Capitulo XLIII

#1 Mirame y Dispara
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Jessica PDV

Apoyé mi cabeza en su pecho sintiendo cómo su brazo me rodeaba. Besé su piel mientras trazaba círculos con el dedo sobre su vientre. Dejamos que el silencio fluyera para notar solo el contacto de nuestros cuerpos desnudos. Había sido fabuloso sentir a Jadyn de aquella manera; su respiración agitada en mi oído, sus labios besando cada esquina de mi cuerpo, su cuerpo contra el mío… Le deseaba más que a nada y a nadie en el mundo, y supe que necesitaba sentir aquello cada noche de mi vida.

Solo nos acompañaba el sonido apacible del agua de la piscina y la oscuridad de la noche. Suficiente. No quería otra cosa. Me hubiera gustado quedarme allí para siempre, aferrada a su pecho, en contacto con su cálida piel, y dejando que los minutos pasaran sin más. Sin complicaciones. Solo ella y yo.

Jadyn suspiró y percibí que el ritmo de su corazón se aceleraba. Segundos después, asomó su voz de forma débil y tímida.

—Cásate conmigo —musitó incorporando la cabeza para mirarme—. Vayámonos lejos y casémonos. Comencemos de nuevo.

Me quedé paralizada, sin respiración. ¡Me estaba pidiendo que me casara con ella! Aquello era mucho más de lo que me esperaba. Esa misma noche se había hecho oficial mi supuesto compromiso con Donghae. El muy cretino me había preguntado ante todos si quería casarme con él. Pero Jadyn, en cambio, ni siquiera había hecho una pregunta, y eso era lo que más me gustaba de ella.

—Todavía no tengo los dieciocho —me obligué a mencionar, aunque no era realmente lo que quería decir.

Supongo que a Jadyn no le importó, porque sonrió débilmente y se aferró aún más a mí.

—No me importa esperar. Estamos en febrero y tu cumpleaños es en abril. Solo falta 1 mes. Merece la pena la espera si después te conviertes en mi esposa — terminó susurrando insinuantemente, como casi siempre hacía—. ¿Qué me dices?

Ahora ya no parecía tan insegura y yo, al fin, pude controlar mis nervios.

—Quiero casarme en Japón; en una aldea rural, bajo un manto de estrellas y la luz de la luna. Tú me esperarás en un puente forrado de pétalos e iluminado con velas, con el río fluyendo tranquilo bajo nuestros pies. —Cerré los ojos imaginando ese momento. Sería maravilloso—. Quiero llevar un vestido blanco de seda, sencillo, sin nada que empobrezca su pureza, y una corona de pequeñas flores blancas.

—Que se mezclen con tu hermoso cabello —susurró acariciando mi melena dulcemente.

Terminó dándome un beso en la frente.

—Hum… Después me cogerás entre tus brazos y haremos el amor hasta que amanezca.

—Suena perfecto.

—Es perfecto.

—Entonces, así será. —Se inclinó hacia delante para quedar frente a mí. Apoyó un codo en la almohada y me miró con intensidad—. Solo dime cuando.

"¡Ahora!", gritó una voz en mi interior. Pero no podía ser. No podía hacerlo sin necesidad de permiso familiar hasta que cumpliera los dieciocho.

—El mismo día de mi cumpleaños —repuse.

—El 18 de abril.

Sonreí. Yo no le había dicho cuál era mi fecha de nacimiento y sin embargo ella ya la tenía procesada.

—Sí…

Nos quedamos de nuevo en silencio y Jadyn volvió a ponerse un poco nerviosa, tragaba saliva y me observaba indecisa. De repente, sus labios se abrieron.

—Te amo —susurró, colocándose sobre mí.

Su beso y la oscuridad ocultaron mi rubor. Una punzada atravesó mi pecho y me sentí algo mareada. Jamás imaginé que Jadyn pudiera mencionar aquellas palabras, al menos, no hasta que yo las hubiera dicho primero, y sin embargo acababa de pronunciarlas con la mayor sinceridad.

—¿Me… amas? —pregunté algo amedrentada.

—Te amo, te amo, te amo —musitó besándome.

La detuve y empujé su pecho con delicadeza para poder mirarle a los ojos. Quería hacerlo del mismo modo que ella.

La observé con seriedad y cogí aire.

—Te… amo… —sonó entrecortado, y eso fue lo que a Jadyn le emocionó.

Me abrazó con tanta fuerza que pensé que nada sería capaz de separarnos.

—No dejes nunca de hacerlo —susurró entre mi hombro y mi cuello.

—Nunca… —Volví a mirarle y acaricié su rostro observando cómo cerraba los ojos. Me acerqué a sus labios—. Hazme el amor.

Jadyn me cogió de la cintura y me colocó sobre su cuerpo. Aquel débil susurro pronto se convirtió en gemidos.  

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Desperté con los besos de Jadyn sobre mi espalda desnuda. Sonreí y me giré lentamente para encontrarme con sus ojos azules. Me retiró el pelo y me besó con delicadeza. Aún no había amanecido, pero la intensidad del tono plateado que la piscina emanaba había menguado.

—Tenemos que irnos. El jet sale en menos de una hora —susurró.

Me incorporé y vi que ya estaba casi vestida. Llevaba unos vaqueros sin abrochar y una camiseta. Se alejó de la cama y se puso una sudadera blanca. Caminó hacia la puerta y cogió una pequeña maleta marrón. La colocó sobre la c

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