capitulo 6

Taeny

—Así que, espera, ¿Su canción no es sobre su perro muriéndose o algo así?

 

 

—No eres gracioso —reí.

 

 

—Me temo que sí —Ryder rio en el extremo opuesto del sofá mientras Tim McGraw cantaba “Ella es mi tipo de lluvia” en la televisión de pantalla plana ocupando la pared—. ¿Por qué todos usan sombreros tan grandes? Tengo una teoría.

 

 

—Shhh.

 

 

La forma en que estás personas vivían confundían a mi cabeza. Ryder, vivía en un lugar en la playa, sobre una proeza arquitectónica de tres pisos de acero y cristal. Era increíble. No ridículamente enorme como el lugar en las colinas, pero impresionante de la misma manera. Mi papá habría estado en éxtasis sobre el minimalismo, la limpieza de las líneas o algo así. Me agradaba tener un amigo en mi momento de necesidad.

 

 

La casa del Ryder era claramente una de soltero-barra-antro de perdición. Tuve la vaga intención de preparar el almuerzo para agradecerle por llevarme allí, pero no había una sola partícula de comida en la casa. Cerveza llenaba la nevera y vodka el congelador.

 

 

Oh, no, había una bolsa de naranjas utilizadas como cuñas para ir con tragos de vodka, al parecer. Había descartado tocar esos. Sin embargo, su súper hábil máquina de café hizo todo bien. Él incluso tenía granos decentes. Le impresionó que le demostrara algunos de mis movimientos de bar. Después de beber tres tazas en el espacio de una hora, me sentía mucho más a mi vieja yo bien planificada, auto cafeína.

 

 

Ryder pidió pizza y vimos televisión hasta altas horas de la noche. Sobre todo encontró divertido burlase de mi gusto en casi todo: películas, música, todo. Por lo menos lo hizo de buena gana. No podíamos salir a la calle porque un par de fotógrafos estaban esperando en la playa. Me sentí mal por eso, pero él sólo se encogió de hombros.

 

 

— ¿Qué pasa con esta canción? —Preguntó—: ¿Te gusta esta?

 

 

Miranda Lambert entró en la pantalla en un vestido fresco de los años 50 y sonreí. —Miranda es poderosa.

 

 

—La he conocido.

 

 

Me senté con la espalda recta. — ¿En serio?

 

 

Más risitas de Ryder. —Te impresiona que he conocido a Miranda Lambert, pero ni siquiera sabías quién era yo. Honestamente, mujer, eres dura con el ego.

 

 

—Vi el oro y platino que recubren el pasillo, amigo. Creo que puedes soportarlo.

 

 

Resopló.

 

 

—Sabes, me recuerdas mucho a mi hermano. —Casi logré esquivar el tapón de la botella que se movió en mi dirección. Rebotó en mi frente.

 

 

— ¿Por qué fue eso?

 

 

— ¿No puedes al menos fingir que me adoras?

 

 

—No. Lo siento.

 

 

Con total desprecio por mi amor a Lambert, Ryder empezó a navegar en los canales. Inicio de compras, fútbol, Lo que el viento se llevó, y yo. Yo en la TV.

 

 

—Espera —dije.

 

 

—No es una buena idea —gimió.

 

 

En primer lugar, mis fotos de la escuela desfilaron, seguido por una de jessica y yo en nuestro baile de graduación. Incluso había un reportero de pie enfrente de Bree, parloteando acerca de mi vida antes de ser elevada al estatus todopoderoso de la esposa de tiffany. Y luego estaba ella en algunas escenas del concierto, guitarra en sus manos mientras cantaba apoyada. La letra era del típico mí-mujer-significa, "Ella es la única, me tiene de rodillas..." Me pregunté si escribiría canciones sobre mí. Si es así, lo más probable era que serían muy poco halagadoras. —Mierda. —Abracé una almohada del sofá contra mi pecho.

