Lloré hasta que mis lágrimas se secaron y ahora la cabeza me duele, los ojos parecen estar entumecidos por el llanto, sin embargo no dejo que mi cabeza deje de repetir lo que paso hace horas en ese lugar donde Taeyeon me dejó, creí que volvería pero no lo hizo, tan solo me quedé ahí esperando y llorando silenciosamente, las calles se habían vuelto oscuras para cuando dejé de llorar y ni siquiera era consciente de las horas que habían transcurrido, solo quería dejar libre toda esta opresión en mi pecho, una opresión que me sofoca y hace doler tan profundamente a mi corazón, trato de pensar que paso, que hice mal, en que la herí, si la insulté de alguna manera, si la dañé como me daño Nathaniel.

Lo cierto es que este dolor no quiere irse por más respiraciones profundas que dé, mis pies fueron arrastrados por todo el camino hasta el edificio qué a decir verdad, no me había dado cuenta de que mi cuerpo me conducía hacia aquí, en realidad no era consciente de nada, mi cabeza tenía pensamientos distintos a mis acciones.

Mis ojos parecen secos aún cuando el viento corre directamente a mi rostro, el ardor no me hace derramar lágrima alguna. Esto se siente peor que cuando Nathaniel me desilusionó por primera vez o cuando me golpeó tan duro que me desmayé, este dolor me está desgarrando tan profundamente que no sé qué hacer para aliviarlo, aunque mi cabeza grita como loca que suba directamente a hablar con ella y disculparme por algo que no sé qué hice y le grite que la quiero.

«Espera, ¡¿qué?!».

Abro los ojos muy sorprendida por la dirección de mis pensamientos y aunque me parece tan absurdo, es una idea que a mi corazón parece agradarle mucho, sus latidos han incrementado de grado y me han entrado los nervios, unos nervios tan diferentes a los que sentí al lado de Nathaniel, estos se sienten bien, pero a la vez me aterran.

Ni siquiera me di cuenta cuando mi cuerpo cruzó la puerta del departamento, las penumbras me cegaron, estaba tan oscuro que no podía distinguir nada y una punzada de horror me atravesó el alma.

Ella se fue.

No me molesto en buscar el interruptor para encender las luces, prefiero adentrarme en medio del mar oscuro y desolado, gritando con gusto por mi llegada.

Dejo a mi cuerpo caer como peso muerto en el sofá de la sala, mi rostro se hunde profundamente en los cojines y me abrazo a mí misma en busca de calor, las lágrimas que creí se habían secado han regresado y esta vez con más intensidad, como si fueran un grifo abierto a plenitud, derramando a chorros el agua.

Solo quiero dejar de sentirme así, quiero dejar de sentirme como una basura, como una tonta, como si todo fue solo un sueño, pero quiero despertar y encontrarme con los alegres ojos de Taeyeon, con esa sonrisa que me regaló la primera vez que la vi.

Sin embargo, esta noche el dolor punzante en mi pecho solo me hace llorar sin consuelo.

No sé exactamente en qué momento me quedé dormida, tampoco sé cuántas lágrimas he derramado, tan solo sé que mi cuerpo, cabeza y ojos duelen, ni siquiera me siento preparada para abrir los ojos, pero es necesario levantarme de aquí, aún cuando me siento tan desecha.

Mis ojos se abren lentamente, siendo golpeados por la luz del sol entrando por una de las ventanas, me quejo en silencio y parpadeó ligeramente para acostumbrar mis ojos a la minuciosa luz de la mañana y aún con mis quejas, mis ojos solo se enfocaron en una figura que no aparta la mirada de mí.

Me tensé, pero me relajé al ver su rostro impasible, tan seria y a la vez tan vulnerable.

Su rostro está tranquilo, pero las marcas de tristeza están marcadas en esos apagados, hinchados y rojos ojos, ¿también ha llorado?

Sus manos me sorprenden al tocar con delicadeza una de mis mejillas, cerré los ojos concentrándome en su caricia pues no había sido consciente de cuanto había extrañado su tacto. Abrí mis ojos para tan solo encontrarme con una sonrisa apagada en sus labios

—Lo siento —dijo en un débil susurro, tan débil fue que casi no lo escucho. Sus hombros cayeron y su cabeza bajo para esquivar mis ojos—. Yo no debí decir eso... yo no tengo derecho a...

