capitulo 1

A mi profesora con amor

“-Comienza por el Principio- Dijo el Rey muy seriamente, - y continua hasta que llegues al final: entonces detente.”

Lewis Carroll, Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas.

 

TIFFANY

 

Las náuseas se arremolinaron a través de mí mientras miraba al papel en mi mano de repente húmeda.

Ella me dio otra D. Yo realmente lo había intentado. Planté mi trasero en una silla, concentré toda mi atención en la tarea y escribí las cinco páginas de mierda que eran requeridas. Tampoco hubo ni una sola línea plagiada en todo el ensayo.

¿Y todo fue por una jodida D?

—Increíble —dije en voz baja.

— ¿Dijo algo, señorita Hwang?

Levanté mi rostro de la gran D roja en mi ensayo para encontrar un par de cejas arqueadas con petulante supremacía. Una mirada oscura aguda me penetró, desafiándome a cuestionar mi calificación.

Con la mandíbula apretada, negué con la cabeza; mi cuello tan rígido por la mentira que apenas podía moverlo.

—Nop —dije, mi voz lo suficiente baja que era apenas audible—. No dije nada.

—Ni una maldita cosa.

La Dra. Kim me miró por un segundo más, con expresión maliciosa. Sabía que mis ojos estrechos y dientes apretados solo alimentaban su ego, pero no podía evitarlo. Tampoco podía evitar la manera en la que mis estúpidos ojos de mujeriega traidora buscaron su trasero cuando se dio la vuelta y continuó por entre la fila de escritorios para entregar el resto de los ensayos calificados. Afortunadamente, el dobladillo de su chaqueta desaliñada bajaba para cubrir la parte trasera de su falda, ocultando las curvas femeninas que podría tener, porque no estoy segura de que apreciaría un buen trasero en ese momento. Pero ser negada de la vista solo me enojaba más. Era obvio que ella le daría a un estudiante una mala calificación y luego le negaría el placer de mirar algo bien redondeado y apretado. No importaba que tan ridícula se viera con esa vestimenta —como una niña invadiendo el armario de sus abuelos para jugar a disfrazarse— un trasero era un trasero, y yo quería un vistazo. Culpen a mis hormonas.

Observando sus enormes hombreras y sus mangas enrolladas hasta sus codos, estuve tentada a decirle que llamaron los ochentas, y querían recuperar su chaqueta. Eso probablemente ganaría unas risas burlonas de la clase. Tal vez lograría que se ruborizara o alguna mierda, que de seguro me haría sentir mejor por la manera en que me humilló. Ojo por ojo y todo eso. Pero mi mandíbula se negaba a aflojarse lo suficiente para formar palabras reales.

En serio, ¿cómo se atreve a darme otra D después de todo el trabajo que hice en su estúpida tarea? ¿Se daba cuenta de lo mucho que me esforcé, de cuánto necesitaba una calificación decente?

—Psst. Oye, Tiff. —siwon Choi, mi compañero de habitación, se inclinó a través del pasillo para atraer mi atención.

— ¿Cómo te fue?

Rodé los ojos con el símbolo universal de irritación de no preguntes.

— ¿A ti?

—Otra C. Juro que Kim le tiene miedo a dar una A.

—Yo obtuve una A. — dijo jessica Jung, la mascota de la profesora, se dio vuelta en el asiento para sacudir alegremente su ensayo en nuestras caras.

Mientras la letra escarlata en la parte superior del ensayo brillaba, noté que un signo más se hallaba a su lado. No hubo un signo positivo al lado de mi D.

Choi se rio.

—Eso es porque tienes tetas, cariño. Lo juro por Dios, Kim debe ser lesbiana. No le da una A a ninguno que tenga pene, sobre todo si está en el equipo de fútbol o basquetbol.

Me estremecí ante su réplica ofensiva, preguntándome qué tanto faltará antes de que uno de sus estúpidos comentarios lo meta en problemas, incluso cuando silenciosamente me encontré de acuerdo en lo que dijo sobre la parte del fútbol. Kim me trató como a una deportista tonta desde el momento en que descubrió que era la capitana de campo de la universidad. Estaba completamente fuera de cuestión que era una deportista y no muy hábil académicamente. Pero lo intentaba, maldita sea. No era como si dejara de lado el trabajo por cosas mejores; puse mucho esfuerzo en lograr una mejor calificación.