 

 

Ryder se inclinó y se me erizó el pelo. —tiffany es la favorita, cariño. Es encantadora, toca la guitarra y escribe las canciones. Las chicas se desmayan cuando ella pasa. Asocia eso con ser joven, y y tienes la noticia de la semana.

 

 

—Tengo veintiún años.

 

 

—Y ella veintiséis. Es una diferencia suficiente si ellos hacen el despliegue publicitario necesario —Ryder suspiró—. Acéptalo, pequeña novia. Te casaste en Las Vegas por un imitador de Elvis, con una de las hijas favoritas de rock 'n' roll. Siempre estuvo destinada a causar una gran tormenta. Agregando que ha estado pasando muchas dificultades con la banda últimamente... con Sam festejando como si fuera 1999 y tiff perdiendo su toque para escribir música. Bueno, ya te haces una idea. Pero la semana que viene otra persona hará alguna locura y toda la atención se trasladará.

 

 

—Supongo que sí.

 

 

—Lo sé. La gente está metiendo la pata constantemente. Es algo glorioso. —Se sentó con las manos detrás de la cabeza—. Vamos, sonríe para el tío Ryder. Sabes qué quieres.

 

 

Le sonreí a medias.

 

 

—Esa es una sonrisa de mierda y me avergüenzas. No engañarás a nadie con eso. Inténtalo de nuevo.

 

 

Me esforcé, sonriendo hasta que mis mejillas dolieron.

 

 

— ¡Demonios! Ahora luces como si estuvieras sufriendo.

 

 

Un golpe en la puerta interrumpió nuestra alegría.

 

 

Ryder levantó sus cejas hacia mí. —Me preguntaba cuánto tiempo le tomaría.

 

 

— ¿Qué? —Lo seguí hasta la puerta principal, quedándome unos pasos detrás de él por si acaso era más prensa.

 

 

Abrió la puerta y tiffany entró, con el rostro malhumorado y furioso. —Pedazo de idiota. Será mejor que no la hayas tocado. ¿Dónde está ella?

 

 

—La pequeña novia está ocupada en otra parte. —Ryder ladeó la cabeza, dándole a tiffany una mirada fresca—. ¿Por qué diablos te importa?

 

 

—No empieces conmigo. ¿Dónde está?

 

 

En silencio, Ryder cerró la puerta, enfrentando a su amigo. Dudé, aguardando atrás.

 

 

Muy bien, así que me escondía de una manera cobarde. Como sea.

 

 

Ryder se cruzó de brazos. —La dejaste enfrentarse a Adrián y tres abogados sola. Tú, mi amiga, eres sin duda la idiota en este particular escenario.

 

 

—No sabía que Adrián haría todo eso.

 

 

—No querías saberlo —dijo Ryder—. Miéntele a todos los demás por ahí, tiff. No a mí. Y seguro como el infierno no a ti.

 

 

—Retrocede.

 

 

—Necesitas algún serio consejo de la vida, amiga.

 

 

— ¿Quién eres? ¿Oprah?

 

 

Tosiendo una carcajada, Ryder se recostó contra la pared. —Diablos, sí. Pronto estaré regalando autos, así que quédate por ahí.

 

 

— ¿Qué te dijo?

 

 

— ¿Quién? ¿Oprah?

 

 

Tiffany sólo frunció el ceño. Ni siquiera se dio cuenta de mi espionaje. Es triste decirlo, incluso una tiffany con el ceño fruncido era una rara belleza. Me hacía sentir cosas. Cosas complicadas. Mi corazón saltó en mi pecho. La ira y la emoción en su voz no podían ser porque yo le afectara. Eso no tenía sentido, no después de ayer por la noche y esta mañana. Tenía que estar malinterpretando cosas y yo apestaba, porque incluso quería que le importara. Mi cabeza no tenía sentido.

 

 

Alejarse de ella era la opción más segura en todos los sentidos.

