capitulo 2

Taeny

Jessica se sentó a mi lado en el avión, jugueteando con mi iPhone. —No entiendo cómo puedes tener tan mal gusto en la música. Hemos sido amigas por años. ¿No te he enseñado nada?

 

 

—A no tomar tequila.

 

 

Ella rodó los ojos.

 

 

Por encima de nuestras cabezas, la señal del cinturón de seguridad se prendió. Una voz educada nos aconsejó que pusiéramos nuestros asientos en posición derecha, ya que aterrizaríamos en unos minutos. Me tragué los sedimentos de mi horrible café de avión con una mueca.

 

 

El hecho era que ninguna cantidad de cafeína me iba a ayudar ese día. La cantidad ni siquiera importaba.

 

 

—Hablo muy en serio —dije—. Nunca más voy a poner pie en Nevada, tampoco. Por el resto de mi vida.

 

 

—Ahora estás exagerando.

 

 

—Ni siquiera un poco, señorita.

 

 

Jessica había vuelto a tropezones al hotel unas dos horas antes de que saliera nuestro vuelo. Yo había pasado el rato volviendo a armar mi pequeña valija una y otra vez, intentando devolver mi vida a algún tipo de apariencia ordenada. Era bueno ver a jessica sonreír, aunque llegar al aeropuerto a tiempo había sido como una carrera. Aparentemente, se mantendría en contacto con la linda camarera que había conocido.

 

 

Jessica siempre había sido genial con las chicas, mientras que yo me llevaba mejor con la variedad estándar de chicas tranquilas. Mi plan de acostarme con alguien en Las Vegas había sido un deliberado intento de salir de aquella rutina.

 

 

Una idea no tan buena.

 

 

Jessica estaba estudiando economía y era preciosa, por dentro y por fuera. Yo era más del tipo poco manejable. Era por eso que me había acostumbrado a caminar siempre que pudiera en Lima, Ohio, y a intentar no probar el contenido de la vitrina de tartas en la cafetería en la que trabajaba. Me mantenía adecuada, bien de cintura. Aunque mi mamá siempre consideraba conveniente sermonearme sobre el tema porque, Dios, qué sacrilegio, le ponía azúcar al café. Mis muslos sin lugar a dudas iban a explotar, o algo.

 

 

Jessica tenía tres hermanos mayores y sabía qué decirle a los hombres. Nada la intimidaba. La chica rebosaba encanto. Yo tenía un hermano más grande, pero ya no hablábamos fuera de las vacaciones familiares. No desde que él se había ido de casa hacía cuatro años, dejando sólo una nota. “siwon” tenía temperamento, y un don para meterse en problemas. Había sido el chico malo en la secundaria, siempre metiéndose en peleas y salteando clases. Aunque culpar a mi inexistente relación con mi hermano por mi falta de éxito en alguna relación estaba mal.

 

 

Podía admitir mis defectos para relacionarme con seriedad con alguien a quien amara. Mayormente.

 

 

—Escucha esto. —jessica conectó mis auriculares con su celular y el chillido de guitarras eléctricas explotó dentro de mi cráneo. El dolor era exquisito. Mi dolor de cabeza volvió a rugir, repentina y horriblemente con vida. Nada quedaba de mi cerebro más que una sangrienta masa colorada. Estaba segura de ello.

 

 

Me arranqué los auriculares. —No. Por favor.

 

 

—Pero eso es Stage Dive.

 

 

—Y son adorables. Pero, ya sabes, en otro momento, tal vez.

 

 

—A veces me preocupo por ti. Sólo quiero que lo sepas.

 

 

—No hay nada de malo en la música country que suena bajito.

 

 

Jessica resopló y tiró hacia atrás su oscuro cabello. —No hay nada de bueno en la música country sonando a cualquier volumen. Así que, ¿qué hiciste anoche? ¿Además de pasar importante tiempo jadeando?

 

 

—En realidad, eso lo resume todo. —Cuanto menos dijera, mejor. ¿Cómo podría explicarlo? Aún así, la culpa se deslizó a través de mí y me retorcí en mi asiento. El tatuaje latió en protesta.

