Escape al Paraíso, Parte III.

El lobo y el cordero.
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"-¡La directora YooJin nunca diría algo así! ¡Debe ser un malentendido!"

"-¡Soy el segundo Comandante de este clan, y cuando digo retirada, ES RETIRADA!"

"-Los que ya no podrán escapar ni protegerse, serán ustedes."

"-Si has de morir tú, o si he de morir yo… ¿qué diferencia habría?"

"-¿Quién es la Directora de Colmillo Brillante? ¡Que se presente ahora mismo si es tan valiente como para amenazarnos!"

"-¡Tienes que escucharme, en ningún momento yo…!"

"-Cada una de sus vidas está en mis manos, ¿puedes cargar tú con cada una de ellas, y dar la tuya propia si es necesario?"

"-¡Mi lugar está con Taeyeon! ¡Y si no pueden entender eso… si no pueden entender eso…! ¡Entonces no me importa luchar contigo y con todos los demás!"

"-Te equivocas… Nosotros somos diferentes."

"-Te debo mi vida, y por ello he de defenderte hasta el final..."

El lobo y el cordero

Por: Kida Luna

Capítulo XXXVIll

Escape al Paraíso, Parte lll

-"¡Orión!" –chillaban los cachorros.

-"¡¿Qué estás esperando?! –Karas jadeaba a un lado suyo, la sangre escurriéndose copiosamente en su cara-. ¡Levántate, tenemos que ir a pelear, ése es nuestro destino!"

El sonido de sus pulmones inhalar y exhalar el aire por su boca, nublaba por completo los sentidos del dingo café. Las preguntas surgieron una tras otra en su mente, interrogándose el por qué debían de continuar con algo así.

¿Qué sentido tenía?

-"¡Orión!"

-"Ya te oí –respondió cansado, forzándose a ponerse en pie-. Es sólo que… quiero descansar un rato…"

-"¡No! ¡Somos soldados! –Los gritos se hicieron distorsionados a su oído-. ¡Nacimos para morir!"

-"¿En serio…?"

"¿De verdad… nacimos para morir…?"

Las preguntas asaltaron su conciencia conforme movía sus patas una delante de otra, caminando con esfuerzo al lado de Karas. Sin embargo, a unos pasos adelante, fueron Atariel y Áster quienes les cerraron camino.

-"Así que ustedes son los Comandantes aquí –el licaón rayado, Atariel, rompió el silencio-. Esto será interesante."

Los cuatro hocicos gruñeron amenazantes entonces, con los colmillos sacudiéndose dentro de éstos antes de dirigirse a sus oponentes. Ladridos continuos destrozaron sus tímpanos, con la piel plateada pegándose a la marrón mientras el cuerpo rojo y crema se movían en torno a círculos invisibles antes de encontrarse abruptamente.

Garras dejaron su marca en la tierra húmeda, hundiéndose en el fango para después partir el aire en dos; las colas dando volteretas y los hombros y muslos estirándose al máximo.

De repente, Orión rodó hasta detenerse cerca de donde los cachorros estaban, que veían atemorizados al Comandante plateado aproximarse. Por lo consiguiente, el dingo se puso de pie, escudándolos consigo mismo.

-"Yo soy tu oponente –gruñó, respirando rápidamente-. No los metas en esto."

-"Yo jamás metería inocentes en una pelea –respondió Áster, relamiéndose su propia sangre que escurría de su hocico-. No como ustedes, que han emboscado a Yuri en una contienda injusta."

El perro café se mordió los labios, queriendo renegar aquello, mas sabiendo que era la verdad.

-"Era necesario…"

-"¿Por qué? –los ojos avellana del licaón intentaron descifrar su tumultuoso mirar ambarino-. ¿Qué es lo que hemos hecho para ser vistos de otra manera? ¿Acaso es porque no me veo, no camino o no actúo como tú?"

Orión tan sólo apartó la cabeza, con las patas plantándose duramente en la hierba, en un intento por sacar así la tensión acumulada. El cansancio jugando con su vista, que de a momentos se nublaba por completo.

