cap 17

Taeny

A la mujer le estaba tomando demasiado tiempo ordenar. Sus ojos seguían cambiando entre el menú y yo mientras se inclinaba sobre el mostrador. Conocía esa mirada. Le temía a esa mirada. Amaba estar en la cafetería con el aroma de los granos de café y la mezcla relajante de música y charla. Amaba el compañerismo que teníamos detrás del mostrador y el hecho de que el trabajo mantiene mis manos y cerebro ocupados. Extrañamente ser una camarera me relajaba. Era buena en eso. Con la lucha constante de mis estudios, me deleitaba con ese hecho. Si alguna vez quedaba muy exhausta, siempre tenía al café para levantarme. Era lo moderno de hoy en Los ángeles equivalente a escribir. La ciudad funciona de los granos de café y las cafeterías. El café y la cerveza habitaban en nuestra sangre.

 

 

 

Sin embargo, últimamente, algunos clientes han sido un dolor en la cabeza con el que lidiar.

 

 

—Me pareces muy familiar —comenzó casi como todos hicieron—. ¿No estabas tú en todo el internet hace un tiempo? ¿Algo que ver con tiffany Hwang?

 

 

Al menos ya no retrocedía al oír su nombre. Y habían pasado días desde que sentí el impulso de vomitar. Definitivamente no estaba embarazada, esa opción quedaba anulada.

 

 

Después de los primeros días de esconderme en mi cama, llorando sin parar, tomé cada turno libre que tenía la cafetería para mantenerme ocupada. No podía llorarla para siempre. Lástima que mi corazón permanecía sin convencerse. Tiffany estaba en mis sueños cada noche cuando cerraba mis ojos. Tuve que echarle fuera de mi mente miles de veces al día.

 

 

Con el tiempo salí a la superficie. Los pocos paparazzi persistentes se habían ido de regreso a Los Ángeles. Aparentemente Sam había ido a rehabilitación. Jessica cambiaba los canales cada vez que yo entraba, pero no pude evitar ver lo suficiente en las noticias para saber qué es lo que sucedía.

 

 

Parecía que Stage Dive se comentaba en todas partes. Alguien incluso me había pedido firmar una foto de tiffany yendo al centro de rehabilitación, la cabeza hacia abajo y las manos metidas en sus bolsillos. Se había visto tan sola. Muchas veces casi la había llamado. Simplemente para preguntar si se encontraba bien. Solo para escuchar su voz. ¿Qué estúpido era eso? ¿Y si sonaba y Hanna contestaba?

 

 

En cualquier caso, la crisis de Sam era mucho más interesante que yo. Yo apenas clasifiqué para una mención en las noticias estos días.

 

 

Pero la gente, los clientes, me volvían loca. Fuera del trabajo, me había convertido en un completo cierre. Eso era un inconveniente ya que mi prima vivía con nosotras ahora. Las personas enamoradas eran deprimentes. Era un hecho comprobado médicamente. Los clientes con la especulación brillando en sus pequeños redondos ojos no eran mucho mejor.

 

 

—Te equivocas —le dije a la mujer entrometida.

 

 

Me dio una tímida mirada. —No lo creo.

 

 

Diez dólares me dijeron que ella buscaba la manera de pedirme un autógrafo. Este haría el octavo intento de obtener uno hoy. Algunas de ellas querían llevarme a casa para tener o porque, ya sabes, la ex de una estrella de rock. Mi cuerpo claramente tenía que ser algo especial. Algunas veces me preguntaba si ellas pensaban que había una pequeña placa en mi muslo interior diciendo “tiffany Hwang estuvo aquí”.

 

 

Sin embargo, esta chica, no me veía de esa manera. No, ella quería un autógrafo.

 

 

—Mira —dijo, especulación convirtiéndose en zalamería—. No te lo pediría, es solo que soy una gran fan de tiffany.

 

 

—No te puedo ayudar, lo siento, estamos realmente a punto de cerrar. Entonces, ¿te gustaría ordenar algo antes de que eso suceda? —le pregunté, sonrisa complaciente firmemente en su sitio. Derek habría estado orgulloso de esa sonrisa tan falsa. Pero con mis ojos le dije a la mujer la verdad. Que estaba toda agotada, y sinceramente no me importaba. Especialmente cuando se trataba de tiffany Hwang.

