-¿y bien?

-y bien ¿qué? –Tae se voltea, dejando de leer aquel cuaderno prestándome su atención después de tanto rato.

Ya habíamos pasado por ese estado de transición ual de ayer, dónde seguía sintiendo en mis dedos el calor de sus fluidos, el sabor de su piel en mi boca y esas ganas de seguir abrazándola por todo mi cuerpo, ya me decía yo que Taeyeon tiene esa forma tan encantadora de ser que mi mente se retuerce pensado si lo hace adrede o realmente le nace ganarle a mi enojo con tan sólo una sonrisa dulce e infantil de sus labios.

Tuve que posarme de pie apoyada a la pared lateral de mi casa ayer, por al menos unos quince minutos para esperar que mis mejillas dejaran la hemoglobina exagerada, mi cuerpo dejara de tiritar, mi mente de querer volver a ver a Taeyeon ¿y por qué no decirlo? La excitación me abandonara un poco. Tuve que evitar esa sonrisa de cuando te pasan cosas buenas, no es que yo alguna vez haya hablado con mi madre más allá de lo necesario respecto a tener relaciones uales, ya creía yo que siquiera hablando del tema me ganaría un buen traje –porque no sería tan sólo cinturón- de castidad que impidiera siquiera pensar en tener o, entonces como este tema de tener novia, que hasta el momento no veo que mi madre lo tome como tan normal, hace pensar de primer plano, es más fácil tener o, o al menos eso pienso yo que ella piensa.

Y dicho, o bueno, retorciéndome estos pensamientos por la cabeza me quedé un buen tiempo anoche esperando entrar a mi casa sin una sonrisa boba que delatara mi felicidad subnormal.

Creo que si hubiese entrado apenas llegué a mi casa, lo que hubiera pasado es esto, de disimulado:

Mamá: ¿Por qué estás tan feliz?

Fanny: ¡Tuve un par de rondas uales con Taeyeon y fue fantástico!

Ya me imagino a mí dentro de un convento con una monja azotándome la espalda, exagerado, viniendo de mi madre ¡Mi madre! No lo creo.

De todas formas no podía dormir nada en lo absoluto, me abrazaba con fuerza a la almohada tratando de tranquilizarme pero no podía, aunque me lavé las manos tantas veces como pude era imposible que no siquiera sintiendo el aroma de Taeyeon en mis dedos, y eso era lo que me hacía tocarme y no poder pegar los ojos más que para imaginar a Tae aún entre mis manos.

Y bueno, ahora estoy en el living de la casa de Taeyeon, viendo la televisión mientras Tae está sumisa en su cuaderno, estudiando para un examen de mañana, la estoy mirando, observando, recorriendo y psicopateando hace ya como ¿una hora? Pero no puedo evitar mirarle el labio, ver que ayer estaba más roto que cuando terminó la agradable reunión de amigas entre Taeyeon, Juniel y yo, y también me pregunto ¡¿dónde carajos está esa chica?! La verdad no quería molestar a Tae mientras estudia tan concentrada, pero ya digo yo, si me contengo mucho rato después mi sinceridad se mezcla con el enojo y terminaré diciendo algo cruel e hiriente.

-¿Qué te pasó? –le pregunto enojada, bueno sé que ella no podía intuir con tan sólo un ¿y bien? Lo que yo quería decirle, pero Taeyeon no dice nada si yo no le pregunto ¿Acaso cree que lo dejaré pasar?

-¿Respecto a qué? –me mira sorprendida, manteniendo alzado el portaminas rosa que se enredaba entre sus dedos, de verdad tengo ganas de agarrar un cojín y plantárselo en la cara, pero Fanny, sé más específica para tus preguntas.

-¡Tu labio! –le grito ¡mierda te dije que te controlaras!

-Ah esto –dice posando su índice en la herida- Me puse a pelear –me mira seria.

-¿Con quién? ¿Por qué? ¿Dónde? ¿y Cuándo? – ese cuándo quizás estuvo demás, pero quien sabe si fue esa tarde o no, de todas maneras creo que lo primero que viene a mi mente es, Juniel, por todo lo que pasó, fuera del Comikstore, antes de ayer.

-Con Juniel –Un punto para mí- porque estuve conversando con ella –frunce el ceño- luego que fuera a molestarme al Comikstore, ahora además de arruinarnos la fiesta de Sunny me va a molestar a mi trabajo –evita mirarme enojada ¡Es tan linda!- así que bueno, la conversación terminó en pelea fuera del Comikstore luego que terminara mi turno –otro punto para mí- cuando te fuiste –me mira- quería abrazarte y poder estar contigo, pero no podía dejar la tienda sola –bien fue esa tarde, uhm ¿tres puntos para mí?- Juniel se puso hablar cosas estúpidas, cuando noté que te estaba sacando a ti en el tema –me mira enojada- me sentí mal y empecé a decirle todas las cosas horribles que me hizo sentir y estaba furiosa, entonces nos pusimos a pelear, pero por primera vez creo que salió peor ella –me sonríe.

-¿Ah, sí? -¡¿Por qué ahora estamos como callejeras peleando?!

-Sí, bueno creo que más nos empujamos –me mira dudando.

-¿Estás bien? –le pregunto apoyándome en las rodillas, por cierto, amo el sofá de la casa de Taeyeon.

-Sí –me sonríe- creo que como me golpeó aquí otra vez mi herida se hizo peor –te toca- pero estoy bien, además que mi mamá no me regaño tanto.

-Pero, no me refiero a bien físicamente –debo admitir que cuando Sunny me contó eso me preocupé bastante, no he tenido una situación así, pero creo que jugar con los sentimientos de una persona es algo que te marca.

-Ah bueno –dice pensativa- Juniel y yo éramos buenas amigas, antes que se mudara de Progissea ya había estado actuando un poco raro, un día decía que yo le gustaba, pero nunca supe si era gustar de romanticismo –se extraña- y otros días simplemente no me prestaba mucha atención, a excepción cuando íbamos al Skate park se comportaba más normal –suspira- ¡Lo bueno es! –me sonríe- que no volverá a molestarnos, porque me contaba que sólo estaba de paso el fin de semana porque vino a ver a sus tíos, y más encima ya le dije todo lo que nunca le dije.

¡Ohh sí! Una imbécil menos.

-Ah que bien –digo neutra.

La miro sonriente, me gusta esta chica, aquella que parece tan fría y difícil de conquistar por fuera, que tiene una personalidad cálida, sensible y bastante insegura cuando se trata de sí misma, me sorprende que ame tanto a los superhéroes, pero si lo analizo debe ser algo que le da fortaleza.

-Recuerdas –me dice- ¿Qué le pedí a Sunny que me comprara entradas para la próxima convención? –se sonroja.

-Sí, si me acuerdo -¡¡Awww!! La recuerdo tan bien ese día.

-¿Vas acompañarme verdad? –me dice emocionada ¡Obvio! ¡Qué! ¡Sí!

-Uhm… no sé –la miro de reojo.

-¡¡Por favor!! –me hace un puchero.

-¿De qué vas a disfrazarte? –no puedo evitar preguntarle con ansiedad, ¡De seguro se verá hermosa!

-Disfrazarnos –responde alzando un índice ¿Qué?

-Jajajaja –me río- no, no yo no hago eso.

-No, de verdad –me mira sería y mi risa se apaga.

-¡¿Qué?! No, yo no voy hacer eso -¡¿Qué acaso está mal de la cabeza?!

-¡Oh vamos! –Se enoja- estás bendita con la hermosa pigmentación de un color