 

 

No le había contado a jessica sobre mi grandioso plan de tener buen o. Ella habría querido ayudar. Honestamente, en el o no deberías recibir ayuda. Además de la que se requiere de la compañera ual en cuestión, por supuesto. La ayuda de jessica habría incluido ponerme delante de cada chica caliente en la habitación con promesas sobre mi disponibilidad para abrir las piernas inmediatamente.

 

 

Amaba a jessica y su lealtad era incuestionable, pero no tenía una sola pizca de sutileza en su cuerpo. En quinto grado, le había dado un puñetazo en la nariz a una chica por burlarse de mí, y habíamos sido amigas desde entonces. Con jessica siempre sabías exactamente dónde estabas. Algo que yo apreciaba la mayor parte del tiempo, sólo que no cuando se necesitaba discreción.

 

 

Felizmente, mi dolorido estómago sobrevivió el movido aterrizaje. Tan pronto como los neumáticos tocaron el pavimento, dejé escapar un suspiro de alivio. Estaba de vuelta en mi hogar. Hermoso , adorable los ángeles, nunca más me volvería a alejar. Con montañas a la distancia y árboles en la ciudad, era un deleite único. Limitarme a una ciudad por el resto de mi vida podría en realidad ser una exageración.

 

 

Pero era genial estar en casa. Tenía una muy importante pasantía, que comenzaba la siguiente semana, y que mi padre me consiguió manejando los hilos. También había que comenzar a planear las clases del próximo semestre.

 

 

Todo estaría bien. Había aprendido mi lección. Normalmente, no superaba los tres tragos. Tres bebidas estaban bien. Tres me ponían feliz sin meterme de cabeza en desastres. Nunca jamás volvería a cruzar la línea. Volvía a ser la buena y vieja yo, organizada y algo aburrida. Las aventuras no eran geniales y ya había terminado con ellas.

 

 

Nos levantamos y sacamos nuestros bolsos de los compartimentos superiores. Todos empujaban hacia delante, apurados por desembarcar. Las azafatas nos dirigieron sonrisas practicadas mientras pasábamos por el pasillo y nos metíamos en el túnel conector. Después vino seguridad y luego salimos a la zona de retiro de equipaje. Afortunadamente, sólo llevábamos bolsos de manos, así que no nos atrasamos allí. No podía esperar a llegar a casa.

 

 

Oí gritos adelante. Luces que parpadeaban. Debía haber alguien famoso en el avión. La gente delante de nosotras se dio la vuelta y miró hacia atrás. Yo hice lo mismo, pero no vi caras familiares.

 

 

— ¿Qué está pasando? —preguntó jessica, observando a través de la multitud.

 

 

—No tengo idea —dije, parándome de puntillas, emocionándome por la gran conmoción.

 

 

Entonces lo oí, mi nombre resonando una y otra vez. La boca de jessica se frunció en sorpresa. La mía cayó abierta.

 

 

— ¿Cuándo nacerá el bebé?

 

 

—taeyeon, ¿tiffany está contigo?

 

 

— ¿Habrá otra boda?

 

 

— ¿tiffany va a venir a conocer a tus padres?

 

 

—taeyeon, ¿es el fin de Stage Dive?

 

 

— ¿Es verdad que se hicieron tatuajes con sus nombres?

 

 

— ¿Por cuánto tiempo se han estado viendo tú y tiffany?

 

 

— ¿Qué dices de las acusaciones de que has separado a la banda?

 

 

Mi nombre y el suyo, una y otra vez, mezclados en un bombardeo de preguntas interminables. Lo cual terminó siendo un caos. Una pared de ruidos que apenas podía comprender. Me quedé helada, boquiabierta por la incredulidad mientras los flashes me cegaban y la gente empujaba. Mi corazón martilleaba.

 

 

Jamás había sido muy buena con las multitudes, y no había escape visible.

 

 

Jessica reaccionó primero.

