ojos cuando respondió.

—Tienes un juego enfermizo, Stephanie Hwang.

—Lo sé —admití, volteándome hacia ella, una expresión diabólica en mi rostro impecable.

Salí de la habitación. Al pasar junto a la multitud de personas que se alineaban contra los lados de la sala que conducían desde el vestíbulo al enorme estudio, recibí los silbidos habituales y los ignoré con todo el encanto que era mi fuerte. Yo era la reina de la sutileza. Podía jugar con un chico como concertista de violín. Era una maestra de mi oficio.

—¿Puedo traerles algo, chicos? —pregunté mientras llegaba al grupo élite de chicos calientes que incluían al Brent de Ali.

—Estoy bien, cariño —coqueteó Graham, como si alguna vez le diera la hora.

—Así parece —le coqueteé de vuelta, justo conteniendo la necesidad de rodar los ojos.

-Ya que te estás ofreciendo tan gentilmente, Steph —dijo Jessica—, creo que todos podemos tener una nueva ronda —dijo  Jessica.

—Pero por supuesto —dije, haciendo una reverencia a la ligera y sonriendo seductoramente. A propósito volví a hacer mi camino hacia el bar. Lo hice por dos razones. Una de ellas, para que le dieran un vistazo a mi trasero. Dos, para hacerles creer que apenas había pensado en el siguiente paso en mi tablero de juego. Me di la vuelta rápidamente y encontré a todos  incluyendo a Jessica, mirando, especialmente a Brent. Bingo.

—Voy a necesitar un poco de ayuda para traerlo todo de vuelta. —Hice un puchero.

—¡Yo iré! —gritaron todos al mismo tiempo, clamando delante del otro como si fueran ganado.

—¿Qué tal si yo elijo? —dije. Di la vuelta a la manada, corriendo la mano por el hombro al pasar por cada uno de ellos. Jessica se estremeció visiblemente. Punto, Steph.

—Tin, marín, de dos pingüé —dije deteniéndome en Brent. Seguí la línea de su garganta y alcancé a ver como tragaba fuertemente—. ¿Quieres ayudarme, Brent? —le pregunté amablemente sin ningún tipo de coqueteo.

—Uh, seguro —dijo, bajando su propio vaso.

Entrelacé mi brazo con el de él mientras caminábamos hacia el bar.

—Entonces, ¿cómo van tú y Ali? —le pregunté.

Me observó, sin escuchar una palabra de lo que había dicho.

—¿Qué? —preguntó.

Exactamente.

Tres horas después y Brent era mío. Terminamos tendidos en la antigua alfombra turca en el dormitorio de los padres de Sav, la lengua en la garganta del otro. Me tiró debajo de él y con hambre besó mi cuello, pero se detuvo de repente.

—Stephanie —susurró sensualmente en mi oído.

—¿Sí, Brent? —respondí, extasiada de haber conseguido lo que quería.

Se sentó y me vio como si realmente nunca me hubiese visto antes. Sonreí lascivamente a cambio, lamiendo mi colmillo izquierdo.

—Jesús —dijo, con una mano temblorosa peinando su cabello—. Soy un tonto.

—¿Qué? —respondí, sentándome, impresionada.

—He cometido un terrible error —me dijo, todavía encajado entre mis piernas. No necesito decirte lo que eso me molestaba—. He bebido demasiado —dijo, sacudiendo la cabeza—. Lo siento, Steph. Que seas la chica más hermosa que he conocido ha empañado mi juicio, mucho. He cometido un terrible error.

En el más afortunado de los momentos, escuchamos a Ali gritando el nombre de Brent en el pasillo fuera de la puerta y se puso tenso, con los ojos como platos. Yo sólo podía sonreír por dentro ante lo que se avecinaba. Antes de que él hubiera tenido la oportunidad de reaccionar a su llamado, ella había entrado en la habitación.

—¿Brent? —le preguntó. Vio nuestra posición y el reconocimiento que había visto en las otras antes de ella, estaba obviamente escrito en toda Ali. Ella no iba a luchar contra él.

—Lo siento —dijo ella cortésmente, como si no estuviera en una situación comprometida en el suelo con su novio. Es tan patética, pensé. Cerró la puerta. La oímos golpear el piso de las escaleras, corriendo hacia Sav sin duda. Sav tendría que fingir que no tenía ni idea.

Él se levantó, abandonándome en la alfombra y de inmediato comenzó a perseguirla. Bueno, ese es el primero, pensé para mis adentros. Por lo general, iban de vuelta a los negocios, pero supongo que no habíamos llegado lo suficientemente lejos. Sí, por eso te dejó acostada aquí, medio desnuda, persiguiendo a su novia, Soph.

Me resistí a mi propia estupidez y me levanté.

Caminé al baño de los padres de Sav y me incliné en la parte de los lavabos que le correspondía a la madre. Arreglé mi cabello erizado y corrí mis uñas a lo largo de la línea del labio inferior, arreglando cualquier mancha de brillo. Metí mi apretada camisa V a rayas de seda negra y blanca de nuevo en mi falda lápiz y me miré.

Una sola lágrima corrió por mi mejilla e hice una mueca. Ahora no, pensé. Yo era mi peor enemigo. Esa era mi debilidad secreta. Rechazo. Rechazo de cualquier tipo, de hecho. Lo odiaba más que nada.

—Eres muy hermosa para ser rechazada —le dije al reflejo enfrente de mí, pero las lágrimas no cesaron.

Corrí el grifo y salpiqué un poco de agua en mi cara antes de retirar la bolsita de cocaína que había escondido en mi sujetador sin tirantes. Hurgué en el pequeño sobre de plástico, que se derramó sobre el mostrador de mármol y maldije al desastre que había hecho. Me apresuré por algo para alinearlo. Finalmente trope

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Comments

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czankx #1
Chapter 31: Thank god Google Translate, I managed to read this masterpiece. I know it's an adaptation, but nothing better if the characters are Taeny, it just fit so well. Taeny pairings just built different, their love just make it more sense.. I want more!! 😍😂
sonehdz
#2
Chapter 26: No se si ya la subiste pero estaria genial que adpataras la historia de jessica
Cele1987 #3
Chapter 24: Definitivamente Karina no debía morir ????
jramirez #4
Chapter 26: Si si si por favor adapta la historia de Jessica, te lo suplico
saramarmota #5
Chapter 31: LO AMEEEEEEEEEEEE DIOSSSSSSSSSS FUE TAN BUENOOOOOOOOOO
me atrapo desde el inicio el fic y no me dejo ir...
PinkDork
#6
Chapter 31: Lagusikrbe AL FIN TERMINÉ. DIOS.
Tenía que tomarme el tiempo para terminar mis pendientes y qué bueno que lo hice. Pero qué historia, la imaginé como una película; sería tan bello grabar algo así. OBVIAMENTE AMÉ EL TAENY, pero hubo algo que me tocó demasiado: qué tal lección la de Karina. Amé al personaje. Su existencia y muerte fueron fundamentales.
Gracias por este genial trabajo Hwang. Me gustó el final, ya sabía que no podía durar demasiado la mentira de Steph. Já.
Ahora me mudo a Greed. Te veo por allá.
<3
skincrisday #7
Chapter 31: Increible historia y buena adaptacion... muy buena la historia. Me gusto.
skincrisday #8
Chapter 31: Increible historia y buena adaptacion... muy buena la historia. Me gusto.
skincrisday #9
Chapter 22: Cap 22 que capitulazo, de verdad que esta muy cool tu fanfic... viva el Taeny.
skincrisday #10
Chapter 19: Aqui falta otro cap y el epilogo