Me sorprendí de ver a Kyung Il recargado en una de las paredes de la cafetería. Arrugué el entrecejo y lo estudié con detenimiento. Se veía pensativo, ignorando mi reciente llegada y por un segundo me pareció ver a mi padre en él, ambos tenían un parecido pero Kyung Il había sacado más de Eun Ji que de nuestro papá, inclusive llegué a escuchar de la propia voz de mi padre que él se parecía a mi difunto abuelo Soo Hyun.

—¿Qué haces aquí?

Él alzo la vista y sonrío cariñosamente.

—¿No es obvio? —Negué sin expresión alguna en mi rostro—. Vengo a verte Fany.

Mis nervios crecieron como un riachuelo cuando llueve a cantaros, miré de un lado a otro esperando que nadie estuviera curioseando en la relación que él y yo teníamos.

—Por favor, Kyung... —supliqué, aún más nerviosa—. No ahora, debo ingresar a trabajar.

Él frunció sus gruesas cejas y me miró como si estuviera ocultando algo de él, en realidad lo hacía y escondía mucho, escondía mi pasado y no estaba preparada para contárselo.

—¿Por qué no estás feliz de verme?

Se cruzó de brazos, mirándome tan seriamente que por un segundo me pareció ver a mi padre por segunda vez en él.

Tragué saliva para humedecer mi garganta y miré mis zapatos sin querer responder. ¿Estaba feliz de verlo? Muy en el fondo lo estaba, pero me había acostumbrado a estar sin él que verlo ahora es como ver a un total desconocido, Kyung Il ya no era un niño, era un hombre y este hombre es tan distinto al niño que llegué a conocer en mi infancia, al niño que llegué a amar con tanta intensidad.

Era un error, era un pecado sentirme de esa manera por mi medio hermano, por el hijo de mi padre, pero lo hacía, me sentía hechizada por él, por su rudeza, por la forma en que poco a poco bajo sus muros y me permitió ver su lado más dulce, él no era consciente del tremendo cariño que desbordaba hacia él y tampoco lo sabría.

Alcé la cabeza, irguiéndome por primera vez en años delante de alguien.

—Kyung Il, es temprano en la mañana y tengo un horario que cumplir —sus ojos seguían estudiándome como alguna vez lo llegó a hacer cuando éramos niños—. Solo dime que es lo que haces aquí.

Él se quedó callado y sus ojos parecieron ensombrecer.

—¿Qué ha sucedido con mi pequeña Fany? —Me estremecí—. ¿Por qué estas actuando así? Pareces otra persona y no la Fany de Ji Young.

Sentí un golpe en el pecho, mi madre lo era todo para mí y lo fue hasta el último segundo de su vida, sin embargo me quedé sola sin mi mundo y sin mi balsa porque papá murió con ella y se llevó con él mi poca lucidez.

Lo miré nerviosa y sabía que él ya había descifrado un enigma en mis ojos, sus labios se apretaron en una delgada línea.

—¿Qué es lo que me escondes?

Ahí estaba la pregunta más temida.

Mi cuerpo tembló visiblemente y quise correr, correr donde Hyoyeon porque me sentía tan asfixiada y solo quería hablar, y hablar hasta que mi alma encontrara calma una vez más.

—Lo siento...

Alcancé a escuchar mi propia voz antes de esquivarlo y meterme en el local vacío.

Unos pares de ojos se habían quedado clavados en mí hasta perderme de vista porque había ingresado al cuarto del personal, ahí dentro me dejé derrumbar.

La jornada no fue tan mala, lo que sí estuvo mal fue mi gran distracción durante todo el día. Stuart me llamó la atención un par de veces y aunque traté de centrarme, no pude, no por mi conciencia. Kyung Il y yo merecemos otra plática, una más profunda y él merece la oportunidad de saber qué pasó con papá después de la muerte de mi madre y también merece saber que pasó conmigo.

Pero no quiero que lo odie, no quiero que lo repudie y sé que es inevitable.

Para mi sorpresa, Kyung Il estaba plantado delante de mí y parecía haber calculado la hora de salida o más bien debió de haberle preguntado a Solar, eso es lo más idóneo.

—Fany, por favor.

Estaba cansada y su tono ablandó mis muros.

—Está bien —susurré a su lado.

Él pareció sorprendido, pero luego sonrió cálidamente en mi dirección.

—Vamos, te llevaré a un lugar tranquilo.

No me opuse cuando su mano se colocó en mi espalda para empezar a caminar, solo quería acabar con esto y volver a casa, con ella.

Caminé un corto trayecto hasta llegar a su coche y nos subimos a él para emprender el camino, no paso mucho tiempo cuando se estacionó y apagó el motor, mis ojos se fijaron afuera donde las luces brillaban coloridamente alrededor del cartel y las letras. No era algo que desprendiera lujo, pero parecía un lugar agradable.

Nos sentamos cerca de la puerta.

—¿Cómo está tu novio?

Mordí mi labio y alejé la mirada de él. Quería soltarle que no era un él, que era un ella pero algo me lo impedía, algo que no comprendía y trataba de comprenderme a mí misma. ¿Era miedo? ¿Terror a volver a ser señalada, juzgada? O ¿Pavor a que mi hermano me pregunte por qué estoy con una mujer?

Jamás me pregunté por qué Taeyeon, simplemente acepté ser su novia sin darle muchas vueltas a mi cabeza, creí que hacerlo estaba bien, que era lo correcto, pero ahora...

No ha pasado mucho tiempo desde que comenzamos la relación y tampoco ha sido mucho tiempo desde que mi hermano volvió, pero él ha traído muchos fantasmas con su retorno y esos fantasmas me están persiguiendo. No sé cómo sea Kyung Il, las personas cambian.

—Bien...

Mi voz apenas fue audible y lo noté cuando su ceño se frunció.

—¿Sucedió algo? ¿Te ha hecho daño? —Negué rápidamente porque Taeyeon sería incapaz de dañarme—. ¿Estás segura? ¿No me mientes?

—Estoy segura.

Él pareció calmarse, pero sus ojos me escrutaban profundamente. Sonreí.

Este es el hermano mayor que recuerdo. Nos quedamos en silencio cuando la mesera llegó a nuestra mesa y continuamos así hasta que nuestras ordenes fueron puestas delante de nosotros.

—Entonces... ¿por qué te da tanto miedo que me vean contigo en el café? —Miré mi plato de comida.

—No es... eso...

¿Entonces que era? Porque no tenía respuesta para su pregunta. No era por Taeyeon, tampoco era por los demás, simplemente era por mí porque tenía miedo de las personas, de que cambien como lo hizo Nathaniel.

No me presionó, se quedó en silencio y me pareció agónico, esto no estaba bien, se suponía que debíamos hablar, debía decirle lo que pasó con papá, lo que pasó en mi vida antes de venir aquí, pero todos esos pensamientos rebotando en mi cabeza no querían salir de ahí, no querían escurrirse por mis labios y gritárselo al viento. No, no estaba lista para contárselo a él.

—Por favor, Fany —su mano alcanzó la mía por sobre la mesa—. Soy tu hermano, no pienso desaparecer de tu vida como en el pasado. Era un niño en ese entonces y no sabía que me necesitabas.

Una bola estaba subiendo de mi estómago hasta mi garganta porque ciertamente lo necesite mucho, necesité al chico rebelde que conocí y necesitaba el cariño y protección de mi hermano mayor, pero él no estaba, simplemente era yo sola contra todo el mundo.

Mis oj