Capitulo LII
#2 TraicionJadyn PDV
—Es curioso el poder de manipulación que tienes, Jadyn. —Aquella voz… La reconocı́ casi
al tiempo en que veı́a su rostro afilado a través de los ojos de Jessica, que se abrieron
atemorizados.
Enseguida me apartó con un suave empellón y echó mano al cinturón de su albornoz para
taparse.
Resoplé y apreté la mandíbula, resignándome a lo que venía a continuación.
—Donghae, yo… —Jessica decidió que no habı́a excusa que valiera. Aunque, de todos modos, Donghae no le permitió explicarse.
—Tranquila, amor —repuso, extrañamente tranquilo, mirándome de reojo—. No seré yo quien
empiece una pelea.
Recordé que la última vez nos enfrentamos en el Instituto y que Jessica terminó en medio de la
trayectoria de nuestras armas cuando nos apuntamos. Me di la vuelta lentamente y le miré
desafiante mientras Jessica comenzaba a manifestar su miedo a un enfrentamiento entre los dos.
—Serı́a la primera vez, Lee—dije ladeando la cabeza y estudiando su rostro y el de los dos tipos que le acompañaban.
Captó mi atención su apariencia tranquila. Algo en él habı́a cambiado, no sabı́a qué, pero lo
notaba. Sus ojos ya no eran tan provocadores y su boca no tenı́a esa curva de altivez que siempre la adornaba. Parecı́a un hombre… ¿benévolo? Algo no funcionaba. ¿Qué pretendı́a demostrar? ¿Qué coño había pasado?
Miré a Jessica. Ella se mantenı́a cabizbaja, con los brazos tiesos, y aferrada a la tela. Curiosamente, no nos quitaba ojo de encima ni a Donghae ni a mı́, pero le prestaba mucha más atención al Lee. Lo que me indicó que ella estaba atravesando la misma confusión que yo con respecto a él.
—Te lo diré pacı́ficamente, compañera… Márchate. —El muy cabrón habrı́a disfrutado si
hubiera sabido lo mucho que me molestaba escucharle hablar de esa manera tan conciliadora.
Me acaricié los labios, saboreando los últimos vestigios de la boca de Jessica, y me llevé las
manos a los bolsillos antes de moverme.
—¿Cómo sonarı́a si tuvieras que volver a repetirlo? —le reté torciendo el gesto y mirándole de
atento. Donghae sonrió y me mostró lo cómodo que se sentía en la situación. Estaba provocándome y yo estaba sucumbiendo, poco a poco.
—¿Acaso quieres decepcionar a tu… primita, ¿Park? —sugirió, con un destello de la misma ironía que siempre empleaba.
Algo que me calentó lo suficiente como para acercarme a él. Vi a Jessica por el rabillo del ojo
sobresaltarse y llevarse una mano a la boca.
—Cuidado, Donghae —murmuré gutural—. No te permito que pises ese terreno.
—Puede que seas tú quien no tiene permiso —espetó, y no le entendı́ como deberı́a. ¿Quizás
hablaba de la decisión de Jessica?—. Vete de aquí y déjala en paz.
—Preferiría que fuera ella quien me lo pidiera.
Se humedeció los labios en un gesto asqueado.
—No te das por vencido, ¿verdad? —Volvió a sonreı́r, con un resoplo—. ¿Ni aun sabiendo que
por ley de sangre no podéis estar juntos?
—Eso ya lo veremos —repuse y me acerqué un poco más a él. Me observó expectante y algo
tenso por mı́ proximidad—. Quédate con lo que voy a decirte, Donghae. Puede que Jessica me
eche de su vida, pero eso no significa que yo haga lo mismo. —Bajé la voz—. Si decide no estar conmigo, no seré yo quien lo impida, pero no pienso consentir que tú seas el sustituto. No eres suficiente para ella.
—¿Tú si lo eres? —preguntó curioso e inquieto al mismo tiempo.
—Pregúntaselo. —Alcé la dejas y la miré a los ojos por primera vez desde que Donghae
intervino—. ¿Lo fui, Jessica? —No debería haber hablado tan suspicaz. Ella no tenía la culpa de nada de lo que estaba ocurriendo allí y ambas sabíamos que aquella pregunta sobraba. Yo ya sabía que lo era todo para Jessica.
Frunció el ceño y clavó su mirada en mı́ dejando que un rubor de furia y confusión se adueñara
de sus mejillas. No le hizo gracia que hablara en pasado.
—¿Lo fuiste? —aseveró en un gruñido que obviaron todos. Excepto yo. Por un segundo, creı́
volver a estar asolas con ella.
—No eres mejor que yo, Jadyn—intervino Donghae ignorando que Jessica y yo continuábamos mirándonos como si no existiera nada más en el mundo—. Ambos sabemos que aún no le has mostrado tu verdadera cara.
—No hagas eso… —negué. Me costó mucho apartar la vista.
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