¿Tenía que restregar mis defectos tan alegremente en mi rostro?

—Si alguien tiene preguntas sobre sus calificaciones, siéntanse libre de verme después de clases. —Su voz se alzó sobre las conversaciones silenciosas que hacían eco alrededor de la habitación, lo que me hizo rodar los ojos.

Sí, claro. Apuesto a que podría verla por mi calificación. Si le cuestionaba su santa opinión, ella seguro convertiría mi D en una F.

Pero Jesucristo, ¿qué demonios se supone que haga ahora?

Frotando el centro de mi frente cuando empezó un dolor de cabeza, traté de calmarme porque este no era el fin del mundo. Apenas era marzo. Aún tenía tiempo para arreglar mi calificación, pero maldito infierno. Con cada ensayo que escribí en esta clase, me esforcé al doble, solo para obtener la mitad de la calificación. Perdería mi beca si no lograba al menos una C en literatura americana moderna. Y necesitaba esta beca. Más que cualquier otra cosa.

—Dado que hemos terminado con El Gran Gatsby, iniciaremos Las uvas de la Ira de Steinbeck. Quiero que todos lean las primeras cien hojas y cuenten cómo el tema de cambiar sus sueños es importante en el texto. Discutiremos sus descubrimientos la próxima vez que nos veamos.

Mientras ella hablaba sobre simbolismo y otra mierda escrita que no entendía, abrí el libro en la parte de atrás donde se hallaban las biografías para poder escanear los detalles de Steinbeck. Cuando me di cuenta que el buen y viejo John había nacido en 1902, me reí. ¿Qué parte de más de un siglo de antigüedad hacía de esto literatura moderna? ¡Jesús!

—…y con eso, espero que todos tengan un genial fin de semana —dijo la voz alegre de la Dra. Kim contra mis sienes ya retumbantes—. Nos vemos el próximo jueves.

¡Oh! Seguramente ella tendría un gran fin de semana. Estaba a punto de arruinar la vida de su estudiante menos favorito. Solo había rosas en su extremo del espectro.

Mientras las personas a mí alrededor tomaban sus cosas, metí mi ensayo sin valor en las profundidades de mi mochila junto con mi libro de inglés, preguntándome por qué me molestaba en intentarlo. ¿A quién engañaba? No me hallaba hecha para graduarme de la universidad. Ya desafiaba al destino llegando hasta este punto.

No eres nadie. Las voces de mis profesores de primaria y secundaria hicieron eco dentro de mí. Nunca ascenderás a nada, justo como la puta del parque basura de remolques de tu mamá.

—Hola, Tiffany, cariño. —La suave voz femenina que me sacó de mi pánico creciente me hizo sacudir la cabeza mientras me acercaba a la salida.

No puedo decir que me sentía decepcionado de encontrar a un par de fans del básquet acercándose a mí, aunque, mmm, no me di cuenta que compartía esta clase con estas dos señoritas. De hecho, me pregunté si incluso tomaban la clase de literatura americana moderna, o si se encontraban ahí simplemente para verme. No sería la primera vez que chicas al azar me siguieran a una clase que no tomaban. Eso como que venía con mi imagen.

—Te ves deprimida. —Yuri kwon pasó su mano suavemente por mi brazo mientras se presionaba contra mi costado.

—. ¿Qué pasa, guapa?

Yuri era una fan experimentada, y me había enredado con ella un par de veces. Inclinándome contra ella, le di la bienvenida a toda la compasión que podía conseguir.

—No logré la calificación que esperaba con mi ensayo.

—Oh, pobre cosita. —Sus dedos cosquilleaban mi codo, luego mi hombro. Cuando llegaron a la base de mi cuello donde tomó la parte trasera de mi cabeza, se balanceó más cerca.

—. ¿Quieres que mejore todo para ti con un beso?

Exhalando un suspiro triste, me encogí de hombros.

—Supongo que podrías intentarlo.

Tocó mis labios con los suyos, y la dejé. Me encanta la sensación húmeda y cálida de todo lo que es femenino. Cuando abrió la boca y presionó su lengua dentro de la mía, amablemente la enredé con mi lengua.

 

Mi coño tembló agradable y tomé un lado de su rostro para continuar el contacto antes de que otro par de manos me tomaran y tiraran de mí.

—También quiero mejorar todo con un beso, Tiffany.