-"¿Quién eres tú… –la pregunta atrajo su atención-… para decirme que soy un error, cuando no ves los tuyos propios?"

Al finalizar la cuestión, Áster trotó hacia él, hallándose los dos pronto cara a cara de nuevo, para continuar con la disputa; los pensamientos desordenados del subordinado de Tyler empezando a volverse más y más intrínsecos conforme los segundos pasaban.

"Soy quien apoya las reglas de Colmillo Brillante, ¿no debería ser eso suficiente…?"

¡CLASH!

Las certeras mordidas de Atariel, que se mantenía en constante movimiento alrededor de un Karas quieto, comenzaban a agotar a este último. Usaba la velocidad a su ventaja, consciente de que si el perro más grande y pesado que él llegaba a aprisionarle, se vería en serios problemas.

Él era ágil.

Pero la fuerza de Karas podía doblar la suya con facilidad.

-"No puedes correr para siempre" –gruñó el dingo, sintiendo los cortes crearse en su piel.

-"Pues parece que a ustedes se les da muy bien –Atariel se detuvo al frente suyo, con la mirada verde orgullosa y altiva-. Se les hace tan fácil jugarle sucio a otros."

-"En la guerra todo se vale –comenzó a caminar al ritmo de su oponente, otra vez en círculos-. El fin justifica los medios."

-"¿Qué dices? –bufó-. ¿Acaso no ves lo que tu fin causa en los derredores? ¿No sientes remordimiento alguno por los compañeros que han caído en esta batalla?"

-"Murieron con honor. Para eso fuimos entrenados."

-"¿Y lo mismo le dirás a esos cachorros asustados? ¿Qué desperdicien su vida humilde sólo porque el ambicioso de su líder desea hacer realidad sus deseos egoístas?"

Los orbes púrpuras se entrecerraron con rencor al escuchar las últimas palabras; las mandíbulas cerrándose y abriéndose apenas, en una muestra de silenciosa amenaza.

Sin poder evitarlo, Karas se aventó hacia el perro moteado, quien de inmediato lo esquivó; cuando estuvo fuera de su alcance por muy poco, Atariel dio la vuelta rápidamente y pegó un gran salto.

Su figura perdiendo ascenso en el aire, casi encima de él, se vio cristalizada en la vista violácea del dingo. Las mandíbulas cremas se separaron entonces con un bramido; no obstante, las patas blancas del can rojo se hundieron en la tierra maciza antes de impulsarle hacia arriba.

Los colmillos tomaron desprevenido el cuello del licaón que no pudo defenderse al seguir suspendido en las alturas. Un jalón le hizo desviarse a la derecha y quedar de cabeza, con esta última chocando estruendosamente contra el duro suelo mientras su oponente caía de pie.

Ambos hocicos se abrieron en ese instante, con uno liberando un gemido de dolor al sentir su cuerpo desplomarse también; en tanto el otro respiraba agitadamente, dejando la sangre fresca resbalar hasta los charcos que la lluvia había formado.

-"No toleraré que un salvaje me diga cómo hacer las cosas…" –jadeó.

-"¿Salvaje? –rió adolorido mientras se giraba panza abajo, sosteniéndose después solamente de sus tambaleantes cuartos delanteros-. ¿Y qué es tu Jefe, en ese caso? ¿Arruinando las vidas de aquellos que sólo intentan vivir la suya en paz…?"

-"Es ése estilo de vida el que destruye nuestro Colegio."

-"Je –tosió un poco de sangre antes de sonreír de lado, con un colmillo sobresaliendo de sus labios-, qué curioso que digas que para cumplir un sueño que ni siquiera es tuyo, destroces sin miramientos los de otros."

Un gruñido de dolor escapó del cánido salvaje al apreciar su nuca ser sujetada fuertemente. Las órbitas del dingo completamente dilatadas por la ira y la frustración que le provocaba aquella sensación de vértigo dentro de su estómago, que no paraba de crecer.

