Llevaba entre mis manos el libro escrito a mano que relataba la vida de un príncipe imaginario derrota dragones, siguiendo la recomendación de Tae que debía leerlo, me había dado el tiempo y el placer, debo admitir, de avanzarlo alrededor de cuarenta y cinco páginas hasta esta noche; pocas páginas mostraban pequeños y antiguos dibujos trazados con un carboncillo lo suficientemente dañado como para notar el tiempo de estos. Me había encaminado hacia mi casa, luego de quedarme a tomar té junto a Tae y su mamá, le había avisado a mi madre de eso así que problemas por volver un tiempo después de lo debido no era factible; lo que realmente me incomoda es que a pesar de estar toda la tarde leyendo el libro que me daban tantas ganas de leer mientras caminaba de regreso a mi hogar, pero no podía asegurarme de poner atención al mundo y quizás chocaría con una pared, un poste o hasta un auto podría atropellarme así que con mucho esfuerzo me aguanté hasta llegar a casa para seguir leyéndolo, me había pasado toda la tarde con un dolor de ojos impresionantes, al ir y llevar mi mirada allá y acá observando detenidamente a Tae  mientras estudiaba.

Recostada en el hermoso sofá color calipso de su living, me retorcía la mente por esas ganas de querer besuquearle hasta el alma o dejarla estudiar tranquilamente, tampoco podía controlar mis ojos que tan persistentes se posaban sobre ella, sobre su pecho observando con hipnotismo como su respiración hacía que este se inflara y desinflara de forma tan y, la forma que se mordía el labio, y hasta como agarraba el portaminas con jugueteo entre sus dedos, ¿Por qué simplemente tiene que parecerme tan perfecta?

Me regalé una intensa ducha luego de llegar a mi casa, mientras me enjabonaba el cuerpo sentía en cada rincón los recuerdos de aquellos besos, amo cuando me besa con esa delicadeza y seguridad al mismo tiempo, debo admitir que Taeyeon, la chica de los comics me trae enloquecida. Tenía un rencor molesto entre mis dedos, mis labios y mi entrepiernas. Si hace tan sólo como dos horas que no la veía, y más obsesionadamente que antes, deseaba volver a mirarla.

Me sentía en un debate entre estar y no estar ahí, por primera vez sentí que no debía molestarla, aunque claro para ella estar conmigo jamás sería una molestia, aun así mi conciencia me daba una dudosa aprobación de buena samaritana, como si estuviese arrepentida de no haberla abrazado con mis piernas sobre el sofá y haberla devorado con mis labios, estos que ahora se sienten fríos y sin su sabor.

Di un fuerte suspiro molesto antes de echarme sobre la cama con pesadumbre, busqué con dificultad el control remoto del televisor que tengo en mi cuarto, que muy pocas veces uso.

Y bueno, ahora apretando el botón de encendido me pregunto a mí misma, tironeándome la camiseta sin mangas y la pantaleta al mismo tiempo, cómo es posible que mi madre odiando tanto ver televisión con prolongación, se le haya ocurrido poner señal satelital y tener cientos de canales para regodearse mirándolos.

Ya tengo abierta la página 52 del libro verde que está como si pesara una tonelada acostado al lado de mi cintura, me he acostumbrado tanto a leer con molestos sonidos alrededor de mí, como en el colegio o mis hermanos que ahora tengo ganas de ser molestada con la televisión para leer.

-Te extraño tanto… -suspiro a mis adentros, recostando mi cama en la almohada como si los segundos fuesen eternos.

¡Estúpida programación! Cien canales y aun así ya están repetidos o aburridos o repetidos y además aburridos, de seguro encontraré algo entretenido que no quiera ver para poder seguir leyendo este maldito libro, ¡Taeyeon es la culpable! Mi cuerpo se siente incómodo.

-¿Qué vamos a ver?

-¡¡Ahhh!! –miro a mi costado ¡¿desde cuándo mi hermano Leo está en mi habitación?! -¡¡¿Cómo entraste?!!

-Por la puerta –me responde girando su cabecita a mí ¿qué hace sentado al lado de mi cama?

-¡Leonardo! ¿Qué haces aquí? –le tiro mi almohada- me asustaste.

-Veo el canal bloqueado –está serio mirando la pantalla y ciertamente está el canal bloqueado.

¡De verdad este es raro! Suspiré pesadamente oh ya qué.

-Hermana –dice.

-¿Qué? –le respondo indiferente, no puedo sacarme a Tae de la mente.

-Uno, nueve, dos, ocho –me sonríe ¿Qué?

La puerta de mi habitación fue interceptada por dos golpeteos haciendo que Leo se asustara.

-Fanny –escucho a mi mamá por detrás de la puerta- ¿Leo está contigo?

-Ahh…-titubeo, mirando como Leo me suplica con la mirada- ¿Sí, por?

-¡Lo acosté hace unos minutos! –se enoja.

-Ahh –vuelvo a mirar a mi hermano que se levanta con temor,  su pijama de naves espaciales que le queda un poquito grande le impide hacerlo con agilidad- ¡Sí! –Exclamo- es que yo lo llamé para que viera algo en la televisión –miento, ¡argh! odio mentir.

-Bien –responde con pesadumbre.

Abrí la puerta y el pequeño invasor de mi intimidad fue llevado a su habitación ¿En qué momento entro? Por suerte no empecé a quejarme en voz alta declarando algo de poca dignidad.

¡¡¡¿Por qué sigo sintiéndome tan incómoda?!!! Ahora entiendo porque Tae se jala el pelo cuando se frustra, ¡Ya! Ya necesito relajarme.

Me levanté de la cama, miré en un vistazo lento y ítico el alrededor, verificando que no hubiese nada que me molestara en mi propio cuarto. Me acerqué a la ventana mirando las feas nubes en el cielo ¿otra vez va a llover? ¡Pero si hace tanto calor! Bien, para empezar el clima no me agrada, pero ya qué. Abrí la ventana para que entrara lo poco de brisa que hay en el ambiente, ordené los cuadernos que estaban desparramados sobre mi escritorio del costado y cerré la puerta que había quedado entreabierta cuando mi hermano salió… y yo sigo preguntándome ¡¿Cuándo entro?! Me abaniqué un poco con las manos, de verdad me molesta el calor. Me recosté sobre la cama, moviendo rápida e inquietamente la almohada para volver a acomodarla, pusé la primera programación que apareció en el menú y me dediqué a leer.

Siento que cada dos líneas me vuelve a picar una pierna, me pica la nariz, me molesta el cabello en la frente o simplemente todo.

-¡Argh! –grito lanzando el libro a lo lejos, haciendo que se azote en la pared- haa… Me siento sola… -susurro, sintiendo en mi respiración la ausencia del aroma de Tae.

Cerré mis ojos con fuerza, me siento molesta, iracunda, tonta y ¡argh!

-Ya, ya disculpa –le digo al libro que sin ninguna razón fue violentado.

Me levanté con pesadumbre