Capitulo XXVI

#1 Mirame y Dispara
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Jadyn PDV

 Me dirigí hacia la salida conteniéndome para no destruir cualquier cosa que encontrara en mi camino. Sentía una presión tan fuerte en el pecho que pensé que no iba a soportarlo. Quería gritar que la odiaba, que no soportaba tenerla cerca, que el mayor error de mi vida había sido cruzarme en su camino. Pero no podía.

“Maldita la hora en la que me enamoré de ti, Jessica. Ojalá pudiera odiarte.” 

Se alejaba de mí y no podía hacer nada para impedirlo.

 Alguien tiró de mi brazo y me estampó contra la pared antes de que pudiera salir. Era Taeyeon. Intenté esquivarle llena de ira, pero volvió a arrastrarme hacia un pasillo para que no nos viera nadie. Le noté que lo sabía, pero Taeyeon solo estaba sorprendida, mientras que yo estaba destrozada. Jessica estaba prometida.

 —¡Estate quieta y escúchame! —me ordenó, empujándome.

 Me encaré con ella.

 —¡Lo sabías! —le recriminé con una rabia desaforada. Taeyeon cerró los ojos unos segundos y bufó negando con la cabeza—. ¡Lo sabías todo y no me dijiste nada! ¡Dejaste que me enamorara de ella! —grité.

 —Lo he sabido solo unos minutos antes que tú. No he tenido tiempo de advertirte, Jadyn. —Su tono de voz se calmó, me soltó y me dio unos golpecitos en los hombros mientras observaba cómo me venía abajo por primera vez en la vida.

 Compartió conmigo cada partícula de dolor. Me apoyé en su hombro antes de que me abrazara.

—Si hubiese sabido que dolía tanto…

—La habrías amado igual —me interrumpió mientras apoyaba su barbilla en mi cabeza.

—Se casa, Taeyeon. —Mi voz sonó quejumbrosa, estaba a punto de llorar—. Se casa con ese bastardo y nadie piensa remediarlo. —Me alejé de ella—. Por eso la trajeron de vuelta de Viena —terminé susurrando.

—Sabes a qué mundo pertenecemos. Estaba claro que si Jessica volvía era porque había algo más detrás de esa decisión. No deberías sorprenderte. —Intentó explicarlo con tranquilidad, pero ella también parecía cabreada.

—Ella no forma parte de esto —me quejé.

 —¡Es la hija de Daehyun, sí forma parte de esto! Son negocios, Jadyn. Como todo en nuestras familias.

 —¡Jessica no es un negocio! Solo tiene diecisiete años, ¡joder! —Quise salir de allí, pero Taeyeon volvió a evitarlo.

 —¿Crees que a mí no me importa? —pregunto, frunciendo el ceño—. La quiero como si fuera mi hermana pequeña. ¿Crees que no me duele que se case con el? Por favor, Jadyn. Ni siquiera tu amor evitará esa boda.

 Le miré apretando la mandíbula y sintiendo cómo mi espalda se balanceaba débilmente intentando controlar mi cuerpo.

 “Si le mato, no tendrá que casarse”, fue lo primero que me vino a la mente.

—¿Cuándo? —pregunté, temiendo la respuesta.

 —En cuanto cumpla los dieciocho —repuso cabizbaja.

 —No. No lo permitiré. Me la llevaré de aquí antes de que llegue ese día, Taeyeon. 

—Jessica no te pertenece, Jadyn. No puedes hacer nada y lo sabes.

 Negué con la cabeza mientras me apartaba un poco para buscarla entre la gente. No la encontré.

 ¿Qué pensaría ella de todo aquello? ¿Me necesitaría? 

—No permitiré que se case con Donghae. Ella no, Taeyeon.

—No puedes evitarlo, Jadyn. Ya hay un negocio cerrado entre Daehyun y Dongsun. No sé de qué se trata, pero te prometo que lo averiguaré. De verdad.

