Capítulo 22
Tú no eres el único © |ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴄɪᴏ́ɴ|Seguí caminando por la calle llena de personas, paranoicamente miraba discretamente en todas direcciones temiendo encontrarlo en algún lugar cerca.
Solté un grito cuando choqué con alguien.
—Hey, tranquila —sentí el pulso acelerado, pero la tranquilidad llegó a mí. Me abracé a su cintura y hundí mi rostro en su pecho—. ¿Qué sucede Fany?
—Por favor no me sueltes —pedí con la voz inestable. Sus brazos me apretaron aún más contra él.
—¿Estas bien? ¿Esa riquilla te ha hecho algo? ¿Quieres que vaya y la ponga en su lugar?
Me alejé de él y negué lentamente.
—Ella... yo...
—Sabes que me estoy alterando, ¿verdad?
—Ayer volví a casa —la voz se me fue apagando.
Su ceño estaba fruncido, su mandíbula se tensó.
—¿Sola? —Negué.
—Taeyeon estuvo conmigo —dije sin mirarlo.
—¡¿Esa riquilla que se cree al exponerte de esa manera?! —Me asusté por lo duras que sonaron sus palabras—. ¿Acaso la muy estúpida quiere entregarte en bandeja de plata a ese tipo?
Mi boca se secó y por más que quería que las palabras salieran de ella, no lo hacían. Me tomó de la mano y me arrastró hasta un lugar más privado, lejos de los ojos que habían dado en nosotros cuando él empezó con su arrebato de furia.
Uno de sus puños se estampó contra la pared de concreto detrás de mí. Impactada abrí la boca, mis piernas temblaban y tenía miedo.
—S-sé... —humedecí mis labios—. Sé dónde está papá —saqué el papelito que el Sr. James me dio—. Necesitamos...
Él no me dio tiempo de terminar cuando ya tenía sus labios contra los míos.
Traté de empujarlo, pero estaba claro que me doblaba en fuerza. Las réplicas aceleradas de los latidos de mi corazón aumentaron, estaba tan sorprendida que mi sistema no reaccionaba correctamente. Esto estaba mal.
Se alejó de mí cuando notó que no correspondía, sus ojos lanzaban chispas de preocupación, nostalgia y decepción.
—¿Estás loco? —Su ancho pecho subía y bajaba rápidamente con cada respiración que daba.
—Lo siento.
Me aparté de él y le di la espalda, quería llorar, gritar, huir.
—Eres mi hermano —le recordé.
—Lo sé... —sentí el calor de su cuerpo detrás de mí y segundos más tarde sus brazos me rodearon—. Es solo que... sigues siendo el amor de mi vida.
Mi cuerpo se sacudió mandando escalofríos por cada fibra sensible.
—No —aparté sus brazos de mi cintura—. Ahora no, Kyung —pedí al borde de las lágrimas—. Deja de decir estas cosas cuando ambos sabemos que eso es un imposible —sus ojos parecían perdidos—. Por favor... solo encontremos a papá.
Él se quedó en silencio contemplándome, un suspiro cansado salió de sus labios y lentamente asintió.
Caminamos al lado del otro en silencio, el ruido de la ciudad era abrumador claro, para una pueblerina es complicado acostumbrarse a la vida rápida de la ciudad y aún cuando ya tenga meses aquí simplemente no logro acoplarme.
Nos de
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