 

 

Me puso sus gafas de sol en la cara y luego agarró mi mano. Con un generoso uso de sus codos, me arrastró a través de la multitud. El mundo se volvió un borrón, gracias a los cristales de sus anteojos. Tuve suerte de no caerme de espaldas. Corrimos a través del atestado aeropuerto y salimos hacia un taxi esperando, saltándonos la fila. La gente comenzó a gritar. Los ignoramos.

 

 

Los paparazzi estaban muy cerca detrás de nosotras.

 

 

Los jodidos paparazzi. Se habría sentido surrealista si no hubiera sido tan frenético y en mi rostro.

 

 

Jessica me metió en el asiento trasero del taxi. Me lancé dentro y luego me agaché, haciendo mi mejor esfuerzo para esconderme. Deseando poder desaparecer por completo.

 

 

— ¡Vamos! ¡Apúrese! —le gritó ella al conductor.

 

 

Él le tomó la palabra. El auto salió disparado del lugar, haciendo que nos deslizáramos a través de los asientos de vinilo. Mi frente chocó contra el asiento del pasajero (afortunadamente acolchado). Jessica pasó el cinturón de seguridad por encima de mí y lo apretó en su lugar. Mis manos parecían no estar trabajando. Todo saltaba y se agitaba.

 

 

—Háblame —dijo ella.

 

 

—Ah... —No salieron palabras. Me puse las gafas en la cabeza y miré a la nada. Me dolían las costillas y el corazón me latía con mucha fuerza.

 

 

— ¿tae? —Con una pequeña sonrisa, jessica me dio una palmada en la rodilla—. ¿De casualidad te casaste mientras estuvimos en Vegas?

 

 

—Yo... sí. Sí, eh, lo hice. Creo.

 

 

—Guau.

 

 

Y luego simplemente, todo salió de mi boca. —Dios, jessica. La jodí tanto, y apenas recuerdo algo de lo que pasó. Simplemente me desperté y ella estaba allí y luego estaba tan enojada conmigo y ni siquiera la culpo. No sabía cómo decírtelo. Sólo iba a fingir que jamás había pasado.

 

 

—No creo que eso vaya a funcionar ahora.

 

 

—No.

 

 

—De acuerdo. No es la gran cosa. Así que estás casada. —jessica asintió, con su rostro extrañamente calmado. Sin enojo, sin culpa. Mientras tanto, yo me sentía terrible por no habérselo contado. Compartíamos todo.

 

 

—Lo siento —dije—. Debería habértelo dicho.

 

 

—Sí, deberías haberlo hecho. Pero no importa. —Se estiró la falda como si nos estuviéramos sentando para tomar el té—. Entonces, ¿con quién te casaste?

 

 

—t-tiffany. Su nombre es tiffany.

 

 

— ¿tiffany Hwang, de casualidad?

 

 

El nombre sonaba familiar. — ¿Tal vez?

 

 

— ¿A dónde vamos? —preguntó el conductor, jamás sacando los ojos del tráfico. Pasaba a través de los autos a una velocidad sobrenatural. De haber podido sentir algo, puede que hubiera sido miedo y más náuseas. Y terror ciego, tal vez. Pero no sentía nada.

 

 

— ¿tae? —Jessica se giró en su asiento, chequeando los autos detrás de nosotros—. No los hemos perdido. ¿A dónde quieres ir?

 

 

—A casa —dije, el primer lugar seguro que se me ocurrió—. La casa de mis padres, digo.

 

 

—Buena idea. Tienen una valla. —Sin detenerse para respirar, jessica le dijo rápidamente la dirección al conductor. Frunció el ceño y volvió a bajar los anteojos en mi cara—. Mantenlos puestos.

 

 

Me reí ásperamente mientras el mundo afuera se volvía otra vez una mancha.

 

 

— ¿Realmente crees que ayudarán, ahora?

 

 

—No —dijo, echando hacia atrás su cabello—. Pero la gente en estas situaciones siempre lleva gafas. Confía en mí.

