capitulo 8

A mi profesora con amor


” Se quién eres y di lo que sientes, porque aquellos a los que les molesta no son importantes, y aquellos, que si son importantes, no les molesta”.

Bernard M. Baruch.

 

TAEYEON

 

 

El viernes por la mañana, llegué temprano al trabajo. Me gustaba leer en mi oficina antes de clases. Tranquilizaba mis nervios más que cualquier otra cosa.

Mi gran cita con Philip era mañana, lo cual me ponía jodidamente ansiosa, así que me quebré e intenté llamar a mi madre por la mañana. Se rehusó a contestar el teléfono, así que no tenía ni idea de cuál era el pronóstico de mi padre, si aún tenía las dos piernas, o qué.

 

Luego de darle un vistazo al currículo que quería utilizar en cada clase, dejé salir un pequeño suspiro de alivio y abrí mi lector electrónico, ansiosa de escapar en algo de jugosa ficción. Pero un golpecito en la puerta me hizo apretar los dientes.

 

Necesito algo de tiempo a solas aquí, gente. ¿Por qué…?

 

Todo pensamiento se congeló en mi cabeza cuando vi a Tiffany Hwang.

 

— ¿Qué…?

—No sabía qué decir. Simplemente abrí la boca. Su cabello se encontraba mojado y su rostro brillaba como si acabase de salir de la ducha o hubiese estado sudando profundamente. Echando una ojeada por su atlético cuerpo, noté que usaba pantalones de algodón grises, zapatos deportivos sin medias, y una camisa marrón arrugada que abrazaba sus definidos pechos.

 

Entró a mi oficina, con la mandíbula tensa y la mirada llena de ira.

—Oiga, no quiero que me dé una nota que no me merezco. Luché por una A, maldición. Y quiero habérmela ganado.

 

Mi boca se abrió de par en par.

 

— ¿Qué…? —dije de nuevo, luego sacudí la cabeza. Decoro, taeyeon. Luego de un profundo respiro, lo intenté de nuevo—: ¿Qué le hace pensar que no se la ganó?

 

—Porque acabo de venir de levantar pesas y mi entrenador me dijo que se quejó con su decano. Y recuerdo que ese tipo estaba en su oficina cuando vine a hablar con usted la semana pasada. Creí haberle dicho que no quería ningún tratamiento especial simplemente porque…

 

—Y no la traté diferente. —Fruncí el ceño al caer en cuenta de lo que me decía. Por supuesto, vino a discutir conmigo por una A. Solo Tiffany Hwang haría algo así—. Lo lamento, señorita Hwang, pero en todo caso, fui aún más severa en la evaluación debido a eso. Créame, se ganó la nota.

 

Dejó salir una amarga risotada y se giró para introducir una mano por los mechones de su cabello. — ¿Por qué me cuesta tanto creer eso?

 

—No tengo idea. —Me levanté y apoyé las manos sobre mis caderas, fulminándola con la mirada—.

 

Tal vez sea porque es una individua terca, desconfiada y despiadada. —Se giró de nuevo para mirarme con sorpresa.

 

Arqueé una ceja. —Y para su información, no disfruté para nada que mi jefe me llamara la atención por las notas justas que doy. Me hizo querer darle una aún peor que la anterior. Pero entonces escribió eso, y de repente, ya no tuve que preocuparme por lo que me dijo Frenetti, ya que simplemente pude haber llevado su ensayo a la junta y hacer que la expulsaran permanentemente.

 

No había ninguna razón para darle una A, excepto que me sorprendió por completo cuando escribió un ensayo decente. Me demostró lo mucho que está dispuesta a hacer para lograr sus metas, y decidí no quitarle eso. Así que simplemente tendrá que aceptar el hecho de que soy una profesora tan asombrosa e increíble que pude atravesar su cráneo en la única reunión que tuvimos, y que milagrosamente le enseñó el significado del análisis de la literatura. ¿Entendido?

 

Parpadeó. Cuando no cambié mi expresión, parpadeó un par de veces más hasta que su rostro se suavizó. Luego de soltar un suspiro, sacudió la cabeza y se echó para atrás. Con la mirada llena de preguntas, murmuró—: En serio cree que me enseñó así de bien, ¿eh?

