Capítulo 18
Tú no eres el único © |ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ|«. . .»
Despierto con un ligero malestar, mis ojos incómodos luchan por aun aferrarse a los últimos segundos del sueño, pero la consciencia corre vertiginosamente con pensamientos y me sobresalto al darme cuenta de la dirección de ellos.
Ese olor, ese tacto, ese calor recorriendo mi cuerpo.
No se siente igual, no. Ciegamente pienso en que todo estará bien entre los dos, que no habrá mal que nos separe, que somos él y yo contra el mundo, pero me doy cuenta de que solo soy yo contra el universo.
Las ásperas manos resbalan por mi piel desnuda, me estremezco con el roce suave de sus dedos en mis senos y contengo el aliento, el aire caliente sale de mis pulmones y mi cuerpo se aprieta contra el colchón debajo de mí. Una parte de mí odia la reacción que está teniendo mi cuerpo con su tacto, pero la otra lo adora, adora la manera en la que me acaricia, la manera en la que aún ama a una parte de mí.
—Estos son los días que más disfruto de despertar a tu lado —escucho su ronca voz y mis ojos se abren para conectar con su mar oscuro.
Él sonríe a sabiendas del poder que tiene sobre mí y me siento furiosa, pero también me siento amada.
Su boca asalta la mía en una lucha febril y me siento asqueada por un segundo, pero al siguiente lo sigo amando profundamente. Amo lo que él me hizo amar y me aferro con uñas y dientes a una ilusión absurda.
No estoy lista para cuando él me penetra profundamente.
Unas lágrimas salen de mis ojos por el dolor y los trozos de corazón que quiero mantener con cinta, parecen ir cayendo lentamente.
—P-p-pa-para... —mi propia voz sale ahogada y mis lágrimas siguen cayendo pero él no escucha—. P-p-por... f-favor... —suplico pero sus embistes aumentan, dañándome—. ¡Nathaniel! —Grito adolorida.
Él se detiene y me mira asustado, su respiración inestable y sus ojos perturbados. Ambos miramos hacia abajo, hacia nuestras intimidades.
Sollozo y cubro mi boca con la mano, asustada por la visión.
Nuevamente me ha dañado, nuevamente estoy sangrando.
«. . .»
Me siento en la cama asustada, el sudor frío recorre mi piel como gotas de lluvia, el corazón corre peligrosamente a su máxima potencia y la nebulosa del recuerdo sigue abrumándome tenebrosamente.
Llevo una mano a mi pecho y la otra a mi boca para cubrir el llanto que ha salido de lo profundo de mi pecho. Es tan aplastante el oxígeno en mis pulmones, miro la habitación vacía y oscura y me pongo a llorar silenciosamente. ¿Por qué simplemente no dejo de recordar todo eso? ¿Por qué me sigue persiguiendo?
Me hundo en el colchón nuevamente y me abrazo a la almohada de Taeyeon con fuerza. La necesito, pero ella no está hoy en casa y tampoco lo estará mañana y eso me aterra, me asusta porque no sé qué más podre recordar y no quiero hacerme daño, no quiero recordarlo.
Kyung Il sigue con su mirada fija en mí, es tan incómoda que no sé a dónde mirar con exactitud, sus codos están firmemente apoyados en la mesa delante de él y su mentón se apoya en sus manos apuñadas. Recorro nuevamente su oficina con cautela y vuelvo a preguntarme qué hago aquí, pero se la respuesta a esa pregunta y no puedo simplemente salir.
Él ha ido a recogerme después de que la alarma de Taeyeon sonará, después de mi horrible recuerdo ya no pude volver a dormir y estoy absolutamente segura que las ojeras bajo mis ojos son notorias.
—Sr. Hwang... —una voz suave traspasa la atmosfera tensa que hay entre los dos.
—¿Qué sucede Ha Ni?
Curiosa miro por encima de mi hombro hacia la figura femenina que tímidamente nos mira.
—El Sr. Song me ha enviado...
Regreso mis ojos a mi hermano, él parece distraído, pero la mueca en sus labios me dice que no está muy de acuerdo con que ella esté aquí.
—De acuerdo —cede. Su cuerpo parece relajarse en el momento que su espalda por fin toca el respaldo de su enorme silla de cuero negro—. Pasa y toma asiento.
Ha Ni como la ha llamado Kyung Il, se sienta a mi lado. Saca torpemente una libreta y un bolígrafo.
Frunzo el ceño.
—Srta. Stephanie, ella es Ha Ni. Será mi apoyo en toda la investigación y juicio, Ha Ni, ella es la Srta. Stephanie Hwang...
Apenas el apellido salió de los labios de mi hermano, la mujer a mi costado dejó de escribir y nos lanzó una mirada curiosa.
Nerviosa, alejé la mirada y la centré en la placa de cristal con el nombre de Kyung Il.
—Un gusto... —la escuché susurrar.
—Empecemos —la seriedad en la voz de Kyung Il me da escalofríos.
Guardé silencio en toda la reunión y solo abrí la boca cuando era necesario, Kyung Il me ha dicho que es importante poner una demanda en contra de Nathaniel y sinceramente, el corazón se me encogió con tan solo pensarlo tras las rejas.
Ha Ni pregunto de todo, pero siendo tan temerosa con los extraños, no recibió demasiadas respuestas de mi parte. Kyung Il me asombro y me sentí tan orgullosa de él.
—Lo has hecho bien, Dulce Princesa —me sonrió cálidamente y palmeó mi cabeza tiernamente—. Lamento que Ha Ni te incomodara pero mi padre... —se detuvo y lanzó una mirada nerviosa en mi dirección.
Sus manos estaban dentro de los bolsillos de sus pantalones azul marino, llevaba los dos primeros botones de la camisa desabotonados y había recorrido las mangas hasta sus codos, su cabello había pasado de ser la perfección a un desastre por el constante pasar de sus dedos por cada fibra de su pelo. Aún así, seguía viéndose tan jovial y atractivo.
Le di nuevamente un repaso y luego suspiré en dirección a las personas ajenas a nosotros.
—No tienes por qué sentirte mal al llamar al esposo de tu madre como papá —dije antes de dejarme caer al pasto.
Él no dijo nada y me extrañó que no lo hiciera. Alcé la cabeza y con dificultad pude ver su rostro, su
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