Capítulo 17
Tú no eres el único © |ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ|Recogí la basura de la sala, tratando de poner en orden el lugar y Kyung Il ayudó a llevar las botellas vacías a la cocina mientras yo comenzaba a doblar las sábanas, abrí las ventanas para ventilar la habitación y para cuando terminé de acomodar los cojines sentí unos brazos serpentear por mi cintura.
—Taeyeon —susurré.
Una sonrisa se extendió en mi rostro y me recargué en ella, entrelacé mis dedos con los de ella y escuché su suave respiración en mi cuello.
—En verdad que estaba asustada —susurró y sentí a mi corazón oprimirse en mis costillas—. Estaba haciendo de todo para que la policía movilizara sus traseros y comenzara a buscarte, pero solo me repetían que tenía que esperar veinticuatro horas —me apretó aún más contra ella—. Aquí estuvieron mis hermanos, Hyoyeon y Richard... —dijo—. Incluso Stuart estuvo en contacto...
¡Oh, dios! Estuvo tan preocupada por mí, me giré entre sus brazos para estar frente a frente, mis manos tomaron su camino y se posicionaron en sus mejillas.
—Lo siento... —susurré.
—Todos estuvieron aquí, pero era como si no hubiera nadie —su voz sonaba tan herida—. Solo quería tenerte entre mis brazos para estar tranquila. Te llamé pero todas las llamadas caían al buzón, luego por la madrugada cuando me dirigí a tu habitación y encontré tu celular.
Me apretó nuevamente entre sus brazos e inhaló profundamente.
—Ya llamé a todos para informarlos de que estás bien y estás a salvo —susurró—. Papá me dio el día y Hyoyeon y Hee Jung prometieron venir apenas termine su horario. Stuart dijo que vendría por la noche —concluyó y al fin conecto sus ojos con los míos—. ¿Dónde estabas?
Abrí la boca, lista para dar mi explicación.
—Ya está todo en orden en la cocina, guardé la basura en una bolsa enorme que encontré y... —Kyung Il se detuvo—. Ehm... ¿lo siento?
Le sonreí.
Me alejé de los brazos de Taeyeon y tomé su mano.
—Taeyeon él es Kyung Il, mi hermano mayor —sonreí nuevamente a Kyung Il y miré a Taeyeon, su ceño ligeramente fruncido y sus labios entre abiertos por la aparente sorpresa—. Kyunnie ella es Taeyeon, mi novia.
—Es un gusto al fin conocer a la novia de mi pequeña hermanita —dijo Kyung Il.
Taeyeon extendió su mano libre hacia él—: El gusto es todo mío.
Abracé a Taeyeon en un impulso, me siento extrañamente contenta teniéndolos a los dos a mi alrededor, es agradable, es como una sensación de plenitud y es una sensación que hacía bastante tiempo no lograba sentir.
—Ahora que ya nos han presentado... —agregó Kyunnie, lo miré curiosa desde mi escondite entre los brazos de Taeyeon—. Deberíamos tener una charla —mi cuerpo se tensó al igual que el de ella.
—¡Kyunniee! —Me quejé.
—¡¿Qué?! ¡Te dije que tampoco se salvaría! —Se encogió de hombros quitando importancia.
Lo golpeé en el brazo y él se quejó. Aquí estábamos de nuevo siendo los niños de mamá y papá sin embargo, no eran ellos quienes nos miraban entretenidos, era una Taeyeon que me miraba con ternura y cariño.
—¿Quieres que sea a puerta cerrada? —Me detuve al escuchar esas palabras salir de Taeyeon.
Abrí la boca al ver su deslumbrante sonrisa y su perfecta ceja en alto.
—Me gusta su determinación —comentó Kyung Il en un susurro que claramente Taeyeon escuchó—. Como lo prefieras cuñadita.
Ahora miré asombrada en dirección de Kyung Il.
—No veo ningún problema en quedarnos aquí —se encogió de hombros Taeyeon.
Kyung Il miró a su alrededor, a los sillones que previamente habían estado desordenados. Frunció el ceño y luego miró en dirección de Taeyeon.
—De acuerdo —se encogió de hombros.
—Toma asiento por favor —pidió Taeyeon, ella camino hasta el sillón doble y se sentó en el—. Cariño —la miré—. Podrías prepararnos café —tomó mis manos entre las suyas y las besó suavemente.
Sonreí—: ¿Solo café?
—¿Eso está bien para ti? —Preguntó Taeyeon a Kyung Il.
Los enormes ojos color chocolate profundo de mi hermano se dirigieron a mí unos segundos y luego a Taeyeon, hizo una mueca y luego asintió.
—Ya vuelvo —anuncio y antes de irme beso la mejilla de Taeyeon.
Ella me dirige una sonrisa amplia mientras me alejo de ellos y sé que sus ojos no se apartaron de mí hasta que desaparecí en la cocina.
Mi corazón estaba a una marcha forzada, sentía nervios de lo que Kyung Il pudiera decirle a Taeyeon y también estaba ansiosa por saber si a él le caería bien ella. Moví mis manos nerviosas alrededor de la cocina en busca de lo necesario para preparar el café.
La voz profunda de Kyung Il hace eco a través de las paredes, sin embargo no es suficiente para poder entender la charla de ambos.
«¿Recuerdas cuando Nathaniel estuvo en casa y hablaba con papá?».
Tragué saliva.
Lo recordaba perfectamente, fue ese mismo día en el que me enteré de absolutamente toda la verdad.
«. . .»
Sonreí alegremente cuando mis ojos se encontraron con el perfecto rostro de Nathaniel al otro lado de la puerta, mi corazón saltó emocionado y mi estómago parecía estar en conflictos cuando me sonrió.