No soy de las que decepcionan a una señorita que pide besarme, así que me aparté de Yuri para mirar a la segunda chica. Conocía su rostro pero no podía recordar su nombre. Una imagen borrosa en una celebración salvaje después de un partido me dijo que pude haberme enredado también con ella, pero no me encontraba segura.

Curiosa de si recordaba su beso, ya que era una especie de conocedora de besos y siempre podía recordar una boca notable, me incliné hacia la pelirroja y la dejé envolver los brazos alrededor de mi cuello antes de que metiera su lengua.

No aparecieron recuerdos agradables, pero ella era más entusiasta de lo que había sido Yuri, haciéndome pensar que tal vez todavía no me la había follado, pero ella quería que lo hiciera, de ahí la razón de que resumiera tan ávidamente sus logros orales.

Y ella no recibiría una D.

Un fuerte carraspeo disparó un rayo de sensaciones agradables a mi coño, haciendo que cada terminal nerviosa que poseía crujiera como un alambre de electricidad viva. Me alejé de la y número dos, parpadeando de vuelta a la realidad, curiosa por descubrir la fuente de ese extraño y excitante sonido… hasta que miré hacia el podio del instructor.

La Dra. Kim nos miraba a las tres besándonos en su salón con los ojos entrecerrados y la boca fruncida con total desaprobación. La vista debió encoger mi excitación como una cubeta de agua fría justo en mi coño, pero alarmantemente, verla mirándome succionando las lenguas de otras chicas solo me alimentaba más.

No por primera vez, me pregunté cuántos años tenía. El vinagre y la orina debían conservar realmente un cuerpo, porque no había forma de que ella pudiera ser más joven de lo que se veía. Definitivamente la abordaría si fuera una extraña que hubiera ido al bar en el que trabajaba. Sin una arruga a la vista, sus labios tenían la apariencia fresca e inexperta, haciéndolos ver jóvenes e increíblemente besables.

Lo que era un pensamiento inesperado e inquietante que quería borrar de mi cerebro con ácido y un cepillo de alambre. ¿Qué fenómeno pensaba así sobre su más detestable profesora? Aun así, esa boca carecía de las líneas de expresión que tendría una mujer mayor. Ella tenía que estar en sus veintes, a pesar de que eso no podía ser posible.

—Discúlpenos. —Sonreí mientras enrollaba ambos brazos alrededor de Yuri y su amiga, y las escolté fuera de la sala de conferencias.

Kim podía ser como cualquier otro educador en mi vida que me dijo que era una mierda, pero aquí, en este mundo, yo era la reina, y necesitaba a mis fans para ayudarme a recordar eso. Las chicas rieron y se acurrucaron contra mí, más que dispuestas a complacer.

— ¿Quieres venir a almorzar con nosotras, Tiffany? —preguntó Yuri, frotando mi espalda, mientras su amiga pasaba su palma sobre mi pecho.

—. Tenemos algo especialmente sabroso para ti en nuestra habitación.

Su compañera se rio disimuladamente debido al significado de doble sentido no tan disimulado.

—Te gustan… los sándwiches… ¿no?

Oh, maldita sea. Un trío. Me encontraba tentada. Quiero decir, ¿qué chica no lo estaría? Un par de horas bajo las sábanas con un par de bellezas sin ningún compromiso calmaría mis nervios, demasiado, pero…

Hice una mueca.

—No debería. Tengo otra clase que no debo perder.

—No podía permitirme reprobar un curso, menos dos.

— ¿Estás segura? —preguntó la pelirroja, ahora trazando un camino hacia abajo con sus dedos—. Haríamos que valga la pena tu tiempo.

Tomé su mano para que no pudiera tentarme a cambiar de parecer justo cuando mi celular vibró en el bolsillo de mis vaqueros. Le ofrecí otra mueca de disculpa y me encogí de hombros.

—Lo siento, cariño, pero… ¿otro día?

—Por favor.

Su amplia sonrisa fue instantánea.

—Por supuesto.

—Bien, entonces. Lo esperaré. —Sonriendo, le di una palmada en el culo, moviéndola hacia adelante. Yuri entrelazó su brazo con el de la pelirroja y las dos chicas se fueron.

Con un suspiro nostálgico, robé un momento para disfrutar sus firmes traseros enfundados en pantalones ajustados mientras ciegamente sacaba mi teléfono. Contesté, incapaz de apartar mi mirada del sándwich que tuve que rechazar.