Su mirada violeta se pasó fugazmente hacia los cachorros que se replegaban, siendo protegidos por algunos adultos. No muy lejos suyo, observaba también al otro Comandante de Kwon ser levantado de la yugular por Orión, que le zarandeaba de derecha a izquierda como si fuese un muñeco de trapo, sin siquiera permitir que sus patas plateadas tocasen el suelo.

El viento atrapado y que rebotaba contra las paredes rocosas del boquete de un gran abismo, ubicado allí cerca y más abajo de las colinas hasta donde la pelea había llegado, bramó con ferocidad hasta extenderse sobre todos los presentes allí.

Un instante después, el rugido de Yuri se escuchó, con su cuerpo siendo despedido por los aires para acabar rodando violentamente sobre sí algunos metros.

Apenas lograse frenar el tosco movimiento, el hombro izquierdo de la mestiza fue asido por Tyler, que sin perder tiempo, comenzó a barrerla de un lado a otro antes de salir corriendo a toda velocidad; el pelaje manchado de la reciente líder, enviando una sensación de quemazón por todos sus músculos debido al brusco arrastre del que era víctima.

Luego, el hocico negro tiró vehementemente de ella, arrojándola al aire y haciendo que la gravedad fuese cambiando la posición del cuerpo magullado de su contrincante, de manera que su cara acabase apuntando a las colinas que se hacían más pequeñas conforme ganaba altura.

El dingo oscuro saltó hacia ella. A tres segundos previos de que los filamentos blancos y puntiagudos se clavasen de nuevo en su ser, los ojos azules del perro salvaje se abrieron de golpe; usando la fuerza del viento silbante contra su espalda, Yuri dejó que este mismo le empujase a medida que despegaba las mandíbulas.

El chasquido de sus colmillos enterrarse en la frente de Tyler, que recorrieron la cabeza negra hacia atrás antes de soltarle, dejaron la huella de una doble incisión larga y roja en él. La sobrina de Eric cayó al piso entonces, y vio enseguida a su contendiente aterrizar y darle la espalda mientras algunos metros les separaban.

Despacio, las patas blancas y moteadas hicieron que su cuerpo diese dos pasos adelante, conteniéndose a tiempo cuando su cuerpo quiso perder el equilibrio. La boca marrón entreabierta, con el incesante y fuerte respirar así como los ojos azules combatientes y tercos que no se mantenían quietos.

Tyler volteó a verla lentamente, la mirada fríamente desdeñosa y su ser encarándole. Los hilillos de sangre en su sien resbalaron en dos caminos que se dividieron al llegar a su hocico; el pelaje tostado totalmente enmarañado, manchas bermellonas expandiéndose y creando un camino a través de la piel.

El graznido de Irene se escuchó por sobre sus cabezas, allá en el cielo tormentoso donde ella se elevaba junto a su grupo, con Wendy siguiéndole de cerca; planeando las dos como estrellas fugaces entre los cuervos y los buitres que formaban densas barricadas en las alturas.

-"¿Líder? –Tyler bufó antes de escupir sangre al pasto y tronarse los huesos del cuello con pereza-. No me hagas reír. Haré que te arrepientas, que lamentes hasta la última vida de esos mestizos a los que voy a desollar, uno por uno; y cuando haya acabado con ellos y los hayas visto morir a todos –rió bajito, tratando de contener la diversión en su voz-, será tu turno…"

-"No voy a permitirlo –gruñó mientras bajaba y enderezaba el cuello-. Voy a llevarte al infierno yo misma si es necesario."

-"¿Qué estás esperando, Kwon Yuri?"

Las patas blancas se desplazaron de golpe, galopando hasta que las mandíbulas pudieron rozar las mejillas oscuras; los movimientos de los cuartos de ambos canes continuaron sin detenerse, hundiéndose en el fango y amenazando con aplastarse la una a la otra en tanto intentaban someter al contrario.

La risa de Tyler fue en aumento, que tan sólo retrocedía o se movía a los lados para evitar sin preocupaciones las mordidas de Yuri; aquél sonido burlesco, reventando sus tímpanos aún más fuerte que los truenos enfurecidos, empezó por enloquecer la razón del perro manchado.