Sus oscuros ojos me transportaron al más infinito de los infiernos, mi cuerpo ardía con su intensa mirada y el deseo crecía a marchas forzadas con cada segundo que pasaba, una sonrisa burlona creció en sus perfectos labios.
—¿Cómo has estado conejito?
Un escalofrió recorrió mi cuerpo, su voz ronca traspasando las barreras de la seguridad de mi hogar.
Sonreí y bajé la mirada avergonzada.
No ha pasado más de un mes desde que empezamos esta relación bastante extraña.
—Bien —susurré.
Una de sus amplias manos elevó mi rostro desde el mentón, sus profundos ojos perforando en los míos, me quede embobada mirando su mar oscuro y tenebroso.
Las esquinas de sus labios tiraron en una sonrisa y antes de poder procesar la imagen, sus labios se impactaron con los míos. Me quedé sin aliento en cuestión de segundos y me perdí en la sensación de sentir sus labios con los míos.
—He venido con tu padre —dijo cuándo sus labios se alejaron de los míos. Yo estaba en conflictos tratando de restaurar mi respiración y él parecía no afectado por las emociones y sensaciones.
—Pasa, está en la sala.
Me hice a un lado, dejándole paso para ingresar a mi hogar.
Se irguió hasta quedar completamente recto, dejando una imagen imponente ante los ojos de cualquiera y emanando seguridad por cada rincón de su cuerpo, me gusta, en verdad que me gusta. Unas arrugas se formaron en las esquinas de sus ojos cuando pasó a mi lado con una sutil sonrisa y nuevamente me quedé embobada observándolo.
Él es perfecto.
No importa lo mucho que me insulten, lo nuestro seguro que vale la pena.
Toqué mis labios, aún sintiendo el hormigueo de la sensación de sus labios con los míos y sonreí bobamente.
—Stephanie —la voz de mi padre me trajo de nuevo a tierra. La sensación de malestar me sacudió—. Ven aquí.
Caminé hasta la sala, encontrándome con los profundos ojos de Nathaniel y con la malhumorada cara de mi padre.
—Tráeme una botella de licor —no me miró en ningún momento.
Algo pareció romperse en mi pecho con el desaire de mi padre y quise llorar, pero cuando mis ojos se encontraron con los de Nathaniel, fue suficiente para sentirme segura nuevamente.
—¡¿Qué esperas mocosa insolente?!
Temblé.
Odio cuando actúa de esta manera, odio en lo que se ha convertido y extraño a muerte a mi padre, al padre que mamá se llevó con ella aquella fatídica noche en el hospital.
Me giré en mis talones y me fui de ahí.
El vendedor de licor me lanzó una mirada significativa, como luchando contra su propia moral al venderle licor a una menor, sin embargo eso no es suficiente para detenerlo de conseguir un poco más de dinero para su local.
Los ojos de todos están clavados en mí y no es de extrañar cuando por todo el pueblo está circulando el rumor de mi relación con Nathaniel. Nadie lo entiende, nadie comprende que somos solo dos personas tratando de quererse sin importar la edad.
—¿Es ella?
Escuché a mi paso a dos mujeres, sus voces destilaban desdén y sus miradas parecían lanzarme piedras, era como la pecadora del pueblo a la que tenían que castigar con piedras.
—Sí, es ella. Deberías mantener alejado a tu marido de los Hwang, dicen que Kyung Soo se ha vuelto loco por la muerte de Ji Young y por el alcohol está vendiendo a su hija, ya sabes la está convirtiendo en la puta del pueblo...
Mi cuerpo se sacudió.
—Yo escuché que la vendió al inversionista que llegó al pueblo...
Me giré para verlas, eran dos mujeres mayores que me miraban con desdén.
¿Por qué hablan de mí? ¿Qué he hecho para merecer sus críticas? ¿Por qué llamarme puta?
Sin notarlo las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas, simplemente no los entendía y aunque dije que no dañarían la relación que tengo con Nathaniel, me están dañando a mí.
Corrí hasta mi casa escuchando el batir del alcohol en mis brazos. Cuando llegué a la entrada respiré profundamente, controlando las lágrimas en mis ojos y para cuando entré me quedé paralizada en el pasillo, apretando la botella con fuerza entre mis manos.
—Kyung Soo, Stephanie es la mejor. Multiplicaré la cuota, en verdad que su inocencia le ha sumado puntos.
—No quiero detalles de lo que hagas con mi hija, Miller. Solo quiero mi cuota diaria y se duplica por cada noche que ella no esté aquí —la voz de mi padre penetró profundamente en mi corazón.
Escuché la profunda risa de Nathaniel.
—Tu hija vale cada centavo que he pagado por ella —volvió a reír tan siniestramente que me dio miedo—. Es tan ingenua e inocente, que piensa que la amo. ¡Por dios! Fue tan fácil llevármela a la cama y siendo una primeriza... —hizo una pausa—. Fue toda una fiera en la cama...
—¡Cállate! No me importa lo que hagas, yo solo quiero el dinero —repitió mi padre con fastidio.
—Me encanta la inversión, en verdad que me gusta. Aquí esta es pago de hoy, he puesto una cantidad demasiado generosa —otra pausa—. Es un placer hacer negocios contigo Kyung Soo...
¿Yo soy su negocio?
«. . .»
«¿Por qué seguiste con él si sabias que no te amaba?».
Sacudí la cabeza.
Ni yo puedo responder a esa pregunta. No sé porque continúe a su lado después de escuchar aquella conversación y mucho menos sé cómo fue que pude actuar con naturalidad después.
Recuerdo a mi padre mirándome de una manera tan extraña que me hizo preguntar qué es lo que tenía que decirme, pero en su lugar solo salieron palabra
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