Acercó su rostro al del líder, cuidadosamente retiro el cabello de su frente y se quedó contemplándolo por unos segundos. Podía sentir su respiración tibia golpeando gentilmente sobre sus pómulos. Sus dedos se deslizaron por la delgada nariz. Tragó saliva pesadamente mientras delineaba los gruesos labios. Sin poder resistir más, cerró la distancia entre los dos rozando sutilmente la boca ajena. Con los ojos cerrados  en un impulso más bien inocente. La casi divina sensación se apoderó de él poco a poco hasta inundarlo completamente.

No pasó mucho tiempo para que el gesto fuera correspondido. Su labio inferior fue atrapado en movimientos lentos y suaves. Sin atreverse a abrir los ojos por temor a estar soñando, la lengua del mayor se deslizó con timidez humedeciendo  el borde de la rosácea boca que le respondió mecánicamente.

El corazón de Hyesung se precipitó dentro de su pecho por la sorpresa, cada latido dolía sutilmente desde adentro.

Los delgados dedos de Eric se deslizaron en un delicado roce por su cuello hasta posicionarse en su mandíbula, con el pulgar acariciando su pequeño mentón. Cada contacto ardía sobre su piel como una leve quemadura.

El llanto comenzó a humedecer sus ojos cerrados, escurriendo eventualmente por sus mejillas. Sus manos temblorosas se asieron sin fuerza a los filosos hombros del líder para después apartarlo de sí lentamente.

Eric abrió lentamente los ojos y sus pupilas danzaron escaneando el rostro que tan bien conocía. Podía leer perfectamente la angustia en su expresión. Trató de limpiar las lágrimas con el dorso de su mano pero fue detenido.

-Esto no es correcto Eric. Lo siento. –Retrocedió limpiándose las lágrimas sin levantarse.- Olvidémonos de todo esto y continuemos siendo tan amigos como siempre ¿Si? -Trató de mostrar una sonrisa mientras se ponía de pie. Esperaba que el líder entendiera algo que se repitió a sí mismo miles de veces pero que ahora parecía confuso. Ya no quería huir ni estar a la defensiva todo el tiempo.

-No veo la razón por la que podría resultar incorrecto, si te amo y tú me amas también.-Lo tomó por el brazo haciéndolo girar. Sus miradas se encontraron.-Te amo Jung Pil Kyo.

-No me hagas esto Eric.-Sus ojos se humedecieron nuevamente. Soltó su mano del agarre del líder para llevarla inmediatamente frente a su rostro cubriendose la boca.-No vuelvas a decir esas palabras  por favor.-Sin poder contenerse más, su voz se rasgó en un lamentable sollozo con aquella petición.

…

Terminó de revisar y firmar los papeles que lo habían urgido a prácticamente salir corriendo después del concierto. Miró la hora en su móvil, corrían los primeros minutos de las dos de la madrugada. Lo único que quería en esos momentos era meterse en la cama y descansar plácidamente.

Llamó un taxi para que lo llevara hasta su casa pues él no estaba en condiciones de conducir. El vehículo no tardó en llegar a recogerlo. Andy subió pero la dirección que le dio no fue la de su departamento. A pesar de que era un lugar acogedor que cubría con todas sus necesidades y caprichos, lleno de todas las comodidades y lujos a los que el maknae estaba acostumbrado, últimamente se sentía un poco vacío.

No, no quería dormir en un sitio solo y frío.

Se aseguró de subir la capucha de su sudadera antes de bajar y entrar en el edificio. Una vez que estuvo frente a la puerta dudó un poco -“¿Qué estás pensando Sunho?” “Seguramente ya está dormido” “¿Acaso estas son horas para visitar a alguien?”- Pero es que no se trataba de un simple “Alguien” era su novio, con el que casi no había tenido más que fugaces “encuentros” desde que el trabajo por el comeback consumía la mayoría de su tiempo y sus energías. Sin mencionar que su relación aún era un secreto, por lo que ante los demás las demostraciones de afecto se limitaban a lo habitual o menos.