-"Oh, ¿y sabes qué se me olvidaba decirte? –Comentó entretenido, alejando la cabeza de las fauces marrones-. Voy a disfrutar bastante cuando haga a Jessica pagar por su traición –susurró en amenaza, relamiéndose los labios y machacando los dientes-; la rastriza que te pegamos a ti, no va a ser nada comparado con la que le daré a ella."

-"No…"

-"¿Qué? –Rió con demencia, viéndola detenerse al fin-. ¡No te escucho, Kwon, habla más fuerte por favor!"

-"¡Dije que NO! ¡No vas a ponerle un solo dedo encima!"

El repentino ataque del licaón, impulsado por la ira, tomó por sorpresa al dingo que difícilmente pudo sacar el cuello del camino de los colmillos rojos. Sin embargo, sus reflejos no fueron suficientes.

Un chirrido como el de algo desgarrarse hizo que los ojos negros se abrieran no sólo con impresión, sino con un mudo dolor que pronto azotaría cada uno de sus sentidos.

Para cuando Yuri regresaba a su posición, un estrépito captó la atención de su oponente.

Los cielos se prendieron entonces con furor, inyectando de luz azul el trozo de oreja en el pasto que había dejado una herida que sangraba copiosamente en su dueño. Por tres segundos, ninguno de los dos dijo nada.

Pero en el instante en que el mirar azabache proyectó a la culpable, un grito colérico escapó de su garganta al igual que los dientes crujían y él embestía bruscamente al lobo pintado.

El tronar del cuerpo de Yuri al ser golpeado fue brusco, sacándole al aire por completo para después su cuello ser ceñido por los fieros colmillos del dingo. Luego, este último se encarreró al tiempo en que le sujetaba de modo que sus patas jamás tocasen el suelo.

Los pensamiento de la líder novata se nublaron, con la presión sobre ella empezando a asfixiarla y forzándola a mantener un solo ojo abierto; las figuras y sonidos a su alrededor distorsionándose de manera grotesca, como voces o gemidos guturales que venían del inframundo.

Perdió la cuenta de las veces que su cuerpo azotó la dura tierra, ya no reconociendo cuáles eran las viejas lastimaduras que se había hecho en el Paso de las Amapolas, ni cuáles eran aquéllas que se dibujaban por la disputa de esos momentos.

Poco a poco, el dolor dejó de fluir. Los sensores de alerta parecieron susurrarle, indicándole que la falta de sensibilidad no podía ser algo bueno.

-"¡YURI!"

El tono trastocado, pero indudablemente femenino, alcanzó sus oídos blancos. La preocupación genuina fue como un suave cobijo de la lluvia congelante, que se escurría y se metía por sus heridas, atormentándola; el corazón le latió ligeramente más fuerte, casi por inercia.

"-Pero es que no estás sola…"

"¿Jessica…?"

Palabras amables y cálidas pasaron por su mente con una rapidez aturdidora, su boca trayendo por naturaleza el nombre de la única criatura que había reído y llorado junto a ella, importándole para nada si venía de un lado o de otro.

"¿Jessica?"

Un zumbido lejano alcanzó sus orejas conforme sus ojos distinguían con dificultad una figura dorada muy cerca de sí; tanto, que juraría sentía lo terso de aquel pelaje, aún cuando éste estuviera hecho un desastre.

La presión alrededor de su cuello se fue desvaneciendo, hasta que sintió que lo que le jalaba hacia arriba la soltaba al fin, dejándola caer al suelo.

Sus orbes parpadearon torpemente, su vista todavía confundida. No obstante, pudo identificar a Jessica, mordiendo con todas sus energías la yugular negra y gruesa del dingo.

Los cuartos delanteros de Yuri tambalearon al intentar pararse, justo en el mismo instante en que Tyler volvía el hocico para encajar sin piedad los colmillos en la nuca amarilla. Con una sacudida brusca de su cabeza, uso su fuerza superior para librarse y golpear violentamente contra la hierba a la damisela pura; el odio que sentía ahora hacia ella, fulgurando en su impávida mirada.