 

 

—tiffany, taeyeon estaba tan enojada que intento golpearme.

 

 

—No lo creo, estas bromeando.

 

 

—No bromeo. Estaba a punto de llorar cuando la encontré —dijo Ryder.

 

 

Me di un golpe en la frente, en silenciosa agonía contra la pared. ¿Por qué demonios Ryder tenía que decirle eso?

 

 

Mi esposa bajó la cabeza. —No quise que eso pasara.

 

 

—Parece que no querías que nada sucediera. —Ryder sacudió la cabeza y chasqueó la lengua—. ¿En serio querías casarte con ella, amiga? ¿En serio?

 

 

El rostro de tiffany se contrajo, con su entrecejo frunciéndose. —No lo sé, ¿de acuerdo? Maldita sea. Fui a Las Vegas porque estaba harta de toda esta porquería de la fama y la conocí. Era diferente. Parecía diferente esa noche. Yo sólo... quería algo fuera de toda esta insensatez por una vez.

 

 

—Pobre, tiff. ¿Acaso ser una diosa del rock te aburrió?

 

 

— ¿Dónde está?

 

 

—Siento tu dolor, tiffanyy. En serio lo siento. Quiero decir, todo lo que querías era una chica que no te halagara sólo por tu fama por una vez, y ahora estás enojada con ella por la misma maldita razón. Es complicado, ¿cierto?

 

 

—Vete al diablo. Déjame en paz, Ryder. Ya está hecho. —Mi esposa dejó escapar un suspiro—. De todos modos, ella es la única que quería el maldito divorcio. ¿Por qué no vas a interrogarla, eh?

 

 

Con un suspiro dramático, Ryder extendió los brazos. —Porque está ocupada escondiéndose a la vuelta de la esquina, escuchando. No puedo molestarla.

 

 

El cuerpo de tiffany se calmó y sus ojos azules me encontraron. —taeyeon.

 

 

Atrapada.

 

 

Me alejé de la pared y traté de poner una cara feliz. No funcionó. —Hola.

 

 

—Dice eso tan bien. —Ryder se volvió hacia mí y me guiñó un ojo—. Así que, ¿Le pediste a la poderosa tiffany Hwang el divorcio?

 

 

—Vomito sobre mí cuando le dije que nos casamos —Informó mi esposa.

 

 

— ¿Qué? —Ryder se abrazó a sí mismo mientras reía, lágrimas se escapaban de sus ojos—. ¿Hablas en serio? Joder, eso es fantástico. Oh, Dios, ojalá hubiera estado allí.

 

 

Le di a tiffany lo que esperaba ser la mirada más molesta de todos los tiempos. Me devolvió la mirada, poco impresionada.

 

 

—Fue el suelo —aclaré—. No vomite sobre ella.

 

 

—En esa ocasión—dijo tiffany.

 

 

—Por favor, continúen —dijo el Ryder, riéndose más fuerte que nunca—. Esto se pone cada vez mejor.

 

 

Tiffany no lo hizo. Gracias a Dios.

 

 

—En serio, amo tanto a tu esposa, rubia. Es increíble. ¿Puedo quedármela?

 

 

La mirada que tiffany me lanzó hablaba de mucho más que un afecto reacio. Con la línea entre sus cejas, estaba más cerca a la irritación. Le lancé un beso. Miró hacia otro lado, los puños cerrados como si estuviera apenas conteniéndose de asfixiarme. La sensación era totalmente mutua.

 

 

Ah, la felicidad conyugal.

 

 

—Ustedes dos son de lo mejor. —Un sonido de tintineo provino del bolsillo de Ryder y sacó un teléfono celular. Lo que sea que vio en la pantalla detuvo su risa en seco—. Sabes, deberías llevarla a tu casa, tiff.

 

 

—No creo que sea una buena idea. —La boca de tiffany se amplió en una verdadera expresión de dolor.