Frunció los labios en un adorable puchero.-“No quisiera despertarlo si es que en verdad está dormido”- Ladeó la cabeza mientras pensaba.

-Pero no es necesario despertarlo.- Una pícara sonrisa se dibujó en su rostro. Arqueó una ceja mientras buscaba el móvil en su bolso. Hacía unos días el mayor le había mandado la clave de la cerradura en un mensaje de texto, para que se vieran en su departamento. Cosa que no pudo ser porque Andy había tenido que atender un asunto urgente.

Estaba a punto de teclearla cuando la fastidiosa vocecita en su cabeza lo retó nuevamente: -“ !Lee Sunho! ¡No puedes entrar a una casa ajena así como así! ¡¿En dónde están tus modales?!”

-¡Aish!- Sacudió su cabeza.-Si me la dio es porque espera que la use.-Se dijo así mismo y antes de que su sentido de la moral y los buenos modos terminara convenciéndolo de regresar por donde vino tecleó lo más rápido que sus dedos le permitieron.

La puerta se abrió haciendo aquel característico sonido, que a esas horas de la madrugada y el vacío casi desertico del edificio, pareció estridente. Instintivamente echó un vistazo a su alrededor antes de entrar.

Dejó su bolso, sus gafas, su sudadera y sus zapatos, junto a los de Choong Jae en el recibidor. Que por cierto eran unos zapatos deportivos que el maknae había comprado para él.

Todo indicaba que el dueño de la casa continuaba dormido, por lo que Andy fue muy sigiloso al dirigirse a la habitación en donde efectivamente encontró a Junjin. Sonrió para sí mismo. Siempre le había causado ternura cuando el otro se encogía para dormir, aun si la cama era grande, aun si dormían en el suelo. Se quedó contemplándolo en la oscuridad por unos segundos antes de acercarse.

Se metió a la cama casi como un fantasma y lo abrazó tiernamente desde atrás. Recargando su rostro en la masculina espalda del mayor.

Le encantaba abrazarlo desde atrás. Aquella espalda le daba una gran sensación de calidez y seguridad.

En cuanto Junjin sintió el tacto inconfundible de aquella piel, estiró las piernas, despertándose pero sin abrir los ojos por temor a estar soñando. Llevó sus manos a encontrar las del menor a su alrededor y las acarició suavemente. No, no era un sueño.

Una sonrisa un tanto melancólica se formó en su rostro. No era que no le alegrara tener al menor en su cama pero, últimamente le aterraba la sensación de vacío que quedaba cada vez que se separaban. Intentó voltear para encontrarse con él.

-No.-Susurró Andy impidiéndole moverse.-Quiero dormir así, aferrado a tu espalda.-Dejó un beso en la misma.

-¿Por qué?-No pudo evitar sentir curiosidad por la extraña petición del maknae.

-Mmm…-Pensó un poco antes de responder.-Me encanta tu espalda, es hermosa.-Confesó escondiendo las ruborizadas mejillas entre los omoplatos del mayor, en donde resonó casi espectral la carcajada que soltó el otro ante tal declaración. Los vellos de todo su cuerpo se erizaron y su corazón se agitó como si hubiera dado mil vueltas corriendo alrededor de la cuadra. Junjin pudo sentirlo.-Me hacías falta Choong Jae. Te extrañaba.

-Pero si nos vimos hace unas horas.-Aclaró discretamente su garganta. Una sonrisa nerviosa se formó en sus labios. Ahora era él el avergonzado.

-Lo sé, pero acabo de darme cuenta que ya no puedo… no, ya no quiero tenerte lejos de mí nunca más.

El corazón de Choong Jae se sintió más que aliviado con las palabras del maknae, sin mencionar la espinita de culpa que se clavó en su interior. A veces se odiaba por ser de esa forma. Por no confiar, por ser capaz de dudar incluso de aquellos que habían estado ahí para él toda la vida, de aquellos que lo amaban y se lo demostraban a pesar de ser como él era.

