Jadyn PDV 

—La madrugada es la mejor aliada de un secreto —dije con tono misterioso cuando entré en el despacho de mi tío Yunho. Eran más de las tres.

Encontré a Taeyeon sentada frente a Yunho. Me miró con cara divertida e insinuante. Estaba claro que ocultaban algo. Yunho solo confiaba sus secretos a Taeyeon.

—¿Qué te lleva a pensar que se trata de eso? —dijo Taeyeon imitando mi voz.

—Si no es un secreto, entonces es que te han echado de casa. —Cerré la puerta y caminé hacia ellos, vacilante.

—Siempre tan irónica. Taeyeon tomó un sorbo de su bebida.

Jessica se cruzó en mis pensamientos. No había vuelto a verla desde lo sucedido con Nichkhun y mi mente me pedía que fuese en su busca. Pero ahora no podía mezclar las cosas. Debía concentrarme.

—Bien, ¿por qué no te sientas, Jadyn? Tenemos que hablar de cosas serias —dijo Yunho, sirviéndome lo mismo que tomaban ellos. No sabía si la conversación que mantenían antes de que yo llegara era la misma en la que estaba a punto de participar—. Estaba comentando a Taeyeon cómo podemos introducir en Europa una falsificación de La belle ferronière valorada en 130 millones de euros —soltó con descaro, sabiendo que no me escandalizaría.

Su media sonrisa era alarmantemente retadora. Al más puro estilo Park. Apoyé mi tobillo en la rodilla y mordí mi nudillo antes de responder.

—El cuadro no importa. Lo que interesa es el contenido y el contenido no se detecta. ¿No es así? —dije. Yunho dio varias palmadas, orgulloso de mi suspicacia.

Me habían hecho una prueba y la había pasado con sobresaliente. Taeyeon sonrió y vertió más vodka en su vaso.

—A menos que pase un examen radiactivo muy exhaustivo —añadió Taeyeon, arqueando las cejas. 

—Algo que no va a ocurrir —susurré, antes de pasar mi lengua por el filo del vaso. 

—Eres muy lista —dijo mí tío, presuntuoso.

Para Yunho y para mi padre, yo era la perfecta mafiosa. Una estratega por excelencia. Aunque esas cualidades venían de familia. Por mis venas corría tanto la sangre de los Park como la de los Kwon, sin duda los reyes de la quimera. Con una mirada podían someter a cualquiera, por muy terco que fuera. Y ese poder yo sabía explotarlo en toda su plenitud. Estrategia y dominio. Maestría y persuasión. La perfecta mezcla para el perfecto mafioso.

—He tenido buenos maestros. —Dejé el vaso sobre la mesa y rescaté la última gota de vodka de mis labios—. ¿De dónde procede? —pregunté, sin poder evitar imaginar los labios de Jessica rozando mi cuello.

Pestañeé.

—Roma —contestó Taeyeon, que me observaba extrañada.

Seguro que sabía en quién estaba pensando.

—¿Cuándo? —volví a p