Capitulo LXIII
#2 TraicionJessica PDV
Yoona no mintió cuando dijo que me llevarı́a al cementerio. Dios sabe que esperé que lo hiciera, pero me equivoqué. Apareció a primera hora de la tarde envuelta en un bonito gabán negro y con una bolsa entre las manos. No me miró, al menos no de frente, cuando me la entregó. Había tenido la extraña amabilidad de traerme algo de ropa… acorde al entierro.
Minutos más tarde, nos montamos en el coche que esperaba en la entrada del hospital y pusimos rumbo al cementerio. Ignoro el tiempo que tardamos en llegar, siquiera si la radio estaba encendida.
Solo recapacité cuando vi la verja, cuando noté que no podı́a moverme. Le envié a mi cuerpo todo tipo de órdenes, pero ninguna sirvió. Completamente paralizada, miraba por la ventana el paisaje del camposanto asimilando el silencio y la apacibilidad que emitı́a y que contrastaba con mi interior. Cerré los ojos y me esforcé por no llorar delante de Yoona, pero ya me habı́a visto hacerlo. ¿Qué más daba?
Su mano envolvió la mı́a y no sé qué me exasperó más: sı́ que me tocara o que me reconfortara su caricia. No entendía como Yoona estaba logrando aquello.
—¿Quieres que te acompañe? —murmuró buscando mi mirada.
Opté por alejarme de ella y enviarle una ojeada. Puede que tuviera buenas intenciones, pero no estaba dispuesta a descubrirlo.
—Ni se te ocurra acercarte al panteón —mascullé—, ¿me has entendido?
Tragó saliva y asintió lentamente con la cabeza, comprensiva.
—Te esperaré en el coche, entonces —dijo.
Acaricié la maneta antes de abrir la puerta y salir al exterior frı́o, húmedo. Tremendamente, taciturno.
Tiffany PDV
El traslado de la iglesia al cementerio fue horrible, pero el silencio lo fue todavı́a más. Solo se escuchaban gemidos y sollozos, y en algunas ocasiones, cuchicheos trastornados. Nadie entendı́a lo ocurrido, no se explicaban que estuvieran enterrando a Jadyn Park…, y yo no podı́a creer que me estuviera despidiendo de ella… para siempre.
Una fila de coches se detuvo en la entrada del cementerio. Habı́an asistido tantas personas que me parecı́an imposibles de contar. Ninguna de ellas entrarı́a en el panteón; eso solo se le reservaba a la familia más directa, el resto esperarı́an fuera en signo de duelo. Ası́ que decidı́ hacer lo mismo. Puede que la familia me hubiera admitido en su seno y aceptado como una más, pero no me veía con autoridad para entrar en el panteón.
Yo no era una Park.
Me apoyé en un banco y me quedé mirando la fachada de aquel mausoleo. Era enorme, el más grande del lugar, y el más… hermoso. Puede que allı́ yacieran los cuerpos de los componentes de la familia, pero estaba tan cuidado y mimado que casi parecía un hogar de piedra maciza.
Jane apareció, seguida de su marido, Minshik. No se molestó en hablarme cuando me cogió de la mano y tiró de mí hacia el interior de panteón. Nos llevó hasta uno de los rincones y se aferró a mí como si eso fuera l
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