Capítulo; 8.

Misterio en su atractivo.

Recuesto mi espalda un poco más, en el respaldar del banco.

Había dicho que no me gustaba mucho venir a parques, por la sensata razón de que no me gustan muchos los niños, pero sin duda, esté chico que acababa de ver hace unos minutos atrás, me ha hecho abrir los ojos para saber que él no era igual al resto.

Y apenas era un niño, un dulce niño que ni siquiera viéndolo bien, no capto su edad, podría tener como ocho, diez años de edad, sin embargo, en la edad coreana no aceptaría mi respuesta correctamente.

Inhalo un poco más el oxígeno que me ofrece los árboles, con mi vista directo al horizonte.

Mis cejas se levantan un poco, a causa de una impresión, ¿ya se ha hecho un poco tarde?.

Bajo mi mirada de repente, hacía mi muñeca, mi campo de visión se encuentra, y con una poca luz solar, que me ofrece el sol, para darme aviso de que la luna, y el sol, cambiarán de roles.

El sol empezará a irse, y mis piernas muy pronto me ayudaran a regresar a mi hogar.

Mis ojos llegan a ver a través del cristal redondo, y pequeño, que se encuentra encima de mi muñeca, el reloj, y da las agujas por hora que son las "06:28. p. m.". Hora de irse, es un poco tarde.

No me fijé sin duda alguna en como el día soleado, habría cambiado de luz a una sombra, capaz, y era porque andaba perdida en mis pensamientos, que mis propios pensamientos me llevaron directo a una carretera, olvido, sin avisos.

Avisos de que existían el mundo exterior, a través de mis lentillas.

Me levanto, perezosamente, del banco del parque.

Enderezo un poco mis huesos, que algunas otros truenan al instante, no sé, pero me gustan cuando truenan, es una sensación demasiado genial.

Ha Sakura no le gusta, la molesto mucho con eso, sin embargo, me llega discutir, fuertemente, que como único castigo que ella dice que me "hace", es dejarme sin mis pantuflas de conejitos, que ella misma me regaló.

Porque ella prefiere regalar, en vez de que le regalen. Aún no le gusta la idea de que tenga un pony guardado en unas de las gavetas de su closet. Sakura, sin duda alguna, es rara.

Sí, que sí.

Comienzo andar, en las aceras del parque, junto a una encantadora vista de cerezos, manzanos, y muchos arboles que encantarían al público en un instante. Mis brazos bajan, perezosamente, a los costados de mi cuerpo, a la altura en donde están los hondos bolsillos de mi pantalón negro, con una respiración calmada, y los vellos de mi piel, en su lugar, decido cambiar de rumbo.

Hacía la puerta ancha, de la entrada de la universidad de Yonsei. Entrar en la universidad es un verdadero desafío si no eres un estudiantil, o eres un estudiante sin identificación, hazte la ídea que no irás a entrar, o tocar, siquiera, el suelo pulcro que posee la universidad.

La seguridad que posee el plantel en sin duda un poco tediosa, aún así, si las personas encargadas en las áreas de limpieza, seguridad, mantenimiento, en el plantel, y los conoces, no cuente con su ayuda, no es por amabilidad, o algo al estilo, simplemente que está un poco prohibido mantener contacto alguno, visual, físico, o incluso, "psíquico", con un empleado más de la universidad.

Lo ha decretado el director, antes del director actual, y antes del director, que era director antiguo de la universidad, se podría decir en cortas palabras, el fundador de la universidad, o eso creo saber, realmente no se ha hecho "oficial"; es solo un "rumor"; que merodeaba en los pasillos de la universidad cuando me matriculé, los primeros días, claro.

Ni siquiera intercambios de palabras de cortesía con ellos, absolutamente nada.

Si lo hacías, te ganabas una falta, o una amonestación por parte del área directiva de la universidad, o si no tenían compasión con el alumno, y la falta fue demasiado grave, lamento decir que se gana una expulsión definitiva de la univesidad, ésta última la aplica el director aún, cuando el alumno se gana un paseo directo a su oficina, ya a mayoría edad, hmm. 