 

 

— ¿Al menos podrías decirme si la banda realmente va a separarse? Vamos. Todo el mundo está diciendo que el anuncio se hará en cualquier momento.

 

 

—No sé nada al respecto. ¿Te gustaría ordenar algo o no?

 

 

Además, negarlo dejaba generalmente lágrimas o ira. Ella eligió la ira. Una buena opción, porque las lágrimas me molestaban malditamente. Estaba harta de todo, de mi misma y los demás. A pesar de que era de conocimiento común que había sido dejada, ellos todavía pensaban que tenía conexiones. O eso era lo que esperaban.

 

Me dio una pequeña risa falsa. —No hay necesidad de ser una perra al respecto, ¿decirme lo que realmente está pasando te mataría?

 

 

—Fuera —dijo mi encantadora gerente, Rubí—. Ahora mismo, fuera de aquí.

 

 

La mujer cambió a incrédula, con la boca abierta. — ¿Qué?

 

 

—Kitty llama a la policía —Rubí se mantuvo de pie a mi lado.

 

 

—Estoy en eso, jefa —Kitty abrió de golpe su móvil y marcó los números, nivelando a la mujer con su malvada mirada. Kitty, además de haber sido la única lesbiana declarada abiertamente en mi escuela secundaria, estudiaba drama. Estas confrontaciones eran su parte favorita del día. Podrían haber agotado mi fuerza, pero Kitty absorbía toda la energía de ellos. Una fuerza malévola y oscura, sin duda, pero era toda suya y ella se deleitaba en eso—. Sí, tenemos una rubia falsa con un mal bronceado dándonos problemas oficial, estoy bastante segura de que la vi en una fiesta de fraternidad haciendo que algunos menores de edad beber demasiado la semana pasada. No quiero decir que ocurrió después de eso, pero el material está disponible en YouTube para su placer visual, si es mayor de edad.

 

 

—No es de extrañar que te botara. Vi la foto, tu culo es tan grande como la jodida Texas —La mujer se burló y luego salió rápido de la cafetería.

 

 

— ¿De verdad tienes que provocarlos? —pregunté.

 

 

Kitty chasqueó su lengua. —Por favor. Ella comenzó.

 

 

Había escuchado peores cosas de lo que ella dijo. Mucho peor. Algunas veces había tenido que cambiar mi dirección de correo electrónico para detener los correos de odio que me inundaban. Había cerrado mi cuenta de Facebook desde el principio.

 

 

Sin embargo, comprobé mi trasero para estar segura. Estaba bastante segura de que Texas era, de hecho, más amplio.

 

 

—Por lo que puedo decir, estás viviendo en una dieta de pastillas de mentas y cafés con leche. Tu culo no es el problema —Kitty hacía tiempo me había perdonado por no haberle hecho caso en la secundaria, bendita sea. Estaba más allá de agradecida de tener las amigas que hice. Realmente no sé cómo habría logrado seguir adelante este último mes sin ellos.

 

 

—Yo me alimento.

 

 

— ¿Enserio? ¿De quién son esos pantalones?

 

 

Empecé a limpiar la máquina de café porque realmente se acercaba el tiempo de cerrar. Eso y por razones de evasión de tema. El hecho era, ser engañada y mentida por la hija favorita del Rock“n” roll hizo bastante la dieta.

 

 

Definitivamente no se lo recomendaría a nadie. Mi sueño fue tirado a la basura y estaba cansada todo el tiempo. Yo era una perra depresiva. Por dentro y por fuera, no me sentía como yo. El tiempo que había pasado con tiffany, la forma que cambiaron las cosas, era una constante agitación, una picazón que no podía rascar. En parte porque no tenía el poder, pero también porque me faltaba la voluntad. Solo podías cantar “I Will Survive” tantas veces antes de que las ganas de estrangularte a ti mismo se hiciera cargo.

 

 

—jessica no usa estos vaqueros. Dijo que los bolsillos traseros la hacen verse con demasiada cadera. Aparente, la posición de los bolsillos son muy importantes.

 

 

— ¿Y cuándo comenzaste a usar la ropa de esa vaca flaca?

 

 

—No la llames así.

 

 

Kitty rodó los ojos. —Por favor, ella se lo toma como un cumplido.

