cap 10

Taeny

El timbre hizo eco por toda la casa justo después de las diez. Tiffany dormía contra mi espalda. No se movió en absoluto. Con un par de horas más de sueño me sentía felizmente medio humana. Me escurrí debajo de su brazo, intentando no molestarla. Me puse mi blusa de tirantes y vaqueros nuevamente y bajé rápidamente las escaleras, tratando lo mejor de no romper mi cuello en el proceso. Con toda probabilidad serían más entregas.

 

 

— ¡Pequeña novia! ¡Déjame entrar! —gritó Ryder desde el otro lado de la puerta. Lo siguió con una impresionante actuación de percusión, golpeando sus manos contra la sólida madera. Definitivamente el baterista—. ¡Tae!

 

 

Nadie me llamaba tae. Había acabado con ese nombre hace años. Sin embargo, era mejor que "Pequeña novia".

 

 

Abrí la puerta y Ryder entró disparado, Tyler arrastrándose justo detrás. Considerando que Tyler había estado bebiendo y tocando música con tiffany hasta altas horas, estaba realmente sorprendida de su condición. El pobre hombre claramente sufría de una resaca infernal. Parecía como si le hubieran golpeado ambos ojos, las marcas oscuras por falta de sueño se veían mal. Tenía una bebida energética sujeta a sus labios.

 

 

—Ryder. ¿Qué estás haciendo aquí? —Hice una pausa, froté el sueño de mis ojos. Llamada para despertar, ni siquiera era mi casa—. Lo siento, eso fue grosero. Es sólo una sorpresa verte. Hola, Tyler.

 

 

Tenía la esperanza de tener a mi esposa para mi sola hoy, pero aparentemente no iba a ser así. Ryder dejó caer mi mochila en mis pies. Estaba tan ocupado mirando alrededor del lugar que ni siquiera habría escuchado mi pregunta, grosera o no.

 

 

—tiffany aún duerme —dije y revolví los contenidos de mi bolsa. Oh, mis cosas. Mis maravillosas cosas. Mi bolso y celular en particular eran una delicia para mis ojos. Muchos mensajes de texto de jessica, algunos de papá. Ni siquiera sabía que él texteaba.

 

 

—Gracias por traer esto.

 

 

—tiffany me llamó a las cuatro de la mañana y me dijo que había escrito unas cosas nuevas. Pensé en venir y ver qué pasaba. Creí que te gustarían tus cosas. —Con las manos en las caderas, Ryder se paró frente a la pared de ventanas, admirando la magnificencia de la naturaleza—. Miren, chequeen la vista.

 

 

—Bonito, ¿eh? —Dijo Tyler detrás de su bebida—. Espera a ver el estudio.

 

 

Ryder ahuecó sus manos alrededor de su boca. —Reina Hipster. ¡Baja aquí!

 

 

—Hola, cariño. —Pam entró deambulando, girando un juego de llaves con su dedo—. Traté de hacer que esperaran unas horas, pero como ves, perdí. Lo siento.

 

 

—No importa —dije. No soy mucho de abrazar normalmente. No lo hacíamos mucho en mi familia. Mis padres preferían más un método de manos libres. Sin embargo, Pam era tan agradable que le devolví el abrazo justo cuando lanzó sus brazos alrededor de mí.

 

 

Hablamos por horas anoche abajo en el estudio de grabación. Había sido aclarante. Casada con un popular cantante y productor, había vivido el estilo de vida por algunos veinte años. De gira, grabando, las groupies... ella había experimentado todo el asunto del rock 'n' roll. Ella y Tyler habían asistido a un festival de música y se enamoraron de Florida con su escarpada costa y vista del extenso océano.

 

 

—Hay que quitar todas esas cajas de aquí. Ryder, Tyler colóquenlas contra la chimenea. —Repentinamente Pam se detuvo, dándome una sonrisa cautelosa—. Espera. Eres la mujer de la casa. Tú das las órdenes aquí.

 

 

—Oh, contra la chimenea suena genial, gracias —dije.

 

 

—La escucharon, chicos. Muévanse.

 

 

Tyler refunfuñó pero bajó su lata y se movió con pesadez hacia una caja, arrastrando sus pies como el muerto viviente.