 

 

Yo tampoco creía que fuera una buena idea. Felizmente, me gustaría ir por la vida sin poner un pie dentro de la casa de los horrores nunca más. Tal vez si se lo hubiera pedido amablemente a Ryder, él habría traído mis cosas para mí. Imponerle mi presencia no era atractivo, pero me quedaba sin opciones.

 

 

—Por Dios. —Con un rostro sombrío, Ryder le mostró su celular a tiffany.

 

 

—Mierda —murmuró tiffany. Envolvió su mano detrás de su cuello y apretó. La mirada de preocupación que me dio por debajo de sus cejas activo todas las alarmas sonando en mi cabeza. Lo que estuviera en esa pantalla era malo.

 

 

Muy malo.

 

 

— ¿Qué es? —pregunté.

 

 

—Oh, tú, ah... no es necesario que te preocupes por eso. —Bajó la mirada hacia el teléfono de nuevo y se lo devolvió a Ryder—. En realidad, mi lugar estará bien. Deberíamos hacerlo. Será divertido. ¡Sí!

 

 

—No. —Para que tiffany fuera tan amable conmigo eso tenía que ser algo realmente malo. Le tendí la mano, mis dedos retorciéndose por la impaciencia o por los nervios o un poco de ambos—. Muéstrame.

 

 

Después de un gesto reticente a tiffany, Ryder me lo entregó.

 

 

No había ninguna duda de lo que era, incluso en la pequeña pantalla. Había una gran cantidad de mi piel desnuda de cintura para abajo. Mi trasero sentado de frente y en toda su pálida gloria. Dios, se veía enorme. ¿Habían usado una cámara de lente de gran alcance o algo así? El vestido de fiesta había sido subido y estaba inclinada sobre una mesa mientras un tatuador trabajaba arduamente en mi trasero. Mi ropa interior había estado ceñida hacia abajo, apenas cubría los conceptos básicos. Mierda. Hablando de una posición comprometedora. Ser parte en una sesión de o definitivamente no era parte del plan.

 

 

Al otro lado del marco, nuestras caras estaban juntas cerca y tiffany sonreía. Eh. Entonces, así era como lucía cuando sonreía.

 

 

Luego recordé el zumbido de la aguja, y a ella hablándome, sosteniendo mis manos. Al principio, la aguja ardía. —Estabas fingiendo morder mis dedos. El tatuador se enojó con nosotras por estar tonteando.

 

 

Tiffany levanto su barbilla. —Sí. Se suponía que te mantendría quieta.

 

 

Asentí, tratando de recordar más pero sin surgir nada.

 

 

La gente vería esta fotografía. Gente la ha visto ya. Gente que conozco y extraños. Nadie y todos. Mi cabeza dio vueltas aturdidamente como lo había hecho antes. Solo que el alcohol no era el culpable esta vez.

 

 

— ¿Cómo la consiguieron? —pregunté, mi voz vacilante y mi corazón en los dedos de mis pies. O a lo mejor eso era lo que quedaba de mi dignidad destrozada.

 

 

Tiffany me dio una mirada triste. —No lo sé. Estábamos en una habitación privada. Esto nunca debió de haber pasado, pero la gente ofrece mucho dinero por este tipo de cosas.

 

 

Asentí y le devolví a Ryder su teléfono. Mi mano temblaba. —Correcto. Bueno…

 

 

Ambos me miraron, caras tensas, esperando que estallara en lágrimas o algo. No iba a pasar.

 

 

—Está bien —dije, dando lo mejor de mí por creerlo.

 

 

—Seguro —dijo Ryder.

 

 

Tiffany metió las manos en sus bolsillos. —No es siquiera una fotografía tan clara.

 

 

—No, no lo es —concordé. La lástima en sus ojos fue más de lo que pude soportar—. Discúlpenme un minuto.

 

 

Afortunadamente, el baño más cercano se encontraba a solo una corta carrera.