— ¿Qué pasa? —Incluso mientras hablaba, mis ojos seguían esas caderas meneándose. Tal vez pueda encontrarme con ellas hoy más tarde porque en serio… un trío.

— ¿Tiffany? —La chica en el otro extremo de la línea se sorbió la nariz—. Leeteuk está enfermo. No come ni sale de la cama. No sé qué hacer.

La alarma, gruesa e instantánea, rugió dentro de mí, arrancando mis pensamientos del o de inmediato.

— ¿Qué sucede?

Coloqué un dedo en mi oído y di la espalda al campus para alejarme de la acera. La sombra de un árbol pequeño que crecía a un lado de una hilera de pequeños setos perfectamente recortados no proporcionaba la privacidad que me habría gustado, pero tendría que hacerlo.

—No lo sé. Tiene fiebre de cuarenta y dice que le duele la garganta.

Cerré los ojos y me froté la cara. Mierda. — ¿Has llamado al doctor? ¿Ha bebido suficientes líquidos? ¿Dónde está mamá?

—No lo sé. —SeoHyun explotó en una ronda de sollozos—. No ha venido a casa en toda la semana. Leeteuk me rogó no ir a la escuela ayer y como aún no ha perdido este año, pensé que estaría bien. Pero hoy está peor y...

—De acuerdo, de acuerdo.

—Por costumbre, levanté mi mano para detenerla, a pesar de que sabía que no podía verme.

—. Va a estar bien. Solo cálmate. Probablemente tiene faringitis o algo así. Mira si puedes hacer que tome algo de Tylenol y agua. Baja esa fiebre. Contactaré a la oficina del doctor y averiguaré si pueden verlo hoy. Te llamo en un momento.

Le colgué a mi hermana antes de que pudiera apilar más mierda sobre mí. Seohyun fue obligada a asumir una gran responsabilidad después de que me fui de casa, pero me hallaba haciendo todo en la universidad y buscando ser seleccionada por un equipo de la NBA por ellos, así podría cuidarla a ella y a nuestros dos hermanos menores.

Porque a nuestra madre seguro que le importaba una mierda.

Aliviado de haber guardado el número del pediatra de Colton en mi teléfono después del año pasado cuando se contagió de varicela, le marqué a la recepcionista y me alegró que pudieran anotarlo para una revisión en la tarde.

Cuando llamé a mi hermana, sonaba más tranquila. —Gracias, Tiffany. Lamento haber enloquecido contigo. Yo solo...

—Oye, nada de disculpas. Sé cómo es eso, ¿recuerdas? Y para eso estoy aquí. Solo hazme saber lo que dice el doctor. Oh, y espera, ¿tienes dinero para la cita o para la medicina que le prescribirán? Suspiró.

—Sí. Tengo… un poco guardado.

Hice una mueca. Por su tono reticente, supe que ella tendría que sacar de su escondite privado que seguramente ocultó de mamá. Eso era lo que siempre tuvo que hacer.

— ¿Para qué ahorrabas?

—Para nada —murmuró.

—SeoHyun. —La advertencia en mi voz la hizo suspirar de nuevo.

—Yo solo… hay un baile en la escuela. Y Sander Scotini me pidió que fuera. Esperaba poder comprar un nuevo vestido...

—Espera, espera, espera. —Negué con la cabeza para detenerla—. Un momento. ¿Sander qué? ¿Conozco a este chico? ¿Por qué nunca antes había escuchado sobre él? ¿Es tu novio o solo una cita para el baile?

—Tiffany. —Prácticamente podía escucharla rodando los ojos, pero no me importó. Me enojaba que esta fuera la primera vez que escuchaba de ella y un chico. No me gustaba la idea de ningún pene excitado olfateando alrededor de mi pura e inocente hermanita.

— ¿Y dijiste Scotini? ¿Cómo en Terrance Scotini, el rey de los neumáticos?

—Una imagen de un comercial que vi en la televisión cuando crecía pasó por mi cabeza. A Terrance Scotini le gustaba pasear a través de su tienda, usando una tonta capa y corona, diciéndole a la audiencia que compraran en su tienda todas sus necesidades automotrices.

—Su hijo —admitió SeoHyun en voz baja.