 

 

—Aguanten —Ryder plantó sus labios en Pam y en mí—. No he tenido mi beso de bienvenida aún.

 

 

Atrapó a Pam en un abrazo de oso, levantándola del suelo y dándole vueltas hasta que ella se echó a reír. Con los brazos abiertos, dio un paso hacia mí. —Ven con papi, chica adormilada.

 

 

Hice un gesto con la mano para hacer que se detuviera, riendo. —Eso es en realidad muy perturbador, Ryder.

 

 

—Déjala en paz —dijo tiffany en la cima de las escaleras, bostezando y frotando el sueño de sus ojos. Aun usando sólo unos pantalones cortos de jeans y un top que dejaba mucho a la imaginación. Era mi Kriptonita. Toda la fuerza de mis convicciones para ser cuidadosa desaparecían. Mis piernas incluso tambaleaban. Odiaba eso.

 

 

¿Estábamos casadas o no hoy? Ella había bebido bastante anoche. La gente borracha y las promesas no se llevan bien juntas—ambas aprendimos eso de la forma difícil. Sólo podía esperar que recordara nuestra conversación y que todavía se sintiera de la misma manera.

 

 

— ¿Qué hacen aquí? —pregunto mi esposa.

 

 

—Quiero escuchar el nuevo material, Britt. Arréglatelas. —Ryder levantó la vista hacia ella, su mandíbula en una dura línea—. Debería torturarte. En serio, ¿tenías que destrozarlo todo cuando se fue tae? ¡Ese era mi kit favorito!

 

 

Con el cuerpo rígido, tiffany comenzó a bajar las escaleras. —Dije que lo sentía. Lo decía en serio.

 

 

—Quizás. Pero sin embargo es tiempo de pagar, amiga.

 

 

Por un momento, tiffany no replicó. La tensión arrugaba su cara pero había una mirada de algo inevitable en sus ojos cansados. —De acuerdo. ¿Qué?

 

 

—Tiene que doler. Demasiado.

 

 

— ¿Peor que tu presentándote cuando tae y yo estamos teniendo tiempo a solas?

 

 

Ryder se veía un poco avergonzado.

 

 

Tiffany se paró al final de las escaleras, esperando. — ¿Quieres arreglar esto de alguna otra manera?

 

 

Pam y Tyler no dijeron nada, sólo observaron la confrontación. Tenía el presentimiento de que no era la primera vez que se enfrentaban. Los integrantes de una banda famosa seguro tenían varias cosas en que pensar y todo eso. Pero me detuve al lado de Ryder, cada músculo tenso. Si daba un paso hacia tiffany saltaría sobre ella. Jalaría su cabello o algo. No sabía cómo, pero la detendría.

 

 

Ryder le dio una mirada tranquila. —No voy a hacerte nada. No quiero arruinar mis manos cuando tenemos trabajo por hacer.

 

 

— ¿Entonces qué?

 

 

—Ya tiraste a la basura tu guitarra favorita. Así que tendrá que ser algo más.

 

 

Ryder frotó sus manos. —Algo que el dinero no pueda comprar.

 

 

— ¿Qué? —preguntó tiffany, sus ojos repentinamente precavidos.

 

 

—Hola, tae —Ryder sonrió y lanzó un brazo alrededor de mi hombro, jalándome contra él.

 

 

—Oye —protesté. Al momento siguiente me abrazo con vehemencia y parecía que iba a besarme……

 

 

Tan pronto como me abrazó, también me soltó. Mi cabeza dio vueltas. Puse una mano en la pared para evitar tropezar, mientras Ryder me lanzaba una mirada herida.

 

 

—Maldición. Eso dolió. —Puso gestos melodramáticos—. ¡Estoy sangrando!

 

 

—Bien.

 

 

Pam y Tyler rieron entre dientes, sumamente divertidos.

 

 

Unos brazos se envolvieron alrededor de mí desde atrás y tiffany susurró en mi oído—: Buen trabajo.

 

 

— ¿Sabías que iba a hacer eso? —pregunté, sonando claramente cabreada.

 

 

—Rayos, no. —Frotó su cara contra un lado de mi cabeza, desordenando mi cabello aplastado—. No quiero a nadie más tocándote.