Dio un apretón cariñoso a los brazos que se aferraban a él, cediendo sin poder decir algo más por temor a que su voz se quebrara.

…

-No me hagas esto Eric.-Sus ojos se humedecieron nuevamente. Soltó su mano del agarre del líder para llevarla inmediatamente frente a su rostro cubriéndose la boca.-No vuelvas a decir esas palabras  por favor.-Sin poder contenerse más, su voz se rasgó en un lamentable sollozo con aquella petición.

Estaba acostumbrado a ser rechazado, pero no así. De alguna forma dolía más ver las lágrimas cortando ese delicado rostro que ser repudiado o empujado lejos lejos.

Eric no era capaz de entender lo que estaba ocurriendo. Parecía que entre más trataba de desenmarañar el capullo que rodeaba al menor, los finos, y en ocasiones filosos hilos de los que estaba compuesto, se enredaban más.

-¿A qué juegas Hyesung?- Su voz se tornó severa, al igual que los gestos de su rostro.

¿Cómo explicar racionalmente todo lo que estaba pasando por su mente?

-Tú no entiendes…

-¡No! ¡No entiendo! ¡Explícamelo!-El líder explotó ferozmente en su contra.- ¡¿Qué demonios quieres de mí?!

-¡Lo que he estado pidiéndote! ¡Maldita sea Eric!- Perdió el control de sí mismo, algo que últimamente le sucedía mucho y que odiaba con toda el alma. Toda la ira, toda la frustración estallaron irremediablemente a la primera oportunidad.- Para ti es muy fácil decir “te amo”  como si eso fuera suficiente. Pero déjame decirte algo, ¡Amar no es suficiente, y en nuestro caso solo complica más las cosas!

Somos adultos con responsabilidades y expectativas que cumplir. Estamos poniendo todo en la línea de fuego mientras jugamos a la ruleta rusa. ¿Te has puesto a pensar en si algo sale mal? ¿Qué pasará con nuestra posición, con nuestras carreras y con SHINHWA?

Acéptalo Eric, tú y yo no funcionaríamos por mucho tiempo o como algo serio por lo menos. Esto sería nuestra ruina.- El líder lo escuchó atentamente un poco sorprendido por la reacción. Antes de que pudiera decir alguna de las mil cosas que estaba pensando, el menor continuó en tono más calmado.- ¿Sabes? Un día anhelé todo esto estúpidamente. Una vez en mi ingenua juventud me enfermé de ti, me encapriché como un niño, pero tú solo querías divertirte por ahí, no estabas interesado en mí. Me veías simplemente como un niño bonito con el que podías hacer amistad.

Hubiera dado lo que fuera porque me quisieras y pague muy cara mi ambición.

-No…tenía idea…-Era mentira, alguna vez tuvo esa sensación de cuando le gustas a alguien, pero ¿Qué ganaba con ser honesto? ¿Qué cambiaría el que Hyesung lo supiera? Nada. Y no era tampoco como si siempre hubiera estado seguro de los sentimientos de él menor hacía él.

-¡Claro que no pedazo de idiota!

¡Me esforcé en superarlo y en no dejar que nadie lo supiera!

Me deshice de cualquier otra pretensión que no fuera ser amigos. ¡¿Qué habrías hecho de lo contrario?!-Lo miró interrogante, el otro se mantuvo en silencio, no sabía que responder.-Yo sé que hubieras hecho. Te hubieras burlado de mí.-Una sonrisa amarga se dibujó en su rostro. - Pensándolo bien, y créeme que lo hice una y otra vez,- Continuó un poco más calmado.- Eso fue lo mejor para ambos. Después de todo nunca nos fue tan mal como amigos, tal vez porque la amistad es más indulgente que el romance.- Se llevó la mano a la cabeza. Para aquellos momentos sus pesados latidos estaban retumbando sobre sus sienes. Empezaba a sentir un ligero mareo.