 

 

Cierto. —Bueno, pienso que los pantalones son bonitos. ¿Vas a limpiar las mesas o te gustaría que yo lo hiciera?

 

 

Kitty solo suspiró. —seulgi y yo queríamos darte las gracias por ayudarnos a mudarnos el fin de semana pasado. Así que te vamos a sacar esta noche. Beber y bailar ¡Sí!

 

 

—Oh —El alcohol y yo teníamos ya una mala reputación—. No lo sé.

 

 

—Yo sí.

 

 

—Tenía planes de…

 

 

—No, no los tenías, es por eso que lo dejé hasta el último minuto para decirte. Sabía que ibas a tratar de poner excusas —Los ojos claros de Kitty no aguantaban tonterías—. Rubí, me llevaré a nuestra amiga a una noche de fiesta.

 

 

—Buena idea —gritó Rubí desde la cocina—. Sácala de aquí. Yo limpiaré.

 

 

Mi falsa sonrisa amigable cayó de mi cara. —Pero…

 

 

—Son los ojos tristes —dijo Rubí, confiscando mi paño de limpieza—. No los puedo soportar por más tiempo. Por favor, váyanse y tengan algo de diversión.

 

 

— ¿Soy tan aguafiestas? —le pregunté, de repente preocupada. Realmente pensé que había estado poniendo una buena fachada. Sus caras me dijeron lo contrario.

 

 

—No. Eres una chica normal de veintiún años pasando por un rompimiento. Necesitas volver a salir allí y recuperar tu vida —Rubí estaba en sus treinta y pronto se casaría—. Confía en mí, sé lo que te digo. Ve.

 

 

—O —dijo Amanda moviendo un dedo hacia mí—, puedes sentarte en casa viendo “Wall the Line” por la octogentésima vez mientras escuchas a tu prima y a tu mejor amiga haciéndolo duro en la habitación de al lado.

 

 

Cuando lo pone de esa manera…

 

 

 

— ¡Vamos!

 

 

 

 

****

 

 

 

 

—Quiero ser Bi —anuncié, porque era importante. Una chica debía de tener metas. Empujé la silla y me puse de pie—. Vamos a bailar. Amo esta canción.

 

 

—Amas cualquier canción que no sea de la banda que no debe ser nombrada —Kitty rio siguiéndome a través de la multitud. Su novia seulgi solo sacudió su cabeza, aferrándose a su mano. El vodka era sin duda tan mala idea como lo era el tequila, pero me sentía algo relajada, más ligera. Fue bueno salir y con el estómago vacío tres bebidas fueron demasiado, claramente. Sospechaba que Kitty podía dividirse en dos. Se sentía genial bailar, reír y dejarse llevar. De todas las tácticas de conseguir sobreponerse a una rotura, mantenerme ocupada funcionaba mejor. Pero salir, bailar y beber no debería ser olvidado.

 

 

Metí mi cabello detrás de mis orejas porque mi cola de caballo había empezado a desmoronarse de nuevo. Perfecta metáfora para mi vida. Nada funcionó bien desde que volví de Los Ángeles. Nada tenía sentido. El amor era una mentira y el Rock“n” roll apestaba. Blah, Blah, Blah. Tiempo de otra bebida.

 

 

Y había estado en el medio de hacer un punto importante.

 

 

—Lo digo enserio —dije—. Seré Bi. Es mi nuevo plan.

 

 

—Creo que es un gran plan —gritó seulgi, moviéndose junto a mí. Seulgi también trabajaba en el café, así era como las dos se habían conocido. Tenía el cabello largo y castaño, que era la envidia de todos.

 

 

Kitty rodó los ojos. —Tú no eres Bi, nena, no la alientes.

 

 

Seulgi sonrió. Totalmente arrepentida. —La semana pasada quería hacer lo que fuera para dejar de sentirse triste. Antes de eso habló de monasterios, creo que esto es un paso constructivo para perdonar a cada humano que ando rompiendo corazones y seguir adelante con su vida.

 

 

—Estoy siguiendo adelante con mi vida —dije.

 

 

— ¿Por eso han estado hablando de tiffany durante las últimas 4 horas? —Kitty sonrió, echando sus brazos alrededor de los hombros de seulgi.