 

 

Aseguré la puerta y me senté al borde del jacuzzi, tratando de hacer mi respiración lenta, tratando de mantener la calma. No había nada que pudiera hacer. La fotografía ya estaba circulando. Esta no era muerte y desmembramiento.

 

 

Era una estúpida fotografía mía en una posición comprometedora mostrando más piel de la que me gustaba, pero ¿y qué? Gran cosa. Acéptalo y continúa. A pesar del hecho de que todos los que conocía probablemente la verían, peores cosas habían pasado en las historia del mundo. Solo necesitaba ponerlo en contexto y mantenerme calmada.

 

 

— ¿taeyeon? —tiffany tocó ligeramente en la puerta—. ¿Estás bien?

 

 

—Sí. —No. No realmente.

 

 

— ¿Me dejas entrar?

 

 

Le di a la puerta una adolorida mirada.

 

 

—Por favor.

 

 

Lentamente, me paré y quité el seguro. Tiffany caminó dentro y cerró la puerta detrás de ella. Sin coleta hoy. Su rubio cabello lucia tan hermoso como siempre, enmarcando su cara. Tenía tres pequeños pendientes plateados en una oreja jugando a las escondidas detrás de su cabello. Los miré porque encontrarme con sus ojos estaba fuera de cuestión. No iba a llorar. No sobre esto. ¿Qué demonios le pasaba a mis ojos últimamente? Dejarla entrar había sido tonto.

 

 

Me miró con un intenso ceño fruncido. —Lo siento.

 

 

—No es tu culpa.

 

 

—Sí, lo es. Debí de haberte cuidado mucho mejor.

 

 

—No, tiffany. —Tragué fuertemente—. Ambas estábamos ebrias. Dios, esto es tan espantoso, y vergonzosamente estúpido.

 

 

Solo me miró.

 

 

—Lo siento. Oye, tienes permitido estar molesta. Ese era un momento privado. No debería de estar por ahí.

 

 

—No —concordé—. Yo… en realidad, me gustaría estar sola por un minuto.

 

 

Murmuró en voz baja que ella siempre estaría apoyándome y de repente sus brazos estaban alrededor mío, jalándome contra ella. Me tomó con la guardia baja y tambaleé, mi nariz chocando contra su pecho. Dios….estar entre sus brazos se sentía tan bien. Una parte de mi recordaba haber estado tan cerca de ella y era reconfortante. Algo en mi mente decía “seguro”. Pero no pude recordar cómo o porque.

 

 

Una mano se movió incansablemente por mi espalda.

 

 

—Lo siento —dijo—. No sabes cómo lo siento.

 

 

La amabilidad era demasiado. Estúpidas lágrimas afloraron. —Difícilmente le muestro mi trasero a alguien y ahora está por todo el internet.

 

 

—Lo sé, cariño.

 

 

Descansó su cabeza en contra de la cima de la mía, abrazándome apretadamente mientras yo balbuceaba en su pecho. Tener a alguien en quien sostenerme ayudaba. Estaría bien. Profundamente sabía que lo estaría. Pero en ese entonces no podía ver mi camino claro. Estando aquí con sus brazos a mí alrededor se sintió correcto.

 

 

No sé cuando empezamos a mecernos. Tiffany me balanceó gentilmente de lado a lado como si estuviéramos bailando alguna canción lenta. La abrumadora tentación de quedarme así con mi cara presionada en su cuerpo fue lo que me hizo alejarme, tenía que calmarme. Sus manos se asentaron ligeramente en mis caderas, la conexión no rota completamente.

 

 

—Gracias —dije.

 

 

—Está bien. —El frente de su camiseta tenía un parche de humedad gracias a mí.

 

 

—Tu camiseta esta toda empapada.

 

 

Se encogió de hombros.