 

 

Era la respuesta correcta. Mi enojo se desvaneció. Puse mis manos sobre las suyas y su agarré en mí se apretó.

 

 

— ¿Quieres que le haga pagar por asustarte? —Preguntó tiffany—. Sólo di las palabras.

 

 

Pretendí considerarlo por un momento mientras Ryder nos observaba con interés. Obviamente nos veíamos mucho más amigables que cuando estábamos en LA. Pero no era el asunto de nadie. No de sus amigos, no de la prensa, ni de nadie.

 

 

—No —Le susurré de vuelta, con mi vientre haciendo volteretas. Estaba enamorándome de ella tanto que me asustaba—. Creo que mejor no.

 

 

Tiffany me giró en sus brazos y me acomodé en ella, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura. Se sentía natural y correcto. La esencia de su piel me drogaba. Podía estar de pie ahí, abrazándola por horas. Se sentía como si estuviéramos juntas, pero ya no confiaba en mi propio juicio.

 

 

— ¿Ryder se va a unir a ustedes en su luna de miel? —La voz de Pam era con desconfianza.

 

 

Tiffany se rio entre dientes. —No, esta no es nuestra luna de miel. Si tenemos una luna de miel será en algún lugar muy lejos de todos. Seguro como el infierno que él no estará allí.

 

 

— ¿Sí? —preguntó ella.

 

 

Realmente amaba a Pam.

 

 

—Cuando la tengamos —corrigió, sujetándome fuerte.

 

 

—Todo es muy lindo, pero vine aquí a hacer música —anunció Ryder.

 

 

—Entonces van a tener que esperar —dijo tiffany—.tae y yo tenemos planes esta mañana.

 

 

—Hemos esperado dos años para salir con algo nuevo.

 

 

—Al diablo con todo. Puedes esperar unas horas más. —tiffany tomó mi mano y me guio de vuelta hacia las escaleras. La excitación corrió a través de mí. Me había escogido a mí y se sentía maravilloso.

 

 

—tae, lo siento por el abrazo cariñoso repentino—dijo Ryder, sentándose en la caja más cercana.

 

 

—Estás perdonado —dije con un ademán, sintiéndome magnánima mientras subíamos las escaleras.

 

 

— ¿Vas a disculparte por empujarme? —preguntó Ryder.

 

 

—Nop.

 

 

—Bueno, eso no es muy lindo —gritó detrás de nosotras.

 

 

Tiffany se rio disimuladamente.

 

 

—Bien, gente, necesitamos mover las cajas —escuché decir a Pam.

 

 

Tiffany me guio rápidamente por el pasillo y luego cerró y atrancó la puerta de la habitación detrás de nosotras.

 

 

—Quítate otra vez la ropa —dijo—. Sácalos de aquí.

 

 

No aguardo a que lo hiciera, agarrando el dobladillo de mi blusa y levantándola sobre mi cabeza y mis brazos.

 

 

—No creí que abrir la puerta casi desnuda fuera buena idea.

 

 

—Me parece justo —murmuró, jalándome contra ella y haciéndome retroceder contra la puerta—. Te veías preocupada allá abajo. ¿Qué era?

 

 

—No era nada.

 

 

—taeyeon—Había algo en la forma que decía mi nombre. Me hacía un lío tembloroso. También la manera en que me arrinconaba, presionando su cuerpo contra el mío. Puse mis manos extendidas en sus pechos. No alejándola, sólo necesitando tocarla.

 

 

—Me preguntaba —dije—, después de nuestra plática de esta mañana, cuando, um, discutimos firmar los papeles el lunes.

 

 

— ¿Qué hay sobre eso? —preguntó, mirándome fijamente. No podía apartar la vista si lo intentara.

 

 

—Bueno, no estaba segura si aún te sentías de la misma forma. Sobre no firmarlos, quiero decir. Habías bebido mucho.

 

 

—No he cambiado de parecer —Su pelvis alineada con la mía y sus manos arrastrándose hacia arriba por mis costados—. ¿Tú cambiaste de parecer?

 

 

—No.

 

 

—Bien. —Sus manos cálidas ahuecaron mis pechos y perdí toda habilidad para pensar correctamente.

 

 

— ¿Estás bien con esto? —Le dio a sus manos una mirada, señalándolas.

