La sangre corría por mis manos y no podía dejar de verlas aún en estado de shock, las lágrimas desfiguraban mi rostro y no me permitían ver con claridad la situación actual. Papá había sido un blanco fácil para él y Kyung Il no pudo hacer nada para salvarlo.

Mi cuerpo tembló ferozmente con su risa macabra, taladra mis tímpanos sin piedad y no hay nadie que lo aleje de mí.

Ilusamente observé a Kyung Il sobre el suelo de la habitación inconsciente, con sangre brotando de un costado de su cabeza y sin señal de que reaccione. ¿También está muerto?

—Te dije que nadie se burla de mí —enredó sus dedos entre mi cabello hasta empuñarlo y halarme con fuerza—. Ni tu padre, ni el inepto de tu enamorado hermano y mucho menos tú —apreté mis parpados con fuerza y traté en vano de soportar el dolor—. ¿Creíste que te dejaría ir tan fácilmente?

Me soltó con fuerza, lanzando mi cabeza casi hasta tocar el piso con mi nariz.

Sus pasos retumbaron fuerte y su risa rasposa titiló sin descaro por las cuatro paredes silenciosas, el vello se me erizó con el viento helado que corrió por mi sistema como una descarga.

«. . .»

Guardé lentamente la fotografía de mi madre en la pequeña maleta que Kyung Il trajo consigo, la había observado detalladamente y sinceramente me sentí aliviada de que aún mantenía fotografías de ella gracias a mi hermano mayor. Limpié una lágrima de mi mejilla y arreglé mi falda al ponerme en pie.

Regresé al pueblo para recuperar algunas pertenencias de mis padres, que por fortuna el Sr. James rescató cuando embargaron la casa y la desalojaron.

—Es todo lo que pude rescatar —lo escuché, levanté el rostro para encontrarlo apoyado en el marco de la puerta con una taza humeante de café—. Tu hermano dice que encontraron al empresario y a tu padre.

Bajé la mirada a mis manos temblorosas, escuchar hablar de Nathaniel es recordarme la traición de Taeyeon, la mujer que creía que me protegía del monstruo y del mundo entero.

—Sí... —mi voz sonó apagada en mis oídos.

—Hija... —se sentó a mi lado—. Mi hijo puede ayudarte si quieres alejarte de ese ambiente —¿Su hijo?—. Él vive al otro lado del océano. Trabaja la mayor parte del tiempo y no serias una molestia para él —tomó mi mano y la apretó cariñosamente.

Mordí la cara interna de mi mejilla.

Irme...

Eso no suena tan mal para mí, sinceramente solo quiero huir de todo esto y no saber nada más de Nathaniel o Taeyeon.

—Gracias Sr. James.

Él me sonrió como un padre cariñoso lo haría, el abrazo de su acogedor rostro me humedeció los ojos.

—Eres casi como una hija para mí —palmeó suavemente mi hombro—. Desde que mi mujer murió y mis hijos se fueron, solo quedé yo en esta casa solitaria —dijo nostálgico—. Luego llegó una pequeña familia a la casa de al lado —sonrió cortamente—. Mis nuevos vecinos eran tan amables que me fue inevitable sentirlos como mi nueva familia —comenzó a acariciar mi cabello—. Y no tardo mucho cuando una pequeña luz nos iluminó las vidas con esa contagiosa sonrisa.

Sonreí por su recuerdo.

Desde que tengo memoria hemos estado muy unidos al anciano que está a mi lado, es casi un abuelo para mí y crecí visitando sus tierras, aprendiendo de cultivo y riego. Recuerdo regresar a casa empapada y llena de lodo, pero me sentía tan feliz y orgullosa de al menos haber jugado bajo las tomas de riego que colocaba el Sr. James.

—Sé que no he hecho gran cosa para protegerte —su voz denotaba decepción—. Debí intervenir desde el primer momento en el que tu padre quedó inconsciente por el alcohol.

¿Qué podía hacer él?

Cuando pasó lo de mi madre el Sr. James se encontraba fuera del pueblo, incluso hubo rumores de que no volvería jamás y yo me fui marchitando de a poco con la ausencia de mamá y la reciente adicción de mi padre por el alcohol, para cuando el Sr. James volvió no había nada que pudiera rescatar.

Papá era un alcohólico y yo me había enamorado perdidamente de ese hombre perfecto que había llegado al pueblo. Resultó ser que el Sr. James había viajado con sus hijos, pero no podía regresar debido a que enfermó a tal grado de necesitar cuidados y atenciones que sus hijos querían darle, él se cansó de recibir demasiada atención y cuando mejoró decidió volver a su hogar.