 

 

—No estábamos hablando de ella. La estábamos insultando. ¿De nuevo, cómo se dice “inútil apestosa traicionera” en alemán? —Pregunté, inclinándome para que me pudieran escuchar—. Ese fue mi favorito.

 

 

Seulgi y Kitty empezaron a bailar muy cerca la una de la otra a mí alrededor, las deje estar juntas, no me importaba. Porque no tenía miedo de estar sola. Yo estaba llena de un solo poder femenino. Vete a la mierda, tiffany Hwang. Que se joda bien y duro.

 

 

La música era un ritmo fluido y mientras siguiera así, todo sería perfecto. Sudor caía por mi cuello y solté otro botón de mi vestido, ampliando la línea del cuello. Ignoré a las otras personas bailando alrededor de mí. Cerré mis ojos, manteniéndome segura en mi pequeño y propio mundo. El alcohol me había animado.

 

 

Por alguna razón, las manos deslizándose sobre mis caderas no me molestaron, aunque no fueron invitadas. No fueron más allá, no hicieron demandas en mí. Su propietaria bailaba detrás de mí, manteniendo una pequeña distancia segura entre nosotras. Fue agradable. Tal vez la música me había hipnotizado. O tal vez me sentía demasiado sola, porque no había luchado. En su lugar me relajé en su contra. Durante toda la canción nos quedamos así, fusionadas, juntas, moviéndonos. El ritmo desaceleró y levanté mis brazos uniendo las manos detrás de su cuello. Después de un mes de evitar casi todo contacto humano, mi cuerpo despertó. El cabello suave en la parte de atrás de su cuello rozó mis dedos. Suave piel caliente debajo.

 

 

Dios, era tan agradable. No me había dado cuenta de lo necesitada de contacto que estaba.

 

 

Apoyé mi cabeza contra ella y susurró algo suavemente. Demasiado suave para que la escuchara. El suave roce de su mejilla y la mandíbula estremecieron mi cara. Sus manos se deslizaron sobre mis costillas, sobre mis brazos. Dedos callosos acariciaron suavemente la parte interior sensible de mis brazos. Su cuerpo era sólido detrás de mí, pero ella mantuvo el contacto suave, refrenado. No estaba en el mercado para ser rechazada. Mi corazón estaba demasiado herido para eso, mi mente demasiado cautelosa. Sin embargo, no me atrevía a alejarme de ella. Se sentía muy bien allí.

 

 

—taeyeon —dijo, sus labios rozando mi oreja.

 

 

Mi respiración se cortó, mis parpados se abrieron de golpe. Me volteé para encontrar a tiffany mirándome. Su cabello largo seguía siendo tan hermoso como lo recordaba. Probablemente ella podría hacer que todas las chicas le tuvieran envidia por ser tan atractiva……

 

 

Cristo, era realmente ella. Aquí en Los ángeles. En carne y hueso.

 

 

—Sí —sus ojos azules ardían. No dijo nada más. La música seguía sonando, la gente seguía moviéndose. El mundo solo paró de girar para mí.

 

 

— ¿Por qué?

 

 

— ¿taeyeon? —Kitty puso una mano en mi brazo y salté, el hechizo rompiéndose. Le dio una mirada rápida a tiffany y luego su cara se arrugó con disgusto— ¿Qué diablos está haciendo ella aquí?

 

 

—Todo está bien —le dije.

 

 

Su mirada se movió entre tiffany y yo. No parecía realmente convencida.

 

 

Razonablemente.

 

 

—Kitty. Por favor —Apreté sus dedos, asintió. Después de un momento se volvió hacia seulgi, quien se quedó mirando a tiffany con abierta incredulidad. Y una buena dosis de estrella me golpeó. Su nueva imagen era un excelente disfraz, al menos que supieras a quien estabas buscando, por supuesto.

 

 

Me abrí paso entre la multitud para salir rápidamente de ahí. Yo sabía que ella me iba a seguir. Por supuesto que lo haría. No era un accidente que ella estuviera allí, aunque no tenía ni una maldita idea de cómo me había encontrado. Necesitaba escapar del calor y el ruido para poder pensar con claridad. Por el pasillo de vuelta pasando el baño de los hombre y las mujeres. Allí, eso era lo que yo quería. Una gran puerta negra se abrió sobre un callejón atrás. Fuera al aire nocturno. Algunas estrellas centellaban en lo alto. De lo contrario, estaría oscuro, húmedo por las tempranas lluvias de verano. Era horrible, sucio y detestable. Un entorno ideal.