 

Levanté la barbilla, obstinada. —Oh, sé que lo hice.

 

Una sonrisa apareció en sus labios. Luego soltó un bufido divertido. —Bueno, está bien entonces. Si dice que fue una A verdadera, no lo discutiré.

 

— ¿Quiere decir, como lo estuvo haciendo durante los últimos cinco minutos?

 

—Sí. —Esta vez, su sonrisa fue un destello brillante.

 

Me hizo cosas que estaría completamente mortificada de admitir en voz alta. Pero mi cuerpo continuó respondiendo, sin importar cuánto le ordenara que se calmara.

 

—De acuerdo, entonces. —Asintió y se giró para marcharse.

 

Sorprendida de que se fuese a desvanecer tan abruptamente como había aparecido, entré en pánico. No quería que ya se fuera. Mi cerebro se revolvió en busca de algún motivo para que se quedara. Había muchísimas cosas que sabía que debía decir, pero en vez de eso, solté—: Y para futura referencia, puede que quiera investigar lo que significa demasiada información.

 

Cuando se giró, me encogí un poco. No esperaba que eso la detuviese en seco, pero estuve ersamente satisfecha cuando lo hizo.

 

—Si lo recuerda bien —murmuró, acercándose hasta mi escritorio y poniendo las manos encima para así poder inclinarse y mirarme directo a los ojos—, intenté que me lo devolviera.

 

Con un pequeño asentimiento, logré encontrar su mirada con lo que esperaba fuese una expresión indiferente. —Y debí haberlo devuelto. Pero me alegra no haberlo hecho.

 

Me hundí en el asiento, intentando poner mi atención en el salvapantallas de la computadora. Pero en todo lo que podía enfocarme era en mi alumna al otro lado de mi escritorio.

 

Me sorprendió cuando se sentó en la silla frente a mí, con la mirada alerta y llena de curiosidad. Me senté derecha, mirando de la silla hasta su rostro.

 

— ¿Eso qué significa? —demandó.

 

Mierda, me había expuesto demasiado al decir eso, ¿cierto? —Yo… yo… nada. Siento haber dicho eso. No debí hacerlo.

—Pero lo hizo. Ahora dígame. —Su puño se deslizó de la mesa, y luego lo llevó hasta su boca. Por encima de sus nudillos blancos, me miró con… ¿preocupación?

No. No podría preocuparle mi opinión. Seguramente no. Ya le dije que no lo iba a delatar.

 

—Se lo aseguro, no hay nada que decir. —Mi voz era suave, como queriendo reconfortarla. Pero no quería reconfortarla. ¿Cierto?

 

Su garganta se movió al tragar. Luego bajó la mano, y su lengua mojó nerviosamente sus labios.

 

—Usted… —Se detuvo y bajó la mirada a sus manos, que se flexionaban y relajaban sobre sus piernas. Con una suave y nerviosa risa, levantó su rostro solo para retirar la mirada hacia uno de mis libreros—. ¿En verdad no va a delatarme? Eso es simplemente… —Volvió a mirarme, con una expresión confusa y a la vez llena de esperanza—. Pudo haberse deshecho de mí para siempre.

—Sí —dije—. Pero no lo hice.

Se inclinó hacia mí, con la mirada llena de curiosidad. — ¿Por qué no?

 

—Se… se lo acabo de decir.

Sus cejas se fruncieron. — ¿Porque le impresionó lo bien que hice mi ensayo? ¿Eso es todo?

 

Aclarándome la garganta con discreción, retiré la mirada, deseando no sentirme como un insecto debajo del lente de un microscopio.

 

—Bueno… en su mayoría —contesté evasivamente.

 

—Entonces, ¿por qué otra razón? —Su voz era irresistible. Tenía que devolverle la jugada antes de que soltara algo embarazoso.

 

— ¿Por qué me dijo algo así? —pregunté, pero podía ver en su rostro la respuesta.