 

 

Llorar era una de las cosas que hacía muy pocas veces como ahora. El espejo lo confirmaba, ojos rojos y mejillas sonrojadas rosa fluorescente. Con una sonrisa torpe me alejé de tiffany y sus manos cayeron de vuelta a sus costados. Rocié mi cara con agua y la sequé en una toalla mientras ella estaba de pie sin hacer nada, frunciendo el ceño.

 

 

—Vamos a dar un paseo —dijo.

 

 

— ¿De verdad? —Le di una mirada dudosa. ¿Tiffany y yo solas? Dado a la situación matrimonial y nuestros preciados encuentros sobrios no parecía el plan más inteligente.

 

 

—Sí. —Frotó sus manos juntas, mostrándose muy entusiasmada—. Solo tú y yo. Estaremos fuera por un tiempo.

 

 

—tiffany, como dijiste ahí afuera, no creo que esa sea una buena idea.

 

 

— ¿Quieres quedarte en Los Ángeles? —se burló.

 

 

—Mira, has sido realmente dulce desde que entraste por esa puerta. Bueno, excepto lo que le dijiste a Ryder sobre qué te vomite encima. Eso fue innecesario. Pero en las veinticuatro horas previas me dejaste sola en una habitación, saliste con una fanática, me acusaste de tratar de acostarme con tu hermano y me lanzaste a tu cuadrilla de abogados encima.

 

 

No dijo nada.

 

 

—No que es que el que te vayas con una fanática sea de mi incumbencia. Por supuesto.

 

 

Giró en sus talones y caminó hacia el otro lado del baño, con sus movimientos tensos y enojados. A pesar de que era cinco veces el tamaño del baño en mi casa, aun no dejaba suficiente espacio para una confrontación como esta. Y estaba entre la puerta y yo. Porque de repente salir parecía un movimiento inteligente.

 

 

—Solo les dije que prepararan el papeleo —dijo.

 

 

—Y seguramente lo hicieron. —Puse las manos en mis caderas, de pie en el piso—. No quiero nada de tu dinero.

 

 

—Lo escuché. —Su cara estaba cuidadosamente en blanco. Mi declaración no provocó en ella la incredulidad o burla que tenía en su apropiada bravuconería. Afortunadamente para ella. Dudé que me creyera, pero al menos estaba dispuesta a pretender—. Están redactando nuevos papeles.

 

Bien. —La miré—. No tienes que compensarme. No hagas suposiciones como esa. Si quieres saber algo, pregunta. Y nunca vendería la historia a la prensa. No haría eso.

 

 

—Está bien. —Se recostó contra de la pared, inclinando su cabeza hacia atrás para mirar arriba a nada—. Lo siento —le dijo al techo. Estoy segura que el estucado lo apreciaría inmensamente.

 

 

Cuando no di ni una respuesta, su mirada eventualmente me encontró. Tendría que ser incorrecto, o por lo menos inmoral, ser tan hermosa. La gente normal no tenía oportunidad. Mi corazón tomaba una clavado cada vez que la miraba. No, un clavado no lo cubría. Era una caía en picada.

 

 

¿Dónde se encontraba jessica para que me dijera que estaba siendo melodramática cuando más la necesitaba?

 

 

—Lo siento, tae —repitió—. Sé que las últimas veinticuatro horas han sido una porquería. Ofreciéndote salir de aquí por un tiempo fue mi forma de tratar de hacer las cosas mejor.

 

 

—Gracias —dije—. Y también por venir aquí para ver cómo estoy.

 

 

—No hay problema. —Me miró, sus ojos expuestos por primera vez. Y la honestidad en su mirada cambió las cosas para mí, el breve destello de algo más. Tristeza o soledad, no lo sé. Un tipo de agotamiento que estaba ahí y se fue antes de que yo lo pudiera entender. Pero dejó su marca. Había mucho más de esta bella rubia que un bello rostro y un gran nombre. Necesitaba recordar eso y no hacer mis propias suposiciones.