-¿Cómo puedes ser tan egoísta y necio Hyesung?-Reclamó en tono reprobatorio.-Haciéndote mil ideas. Corriendo en círculos como un perro que inútilmente persigue su cola ¡Como siempre! ¡No te importa lo que yo sienta o piense! ¡Tú sim…

-¡Eso si no te lo permito Eric! ¿Cómo puedes decir que no me importas? ¡Cargué con este peso por tantos años para que tú no tuvieras que hacerlo!-Levantó la voz más que él líder, enfrentándolo con furia sus ojos estaban inyectados en sangre.

-Aquella noche ninguno de los dos estaba en sus cinco sentidos, nos dejamos llevar. Aquello nunca debió pasar. Estuve muy confundido cuando me besaste. ¡No debí permitir que sucediera! pero ahí estaban tus labios embriagándome, tu lengua asfixiándome, el roce de tu piel quemándome. Mi voluntad simplemente se hizo añicos.

*Flashback*

El par de hombres caminaba por el pasillo del modesto hotel en el que acababan de alquilar un par de habitaciones para pasar la noche después de su excelente racha para la pesca sobre una sencilla barcaza en el rustico puerto. El último tren partió sin ellos y la única forma de llegar a Seúl a esas horas era caminar hasta la carretera, que no estaba tan lejos, para poder coger un taxi. La lluvia cayó sorpresivamente mientras comían en el pequeño lugar al que llevaron los peces que habían logrado atrapar.

Ahora estaban medio empapados, medio cansados y completamente satisfechos de aprovechar un día como aquel para pasarla juntos como pocas veces lo hacían. Había pasado mucho desde la última vez en que pudieron disfrutar un tiempo a solas, y ahora era perfecto. Los últimos días, apenas se vio  el líder liberado de su deber con el ejército, estuvieron trabajando en el nuevo sencillo con el que, después de algún tiempo, Shin Hyesung volvería a promocionar en Corea. Haciéndose un pequeño espacio en sus agendas, que empezaban a llenarse de compromisos, salieron a tempranas horas de la mañana de la estación de Seúl.

Las dos últimas habitaciones en aquel piso, una justo frente a la otra eran las que les pertenecían.

Hyesung hablaba y hablaba, estaba realmente emocionado, una gran sonrisa iluminaba su rostro. Eric lo escuchaba correspondiéndole con pequeños gestos y breves contestaciones.

-Déjame tomar una ducha porque mañana vamos a irnos temprano y no me va a dar tiempo.-Dijo estirando la mano, esperando recibir la llave de su habitación, que todavía estaba en manos de Eric. El mayor se inclinó un poco hacia adelante tendiendo las llaves.

-¡Oh! Sí,- Asintió mientras aspiraba haciendo una pantomima.-Hueles a pescado y a agua de mar.-Afirmó llevándose la mano a la nariz, como si tratara de protegerse de un terrible hedor.

-¿Qué te hace creer que tu hueles mejor?-Replicó. -¡Juraría que te llenaste los bolsillos con algas y percebes!- Tomó la llave concerniente a una de las habitaciones, dando un empujón juguetón al mayor con una mueca en el rostro. Ambos rieron discretamente en complicidad antes de dirigirse a sus respectivas habitaciones.

-Voy a esperarte para brindar.-Mencionó antes que el otro girara el picaporte para entrar.-No tardes mucho porque si me duermo no seré capaz de despertar hasta mañana. Hyesung asintió mirándolo por sobre su hombro antes de desaparecer tras la puerta.

-¡Por el éxito!-La última gota de alcohol en aquella botella fue vertida en el par de vasos que inmediatamente después de ser chocados, fueron llevados de golpe hasta los labios de los dos hombres recargados de espaldas a la cama mientras permanecían sentados en el suelo.

-Será mejor que vayamos a dormir ahora sin no queremos perder el primer tren de mañana.-Dijo Eric poniéndose de pie, extendiendo su mano para ayudar al menor a hacer lo mismo. Hyesung dio una fugaz mirada antes de corresponder con la derecha al tiempo que con la otra frotaba delicadamente, como en un acto reflejo, sus somnolientos ojos.