Los vellos en mi nuca se levantaron con preocupación. Sabía que mi hermana tenía casi dieciocho y era casi legalmente una adulta, pero aún era mi hermanita. Siempre lo sería. No quería que el hijo de un idiota rico pensara que ella ofrecía cosas gratis solo porque era la hija de Daisy Pierce.

— ¿Él es…?

—Está bien —recalcó—. Y le gusto. Sé lo que estás pensando.

— ¿Qué? ¿Que ningún odioso de mierda nunca será lo suficientemente bueno para mi hermanita?

Se echó a reír. —Sí. Algo por el estilo.

— ¿Qué hay de sus padres? —Insistí, todavía sin gustarme la idea en lo más mínimo—. ¿Están de acuerdo con todo esto? —Porque si la trataban con nada menos que respeto, explotaría. Simplemente... explotaría.

Después de una pausa tranquila, SeoHyun admitió—: No creo que lo sepan.

Gemí.

—seo… —Su situación ya tenía escrito “problemas” por todas partes.

—No lo hagas —suplicó—. Por favor. Es solo un baile. Él es agradable, y divertido, y sé que pasaríamos un buen rato. Eso es todo.

Eso no estaba ni siquiera cerca de ser “todo”. Yo no nací ayer. Sabía que si algún imbécil de la escuela secundaria desafiaba a sus padres para llevar al baile a la pobre chica del parque de remolques, tenía que haber mucho más en juego. Estaba dispuesta a pedir prestado la camioneta de mi compañero de cuarto y conducir las once horas y media hasta casa para patearle el trasero a algún rico Scotini.

Pero no quería que mi hermana estuviera triste. Quería que tuviera tanta diversión en su sometida y desesperanzada vida como fuera posible. Prohibirle asistir a un baile no pondría una sonrisa en su rostro. Además, probablemente iría igual, y como me encontraba a más de mil kilómetros de distancia, no podía detenerla.

Frotando un lado de las sienes doloridas, me obligué a calmarme. Era mejor comportarme como amiga antes que la imbécil hermana mayor; de esa manera, recurriría a mí si se metía en problemas.

—Está bien. Está bien. Pero me harás saber si pasa algo, ¿verdad? —Maldita sea, era una blandengue.

—Por supuesto. —Me di cuenta que ella sonreía, lo que ayudó a aflojar el nudo en mi pecho.

Asentí y me volví hacia el campus, sin estar preparada para hacer frente a los obstáculos en mi propia vida, pero decidida a hacerlo de todos modos.

—También hazme saber cuánto tienes que gastar. Me aseguraré de que estés reembolsada antes del baile. ¿De acuerdo?

—Está bien. Gracias. Eres la mejor hermana mayor, tiffany.

Riéndome, me acerqué a la acera.

—Y no lo olvides. Cuida de Colton por mí.

Sonreí mientras colgaba, a pesar de que un dolor pesado atravesó mi pecho. Hablar con uno de mis hermanos siempre me hacía echar de menos a casa.

Está bien, no echaba de menos al hueco en el piso del remolque en el que solía dormir cada noche, siempre preocupada por los tipos de problemas que mi madre podría traer a casa —si es que se molestaba en volver— pero claro que extrañaba a los tres niños menores de edad que seguían atrapados allí. Mi sonrisa vaciló.

Empujando hacia abajo la culpa consumiente y la sensación reiterada de que los había abandonado, me di cuenta que olvidé preguntar por heechul. En su anterior llamada telefónica de “¿qué tengo que hacer?”, SeoHyun estaba asustada por un par de rufianes de unos trece años que andaban merodeando. Lo último que necesitaba era que nuestro hermano mediano quedara atrapado en las drogas o una pandilla. O las dos cosas. ¡Jesús! Esa sería mi suerte.

—Oye, Hwang. Espera.

Ante el grito, me estremecí, preguntándome qué catástrofe iba a atacar ahora. Mi horrible mal karma generalmente venía de tres en tres, y ya que necesitaba algo más para igualar la marca, me preparé para que el último elemento se pusiera en línea con mi D en el ensayo y hermanos preocupantes.

Sin embargo, cuando me volví, lo único que encontré fue a Yoona, una ala cerrada de primer año, corriendo para alcanzarme. Me relajé.

—Oye. ¿Qué pasa?

—Me preguntaba si ibas a la sesión de entrenamiento de esta noche o en la mañana.