 

 

Podría haber estado sintiéndome un poco dramática……..

 

 

La puerta se cerró de golpe detrás de tiffany. Me miró de frente, con las manos en las caderas. Abrió su boca para empezar a hablar y no, no iba a pasar. Chasqueé mis dedos.

 

 

— ¿Por qué estás aquí, tiffany?

 

 

—Tenemos que hablar.

 

 

—No, no hay nada de qué hablar.

 

 

Se frotó los labios.

 

 

—Por favor. Hay cosas que tengo que decirte.

 

 

—Es demasiado tarde.

 

 

Mirándola reviví el dolor. Como si aún tuviera heridas persistentes justo debajo de la piel, a la espera de volver a abrirse. Sin embargo, no podía dejar de mirarla. Partes de mí estaban desesperadas por verla, escucharla. Mi cabeza y corazón eran un desastre. Tiffany no parecía con mucha confianza en sí misma. Se veía cansada. Había sombras debajo de sus ojos y parecía un poco pálida, incluso bajo esta maldita iluminación. Sus pendientes no estaban, se habían ido todos. No es que me importara.

 

 

Se balanceó sobre sus talones, sus ojos viéndose desesperados.

 

 

—Sam entró en rehabilitación y había otras cosas con las que tenía que tratar. Tuvimos que hacer terapia juntos como parte de su tratamiento. Es por eso que no pude venir de inmediato.

 

 

—Siento escuchar eso de Sam.

 

 

Ella asintió.

 

 

—Gracias. Lo está haciendo mejor.

 

 

—Bueno. Eso es genial.

 

 

Otro asentimiento.

 

 

—tae, sobre Hanna…

 

 

—No —Levanté una mano, retrocediendo—. No lo hagas.

 

 

Su boca se cayó hacia abajo.

 

 

—Tenemos que hablar.

 

 

— ¿En serio?

 

 

—Sí.

 

 

— ¿Porque ahora has decidido que estás lista? Vete al diablo, tiffany. Ha pasado un mes. Veintiocho días sin una palabra. Siento lo de tu hermano, pero no.

 

 

—Yo quería asegurarme de venir por las razones correctas.

 

 

—Ni siquiera sé lo que eso significa.

 

 

—taeyeon…….

 

 

—No —negué con la cabeza, el dolor y la rabia presionaron duro. Así que la empujé con fuerza, haciéndola retroceder un paso. Ella golpeó la pared y no tenía un lugar a donde ir. Pero eso no me detuvo.

 

 

Comencé a empujarla de nuevo y agarró mis manos. —Cálmate.

 

 

— ¡No!

 

 

Sus manos rodearon mis muñecas. Apretó los dientes, haciendo rechinar sus molares. La escuché. Impactada de que no se hubiera agrietado nada. —No, ¿Qué? ¿No quieres hablar ahora? ¿Qué? ¿Qué quieres decir?

 

 

—Quiero decir que no a todo y a nada que tenga que ver contigo —mis palabras hicieron eco a través del estrecho callejón, por los lados de los edificios hasta que se vaciaron en el cielo nocturno indiferente—. Hemos terminado, ¿recuerdas? Tú terminaste conmigo. No soy nada para ti. Tú misma lo dijiste.

 

 

—Me equivoqué, maldita sea, tae. Cálmate. Escúchame.

 

 

—Déjame ir.

 

 

—Lo siento, pero no es lo que piensas.

 

 

Sin opciones, la enfrenté.

 

 

—Tú no tenías que venir hasta aquí ahora. Me mentiste. Me engañaste.

 

 

—Nena…

 

 

—No te atrevas a llamarme así —le grité.

 

 

—Lo siento —Su mirada recorrió mi cara, en busca de algo de sentido tal vez. Ni en sus sueños—. Lo siento.