Las mandíbulas de Jessica se entreabrieron cuando una pata negra aplastó su pecho contra el pasto y una boca con colmillos se cerró en su cuello; la falta de oxígeno haciendo su garganta arder, con el silbido del viento profundizando su desesperación en jadeos mudos que no alcanzaban a respirarle.

El crujido de la piel romperse hizo que las orejas de la africana se replegasen mientras sus ojos vacilaban profusamente. Las pupilas lavandas enfocándole con enorme esfuerzo.

"-Yo siempre he estado a su lado."

El dingo dorado estiró el cuello y cerró el hocico al momento en que sus párpados se cerraban también. Su faz calmándose de inmediato, en una silenciosa aceptación de que lo que había hecho, era lo mejor que había hecho en su vida si con ello lograba salvarla a ella…

¡SUÉLTALA YAAAAA!

Las patas de Yuri se movieron por instinto, una tremenda velocidad sacada de una fuente desconocida golpeando directamente el rostro de Tyler contra la frente castaña.

Un quejido abandonó la boca del dingo, que fue abruptamente barrido metros lejos de la damisela. Sin darle oportunidad de levantarse, Yuri le sujetó tal como y les había sujetado a ella y a Jessica, directo en la yugular; el hocico café arrugándose conforme gruñidos encolerizados provenían desde su diafragma.

Ojos cafés brillando intensamente, con una chispa implacable amenazando con salir de ellos para quemarlo todo.

La sangre flotó en el aire cuando la presión que aplicaba el licaón aumentó. El cuerpo del can negro fue jalado hacia la izquierda entonces, para después ser levantado y arrojado a la derecha, hasta volar por los aires y caer de espaldas de manera tosca sobre el rígido suelo.

Todavía entorpecido, Tyler pudo reconocer a la distancia al perro salvaje que se aproximaba corriendo hacia él, por lo que quiso apartarse para evadirla; sin embargo, los colmillos que asieron su cola con fuerza, le hicieron deslizarse pasos atrás, reteniéndolo.

De un solo movimiento de cabeza, Yuri le haló furiosa y lo volvió a azotar en el lodo. Aprovechando que lo tenía boca arriba e indefenso, mordió su cuello cuando le vio intentar levantarse.

La mirada aterradora y el gruñido feroz que fue en crescendo, hizo que el dingo se quedase quieto; consciente de que su adversaria no dudaría en destazar su carne si se atrevía a mover un solo músculo.

Los relámpagos iluminaron la figura de Kwon Yuri en ese instante, así como iluminaban también las de sus dos Comandantes.

Áster, que era suspendido en el aire, mordiendo el hocico del general marrón de Tyler, sometiéndolo lentamente y logrando así que sus patas tocasen el suelo de nuevo. En ese preciso momento, hizo uso de todas sus fuerzas y arrojó de golpe a un Orión exhausto y herido que rodó en el pasto. Este último le miró desde abajo, de vez en cuando alternando la vista entre los cachorros asustados, situados no muy lejos de la batalla.

Atariel, por su parte, que seguía atrapado de la nuca por Karas, giró la cara y enterró los colmillos en el cuello de éste, y se forzó a sí mismo a levantarlo; el enorme esfuerzo tuvo resultados de inmediato, con las patas blancas del dingo abandonando el fango mientras la mordida que recibía, con más fuerza que la suya como para aguantar su gran peso, lo colocaba de cabeza encima de la silueta del licaón color crema.

Acto seguido, el Comandante rayado lo soltó y él cayó de espaldas en la tierra maciza, rebotando en ella una vez y quedando así boca arriba. El rugido del General que le enfrentaba, le hizo abrir los ojos, reflejándose en su mirada purpúrea el perro de manchas negras que corría de frente hacia él.

La sensación de que un bólido lo golpeó se desató por todas sus venas a medida que se sentía flotar de nuevo; aún cuando el tiempo pareció alargarse demasiado, fueron milisegundos los que tardó en desplomarse otra vez sobre la hierba.

Cuando Karas hizo el intento por pararse, su cuerpo cedió apenas se hubo separado unos milímetros del suelo. Los dingos, que contemplaban a su Líder y a sus dos Comandantes caer, se quedaron congelados.