 

 

Asentí. El habla se había ido también con la capacidad de pensar, aparentemente.

 

 

—Entonces, este es el plan. Porque sé cómo te gustan tus planes. Nos vamos a quedar en esta habitación hasta que ambas estemos satisfechas y en la misma página. ¿De acuerdo?

 

 

Asentí otra vez. Sin duda, el plan tenía mi apoyo total.

 

 

—Bueno. —Puso la palma de una de sus manos entre mis pechos, extendida contra mi seno—. Tu corazón late muy rápido.

 

 

—tiffany…….

 

 

— ¿Umm?

 

 

Nop, todavía sin palabras. Así que en su lugar, cubrí su mano contra la mía, sujetándola contra mi corazón. Sonrió.

 

 

—Esta es una dramática reconstrucción de la noche que nos casamos —anunció, mirándome debajo de sus oscuras cejas—. Espera. Estábamos sentadas en la cama de tu habitación del motel. Y a horcajadas sobre mí.

 

 

— ¿Lo estaba?

 

 

—Sí. —Me guio hacia la cama y se sentó en el borde—. Ven aquí.

 

 

Brinqué a su regazo, mis piernas envueltas alrededor de ella. — ¿Así?

 

 

—Así —Sus manos sujetaron mi cintura—. Te rehusaste a volver a mi suite en el Bellagio. Dijiste que se hallaba fuera de toque con la vida real y necesitaba ver cómo vivía la gente normal.

 

 

Gemí con vergüenza. —Eso no suena en lo más mínimo a mí.

 

 

Su boca se curvó en una pequeña sonrisa. —Fue divertido. Pero igualmente, tenías razón.

 

 

—Mejor no lo digas muy seguido o se me irá a la cabeza.

 

 

Su barbilla se levantó. —Para de hacer bromas, amor. Estoy siendo seria. Precisaba una dosis de realidad. Alguien que realmente me diga “no” ocasionalmente y que soy una idiota creída. Eso es lo que nosotras hacemos. Nos sacamos de nuestras zonas de confort.

 

 

Tenía sentido. —Supongo que tienes razón… ¿Es suficiente?

 

 

Sostuvo su mano en mi corazón de nuevo y chocó la punta de su nariz contra la mía. — ¿Puedes sentir lo que hacemos aquí? Estamos construyendo algo.

 

 

—Sí. —Lo sentía, la conexión entre nosotras, la irresistible necesidad de estar con ella.

 

 

Nada más importaba. Ahí estaba lo físico, la forma que subía a mi cabeza más rápido que cualquier cosa que haya experimentado jamás. Cuan maravillosa olía toda dormida —cálida a primera hora de la mañana. Pero deseaba más que sólo eso. Quería escuchar su voz, escucharla hablar sobre todo y otras cosas.

 

 

Me sentía todo resplandeciente por dentro. Con una potente mezcla de hormonas que corría a través de mí a la velocidad de la luz. Su otra mano se curvó alrededor de mi nuca, llevando mi boca a la suya.

 

 

Besar a tiffany lanzaba querosén a la mezcla dentro de mí. Deslizó su lengua en mi boca para acariciarla contra la mía, antes de provocar mis dientes y labios. Nunca sentí algo tan bien. Sus dedos acariciaron mis pechos, haciendo maravillosas cosas y haciéndome gemir. Dios, el calor de su piel desnuda. Me arrastré hacia adelante, buscando más, necesitándola. Su mano dejó mi pecho para extenderse a través de mi espalda, presionándome contra ella. La presión que proporcionaba entre mis piernas era celestial.

 

 

Asombrosa.

 

 

—Eso es —murmuró mientras me movía contra ella, buscando más.

 

 

Nuestros besos eran feroces, hambrientos. Su caliente boca se movía sobre mi mandíbula y barbilla, mi cuello.

 

 

Donde mi cuello se unía a mi pecho se detuvo y chupó. Todo en mí se apretó.

 

 

—tiffany.

 

 

Retrocedió y me miró, sus ojos dilatados. Tan afectada como yo. Gracias a Dios no me encontraba sola con lo de jadear. Un dedo trazó un lento camino entre mis pechos hacia abajo, a la pretina de mis jeans.

