Estaba aturdida y confusa del lugar en el que me encontraba, en realidad se sentía como aquella primera vez en la que desperté y Taeyeon apareció por la puerta con una agradable sonrisa, pero a diferencia de ese día ella está a mi lado sosteniendo una de mis manos con fuerza.

Se le veía cansada y desalineada.

—Gracias a dios has despertado —sonrió débilmente y hundió el rostro en mi cuello—. Llamé al médico familiar y llegó apenas corté la llamada —se alejó de mí y comenzó a acariciar mi cabello—. Dijo que estabas demasiado estresada o preocupada —me sentía como una niña indefensa—. ¿Qué es lo que te preocupa?

Sus ojos comenzaron a perforar profundamente en los míos, ella no se merecía esto.

—No es nada.

Prefiero mentirle a dañarla con mis propios problemas.

—Si prefieres que me crea eso deberías comenzar a ser más convincente con tus palabras —soltó mis manos y se puso en pie. Su distanciamiento provocó frío en mí—. Tu hermano esta allá afuera desde hace horas —su tono se tornó cortante—. Mi padre me ha dicho que debemos irnos fuera unos días, estaré de regreso antes del aniversario de mis padres.

¿Por qué esto se sentía amargo? ¿Será porque ella está actuando a la defensiva?

—Taeyeon...

En realidad no sé exactamente qué le diría si ella regresaba a mi lado y volvía a ser esa maravillosa persona que es, solo le volvería a mentir descaradamente.

—Descuida, sé que tu hermano cuidará bien de ti —tomó su bolso de viaje y su chaqueta con amargura. Una punzada me atravesó el pecho—. Llámame si me necesitas.

No me miró, solo se fue sin decir otra cosa más.

Me quedé ahí en la cama con la vista fija en la puerta que había sido cerrada minutos antes por una muy frustrada Taeyeon. ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo decir?

No pasa mucho cuando la puerta se abre, por un segundo mi corazón saltó emocionado en mi pecho pensando que sería Taeyeon, pero la desilusión recorrió todos mis poros al ver el rostro preocupado de Kyung Il.

Una de mis preocupaciones y que no me atrevo a admitirme a mí misma son estas sensaciones que aún se despiertan cuando él está cerca. No es lo mismo que sentí con Nathaniel, tampoco se asemeja a la atracción que sentí por Josh y mucho menos se acerca a lo que siento cuando Taeyeon me mira, me sonríe, me habla, me abraza.

—Tremendo susto nos has dado... —se sentó al costado de la cama—. ¿Te encuentras mejor?

¿Mejor? ¿A qué se refiere con esa pregunta? Porque físicamente me encuentro bien, pero sentimentalmente...

Soy un desastre.

—Sí...

Él arruga su frente antes de alargar una de sus manos hacia mi rostro, quise alejarme pero era demasiado tarde para reaccionar, tocó mi mentón.

—¿Qué es lo que te está preocupando ahora?

Tú.

—Nada.

Alejó la mano de mi mentón con debilidad y bajó la mirada.

—Ella sospecha —abrí los ojos ampliamente confundida—. No lo dijo, pero su mirada podía traspasar mi cráneo —la piel se me erizó al instante, eso explicaría su actitud repentina—. Pero no importa ahora. Debes vestirte —fruncí el ceño—. Iremos a ver a papá.

Mis ojos se abrieron ampliamente con la repentina información, tragué saliva para humedecer mi boca seca.

Iría a ver a mi padre y Taeyeon no está para hacerme sentir segura.

La amargura recorrió mi garganta hasta instalarse pesadamente en el estómago, las manos me sudaban y temblaban nerviosas. Desde que salimos de casa no he parado de imaginar diferentes escenarios y todos terminan en desastre total por esta extraña sensación que me recorre el cuerpo, me siento observada desde que Kyung y yo fuimos con ese amigo suyo para averiguar el paradero de papá.

Observo de soslayo a las personas a mí alrededor, Kyung Il quiso pasar antes a su trabajo para pedir un permiso y no tener inconvenientes si nos demorábamos más de lo previsto.

Pero él está tardando demasiado y yo cada vez más me pongo histérica, mi cuerpo se sacude de miedo cuando el celular me vibra en el bolso, sinceramente no suelo traerlo conmigo y no lo uso demasiado, pero Taeyeon insiste que es indispensable para localizarme o que yo pueda localizarla si surge alguna emergencia.

El corazón me da un vuelco al leer el remitente. Taeyeon.

Lo siento.

Esas son las palabras escritas en su mensaje y rápidamente dejo que mis dedos toquen la pantalla táctil para responderle.

También lo siento.

El vuelo aún no ha salido y ya extraño estar contigo.

Sé que estoy sonriendo bobamente a la pantalla de mi celular.

Aún no te has ido y ya extraño estar contigo.

¿Sigues en casa? No importa lo que diga papá, quiero despedirme correctamente.

Mordí mi labio inferior y dudé en contestar.

No, no estoy en casa. Kyung Il quiere llevarme a un lugar.

No recibí una respuesta y rápidamente la opresión en mi pecho crecía.

—Todo en orden, Ha Ni se hará cargo mientras este fuera.

Asentí y me puse en pie.

—Entonces...

—Hey, tranquila dulce princesa... —pasó uno de sus brazos por mis hombros—. Todo estará bien, papá no te volverá a dañar —quiero confiar en sus palabras.

Volví a asentir.

Caminamos una corta distancia hasta su coche, pero justo antes de poder subirme un escalofrió me detuvo. Dolorosamente mi estómago se retorcía con la incertidumbre del pánico y mis ojos no daban crédito a lo que miraban al otro lado de la calle.

La sangre se me heló y si no recuperaba el aliento me desmayaría nuevamente.

Era él.

Nathaniel.

—¿Estás bien?

Él.

Mi peor pesadilla.

—¿Stephanie?

Sus oscuros ojos perforan los míos con intensidad abrumadora y terrorífica, su ceño está visiblemente fruncido, su mandíbula se tensa.

—Vámonos... —no sé si Kyung Il pudo escucharme, difícilmente pude escucharme yo.

—¿Qué has dicho? ¿Te sientes bien? ¡Te estás poniendo pálida!

Tragué la sequedad de mi garganta, pero ni eso lograba que mis nervios se disiparan, el corazón me martillaba contra las costillas con tanta fuerza que podía escuchar los latidos en los oídos y estaba segura que la voz se me había ido.

Intente nuevamente decir «vámonos», pero no salió nada.

—V-vá... —me tensé, él estaba por cruzar la calle—. ¡Sácame de aquí!

Grité con la voz temblorosa, las lágrimas comenzaban a agolparse en mis ojos y el corazón a martillar con mucha más fuerza contra mi pecho.

Necesito alejarme de él antes de que pueda tocarme.

No sé cómo es que subí al auto y tampoco me di cuenta en qué momento comencé a llorar de miedo, mucho menos me enteré cuando Kyunnie había salido de la ciudad.

Limpié el resto de mis lágrimas con el paño que Kyunnie me dio, se había desviado en la carretera y se había mantenido en silencio respetando el hecho de que yo no quería hablar. En este momento solo quiero estar en los brazos de Taeyeon y llorar en su pecho sin pena alguna.

—¿Te sientes mejor?

¿Qué clase de pregunta es esa? Hace una hora atrás vi al hombre que me ha dañado física y emocionalmente, por él acudo a un psicólogo para superar mi terror hacia las personas.

No, simplemente no me sentía mejor y tampoco estaba bien.

—Sí —pero prefiero mentir.

Su mirada se clavó en mi cabeza, sé que su ceño esta fruncido y no cree en lo que