 

 

—Miras demasiada televisión. —Cerré los ojos. Los anteojos no estaban ayudando con mi resaca. Tampoco lo estaba el resto de la situación. Todo por mi maldita culpa—. Lamento no haber dicho nada. No tenía intensión de casarme. Ni siquiera recuerdo qué pasó exactamente. Esto es un...

 

 

— ¿Jodido desastre?

 

 

—Ese término funciona.

 

 

Jessica suspiró y acostó su cabeza en mi hombro. —Tienes razón. Nunca más deberías tomar tequila otra vez.

 

 

—No —concordé.

 

 

— ¿Me haces un favor? —preguntó.

 

 

— ¿Mm?

 

 

—No separes a mi banda favorita.

 

 

—Oh por Dios. —Me volví a levantar los anteojos, frunciendo lo suficiente para hacer que mi cabeza palpitara—. Guitarrista. Ella es la guitarrista y una de las voces principales del grupo. De ahí es de donde la conozco.

 

 

—Sí. Es la guitarrista de Stage Dive. Buena atrapada.

 

 

La tiffany Hwang. Había estado en la pared de la habitación de jessica durante años. De hecho, era la última persona con la que esperaría levantarme en el piso de un baño, o algo así. Pero, ¿cómo demonios no pude haberla reconocido? —Es por eso que pudo pagar tal anillo.

 

 

— ¿Qué anillo?

 

 

Arrastrándome más abajo en el asiento, saqué el monstruo del bolsillo de mis vaqueros y le sacudí las pelusas. El diamante brillaba con tono acusador a la brillante luz del día.

 

 

Jessica comenzó a temblar a mi lado, con una risa amortiguada saliendo de sus labios. — ¡Madre de Dios! ¡Es enoooorme!

 

 

—Lo sé.

 

 

—No, en serio.

 

 

—Lo sé.

 

 

—Joder. Creo que estoy a punto de hacerme pis encima —dijo ella, abanicándose el rostro y saltando de arriba a abajo en el asiento del auto—. ¡Míralo!

 

 

—jessica, detente. No podemos volvernos locas las dos. No funcionará.

 

 

—Cierto. Lo siento. —Se aclaró la garganta, visiblemente luchando contra ella misma para controlarse—. ¿Cuánto vale eso?

 

 

—Realmente no quiero adivinarlo.

 

 

—Es. Una. Locura.

 

 

Ambas observamos mi joya en un silencio asombrado.

 

 

De repente, jessica comenzó a brincar de nuevo en el asiento como una niña después de comer mucho azúcar. — ¡Ya sé! Vendámoslo y vayamos de mochileras por Europa. Demonios, probablemente hasta podamos dar la vuelta al mundo un par de veces con esa cosa. Imagínalo.

 

 

—No podemos —dije, por más tentador que sonara—. Tengo que devolvérselo algún día. No puedo quedármelo.

 

 

—Una lástima. —Sonrió—. Así que, felicitaciones. Estás casada con una sensual estrella de rock.

 

 

Volví a meter el anillo en mi bolsillo. —Gracias. ¿Qué demonios se supone que haga?

 

 

—Honestamente, no lo sé. —Sacudió la cabeza hacia mí, con los ojos llenos de preguntas—. Has excedido todas mis expectativas. Quería que te soltaras el cabello un poco. Conseguirte una vida y que les des otra oportunidad a las chicas. Pero éste es un nivel totalmente nuevo de locura a la que has ascendido. ¿De veras tienes un tatuaje?

 

 

—Sí.

 

 

— ¿De su nombre?

 

 

Suspiré y asentí.

 

 

— ¿Dónde? ¿Se puede saber?

 

 

Cerré los ojos con fuerza. —En mi nalga izquierda.

 

 

Jessica no pudo contenerlo, se rio tan fuerte que lágrimas comenzaron a caer por su rostro.

 

 

Perfecto………….yo taeyeon kim “¿qué había hecho en una noche de desenfreno?”

 

 

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Comments

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Nathan59 #1
Holaa cerraste tu cuenta de Wattpad ? :(