 

 

—Sabes que pasa después —dijo. Su mano deslizándose debajo—. Dilo, tae. —Cuando dudé se inclinó hacia mí y mordisqueó mi cuello—. Vamos. Dime.

 

 

Morder nunca me había atraído antes, ni en pensamiento ni en acción. No es que yo hubiera tenido mucha acción. Pero la sensación de los dientes de tiffany apretando en mi piel me cambió por completo. Cerré fuerte mis ojos. Una poco por la mordida y un montón por tener que decir las palabras que quería.

 

 

—Solamente he hecho esto una vez antes.

 

 

—Estás nerviosa. No lo estés. —Me besó donde acababa de morder—. Porque, de todas formas, estamos casadas.

 

 

Mis párpados se abrieron y una risa sobresaltada fluyó de mí. —Apuesto que no es lo que dijiste esa noche.

 

 

—Quizás haya estado un poco preocupado por tu inexperiencia. Y pudimos haber tenido una charla sobre ello. —Me dio una sonrisa esperanzadora y besó la comisura de mi boca—. Pero todo funcionó bien.

 

 

— ¿Qué charla? Dime que sucedió.

 

 

—Decidimos casarnos. Recuéstate en la cama para mí.

 

 

Agarró mis caderas, ayudándome a subir lejos de ella y encima del colchón. Mis manos se deslizaron por las sábanas suaves, frescas y de algodón. Me acosté sobre mi espalda y desabrochó con rapidez mis vaqueros, desasiéndose de ellos. La cama se movió debajo de mí mientras se arrodillaba. Me sentí lista para impresionar, mi corazón martillando, pero ella parecía perfectamente tranquila y en control. Qué bueno que una de nosotras lo estuviera. Por supuesto, lo había hecho esto montones de veces.

 

 

Probablemente con groupies y todo eso. ¿Cientos? ¿Miles, incluso?

 

 

Ciertamente no se me antojaba pensar en eso.

 

 

Su mirada se elevó para encontrar la mía cuando enganchó sus dedos en mis bragas. Sin prisa en absoluto, arrastró la última de mis prendas por mis piernas. La necesidad de sentirme contra su piel era abrumadora. Pero en cambio cerré mis puños en las sábanas, frotando la tela entre mis dedos.

 

 

Se sacó los pantalones cortos de jeans. El roce de su ropa eran los únicos sonidos. No rompimos el contacto visual.

 

 

Tiffany desnuda era indescriptible. Hermosa no comenzaba a cubrirla, todas las líneas finas de su cuerpo, pero no me dio mucho tiempo para mirar.

 

 

Subió a la cama, acostándose a mi lado, elevándose en un codo. Su mano se curvó en mi cadera. Cabello cayó hacia adelante, bloqueando su rostro de la vista. Quería verla. Se agachó, besándome suavemente esta vez en mis labios, mi rostro. Su cabello rozaba contra mi piel.

 

 

— ¿Dónde estábamos? —preguntó, su voz un gruñido bajo en mi oído.

 

 

—Decidimos casarnos.

 

 

—Mmm, porque justo había tenido la mejor noche de mi vida. La primera vez que me sentí así en tantísimo tiempo. El pensamiento de no tenerte conmigo cada noche… no podía hacerlo. —Su boca viajó a mi cuello—. No podía dejarte ir. Especialmente una vez que supe que solamente habías estado con una sola persona.

 

 

—Pensé que eso te preocupaba

 

 

—Me preocupaba, cierto —dijo, y besó mi mentón—. Obviamente te sentías lista para darle al o otra oportunidad. Si era lo suficientemente estúpida para dejarte ir habrías conocido a alguien más. No soportaba la idea de ti follando a alguien que no fuera yo.

 

 

—Oh.

 

 

—Oh —repitió—. Hablando de eso, ¿Alguna duda sobre lo que estamos haciendo aquí?

 

 

—No. —Montones de nervios, pero no dudas.

 

 

La mano en mi cadera recorrió mi vientre. Rodeando mi ombligo antes de descender más abajo, haciendo estremecerme.

 

 

—Eres tan malditamente hermosa —suspiró—. Cada parte de ti. Y cuando te desafié a dejar a un lado tu plan y huir conmigo, dijiste sí.