Las orejas replegadas y el sentimiento de confusión y alarma expandiéndose en todo su sistema; cual si se sintiesen como ratones desamparados ante las garras del gato.

"Perdí", fue el pensamiento del perro rojo.

Vio a Atariel frente a sí, de pie y observándolo desde arriba, de antemano sabiendo que él había sido el ganador de aquella reyerta.

Karas tan sólo cerró los párpados borgoñas, dejando las orejas flojas doblarse al fin.

-"¿Qué estás esperando? –salió la voz siempre desprovista de emoción alguna-. Termina con esto y mátame, así sabré que al menos peleé mi muerte."

-"¿Qué estás diciendo?"

La pregunta extrañada hizo que los ojos morados se mostrasen, perplejos. Luego, éstos recorrieron el sitio de la contienda, donde la mayoría de sus cofrades eran fijados al suelo por hocicos o patas salvajes.

Órbitas licanescas de todos los colores devolviéndole un mirar con un toque de firmeza y rectitud. En ese instante, las mandíbulas de Yuri soltaron su agarre en el cuello de Tyler, causando que las miradas de la jauría de este último se descubriesen sorprendidas y desconcertadas.

-"Colmillo Brillante es el lugar donde uno aprende a convivir con el resto en igualdad y camaradería –empezó a hablar con tranquilidad y decisión mientras se acercaba a los suyos-. Si no pueden hacer algo como eso, no podemos forzarlos; pero no por ello permitiremos que destruyan los sueños de aquellos que no tienen la culpa."

La vista de la sobrina de Eric se posó en los híbridos dispersados entre los dingos; los pelajes sucios y llenos de lastimaduras, el lodo cubriendo sus patas y la lluvia bajando por sus caras cansadas y sus bigotes caídos.

Y aún así, la sensación de que finalmente alguien comprendía sus sentimientos, a flor de piel, hizo que sus corazones se conmoviesen mientras sus ojos temblaban con lágrimas de comprensión.

Como si después de tanto tiempo, el mañana se revelase para ellos una vez más.

-"Nosotros no tomaremos sus vidas –Yuri explicó, ablandando su mirar y percibiendo cierta melancolía instalarse en ellos-. Son libres para decidir si seguirán actuando como lo hacen y tratando a los demás como hoy nosotros lo hemos hecho; cada una de las heridas y los gritos que esta tormenta ha presenciado, no se compararán jamás con el de aquellos que lo vivieron día tras día –cerró los párpados, respirando un poco para tratar de deshacer el nudo que luchaba por formarse en su garganta-. Y pueden ignorar ese dolor –agregó con voz quebrada-, o pueden aprender de él para darle la mano a quien lo necesita."

Las orejas de los dingos se pegaron aún más a sus nucas, mirándose entre sí y contemplando no sólo sus cuerpos abatidos, sino el de quienes habían sido sus enemigos por ese día, y por muchos días pasados. Un velo espeso cubrió los ópalos de todos, con los sentimientos de remordimiento y realización por fin cayendo en ellos.

Primero, fueron las pequeñas patas de un cachorro gris las que se movieron, con duda. Dio unos pasos más después, y observando el rostro amable pero triste de Yuri, se lanzó a correr con más seguridad.

La acción hizo que los demás infantes le siguieran, para después imitarlos los dingos más grandes. Poco a poco, el lado de los dingos fue quedando vacío a medida que el de los licaones, con Yuri al frente, se iba llenando más y más.

Aquellos que alguna vez se hubiesen aprovechado de Yuri, parándose ahora detrás suyo con un chillido amargo picando sus gargantas. El chacal y el coyote que en otrora molestaron a Sehun, deteniéndose a sus costados, con el tigrillo dirigiéndoles una sonrisa exhausta pero sincera a las miradas avergonzadas.

El movimiento que se estaba suscitando hizo que ambos Comandantes caídos mirasen todo con profunda conmoción.

-"Levántate –pronunció la líder de los perros salvajes-, ninguno de ustedes será abandonado aquí. La duda que siempre reflejaron tus ojos perdidos, ¿puede irse ya, no lo crees? –sonrió-. Vamos, levántate."

