Capítulo 24
Tú no eres el único © |ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ|La opresión en mi pecho no quería desvanecerse, me sentía tan llena de culpa y reproche por el beso que di a Kyung Il en un arranque de emociones confusas. No he dejado de llorar en la oscuridad de la habitación mientras me abrazo con fuerza a la almohada de Taeyeon, ella no se merece que actué de esta manera cuando ha sacrificado tanto por mí.
No he salido de la habitación por dos días y tengo la ligera sospecha de que Sarah no se ha movido del departamento desde que notó la ausencia de movimiento por el lugar. No sé qué hora del día es, he mantenido las cortinas cerradas desde hace dos noches y ni siquiera me he molestado en echar un vistazo a la calle.
He estado pensando en papá, en como debió pasarla si tuvo algún accidente y también como es que llegó a ese lugar tan deprimente, también tengo los pensamientos llenos de recuerdos amargos, todos girando en torno a papá y a... Nathaniel.
Kyung Il quería llamar a los policías para brindarme protección, pero a pesar de que le debían favores no conseguimos que alguien cuidara el departamento desde fuera. Por otra parte no ha dejado de llamarme y mandarme mensajes de texto, no quiero pensar en estos sentimientos confusos y tontos, tampoco quiero lastimar a la única persona que me ha dado tanta ayuda desde que llegué a esta ciudad.
—Señora... —la voz de Sarah apenas llegó a mis oídos—. ¿Se encuentra bien? Es preocupante que no haya salido de la habitación —percibo su preocupación, pero me importa poco.
Hundo el rostro en la almohada y ahogo el llanto.
Vagamente escucho el intento de Sarah por hacerme salir de la habitación y sé que sus intentos son inútiles.
«. . .»
Mami y papi me sonríen cuando les muestro mi dibujo, es tan colorido y lleno de brillo. Dibujé una casita, a mami, a papi y a mí.
—Es un dibujo hermoso mi amor —mami besa mi mejilla y me gusta sentir esto en mi pechito, se siente bonito.
—Toda una artista —papi me alzó en sus brazos y me lanzó al aire, grité emocionada y reí contenta.
—¡Una más papi, una más!
Mis bracitos se extendieron al cielo cuando volvió a lanzarme al aire, es divertido. Papi me atrapa cuando caigo y no puedo parar de reír, en mi pancita se siente un cosquilleo.
—Pondremos este hermoso dibujo en un lugar donde todos puedan verlo —mami me sonrió.
—¡Síiii! —Aplaudí emocionada.
Me retorcí en los brazos de papi para seguir a mami.
—Tranquila princesa, ya vamos con mami —asentí feliz.
«. . .»
Extraño tanto a mami y también a papi, extraño esos días en los que no pensaba en otra cosa que hacer sonreír a mis papás, en solo ser la niña más feliz del universo. Mamá decía que tenía una chispa única y maravillosa, en muchas ocasiones repitió que mi futuro sería brillante y que ella sería la madre más feliz sobre la faz de la tierra solo por tenerme a mí, pero nadie sabía que la vida nos la arrebataría.
Restregué mi rostro en la almohada, mi pecho arde tan profundamente que siento ahogarme.
No debo ser su orgullo con toda la basura que cargo y en lo que se ha vuelto mi vida desde que ella nos dejó solos en este mundo cruel.
«. . .»
Me siento extraña y a la vez extasiada por la manera en la que él me observa, sus oscuros ojos son un mar tenebroso que a pesar de aterrar, te llaman sin piedad a sus profundidades.
Él sonrió torcidamente.
—Esta noche te ves más hermosa —el vello en la parte posterior de mi nuca se erizo por su tono ronco—. Tan hermosa que no puedo apartar mis ojos de ti.
Tímidamente aparté la mirada, mis mejillas queman ferozmente.
Su mano tomó la mía por sobre la mesa, se siente tan fría, pero eso no quita que mi corazón lata tan rápido como una locomotora a todo vapor. Bobamente sonrío por su acción.
—Me encanta cuando tus mejillas enrojecen por mis halagos —alcé los ojos hasta poder ver los suyos—. Te ves más hermosa cuando sucede.
Aquella sonrisa me roba el aliento sin duda alguna, él es tan galante y atento, es misterioso y agradable, sabe cómo hacerme sonreír y me gusta cada vez más y no me importa la gran diferencia de edad entre los dos.
«. . .»
Apreté los parpados con fuerza, reprimiendo ese dulce recuerdo. Nathaniel sabía que cartas jugar para engatusar a una chiquilla como yo y sin saberlo caí en su juego de seducción.
Amaba a ese Nathaniel, el dulce, atento, cariñoso.
—Tiffany —giré mi cuerpo aun con la almohada entre mis brazos para quedar de cara a la puerta—. Soy Hyoyeon, Sarah me ha llamado porque no ha logrado sacarte palabra alguna, ¿puedes abrirme?
No.
Quise responder, pero mi voz se había esfumado por el llanto.
«. . .»
Mamá me sonrío cuando me senté al costado de la camilla, dejé mi mochila en el piso y saqué el libro que he traído para poder leerle mientras esperamos a que su salud mejore.
—La Sra. Rodríguez manda sus saludos —le sonreí.
—¿Has hablado con ella? —Asentí.
—Esta mañana antes de ir a la escuela me la he encontrado, preguntó por su salud y se alegró por saber que estaba mejorando —mamá alejó la vista—. ¿Sucede algo?
Ella negó y volvió a verme con esa sonrisa cariñosa de siempre.
—No tienes de que preocuparte cariño —sentí alivio—. Veamos que me traes esta vez para leer
Comments