—Así que los Jung también nos ocultan cosas, ¿no? —Torcí el gesto buscando la mirada de mi gran hermana postiza. Ella sabía a qué me refería. Después de todo, Yunho no era el único traidor—. Pues a la mierda los negocios, Taeyeon. No pienso ser testigo de eso. —Me di la vuelta y coloqué los brazos en jarras retirando la chaqueta.

—Jadyn… —Volvió a tocarme el hombro. Sabía lo que me iba a decir.

—No me lo pidas. No me pidas que me comporte como una Park porque ahora no pienso hacerlo. No puedo hacerlo si ella es la moneda de cambio.

—Decías que el amor era de débiles. Ahora es cuando tienes que demostrarlo. —Taeyeon sabía cómo dispararme al centro del pecho. Era cierto, una vez lo dije y ahora me lamentaba. 

—Lo mataré si la toca —continué, señalando con el dedo índice—. Sabes que soy capaz de hacerlo. 

—Lo sé, pero iniciarías una guerra —añadió, previniéndose.

—Pues seré la primera en pelearla.

Ahora sí dejó que me marchara.

—Estás enamorada de ella… —confirmó, aunque ya lo había escuchado de mis labios antes.

—Y me culpo por ello todas las noches. Intenté evitarlo, y no lo conseguí. No pienso volver a intentarlo. Me… me gusta amarla.

—¿Sabes lo que eso significa?

Si se descubría, sería difícil de solucionar. La solución implicaba muerte y la muerte, pérdida. No me importaba morir si había luchado por ella.

 —Sí… y asumo hasta la última de las consecuencias.

 Jessica apareció por el pasillo, agitada. El dolor volvió a punzar mi pecho al mirarla. Se detuvo en seco en cuanto me vio. Me observó suplicante. En ese momento supe que ella también me amaba, pero no podía ir en su busca y decirle que yo sentía lo mismo. Debía irme.

—Hasta que llegue ese día, evita que te descubran, por favor —me dijo Taeyeon observando nuestras miradas.

 Salí por la puerta después de ver cómo las lágrimas empezaban a deslizarse por el rostro de Jessica.

 

Jessica PDV

 Me abalancé hacia la salida en su busca, pero Donghae tiró de mi brazo con furia. Me estampé contra su pecho y empecé a forcejear con él. Fue inútil. Jadyn se iba.

 —¿Dónde demonios te crees que vas? —preguntó, agresivo. 

Por un momento me dio miedo, pero me lo tragué y le planté cara. Necesitaba salir de allí cuanto antes.

—Quiero perderte de vista. Has caído muy bajo mintiendo delante de tu familia —mascullé.

 —¿Qué te hace pensar que he mentido? Que tú no supieras nada no significa que sea mentira —susurró en mi mejilla—. Ya está todo listo para que seas mi esposa. Cuando cumplas los dieciocho.

 Me removí hasta que pude retirarme. Donghae hizo una mueca con socarronería.

 —¡Y una mierda! —Mi tono de voz debió de recordarle a alguien: Jadyn—. No me casaré contigo porque no te quiero. No eres suficiente para mí.

 Levantó su mano para pegarme, pero cuando quiso hacerlo, Yunho lo detuvo. Lo empujó contra la pared y colocó su mano en la garganta de Donghae.

 Taeyeon me cogió del brazo y me protegió.

 —Si vuelvo a verte amenazándola o me entero de que le pones una mano encima, descubrirás lo que significa el dolor —masculló Park Yunho antes de soltarle—. ¡Largo!

 Donghae se colocó bien el traje y me observó con una sonrisa tensa en los labios. ¿Cómo podía sonreír si se había acobardado ante Yunho? Qué mezquino era.

 Yunho observó cómo se iba y luego me miró a mí. No hizo nada más, solo asentir levemente mirando a Taeyeon y respirar hondo antes de marcharse con su paso siempre elegante.

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