De la vista ámbar de Orión las lágrimas empezaron a fluir por fin, con la boca entreabierta y su mirada acuosa fija en quien le hablaba. Se puso de pie, con sus patas tambaleantes a punto de dejarle caer de no ser porque Áster se ofreció de apoyo.

Las orejas cafés saltaron entonces, viéndole con asombro.

-"Ayudarnos unos a otros, es lo que hace la diferencia" –le respondió el can plateado.

-"¿Puedes caminar?"

La pregunta hizo que Karas elevase la cabeza para ver a Atariel, que le seguía observando desde arriba, mas ninguna chispa de burla ni orgullo asomándose por la comisura de sus ojos.

-"No voy a matarte –aclaró, dándose la vuelta y viéndole por sobre el hombro-. Los soldados no pelean para morir en la guerra; al contrario, pelean con todas sus fuerzas para vivir tras ésta."

Lo dicho hizo que por primera vez en su vida, el dingo cerrase sus orbes para abrirlos hacia un nuevo concepto. No era capaz de entender por entero lo que jamás había conocido, pero el sentimiento que despertaba –y que también era la primera vez que dejaba a sus ojos enseñarlo- era más que suficiente para moverlo.

Se levantó él solo, sabiendo que Atariel no le había ayudado porque comprendía su naturaleza orgullosa.

Lentamente, Orión y Karas, junto a los otros dos generales, acabaron de pie junto a Yuri; con los dos últimos situados a su derecha, y los primeros dos a la izquierda.

-"¡¿A dónde creen que van?! ¡No pueden ser tan cobardes, regresen a sus lugares ahora o los regresaré yo mismo!" –demandó alto tras girarse panza abajo, todavía echado en el lugar donde Yuri le había aprisionado momentos atrás.

Los ojos de Tyler admiraron el cambio en sus seguidores con la boca abierta, vislumbrando cómo todos lo pasaban de largo y abandonaban las filas que alguna vez habían servido para sus egoístas propósitos.

De repente, el dingo rojo se dejó caer, no pudiendo soportar su propio peso y respirando agitadamente. En ese instante, los orbes negros de su antiguo jefe le vieron con rencor.

-"No son más que una bola de traidores e inútiles…" –murmuró con hastío.

El cuerpo de Yuri cubrió entonces a Karas por delante, mientras sus ojos cafés enfrentaban sin miedo aquellos oscuros. Algunos de los dingos que todavía quedaban del otro lado, miraron al caído líder al pasar cerca suyo.

Fuesen miradas de temor, duda o compasión; pero que al final acaban en el arrepentimiento genuino.

-"Mentiría si dijese que olvidaré las cosas terribles que has hecho –Yuri le dijo, dirigiéndole la vista al cánido que permanecía echado en el suelo-. Mas sería injusto de mi parte negarte la segunda oportunidad que tus compañeros han aceptado."

Sin embargo, Tyler le sonrió con maldad.

-"Tu estupidez de perdonar a otros, va a llevarte a la perdición, mestiza."

Un aullido asustado se disparó al cielo dantesco cuando las mandíbulas de Tyler sujetaron a uno de los cachorros que pasaba a un lado suyo y se había quedado rezagado. Conforme sus patas lo ponían de pie, apoyó contra el suelo mojado al pequeño en tanto seguía sonriendo.

-"¡Tyler, detente!"

La mirada café, colmada de angustia del licaón, no hizo sino ampliar su felicidad. Sus ojos fijos en los miles de canes al frente suyo, que le veían con frustración o miedo; el cachorro bajo sus dientes, congelado en su lugar.

Temblando de patas a cabeza.

-"¡Kito!"

Orión dejó su posición para rescatar de inmediato a su diminuta camarada; no obstante, el aumento de presión que aplicó el dingo negro en la pequeña garganta, aunado a la advertencia que se leía en su mirar, le hizo detenerse a medio camino.

-"Si cualquiera se atreve a acercarse –habló, sin soltar a su víctima-, no dudaré en matarlo."