Ya había un caos, ya el pueblo hablaba de los Hwang como la vergüenza de la sociedad y él pareció no comprender hasta que lo vio con sus propios ojos.

—Usted no podía saber que papá se deprimiría tanto —traté de sonreírle, pero estoy segura de que solo hice una mueca extraña.

Dolía profundamente que él no pudo estar a mi lado en los momentos más difíciles de mi vida y dolía aún más saber que se sentía culpable de todo lo que me ha sucedido.

—No debí irme —negué con la cabeza y apreté un poco su mano.

—No tiene por qué culparse de las decisiones que tomamos —mi boca estaba seca—. Ni usted, ni yo, ni mamá y tampoco papá sabíamos que la situación se tornaría de esta manera.

—Pero al menos debí convencerte de alejarte de ese señor —arrugó sus blanquecinas cejas.

Sonreí nostálgica, Josh lo intentó tantas veces y no logró nada, solo confundirme por la forma tan linda en la que solía ser conmigo, pero...

—¿Cree que lo habría escuchado, Tata?

Una sonrisa genuina tiró de sus labios cuando escuchó como lo llamé, sus ojos se humedecieron y encogió los hombros.

—Intentarlo no habría costado nada —palmeó la cima de mi cabeza como solía hacerlo cuando era una niña, ese gesto hinchó mi corazón de tranquilidad—. Pudo haber funcionado —asintió planteándose la situación.

Apreté mis manos en la orilla del colchón y bajé la cabeza. Él podía convencerme, pero estaba tan enamorada y asustada que quizás lo habría ignorado de la misma manera en la que ignoraba a Josh.

—Tata...

—¿Mmmh?

—¿Mamá se sentirá decepcionada?

Sus cálidos ojos se clavaron en los míos, las arrugas en su rostro se hicieron más notorias para mí.

—¿Por qué estaría decepcionada?

Apreté los labios.

—Por papá y... por mí.

—Hija... —me hizo mirarle una vez más—. Todos cometemos errores en nuestra vida y aún eres muy joven para aprender de ellos —dijo con voz suave—. Ji Young habría deseado que tu camino fuera tranquilo y limpio, pero no podemos elegir lo que sucederá —suspiró—. Ella habría sonreído tranquilamente y te diría que todo estará bien.

Mis ojos pican.

—Si mamá aún... —tragué—. Viviera... ¿todo sería diferente? —Él me observó en silencio.

—Podemos imaginarnos tantas cosas —respondió después de un largo silencio—. A veces queremos que todo vuelva a ser como antes, queremos sonreír con ellos, abrazarlos y charlar —dijo nostálgico—. Pero no podemos seguir añorando lo que ya tuvimos... —suspiró—. Solo debemos aceptar y continuar.

Continuar...

A veces solo quiero rendirme y desvanecerme.

Removí la comida en mi plato, no tenía apetito alguno y solo podía permanecer ahí hasta que él terminara de comer.

—Sigues tan callada —me apoyé en la mesa para descansar la cabeza en una de mis manos sin dejar de jugar con la comida—. Llevas semanas sin alimentarte adecuadamente —estaba cansada de escucharlo.

—Iré al baño.

Me escabullí con la cabeza gacha hasta los sanitarios del restaurante.

Todo giraba en mi cabeza, Taeyeon insistiendo en hablar conmigo, Hyoyeon tratando de intervenir, Kyung Il siendo sobreprotector conmigo, la policía que aún pedía pruebas suficientes para darnos la orden de alejamiento, la demanda que estaba en proceso, mis miedos.

Me apoyé contra la pared del baño y cerré los ojos en un intento de calmarme.

—Te ves tan cansada. ¿Estás durmiendo bien?

Ella.

Abrí los ojos de golpe, solo para encontrarla a escasos centímetros de mí.

—T-Ta-Tae...

Sonrió—: Hola.

Abrí la boca y la volví a cerrar, mis ojos la detallaron, estaba más delgada, desalineada, con ojeras bajo los ojos...

—Debo...

—Por favor —suplicó—. Necesito escucharlo de ti —la miré confundida—. Lo que tu hermano insinuó.

Miré el piso asustada y nerviosa.

—Tengo que irme —apenas hice el intento de irme ella me encerró entre su cuerpo y la pared detrás de mí.

—¿Por qué huyes? ¿Por qué no confías en mí de la misma manera que lo haces con él? ¿Me odias tanto que corres a sus brazos? ¿Me temes a mí?

La cabeza me dio vueltas con tantas preguntas al aire.

—Por favor... —mi cuerpo temblaba por su contacto—. Déjame ir.

Su rostro mostró la decepción y rendición a su cometido.

—Solo quiero saber qué está pasando —¿Realmente no sabe?

Se alejó de mí, dándome el acceso para po