Capitulo LXI
#2 TraicionTiffany PDV
Reconocı́ esa sensación. Ya la habı́a sentido antes. Cuando mataron a mi abuela ante mis ojos. La única diferencia era que, esta vez, disponı́a del tiempo suficiente para saborear cada fracción de dolor con absoluta conciencia.
Tuve un espasmo, y después otro... y otro... Mi sangre dejó de fluir, se paralizó comprimiendo todo a su paso. Sobrepasé la lı́nea del colapso sintiendo como unas pequeñas descargas me recorrían entera y devoraban todos mis sentidos.
Pero…daba igual la desolación que hubiera a mi alrededor, o que el salón estuviera lleno de gente —conocida o desconocida para mı́— llorando, abatida y devastada por la muerte, tan inesperada como brutal, de uno de los suyos.
Daba igual cualquiera de esas cosas,… porque de mis ojos no cayó una lágrima.
No podı́a llorar por Jadyn si mi mente no era capaz de comprender que ya no la volverı́a ver entrar por aquella maldita puerta. No podı́a llorarle si no concebı́a la idea de no volver a abrazarla. Era dolorosamente difı́cil admitirlo, y tampoco querı́a hacerlo; me negaba. ¡Jadyn no podía irse sin más, no podía dejar a Jessica, a su familia! ¡No podía dejarme a mí!
Tal vez, si no lo decía en voz alta, si no lloraba por ella, aparecería tras de mí…
Cerré los ojos y me evaporé con cada uno de mis recuerdos. Mi mente reprodujo la primera vez que la vi, entrando en la limusina que Fabrizio Carusso habı́a dispuesto para su llegada y la de su tı́o Yunho a Londres. Yunho. Ahora Jadyn se había reunido con el.
Un grito de Jade me hizo tragar saliva. Lo que sentı́ con aquel alarido superó el sufrimiento. Estaba tan asolada, tan perdida. Apenas se divisaba su cuerpo entre los brazos de su marido, Hyunki. Pero no era la única persona herida que habı́a en aquel salón. Jane, la abuela de Jadyn, estaba aferrada a su hijo Changmin y a Yunjin. Minshik le dio la espalda al mundo y se encerró en su habitación. Victoria acababa de marcharse después de haber forcejeado con Boa. Estaba fuera de sí cuando cerró de un portazo. Lo extraño es que de Yuri no se sabía nada.
Sabı́a que habı́a más gente, todo el mundo se habı́a congregado en el Edificio Park ante la inesperada noticia, pero ya no tuve fuerzas para mirar a nadie más.
Lo peor de todo fue que la noticia nos la dio… Taeyeon.
Me atrevı́ a mirarla. Estaba a unos metros de mı́, cabizbaja, con el rostro contraı́do por el falso dolor que padecı́a y los ojos enrojecidos. Por suerte, no derramó ni una lágrima, porque si lo hubiera hecho, se las habría hecho tragar.
Traidora.
¡¡Maldita traidora!!
Ella habı́a matado a Jadyn. Le habı́an dado una orden y la habı́a cumplido sin escrúpulos, porque no era más que la sucia perra faldera de Daehyun. Y resultaba mucho más difı́cil asimilar todo aquello porque estaba enamorada de ella.
Levantó la cabeza y se topó con mi mirada acusadora. Un pequeño rastro de duda inundaron sus onyx pupilas, pero no duró demasiado. Enseguida se concentró en mis ojos, sin temor al reproche tan grande que habı́a en ellos. La frivolidad se paseó por su rostro, y eso fue lo que me hizo estallar.
Maldecirla no me traerı́a de vuelta a Jadyn, pero no permitirı́a que continuara fingiendo delante de la familia Park y el resto de asistentes. Lucharía por atormentarle la existencia.
—¿Has disfrutado? —pregunté con saña.
Taeyeon pestañeó con parsimonia y decidió acercarse a mı́ sabiendo tan bien como yo que nadie nos prestaría atención. Lo que no esperé fue que se pusiera tan cerca.
Me odié por vibrar al sentir su aroma. Dios sabe que me reproché hasta la saciedad por seguir amándola.
—No lo hagas, Tiffany —murmuró—. No es el momento.
—No habría momento si no hubieras hecho lo que te ordenaban —gruñí.
—¿Por qué das por hecho que he sido yo?
Hablaba con un matiz de orgullo que casi hizo que me atragantara con la rabia.
—No creo en las casualidades, Taeyeon. Sé que fuiste tú. —Terminé señalándole con un dedo.
El error estuvo en que la toqué, y ella decidió coger mi mano.
—Vayamos a otro sitio —sugirió, tirando de mí.
—Ni se te ocurra tocarme. —Me alejé, topándome con la puerta.
—No te has quejado en otras ocasiones —dijo entrecerrando los ojos, socarronamente.
El calor se expandió por mis brazos. No dudé cuando levanté la mano y le estampé un bofetón. Fue tan duró que hasta ella se sorprendió, girando la cabeza a un lado.
—Hija de puta —volví a mascullar.
De repente, se cuadró de hombros, apretó la mandíbula y se lanzó a mí. Apenas tuve tiempo de reaccionar cuando ya estaba entre sus brazos, escaleras arriba.
—¡Suéltame! —chillé golpeando su espalda.
Ella hizo que mi impotencia fuera aún más desbordante cuando sonrió.
Entró en mi habitación y me soltó con brusquedad antes de girarse y cerrar la puerta. La forma que tuvo de fijarse en mı́, me provocó ganas de matarla. Me miraba como si pensara que en cualquier momento podíamos acabar en la cama.
—Darı́a mi vida por ver cómo te desintegras ante mı́ ahora mismo —dije furiosa—. No sabes lo que deseo que sufras.
—Mientes. —Sonó con reproche, deseando aniquilar mi alma. Y ası́ fue—. Ambas sabemos que me amas demasiado para desear eso.
Odié que llevara razón en lo que a mi amor por ella concernı́a, pero mis ganas de verla morir en aquel momento no eran mentira.
—¿Cómo has podido hacer esto? —Quise saber—. ¡¿Cómo has tenido el valor de matar a Jadyn?! ¡HAS PERMITIDO QUE SE QUEMARA VIVA!
Puso los ojos en blanco, notablemente molesta por el cambió que estaba dando la conversación. Pude ver que ella
Comments