 

 

— ¿Lo dije?

 

 

—Sí.

 

 

—Gracias a Dios por eso.

 

 

Sus dedos acariciaron la cima de mi o antes de pasar a mis músculos apretados. Si deseaba que vaya más lejos iba a tener que abrir las piernas. Sabía esto. Claro que lo sabía. Los recuerdos del dolor de la última vez me hicieron dudar. Los dedos de mis pies estaban curvados y un calambre amenazaba con comenzar en el músculo de la pantorrilla por la tensión. Ridículo. Elaine Smith había sido una gilipollas desconsiderada. Tiffany no era así.

 

 

—Podemos ir tan lento como quieras —dijo, leyéndome—. Confía en mí, tae.

 

 

Su mano cálida suavizó mi muslo mientras su lengua viajaba por todo mi cuello. Se sintió asombroso, pero no era suficiente.

 

 

—Necesito… —giré mi rostro hacia ella, buscando su boca. Colocó sus labios en los míos, haciendo todo correcto. Besar a tiffany curaba todo mal. El nudo de tensión dentro de mí se convirtió en algo dulce ante su sabor, la sensación de su cuerpo contra el mío. Un brazo se encontraba atrapado debajo de mí pero del otro hacía completo uso, tocando todo de ella dentro del alcance. Masajeando su hombro, sintiendo las formas fuertes y suaves de su espalda.

 

 

Cuando succioné su lengua, gimió en la parte baja de su garganta y mi confianza se elevó. Su mano se deslizó entre mis piernas. Sólo la presión de su palma me tenía viendo estrellas. Rompí el beso, incapaz de respirar. Me tocó con delicadeza al principio, dejándome acostumbrarme a ella. A las cosas que sus dedos hacían.

 

 

—Elvis no podía estar con nosotras hoy —dijo.

 

 

— ¿Qué? —pregunté, desconcertada.

 

 

Se detuvo y puso dos dedos en su boca, humedeciéndolos o probándome posiblemente. Sin embargo, no importaba. Lo que era importante era ella apartando su mano de mí.

 

 

—No quería compartir esto con nadie. —La punta de su dedo empujó en mí, aliviándome sólo un poco. Retirándolo antes de empujarlo otra vez. No tenía el mismo estremecimiento adjunto que venía con ella acariciándome pero no dolía. Todavía no.

 

 

—Así que, sin Elvis. Tendré que hacer las preguntas —dijo.

 

 

Le fruncí el ceño, hallando difícil concentrarme en lo que decía. No sería tan importante como ella tocándome. La búsqueda de placer dominaba mi mente. Tal vez murmuraba durante el juego previo. No sabía. Quería hablar más tarde.

 

 

Su mirada se demoró en mis pechos hasta que finalmente bajó su cabeza, tomando uno en su boca. Mi espalda se arqueó, empujando su dedo más adentro. La forma en que su boca me chupaba borró cualquier molestia. Me acarició entre las piernas y el placer creció. Me estremecí de la mejor manera posible. Al hacerlo, fue agradable. Cuando tiffany lo hizo, alcanzó puntos increíbles y estelares. Conocía que era buenísima en la guitarra, pero esto tenía que ser donde su verdadero talento se encontrara. Honestamente.

 

 

—Dios, tiffany. —Me arqueé cuando se movió a mi otro pecho. Dos dedos trabajaban dentro de mí, un poquito incómodo pero nada que no pudiera manejar. No duró bastante tiempo en regresar su boca en mí, colmando mis pechos con otra atención. Su pulgar frotó alrededor de un punto dulce y mis ojos rodaron hacia atrás en mi cabeza. Muy cerca. La fuerza de lo que se construía era asombrosa. Volando mi mente. Mi cuerpo iba a convertirse en polvo, en átomos, cuando esto me golpeara.

 

 

Si se detenía, lloraría. Lloraría y rogaría. Y probablemente la mataría.

 

 

Afortunadamente, no paró.

 

 

Me vine gimiendo, cada músculo tenso. Era casi demasiado. Casi. Flotaba, mi cuerpo lánguido, saciado por todo el tiempo. O al menos hasta la próxima vez.