 

 

—Detente

 

 

—Lo siento. Lo siento —dijo, una y otra vez, cantando las palabras, dándoles más valor a través del tiempo y el espacio. Tenía que detenerla. Callarla antes de que me volviera loca. Aplasté mi boca contra la suya, deteniendo la inútil letanía. Ella gimió y me besó con fuerza, apretando mis labios, haciéndome daño. Pero luego le hice daño yo también. El dolor ayudó. Empujé mi lengua en su boca, tomando lo que se suponía que iba a ser mío. En ese momento la odiaba y la amaba. No parecía haber ninguna diferencia

 

 

Mis manos fueron liberadas y las enrollé alrededor de su cuello. Ella nos giró, enviándome de espaldas a la áspera pared de ladrillos. Su toque quemó a través de mi piel y huesos. Todo sucedió tan rápido, no había tiempo para preocuparse acerca de la conveniencia de la situación. Empujó mi vestido y desgarró mi ropa interior. No tuvieron ninguna oportunidad. El fresco del aire de la noche y el calor de sus manos acariciaron mis muslos.

 

 

—Te extrañé tanto —se quejó.

 

 

—tiffany……

 

 

Simplemente se dedicó a besarme con desesperación y acariciar cada centímetro de mi cuerpo, buscando mayor contacto conmigo. Luego levantó mi pierna, hasta su cadera. Mis manos se arrastraron a su cuello. Creo que trataba de no dejarla irse. No había muchos pensamientos desarrollándose. Sólo me conducían a llegar tan cerca de ella como fuera físicamente posible. Tiffany mordisqueó mis labios, tomando mi boca en otro beso apasionado. Dos de sus dedos empujaron contra mí, deslizándose fácilmente. La sensación de ella haciéndome suya hizo girar mi cabeza. Su otra mano se deslizó por debajo de mi trasero y me levantó, mientras me susurraba al oído lo mucho que me había extrañado, haciéndome gemir. Envolví mis piernas alrededor de ella y sosteniéndome con fuerza, solo me dediqué a corresponder a sus caricias. Mis uñas arañaron su cuello, mis talones anclados en su trasero. Sus dientes presionaron con fuerza en un lado de mi cuello. El dolor era perfecto.

 

 

—Más rápido —Yo jadeé.

 

 

—Maldita sea si…

 

 

El ladrillo áspero raspaba mi espalda, tirando de la tela de mi vestido. El golpeteo duro de las sensaciones que me provocaba me dejó sin aliento. Me aferré con fuerza, tratando de saborear la sensación de ella junto a mí, del edificio, de la tensión dentro de mí. Todo era demasiado y aún no suficiente. La idea de que esta podría ser nuestra última vez, una unión enojada y brutal así... yo quería llorar, pero no tenía lágrimas. La presión dentro de mí crecía más y más. Ella cambió su ángulo ligeramente, golpeando mi clítoris, y me corrí con fuerza, mis brazos alrededor de su cabeza, mi mejilla apretada contra la suya. Todo mi cuerpo se estremeció y tembló.

 

 

—Taeyeon —gimió, afirmándose a sí misma en mí, mientras también sentía que se estremecía.

 

 

Cada músculo de mi cuerpo se volvió líquido. Era todo lo que podía hacer para aferrarme a ella.

 

 

—Está bien, mi amor —Su boca apretada contra mi rostro húmedo—. Todo irá bien, te lo prometo. Lo arreglaré.

 

 

—B-bájame.

 

 

Sus hombros subieron y bajaron en una respiración áspera y con mucho cuidado lo hizo. Rápidamente bajé la falda de mi vestido colocándola correctamente. Como si eso fuera posible. Esta situación estaba fuera de control. Sin agitarse procuró acomodar su ropa. Miré hacia todas partes menos a ella. Un callejón. Santo infierno.

 

 

— ¿Estás bien? —Sus dedos rozaron mi rostro, oculto detrás de mí cabello. Hasta que puse una mano en su pecho, obligándola a retroceder un paso. Bueno, no la obligué. Eligió a darme mi espacio.

 

 

—Yo... umm —Me lamí los labios y volví a intentarlo—. Tengo que ir a casa.

 

 

—Vamos, conseguiré un taxi.

 

 

—No, lo siento, sé que empecé esto, pero… —negué con la cabeza.

 

 

Tiffany se encogió.

 

 

—Esa era una despedida.

 

 

—Al diablo con ese cuento, eso no lo era, ni siquiera intentes decirme eso —Su dedo se deslizó por debajo de mi barbilla, haciéndome mirarla—. No hemos terminado, ¿Me oyes? Ni malditamente cerca. Nuevo plan. No me iré de Lima, Ohio hasta que hayamos hablado esto. Te lo prometo.