 

Había leído suficientes libros de asesinos seriales como para saber que a veces las personas simplemente necesitaban confesar lo que hicieron, quitarse ese peso de los hombros.

 

Pero, ¿por qué Tiffany Hwang me contó sus secretos a mí?

 

Sacudiendo la cabeza, me lanzó una mirada que me hizo saber que no estaba demasiado segura de por qué me eligió a mí.

 

—No… —Cerró los ojos—. Me desafió. Me dijo que encontrara algo que tuviese en común con alguien en el libro. Y lo hice.

 

Asentí, con la mente abrumada por lo que ocurría aquí, entre nosotras.

—Sí, definitivamente lo hizo. Y me tendió pruebas escritas de que entró a esta universidad con puros engaños.

—Y usted me devolvió esas pruebas —contrarrestó, con la voz baja, y sus ojos azules llenos de alerta.

 

Era cierto. Se las devolví sin decirle a un alma lo que había escrito. — ¿Cuánto alteró el promedio?

 

Suspiró. —Cuatro décimas de un porcentaje. Solo lo suficiente para obtener la beca.

 

Le creí. Había revisado sus expedientes y pude ver que tenía el promedio mínimo para obtener la beca. Pudo haberse colocado una nota máxima, pero lo mantuvo humildemente bajo. Para ser una estafadora, se mantuvo sorpresivamente honesta.

 

Esa fue otra pequeña pero insignificante razón por la que no le dije nada a nadie.

Sus ojos cafés me miraban, recordándome la otra razón, la más grande, por la que había guardado silencio.

 

Sacudió la cabeza.

—No he… se lo juro, no he hecho nada como eso desde que entré aquí. En Ellamore, todo lo que he obtenido ha sido mío. Al cien por ciento.

—Su sonrisa era auto-burlona—. Incluso esos ensayos en los que obtuve D.

 

Descansé las manos sobre mis piernas, ya que habían comenzado a temblar. Querían volar hasta ella y calmarla, asegurarle que nunca haría nada que perjudicara su educación aquí. Nunca podría lastimarla. Al igual que ella, quería que fuese exitosa.

 

Quería que fuese capaz de escapar de su antigua vida, y ayudarla a sacar a sus hermanos de allí también.

—Le creo —dije—. Por eso es que no he dicho nada.

 

Dejó salir un suspiro. —Gracias. No tiene idea de lo que esto significa para mí. No soy… no estoy acostumbrada a obtener segundas oportunidades.

 

—Lo sé. Leí su ensayo, ¿recuerda? —Quise hacer una broma, pero hizo una mueca.

 

—Sí, lo leyó, ¿no es cierto? Jesús, probablemente ahora piensa que soy un pedazo de mierda estúpida y pobre.

 

Aliviada de que no estuviese mirándome, parpadeé repetitivamente ante la amenaza de las lágrimas que ardían en mis ojos. Dios, quería abrazarla con tanta fuerza. ¿Qué había pasado con la estrella del basquetbol con el ego inflado que siempre veía en ella? Además de que mantuviese la boca cerrada con respecto a su engaño, ¿por qué le preocupaba tanto lo que yo pensara de ella como persona? Aparte de ser su odiosa profesora de literatura, no era nadie para ella.

Obviamente no dejaba que muchas personas supieran estas cosas. La forma tan insistente en que intentó quitarme su ensayo, incluso antes de poder leerlo, era prueba de ello. Y aun así, me permitió entrar a mí. Me enseñó a la verdadera Tiffany Hwang, algo que no le mostraba a cualquiera.

 

Halagada de haber recibido semejante regalo y a la vez aterrorizada de poder manejar la fragilidad detrás de todo, respiré profundo antes de murmurar—: Eso es lo último que pensé. De hecho, ni siquiera entró en la lista de todo lo que pensé.

 

Su mirada me examinó, y me sentí electrocutada. Santo Dios, pero la esperanza brillando en sus ojos me introdujo en una burbuja donde no existía nada más que ella y yo.

 

—Entonces, ¿qué pensó?