Pero...como yo ignoro una de esos fundamentos, o reglas, como quiera llamarle el señor director, poseo una pequeña, y estrecha "​​​​amitad",—sí así podría decirse—, con el jardinero.

Es un adulto de una edad un poco avanzada, que ha trabajado en está escuela, como el amor que ha mantenido por las plantas desde el primer día que conoció a su fallecida esposa.

Ese día que murió su esposa, ese señor veía que las plantas muertas, eran más que un desecho de su esposa en dónde sea que estuviera. Y por eso, las guardaría en algún lugar de su hogar, en dónde no podría alguien desecharlas cuando la viesen.

Sin embargo, creo que el jardinero no está, como hoy no hubo clase, y creo saber, que por un rumor en los pasillos, que llegó a mis oídos, fue junto a la excursión.

A mí me habían invitado hace semanas atrás, que empezaba a relatar por aquí...sobre Sakura, hmm, a la isla Jeju, y la Isla Udo, sino me equívoco, creo que esas dos islas se encuentran un poco más cerca de cada otra. A mí, junto a Sakura, un chico alto, con un cabello rizado, rubio,—esté parecía más tinte—, se había acercado hacía nosotras, con una confianza, y arrogancia en sí mismo, logró que ganase un cortés rechazo por parte de Sakura. O cómo debo decirlo, le “pateó”, su trasero, y se volvió por el mismo camino en donde vino.

A veces me siento tranquila que Sakura rechace a esos chicos, puede sonar demasiado egoísta de mi parte, pero… Sakura al rechazarlos, ahorra un poco mi molestia que se desarrolla en mi estómago, o el nudo en la garganta que se me hace, cuando los veo acercársele a ella.

Sakura no es suya, no se la adueñen, y no piensen en intentarlo, idiotas. Porque Saku-chan es de mi habitación, sólo para mí. Hmm.

Okay, eso sonó un poco raro. Aunque Sakura no le pertenece a nadie, ni es un objeto a la vez, de verás que la quiero proteger de toda las maldades que puedan existir en el mundo, en serio.

No es envidia que ella le invitan a salir más seguido, y que las personas a nuestro alrededor me conozcan como la “amiga cercana” “compañera”, o “guardaespaldas”, de Sakura, sólo por estar casi siempre a su lado, verdaderamente no es eso.

Mi autentico deber, luego de vivir, es cuidar verdaderamente bien a Sakura, y con más razón, en un país extranjero, en donde ella no había pisado un píe hasta ahora, hasta hace mucho tiempo, y que a la vez, no habla muy bien coreano. A mí, no obtiene mi interés fácil, nada que no se relacione con Sakura.

Cuando vi aquella japonesa, merodeando por los pasillos de la escuela secundaria, dado por nombre “Sakura”, —Sakura se perdía a menudo—como un auténtico árbol de cerezo, muy dentro en un lugar de mi determinada cabeza, en mí, hizo un click en donde la tuviese que proteger a costa de lo que sucediese diariamente en su vida.

Eso no quiere decir que la espiaba, o acosaba frecuentemente, no, simplemente…fue suave con ella, no quiero decir que ya he espiado a otras personas en mi ciclo de adolescente sin neuronas, no, sólo que Sakura cada vez que intercambiábamos miradas tímidas, ella se acercaba hacía mí en la escuela, con cortos pasos que los chicos, y chicas que pasaban por esos pasillos, algunos sin darse cuenta, empujaban un poco a Sakura, y no la notaban, cierto, porque nadie conocía a Sakura, siquiera el primer día que la transfirieron en la escuela secundaria en donde asistíamos, ningún chico, o chica, notó a Sakura por primera vez.

Bendito ciegos, Sakura era tan atractiva, hasta pestañeando, y comiendo indebidamente, en una manera que no la hacía ver como una “dama”,grr.