Durante la temporada baja, el equipo de básquet tenía cesiones obligatorias para entrenar en el gimnasio. Como trabajaba todas las noches en las que estaba disponible, por lo general optaba por los entrenamientos de la mañana antes de la clase. Solo me daba tres o cuatro horas de sueño en las noches en las que trabajaba, pero para mantener mi beca deportiva, el sueño se hallaba sobrevalorado. Tenía tres personas muy especiales que confiaban en que mantuviera todo en orden.

—Soy una pajarita madrugadora, ¿no lo sabías? —Cuando mentí, le golpeé el hombro juguetonamente. Nunca fui madrugadora. Odiaba las mañanas. Dormiría todos los días si pudiera.

—Genial. Yo también. —Yoona se rascó la nuca y miró hacia otro lado, dejándome saber que tenía algo más importante que preguntar.

—. Y esperaba que pudieras, si quieres, eh, mostrarme unas cuantas técnicas de lanzamiento.

Levanté las cejas. Mierda. ¿Este era el mal karma número tres?

— ¿Qué? ¿Buscas robar mi posición?

A pesar de que una fisurita de temor y pánico me pilló desprevenida, sonreí y llevé mi brazo alrededor del hombro de Yoona para hacerle saber que bromeaba, aunque, sinceramente.

Yoona se ruborizó y agachó la cabeza.

—He jugado básquet en la escuela secundaria —admitió.

—Oye, está bien. —Le apreté el hombro para tranquilizarla—. Tienes que hacer lo que sea mejor para ti. ¿Quién sabe? Si la Dra. Kim tiene algo que decir al respecto, estoy en camino a ser despedida académicamente. Sin duda necesitaremos otra chica entonces.

La estudiante de primer año parpadeó hasta que se dio cuenta de que bromeaba... o, al menos, un poco. Luego sonrió.

— ¿También tienes una clase con Kim? Oh Dios, ella es severa.

—Sí —concordé con entusiasmo—, una perra rabiosa. —No es que en realidad la considerara una perra. Era dura y se mantenía firme en el aula, lo cual respetaba. Pero era mucho más fácil echarle la culpa por mis notas horribles que admitir que simplemente no era lo suficientemente inteligente. Así que, sí. Vamos a llamarla perra.

De cerca, alguien dejó escapar una tos sorprendida y discontinua.

Mierda. Por alguna razón, sabía que no iba a necesitar tres intentos para averiguar quién me había oído. Introduzca el karma número tres. Ya temiendo lo que iba a descubrir, miré a mí alrededor para centrarme en Kim, que caminaba por el sendero justo detrás de nosotros.

De hecho, podía ver a mi D bajando a una F mientras su mirada de ojos caramelos se dirigía hacia mí.

 

Bueno, mierda. Sin importar lo que pasara después, me negaba a dejarle ver lo mal que me sentía por hacer que oyera lo que acababa de decir.

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Comments

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LlamaAmerica #1
Chapter 33: Bueno después de tanto pude terminar esta hermosa historia! Esta demás decir que siempre es un gusto leer tus adaptaciones más porque son de mi hermos TaeNy <3
JKS_lilhy #2
Chapter 33: Gracias por la historia, yo trabajo, estudio y soy mamá así ke leer este tipo de fic me encantan de verdad y más si son de mi pareja favorita taeny is real....
Skyth06
#3
Chapter 33: Fue hermoso gracias por compartirlo!!
2597611 #4
Chapter 33: Voy a llorar :'( .. no quería que acabe la historia pero buehhh .... Es una de mis favoritas !!
roguecr #5
Chapter 33: Hermosa historia gracias x compartirla y tienes razon los fics siempre son mejor con nuestro amado. Taeny
Skyth06
#6
Chapter 32: Porrr finnnn siiiiii
sakuratsukino #7
Chapter 32: es todo, yo esperaba un poco más en el final, pero no me mal entiendan la historia es muy buena, gracias autor por compartirla, extrañare leer las actualizaciones, espero exista un epilogo
roguecr #8
Chapter 32: Que bueno q tae regreso , al fin juntas. :)
2597611 #9
Chapter 32: Enserio es el final ??????
apsunbyung #10
Chapter 32: Bastante buena la idea del fic. Me gusto. Gracias por compartirlo (y adaptarlo claro)^^