Capitulo XLIV

#1 Mirame y Dispara
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Jessica PDV

El aeródromo privado de los Park estaba totalmente vallado (casi parecía una cárcel). Había una pequeña torre de control donde aparentemente no había nadie. Pensé que no haría falta ningún controlador aéreo en ese momento porque los pilotos podrían seguir las instrucciones del aeropuerto comercial. Seguramente ya tendrían el permiso para volar.

Jadyn frunció el ceño, extrañada al ver que en el puesto de seguridad no había nadie.

—Qué extraño. Aquí suele haber vigilancia las veinticuatro horas del día.

—Tal vez se haya tomado un descanso —dije con la esperanza de encontrar una explicación.

Suspiró y bajó del coche para abrir la verja ella misma. Entró en la garita de seguridad y pulsó varios botones. La puerta metálica comenzó a moverse y Jadyn volvió a montarse en el coche.

Aceleró y nos adentramos en el aeródromo. Jadyn observaba todo a nuestro alrededor con una atención especial. Me intranquilicé. ¿Qué era lo que tanto le inquietaba? Estaba claro que debía ser algo importante porque ella no solía incomodarse sin motivos.

Observé el jet. La escalera ya estaba lista para que subiéramos y la puerta, abierta de par en par. Solo nos acompañarían Kai y Kris, los pilotos, y Sooyoung, la azafata.

Por un momento me relajé y sonreí para mis adentros; la idea de marcharme a vivir con Jadyn me parecía maravillosa, y, aunque tenía algo de fobia a los aviones, no veía la hora de montarme en ese jet e irme a Madrid. Tenía ganas de conocer la ciudad, ser una persona anónima en España. Me fascinaba la idea de conocer lugares nuevos… Volví a la realidad con la pesadumbre de saber si Krystal estaría bien. No conocía a esa muchacha, pero no quería que sufriera por culpa de su padre.

De soslayo, vi el rostro tenso de Jadyn. Sus facciones no habían cambiado en absoluto. Incluso parecían más inquietas.

Le seguí por las escaleras hasta que extendió su brazo para que yo no pudiera pasar. No lo entendí hasta que me asomé por encima de su hombro. Había un charco de sangre en la entrada del jet y las paredes y la puerta estaban llenas de huellas ensangrentadas.

Me agarré al brazo de Jadyn mientras ella cogía su pistola. Ahora comprendía por qué no había nadie en el puesto de vigilancia. Tal vez lo habían matado y habían escondido su cadáver.

Avanzó un paso terminando de subir el último escalón y me sujetó la mano. Me colocó detrás de ella y me indicó con un gesto que no hiciera ruido. Asentí y apreté los labios para que no se notase que empezaban a temblar.

Entramos en el avión esquivando el pequeño charco de sangre y Jadyn miró hacia ambos lados. La puerta de la cabina estaba entornada, pero no se podía ver el interior. No parecía haber nadie allí; todo estaba en el más completo silencio.

Sí vimos signos de forcejeo en la moqueta, y también algunos arañazos en el filo de la puerta del lavabo. Respiré hondo e intenté dominarme. No podía dejar que el miedo se apoderara de mí, Jadyn me necesitaba fuerte.

Seguí el rastro de la sangre de la entrada con la mirada. Jadyn hizo lo mismo y ambas nos miramos comprendiendo que tras la puerta de la cabina podíamos encontrar una imagen aterradora, al menos para mí.

En el pequeño espacio entre la cabina de mando y la de pasajeros el catering estaba dispuesto para el viaje. Me acerqué a ese hueco y cogí un cuchillo de hoja ancha. Jadyn me observó, pero no puso impedimentos. Se agazapó y tensó los brazos. Observé cada uno de sus movimientos, tarde o temprano debería aprender a hacerlo igual si quería defenderme por mí misma. Aunque llegar al nivel de Jadyn era imposible. Su estilo era tan perfecto y tan cuidado que resultaba difícil pensar que se tratara de una adolescente de dieciocho años.

Empujó la puerta y apuntó hacia el frente. La imagen que esperábamos encontrar apareció ante nosotras y, como imaginaba, Jadyn no se inmutó. Continuó apuntando mientras recorría la cabina con la mirada.

Los dos pilotos del avión estaban muertos y los cristales de la cabina estaban completamente salpicados con su sangre. Uno de ellos estaba tendido en el suelo. Al parecer, había sido arrastrado. Puede que forcejeara e intentara escapar. Tenía dos disparos, uno en la pierna y otro en el pecho.

Me llevé las manos a la boca negando con la cabeza ante la escalofriante escena. Jadyn me cogió del brazo y me señaló que me quedara allí. Iba a inspeccionar el resto del avión. Volví a asentir con la cabeza, nerviosa por quedarme allí con los cadáveres.

Acarició mi mejilla mostrándome una mirada cansada, pero tenaz. Besé la palma de su mano y se marchó sigilosa. Yo decidí no mirar, pero cuando bajé la cabeza me topé con la hoja del cuchillo que había olvidado que empuñaba; en ella se reflejó la cara ensangrentada del piloto. Me giré para mirarle. Vestía de forma informal y llevaba anillo de casado. Ese hombre tenía una esposa y quizá hijos; una familia que alimentar. Es posible que supiera para qué clase de personas trabajaba, pero tal vez no tuviera nada que ver con ese mundo. Puede que solo trabajara para ellos para ganarse un sueldo y llegar a fin de mes de la mejor forma posible.

Sentí un escalofrío y volví a ver un reflejo en la hoja de aquel cuchillo. Unas esbeltas piernas, cubiertas con medias negras, se acercaban sigilosas hacia a mí. Iba descalza para no llamar la atención. Alcé un poco el cuchillo para ver quién era, aunque podía imaginarlo.

Sooyoung iba vestida con el uniforme de azafata y llevaba el cabello recogido en un moño. Su barbilla y sus manos estaban manchadas de sangre. Jadyn debía de haber pasado delante de ella sin descubrirla.

Me di la vuelta y la apunté con el cuchillo, pero ella hizo lo mismo encañonándome con una pistola. Torció el gesto y sonrió mostrando una dentadura perfecta y aterradora.

—Así que tú eres Jessica —musitó muy bajo.

Fruncí los labios.

—Y tú debes de ser la asesina de estos hombres, ¿me equivoco? —Le sostuve la mirada con firmeza.

—Vaya, eres justo como te describió Donghae —dijo Sooyoung con una mueca.

—¿Ah, sí? ¿cómo soy? —Insolente, mordaz y arrogante. En realidad, dijo muchas cosas más, pero prefiero ahorrarme esa otra parte.

—Soy insolente con quien debo serlo. —Levanté el mentón y mostré un tono de voz firme y algo alto.

Jadyn nos tenía que escuchar.

—¿Por ejemplo?

—Contigo.

—Nena, te estoy apuntando con una pistola. Yo no he matado a los pilotos, pero no dudaré un segundo en matarte a ti.

Su amenaza no me hizo decaer

 —¿Por qué participas en esto?

—Bueno, digamos que cada uno tiene sus intereses y mis intereses se resumen en Jadyn. Cuando te conoció, creí que solo sería una aventura más. Pero me equivoqué, y el hecho de que esté haciendo todo esto por ti me molesta mucho. Así que me he tomado la libertad de llamar a tu padre y a Donghae. Espero que no te enfades. No tiene nada que ver contigo, solo quiero quitarte de en m

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