 

Mis mejillas se sonrojaron. No había forma de que le dijera lo que en verdad había pensado. Sin importar qué, no podía enterarse del enorme enamoramiento que tenía por ella.

 

Así que solté algo aún peor—: Pensé en lo idiota que fui.

Tiffany parpadeó.

 

— ¿Ah?

 

Maldición. Ahora tenía que mirar hacia otro lado y estudiar mis libreros mientras renuentemente, admitía—: La juzgué demasiado rápido al comenzar el semestre y preconcebí opiniones que no debí haber hecho, basadas en mi propio pasado. Al leer su ensayo me di cuenta de lo totalmente equivocada que estaba. No la culpo para nada de lo que tuvo que hacer para salvarse a usted, a sus hermanos. Todo este tiempo, la miré como la tipa indiferente, arrogante, egocéntrica, que creía que el mundo debía revolverse a su alrededor. Creí que sería fanfarróna, presumida y… y cruel.

 

Ladeó la cabeza. — ¿Cruel?

 

Rascándome detrás de la oreja, sin siquiera tocarla, y al mismo tiempo pensando en la mariscal de campo cruel de mis años de secundaria, aclaré mi garganta.

 

—El punto es que me sorprendió completamente. Tiene la valentía de arriesgar todo por las personas que ama. Proviene de una increíblemente difícil… niñez, y al mismo tiempo tomó la responsabilidad de sus hermanos menores, y aun así, pudo lograr tantas cosas. Todo el ensayo fue totalmente desgarrador e inspirador. Fue brillante, y necesité toda una caja de pañuelos al leerlo.

 

Coloqué las manos sobre el escritorio, esperando poder detener de alguna forma todo el vómito de palabras que salían de mi boca. Para mi completo horror, siguieron saliendo.

 

—No pude dejar de pensar en ello, con la esperanza de que esa chica tan increíble de la que leí lograra cumplir todas sus metas y encontrara satisfacción en su vida. Además, en verdad espero que pueda sacar a su familia de ese lugar tan horrible. Y en serio necesito callarme ya porque esto es completamente vergonzoso, y nunca en mi vida le he dicho nada tan poco profesional a una estudiante. Y si sabe lo que le conviene, se levantará y…

 

Tiffany estiró una mano y la colocó sobre el mesón junto a la mía. Ni siquiera me tocó —había un buen centímetro entre nosotras— pero se sintió como si acabase de cubrir mis dedos con los suyos, transmitiéndome vida.

 

Efectivamente detuvo el flujo de palabras.

 

—Gracias —dijo. Eso fue todo. Un simple gracias y casi me pongo a llorar. Mis pestañas se movían como locas y todo mi rostro se encontraba encendido; me sorprendía no haber activado los detectores de humo.

 

Cuando se inclinó hacia mí, me mecí hacia adelante hasta que ambas estuvimos lo suficientemente cerca para encontrarnos en el medio.

 

Se detuvo a menos de treinta centímetros. — ¿Qué estoy haciendo? —murmuró en voz alta para sí misma.

 

Me encontraba haciéndome la misma pregunta. ¿Por qué me acerqué tanto?

 

Contestándole de la misma manera, dije—: No lo sé. ¿Qué está haciendo?

 

Se echó hacia atrás, quitando la mano del escritorio. Empuñó los dedos y los llevó de nuevo hasta su boca, con la expresión llena de sorpresa y pavor mientras me miraba intensamente. Luego parpadeó, sacudió la cabeza y dijo rápidamente—: Lo lamento.

 

Ya que me hallaba en completa negación ante el hecho de que siquiera haya contemplado la idea de besarme, arqueé las cejas. — ¿Por qué?

 

—Por nada —dijo de inmediato. Apretó los costados de su silla, todavía mirándome fijamente—. Ya tengo que irme.

Levantándose rápidamente, se giró y salió corriendo. Pero entonces se detuvo en mi pizarrón de citas. Luego de rebuscar en sus bolsillos, sacó un pedazo doblado de papel. Sin abrirlo, sacó una tachuela del corcho y pegó su nota en el centro. Luego se fue, y la entrada por la que había desaparecido ahora lucía extremadamente vacía.