 

 

— ¿Realmente quieres irte? —pregunté—. ¿De verdad?

 

 

Sus ojos brillaron con diversión. — ¿Por qué no?

 

 

Le di una sonrisa precavida.

 

 

—Podemos hablar sobre lo que sea que necesitemos, solo tú y yo. Necesito hacer unas cuantas llamadas luego nos dirigiremos lejos, ¿Está bien?

 

 

—Gracias. Me gustaría eso.

 

 

Con un asentimiento de despedida, abrió la puerta y caminó de vuelta afuera. Ella y Ryder hablaron en voz baja sobre algo en la sala. Tomé la oportunidad para lavar mi cara una vez más y peinarme con los dedos el cabello por casualidad. Había llegado el momento de que tomara el control. En realidad, estaba muy atrasada.

 

 

¿Qué estaba haciendo, rebotando de un desastre a otro? Esa no era yo. Me gustaba estar en control, tener un plan. Tiempo para dejar de preocuparme sobre lo que no podía cambiar y tomar acciones decisivas sobre lo que sí podía. Tenía dinero ahorrado. Uno de estos días mi pobre carro viejo moriría y en consecuencia había estado haciendo planes. Porque una vez que el invierno llegará, y las cosas se vuelvan heladas, grises y húmedas, caminar no siempre me atraería. El pensamiento de usar mis ahorros no me llenó de regocijo, pero había medidas de emergencia y cosas así.

 

 

Los abogados de tiffany redactarían papeles sin el dinero y los firmaría. No volverían a asustarme con ello. Sin embargo, estar en el ojo público por unas semanas estaba bien dentro de mis capacidades. Solo necesitaba hacer una pausa y pensar por un momento en vez de reaccionar.

 

 

Era una chica grande y podía hacerme cargo de mi misma. Había llegado el momento de probarlo. Iré a dar un paseo con mi “esposa”, poniendo en orden lo básico, y me habré ido, primero en unas escondidas vacaciones, y luego de vuelta a mi muy ordinaria y bien ordenada vida desprovista de cualquiera intervención de una “y rubia” estrella del rock.

 

 

Sí.

 

 

—Dame las llaves del Jeep —dijo tiffany, poniéndose en guardia en contra de Ryder en la sala.

 

 

Ryder hizo una mueca de dolor. —Estaba bromeando sobre regalar carros.

 

 

—Vamos. Deja de quejarte. Conduzco la moto y no tengo un casco para ella.

 

 

—Está bien. —Con una cara amargada, Ryder depositó las llaves de su carro en las manos estiradas de tiffany—. Pero solo porque me agrada tú esposa. Ni un rayón, ¿Me escuchaste?

 

 

—Sí, sí. —tiffany giró y me vio. Un indicio de una sonrisa curveó sus labios.

 

 

Excepto por el primer día en el piso del baño, nunca la había visto sonreír, nunca siquiera la había visto estar cerca. Esta simple acción hizo que me iluminara. Mis rodillas temblaron. Eso no podía ser normal. No debería estarme sintiendo cálida y feliz solo porque ella lo estaba. No podía permitirme tener algún sentimiento por tiffany. No si quería salir de esta en una sola pieza.

 

 

—Gracias por aguantarme hoy, Ryder —dije.

 

 

—El placer fue todo mío —arrastró las palabras—. ¿Segura que quieres irte con ella, pequeña novia? Ella te hizo llorar. Yo te haré reír.

 

 

La sonrisa de tiffany desapareció y avanzó a mi lado. Su mano se asentó ligeramente contra la base de mi columna, el calor me atravesó aun con las capas de ropa. —Nos vamos de aquí.

 

 

Ryder sonrió y me guiñó.

 

 

— ¿A dónde vamos? —le pregunté a tiffany.

 

 

— ¿Acaso importa? Vamos solo a conducir

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Comments

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Nathan59 #1
Holaa cerraste tu cuenta de Wattpad ? :(