El corazón del líder sufrió un vuelco con aquella estampa. Una vez que estuvo de pie, cara a cara frente a él, lo miró detenidamente de una manera en que nunca antes lo había hecho.

-No sabes cuánto extrañé ver estos ojitos y esta sonrisa.- Hizo una caricia con el dorso de su mano sobre la mejilla de suave piel. Las palabras simplemente salieron sin mayores contemplaciones.-Me has hecho mucha falta Pilkyo.-Se inclinó sobre él rozando sus labios en un dulce beso mientras sus manos temblorosas sujetaban la fina quijada suavemente. Su cerebro no tuvo tiempo de procesar lo que el corazón le estaba dictando, tampoco se lo cuestionó. Todo parecía tan genuino, tan puro, tan…tan…tan… ¿Es esto a lo que llaman destino? ¿Es esto a lo que llaman amor? Definitivamente tenía que ser eso. Algo que jamás había sentido antes y que ahora lo estaba consumiendo.

Por su parte el menor no sabía exactamente que pensar. Su cabeza estaba llena de dudas ¿Por qué Eric Moon estaba buscando su calor en ese momento? ¿Por qué había venido a él tan de repente? No quería pensar que se trataba de una distracción. Francamente no se sentía así pero tenía miedo a engañarse.

Estaba en una especie de shock emocional y aun así respondió, al principio automáticamente, a los movimientos del mayor. Se dejó llevar, se dejó inundar por el secreto deseo, reprimido y negado por tantos años.

Podía sentir el nerviosismo del líder, incluso su piel se contrajo un poco al contacto con sus manos, su respiración se cortó cuando sus lenguas se tocaron tímidamente por primera vez.

Entre abrió los ojos para encontrarse con una expresión que nunca antes había visto en ese rostro que creía conocer como la palma de su mano y se sintió especial, y se entregó sin más. Ya nada importaba, ya no había vuelta atrás.

*Fin del flashback*

-No sabes cuánto te odie por besarme, por tocarme de esa forma. No sabes cuánto me odie por no ser capaz de resistirme a tu pasión y en cambio fundirla con la mía. No era mi intención tropezar dos veces con la misma piedra ¿Entiendes? Y tú simplemente me empujabas al vacío, a lo incierto.-Reprochó entre sollozos involuntarios, limpiando pesadamente las lágrimas sobre sus pómulos.- Por eso me alejé, si no podíamos cambiar el pasado podíamos al menos dejarlo atrás, enterrarlo. Sabía cómo hacerlo, sabía cómo manejar mis sentimientos. Pero tú, tú eras el problema.

¿Crees que no me dolía rechazarte? ¿Crees que no me dolía tratarte como te trate? ¿Acaso piensas que no se me partía el corazón cada vez que veía el dolor reflejado en tus pupilas? Un dolor que te cause por no haber sido más cuidadoso, más fuerte, más valiente. Recé cada día porque lo olvidaras, porque te enamoraras de alguien más. Me tranquilizaba cada vez que te veía en compañía de alguna mujer, deseaba que al fin fuera la persona perfecta para ti y que te hiciera muy feliz.- Se llevó la mano temblorosamente a la garganta. De repente le faltaba el aire, le estaba costando respirar. Se había sobre esforzado, física y mentalmente. 

-Tú eres lo único perfecto para mí, lo único que puede hacerme realmente feliz.-Dijo en un tono mesurado casi gentil a comparación con sus intervenciones anteriores.-Trató de acercarse al menor pero este lo esquivó.

-No…me tortures más…Eric.-Hyesung no se veía bien. Su rostro estaba hinchado y sus venas sobre salían marcando su fina, y ahora enrojecida piel. Tambaleante se acercó al sofá en donde minutos antes había dado inicio aquel drama. Se recargó antes de dejarse caer pesadamente.- Yo no podría soportar perderte...-Su vista se nubló. Apenas pudo distinguir al líder aproximándose a él.-Prefiero pensar que nunca me perteneciste…que todo fue un sueño.