—No me dejes, Taeyeon —su cabeza se elevó más rápido de lo que había visto en alguien, su boca estaba abierta en sorpresa y sus ojos lanzaban una pregunta silenciosa—. Te necesito... por favor. No me dejes.

Me abracé a ella en un rápido movimiento, fue tan rápido que ni siquiera yo me lo esperaba, tampoco esperaba que de mis labios escaparan los sollozos que tenía atorados en la garganta y que estos fueran ahogados en su cuello.

—No llores —consoló, abrazándome fuertemente contra ella—. Nunca te dejaría, Stephanie. Nunca —repitió una y otra vez, meciendo nuestros cuerpos para calmar mis sollozos.

Acarició mi espalda suavemente y poco a poco la calma volvía.

Nos quedamos en silencio, tan solo mis débiles espasmos se esparcían por la silenciosa habitación, el sol seguía entrando por la ventana y ella seguía abrazándome con fuerza. Mi cuerpo se relajó entre sus brazos y la tranquilidad llegó a mi alma, mis latidos se acompasaban con los suyos, llevando un ritmo tranquilo como en un baile de salón clásico suave y lento.

—Vendrá una amiga —dijo Taeyeon rompiendo el agradable silencio, me alejó por los hombros y me miró directamente a los ojos, una sonrisa tierna tiró de sus labios—. Ayer no sabía a dónde ir y después de tanto pensarlo, ella me pareció la indicada. Con ella pase la noche —su semblante había decaído nuevamente—. Quiere conocerte —sus ojos chispearon y me sentí aliviada de ver un poco más de brillo en su mirada.

Acarició mis mejillas con sumo cuidado, con temor de que me rompiese, su tacto cálido me tranquilizaba, me hacía sentir tan bien y olvidar el episodio de ayer. Cerré mis ojos unos segundos para agudizar mis sentidos y disfrutar de su agradable toque.

—Tiffany —me llamó suavemente, abrí mis ojos para tan solo encontrarme de golpe con los suyos—. Te quiero.

Me quedé quieta mirándola intensamente, buscando en sus ojos alguna pisca de maldad, algún indicio que me dijera que solo me miente, pero en sus ojos no encontré nada, solo encontré un inmenso cariño ardiendo en ellos. Ella sonrió y me atrajo a ella entre sus brazos, apretándome lo más posible a su cuerpo.

Ella no miente, ella es sincera, ella no es Nathanie, ella no me lastimará, ¿verdad?

Taeyeon preparó la comida, se veía muy contenta moviéndose con toda libertad dentro de su amplia cocina, alrededor de su cintura lleva amarrado un hermoso mandil, se había recorrido las mangas de su blusa y se había atado el cabello en un moño para que no le molestara, debo admitir que se ve increíble.

En la barra descansaba una copa de vino tinto que bebía de tanto en tanto, parecía una experta en la cocina y no una empresaria con millones en su cuenta bancaria.

—¿Te gusta lo que ves?

Abrí los ojos sorprendida, no creí que ella notara que la he visto en todo el proceso.

Bajé la mirada apenada y me hice oídos sordos, la escuché reír y el sonido del cristal al chocar contra el mármol cuando dejo la copa.

—Me gusta cuando te sonrojas —susurró cerca de mí.

Temblé cuando sus dedos tomaron mi barbilla y la alzaron.

Mis ojos se conectaron con los suyos, el brillo azul grisáceo centelleó vigorosamente, oscureciéndose cada vez más. Tragué saliva nerviosa por esta situación. En lo más profundo moría por un contacto más íntimo mientras la otra parte tenía miedo de estas emociones que burbujeaban como la espuma de un champan.

Una corriente fría me recorrió de pies a cabeza cuando su rostro se fue acercando lentamente al mío, miraba desesperada de sus ojos a sus labios, instintivamente humedecí mis labios y ella se había quedado mirándolos como si fueran un caramelo.

¡Dios! Esto no está bien, para nada bien.

Su nariz roso la mía y cerré los ojos por instinto, anhelando algo que sentía estaría mal.

Sin embargo, todo fue frustrado co