-"Cobarde…" –gruñó Karas al observar con impotencia todo lo que ocurría.

-"¿Ahora soy un cobarde? –rió burlonamente-. Tú, mestiza, si quieres que el cachorro siga con vida dame la tuya en su lugar."

Los ojos de la aludida oscilaron a medida que sus dientes se apretaban entre sí. Finalmente, cerró los párpados y empezó a avanzar, provocando que el resto gimiera en impresión e hiciese ademán de pararle.

-"¡Ya escucharon! –rugió la licaón y miró a todos fijamente-. Soy responsable de la vida de cada uno de ustedes ahora –mencionó, contemplando de reojo a su tío-, y no dudaré en poner la mía en medio si con ello puedo proteger las suyas."

Dingos y licaones se admiraron entre sí, angustiados por la orden pero obedientes de todos modos. El silencio se cernió en las colinas una vez más, solamente los ruidos y luces de la tormenta permaneciendo latentes y vigilando los pasos del lobo pintado.

Alumbrando también, los peligrosos bordes al vacío, adyacentes a las elevaciones donde habían ido a parar y cuya boca abismal aparecía a tan sólo unos cuantos metros debajo.

La sonrisa de Tyler se ensanchó.

Y fue todavía más placentero para él, cuando vio a Yuri pegarse al suelo y agachar la cabeza conforme cerraba los ojos, justo delante de sí.

El dingo se relamió el hocico con júbilo, elevó al cachorro cobrizo que tenía atrapado y lo arrojó lejos de allí. Enseguida, sus mandíbulas se separaron todavía más, con la saliva transparente y roja brillando entre la oscuridad que el firmamento nublado otorgaba.

Apuntó, con todas sus fuerzas y deseos asesinos, al cuello del licaón que tantos problemas le había causado.

Y que por fin, podría matar…

¡YUUUURIIIIII!

¡SLASH!

La boca de Jessica se aferró a la yugular del dingo, a escasos centímetros de que tocase siquiera el pelaje de Yuri. La velocidad y la excedente fuerza del golpe recibido ante el mordisco, hizo que ambos salieran fuertemente disparados en la dirección errónea; rodando así al pasar la cresta, inevitablemente, colina abajo.

-"¡JESSICA!"

El abismo que se abría bajo la pendiente impulsó a Yuri a correr detrás de los dos, con el resto siguiéndola y deteniéndose en la cima de la elevación; sin siquiera pensar en nad

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Comments

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Angelett #1
Chapter 21: VAMOOO CARAJO
JeanLeeJong #2
Chapter 40: Esta historia fue de lo mas hermoso que he leido :3 y gracias a ti por no abandonarla a pesar de todo :)
aqui estare esperando por esas adptaciones y por tus posibles historias, gracias :3
Taechi_s #3
Chapter 40: Esto fue hermoso muchas gracias por subir el epílogo y acá estaremos pendientes por si subes algo ya sea tuyo o adaptación :)
En verdad gracias <3
YulenKeyd #4
Chapter 40: fue una historia maravillosa... muy entretenida sin duda, espero porque subas una nueva, ya sea, adaptación o propia, no importa....
jramirez #5
Chapter 40: Gracias por compartir esta historia, fue increíble, diferente y realmente bella por lo tanto valió la pena esperar. Estere atenta a las nuevas historias que puedas compartir :D :D
Skyth06
#6
Chapter 40: Un abrazo aquí lectora fiel!!
Skyth06
#7
Chapter 39: Esto fue hermoso gracias por tan bella historia la espera siempre valió la pena :) y si llega a tener epílogo estaría genial.
YulenKeyd #8
Chapter 39: wuoooo!!!! increible final... por fin estaran juntas todas!!!! ¿¿¿tendra epílogo??? ojala!!!
Taechi_s #9
Chapter 39: aaaaaaah que bello *-*
Realmente me encanto este fic <3 es una lástima que este sea el fin </3
No tiene epílogo o algo ? :'v ok ya
Gracias por adaptarlo
Saludos :)
saramarmota #10
Chapter 39: ejncjneudnjcnec