 

 

Cuando abrí los ojos de nuevo, estaba allí esperando. Sonrió al verme y sus ojos me mostraban que ella sin duda me quería tanto como yo a ella. Apenas había recuperado el aliento cuando se dispuso a amarme nuevamente, trasladando una su mano derecha entre mis piernas.

 

 

— ¿Bien? —preguntó, con una sonrisa de satisfacción.

 

 

Un asentimiento era lo mejor que conseguía hacer.

 

 

Colocó su peso en el codo de su brazo izquierdo, con su cuerpo presionándome contra la cama. Me había dado cuenta que disfrutaba usar su tamaño como ventaja entre nosotras. Funcionaba. Desde luego, no había nada aburrido o claustrofóbico en ella sobre mí. No sé por qué pensé que la habría. En la parte trasera del auto de los padres de Elaine Smith, había estado apretada e incómoda, pero esto no se parecía a eso. Tendida debajo de ella, sentir el calor de su piel contra la mía, era perfecto. Y allí no podía tener duda de cuánto la quería.

 

 

Y aun esperando.

 

 

Rozó sus labios contra los míos. — ¿taeyeon kim, estás de acuerdo en seguir casada conmigo, tiffany Hwang?

 

 

Oh, ese era el Elvis del que había estado hablando. El que nos había casado. Ah. Eché hacia atrás su cabello, necesitando ver sus ojos. Dios….ella es tan hermosa.

 

 

— ¿En serio quieres hacer esto ahora? —pregunté, un poco desconcertada. Había estado tan ocupada preocupándome sobre nosotras haciendo el amor que no vi esto venir.

 

 

—Absolutamente. Hacemos nuestros votos otra vez, ahora mismo.

 

 

— ¿Sí? —dije.

 

 

Inclinó la cabeza, estrechando los ojos a mí. La mirada en su rostro era con claridad dolorida. — ¿Sí? ¿No estás segura?

 

 

—No. Quiero decir, sí —repetí, sin duda—. Sí. Estoy segura. Completamente.

 

 

—Gracias por eso. —Su mano izquierda dejo de acariciarme por un instante para rebuscar bajo la almohada a mi lado, regresando con el anillo de impresionantes brillantes entre sus dedos—. Mano.

 

 

Sostuve la mano entre nosotras y deslizó el anillo. Mis mejillas dolían, por sonreír tan fuerte. — ¿Dijiste “sí” también?

 

 

—Sí. —Tomó mi boca en un beso apasionado. Su mano derecha insistentemente se deslizó por mi costado, encima de mi vientre hasta cubrirme entre las piernas. Todo allí estaba aún sensible y sin duda húmedo. El hambre en su beso y la forma por cómo me tocaba aseguró que podía percibir sus sentimientos….

 

 

—Mírame —dijo. sus ojos se había oscurecido y su mandíbula estaba fija. Su piel humedecida destellaba en la tenue iluminación—. Hola.

 

 

—Hola. —Mi voz sonaba temblorosa incluso para mis propios oídos.

 

 

—Bésame. —Bajó su rostro y lo hice, presionando mi lengua en su boca, necesitándola. Con cuidado, se meció, adentrando dos de sus dedos en mí. La almohadilla de su pulgar jugó alrededor de mi clítoris, contrarrestando el dolor. El dolor disminuyó, acercándome más a estar simplemente incómoda con un borde de placer. No hay problema. Esto lo manejaría.

 

 

Los dedos de su mano izquierda se envolvieron alrededor de mi pierna antes de deslizarse para acunar mi trasero. Me presionó contra ella y me susurraba al oído lo mucho que me amaba.

 

 

—Está bien —gimió.

 

 

Todo esto se sentía como un sueño……….

 

 

Nuestros cuerpos se reconocían mutuamente, acostadas allí, sin movernos. Mis brazos alrededor de su cabeza tan apretados, aferrándome, que no estoy segura como respiraba. De alguna forma logró volver su rostro lo suficiente para besar mi cuello, lamer el sudor de mi piel. Hacia arriba, sobre mi mandíbula hasta mi boca. El agarre de muerte que tenía en ella se relajó cuando me besó.

 

 

—Eso es todo —dijo—. Trata de relajarte para mí.

 

 

Asentí entrecortadamente, ansiando que mi cuerpo se relajara.