Un nanosegundo después, miré estupefacta las palabras que escribió en una letra oscura y despreocupada.

 

“Los mejores Alumnos usualmente no son las personas más sabias”. Geoffrey Chaucer

 

 

Un segundo después, sacudí la cabeza y sonreí. —Touché, señorita Hwang. Touché.

 

Alumna de literatura o no, acababa de cometer un error enorme; le había demostrado a Tiffany Hwang lo mucho que me afectaba.

 

 

 

Aún me encontraba un poco afectada para el momento en que volví a mi silla. Miré mi lector pero no pude hacer que mi mano abriera de nuevo la historia que había estado leyendo. En todo lo que podía pensar era en…

 

 

 

Mi teléfono de oficina sonó.

 

Contesté sin prestar atención a lo que hacía.

 

—Hola. —Una alegre voz masculina entró por mis oídos—. ¿Todavía saldremos mañana por la noche?

 

 

 

— ¿Qué? —Sacudí la cabeza—. ¿Quién es?

 

 

 

—Es, uh… Philip. Philip Chaplain… del…

 

 

 

—Oh, por Dios. Lo lamento. Por supuesto. — ¿Quién más podría ser? No era como si tuviese una vida social muy activa—. No estaba pensando. Por favor, discúlpame. Tengo puesto el cerebro del viernes.

 

Me dio una risa insegura. —Está bien. Ha sido una larga semana.

 

Ni que lo diga. —Sí, es cierto.

 

—Oye, sobre mañana… —Cuando se detuvo, supe que me iba a cancelar. Maldición. Esto tenía que ser un récord; alejé a mi cita incluso antes de salir.

 

 

—Surgió algo… —Sip, lo sabía. Algo sucedió… es inevitable… quizá algún otro día… bla, bla, bla. Aún podemos ser amigos. No me llames, yo te llamaré—. Así que, ¿crees que podríamos encontrarnos allí, digamos a las siete treinta? Me tomó un momento darme cuenta de lo que me preguntaba. Había estado esperando la cancelación usual. El que “nos encontremos allí” me tomó por completo de sorpresa.

 

— ¡Oh! Uh… seguro. Espera, ¿dónde nos encontraremos exactamente?

 

—El Club Nocturno Forbidden. Está en la segunda entre Grand y Admiral. Es un lugar enorme. Tienen bebidas increíbles. Creo que te gustará.

Nunca antes estuve allí, ni siquiera había escuchado de ese lugar, y los clubes sin duda no eran lo mío. Pero dije que sí porque ya había comprado un vestido para la ocasión, y quería —no, necesitaba— una razón para sacar de mi mente a cierta estudiante. —Eso suena genial. Te veré allí

 

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 33: Bueno después de tanto pude terminar esta hermosa historia! Esta demás decir que siempre es un gusto leer tus adaptaciones más porque son de mi hermos TaeNy <3
JKS_lilhy #2
Chapter 33: Gracias por la historia, yo trabajo, estudio y soy mamá así ke leer este tipo de fic me encantan de verdad y más si son de mi pareja favorita taeny is real....
Skyth06
#3
Chapter 33: Fue hermoso gracias por compartirlo!!
2597611 #4
Chapter 33: Voy a llorar :'( .. no quería que acabe la historia pero buehhh .... Es una de mis favoritas !!
roguecr #5
Chapter 33: Hermosa historia gracias x compartirla y tienes razon los fics siempre son mejor con nuestro amado. Taeny
Skyth06
#6
Chapter 32: Porrr finnnn siiiiii
sakuratsukino #7
Chapter 32: es todo, yo esperaba un poco más en el final, pero no me mal entiendan la historia es muy buena, gracias autor por compartirla, extrañare leer las actualizaciones, espero exista un epilogo
roguecr #8
Chapter 32: Que bueno q tae regreso , al fin juntas. :)
2597611 #9
Chapter 32: Enserio es el final ??????
apsunbyung #10
Chapter 32: Bastante buena la idea del fic. Me gusto. Gracias por compartirlo (y adaptarlo claro)^^