 

 

—Eres tan increíblemente hermosa y, Dios, eres asombrosa. —su mano izquierda acarició mi pecho. Mis músculos empezaron a relajarse progresivamente, empezaba a sentir que jamás tendría suficiente de ella. El dolor se desvanecía cada vez que me tocaba, susurrando palabras de elogios.

 

 

—Esto está bien —dije al final, mis manos descansando en sus pechos—. Estoy bien.

 

 

—No, estás mejor que bien. Eres asombrosa.

 

 

Le di una sonrisa atolondrada. Decía las mejores cosas.

 

 

— ¿Quieres decir que siempre estaremos juntas? —preguntó.

 

 

—Sí.

 

 

Comenzó a besarme apasionadamente otra vez, moviéndose cada vez más. Gradualmente adquiriendo impulso mientras nuestros cuerpos se movían hábilmente juntos. Definitivamente éramos la una para la otra. Y estábamos en verdad haciendo el amor. Hablar sobre sentir cerca a alguien. No podrías llegar físicamente más cerca. Me sentía tan profundamente feliz de que fuera ella. Significaba todo.

 

 

Elaine había acabado en dos segundos. Tiempo suficiente para romper mi himen y lastimarme. Tiffany me tocaba, besaba y tomaba su tiempo. Lentamente, el dulce calor, esa sensación de presión construyéndose venía nuevamente. Se ocupó con cuidado, alimentándome durante mucho tiempo con besos húmedos. Acariciándose a sí misma en mí de una manera que trajo únicamente placer. Era increíble, mirándome de cerca, midiendo mis reacciones a todo lo que hacía.

 

 

Al final, me aferré a ella y me vine fuerte. Sentí como si los fuegos artificiales de año nuevo se desplegaran dentro de mí, caliente, brillante y perfecto. Muchísimo más con ella junto a mí, su piel cubriendo la mía. Balbuceé su nombre y ella no dejaba de decir lo mucho que me amaba. Cuando gimió su cuerpo entero se estremeció. Enterró su rostro en mi cuello, con su respiración calentando mi piel.

 

 

Habíamos hecho el amor……...

 

 

Con ella todo se sentía tan mágico e increíble………

 

 

Las cosas dolían un poco. Las personas tenían razón sobre esto. Pero nada parecido a la última vez.

 

 

—Lo hicimos —susurré.

 

 

Sus ojos se abrieron. Su pecho aun subiendo y bajando, funcionando para meter más aire. Luego de un instante, giró en su lugar para enfrentarme. Nunca hubiera sido una chica mejor. De esto no había duda.

 

 

—Sí. ¿Estás bien? —preguntó.

 

 

—Sí. —Me arrastré más cerca, en busca del calor de su cuerpo. Deslizó un brazo por mi cintura, atrayéndome. Dejándome saber que era querida. Nuestros rostros a centímetros de distancia—. Fue bastante mejor que la última vez. Creo que me gusta el o después de todo.

 

 

—No tienes idea de cuán aliviada estoy de escuchar eso.

 

 

— ¿Estabas nerviosa?

 

 

Se rio entre dientes, acercándose. —No tan nerviosa como tú. Estoy contenta que te gustara.

 

 

—Me encantó. Eres una y rubia con distintos talentos.

 

 

Su sonrisa adquirió un resplandor de seguridad.

 

 

—No vas a ponerte engreída conmigo ahora, ¿Verdad? Con palabras de doble sentido.

 

 

—No me atrevería. Confío en ti para mantenerme sobre la tierra, Sra. Hwang.

 

 

—Sra. Hwang —dije, con una pequeña cantidad de asombro—. ¿Qué pasa con eso?

 

 

—Umm. —Sus dedos acariciaron mi cara.

 

 

Atrapé su mano desnuda, inspeccionándola. —No tienes un anillo.

 

 

—No, no tengo. Tendremos que arreglarlo.

 

 

—Sí, tendremos.

 

 

Sonrió. —Hola, Sra. Hwang.

 

 

—Hola, mi y esposa.

 

 

 

 

No había suficiente lugar en mí para todos los sentimientos que me inspiraba.

 

 

 

Ni siquiera cerca.

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Comments

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Nathan59 #1
Holaa cerraste tu cuenta de Wattpad ? :(