 

 

—No esta noche.

 

 

—No, no esta noche. ¿Mañana, entonces?

 

 

Abrí la boca, pero no salió nada. No tenía idea de lo que quería decir. Mis uñas se clavaron a los costados a través de mi vestido. Lo que yo quería en estos días era un misterio incluso para mí. Pero dejar de sufrir estaría bien. Eliminar todo recuerdo de tiffany de mi cabeza y corazón. Conseguir mantener mi respiración bajo control.

 

 

—Mañana —repitió.

 

 

—No lo sé —Ahora me sentía cansada, frente a ella. Podría dormir durante un año. Mis hombros cayeron y mi cerebro se estancó.

 

 

Tiffany sólo me miró, con ojos intensos.

 

 

—Está bien.

 

 

Donde nos dejaba eso, no tenía ni idea. Pero asentí como si se hubiera decidido algo.

 

 

—Bueno —dijo, tomando una respiración profunda.

 

 

Mis músculos todavía temblaban. El deseo que me provocaba era increíble, pero debía mantenerme firme. Mierda. Habíamos tenido la charla, pero las cosas habían sido diferentes en aquel entonces.

 

 

—tiffany, tal vez te moleste con lo que te diga, pero, ¿Qué significo esto para ti?

 

 

—Tú significas tanto para mí, eres mi complemento y todo lo que podría desear en la vida.

 

 

—Ok.

 

 

Dio un paso hacia mí.

 

 

—En lo que a mí respecta todavía estamos casadas. Así que no, taeyeon, no he cometido ninguna tontería por ahí.

 

 

Yo no tenía nada. Mis rodillas vacilaron. Probablemente debido a la reciente acción que habían tenido. Aliviada sin duda acerca de ella no saliendo con groupies en venganza luego de nuestra separación. Yo ni si quiera quería pensar en Hanna, ese monstruo con tentáculos de las profundidades del mar.

 

 

El o era tan desordenado. El amor era, de lejos, peor.

 

 

Una de nosotras tenía que irse. No hizo ningún movimiento por lo que me fui, calle arriba de nuevo hacia el club para encontrar a Kitty y seulgi. Necesitaba nuevas bragas y un trasplante de corazón. Tenía que ir a casa. Tiff me siguió, abriendo la puerta. El bajo pesado de la música resonó en la noche.

 

 

Corrí al baño de señoras y me encerré en un puesto. Cuando salí a lavarme las manos, mirarme en el espejo fue difícil. La dura iluminación fluorescente no me favorecía. Mi cabello largo y oscuro colgaba alrededor de mi cara en un lío de elaborados nudos por culpa de las manos de tiffany. Mis ojos estaban muy abiertos y heridos. Me veía aterrorizada, aunque no lo quería demostrar. Además, tenía la madre de todos los chupones formándose en mi cuello. Infierno.

 

 

Un par de chicas entraron, riendo y echando miradas de anhelo hacia atrás por encima del hombro. Antes de que la puerta se cerrara, vi la mirada de tiffany, inclinada contra la pared de enfrente, esperando, mirando hacia sus botas. La charla excitada de las niñas era chocantemente alta. Pero ellas no hicieron ninguna mención de su nombre. El disfraz de tiffany se mantenía. Con los brazos alrededor de mí, fui a su encuentro.

 

 

— ¿Lista para irte? —preguntó, empujándose fuera de la pared.

 

 

—Sí.

 

 

Hicimos nuestro camino de regreso a través del club, esquivando a los bailarines y borrachos, buscando a Kitty y seulgi. Estaban en el borde de la pista de baile, hablando. Kitty tenía cara malhumorada.

 

 

Ella me vio con una ceja arqueada.

 

 

— ¿Estás jodidamente bromeando?

 

 

—Gracias por invitarme a salir, chicas. Pero me voy a casa —dije, ignorando la mirada mordaz.

 

 

— ¿Con ella? —Sacudió la barbilla hacia tiffany, detrás de mi hombro. Seulgi dio un paso adelante, envolviéndome en sus brazos.

 

 

—No le hagas caso. Has lo que sea correcto para ti.

 

 

—Gracias.

 

 

Kitty rodó los ojos y luego tiró de mí en un abrazo.

 

 

—Ella te lastimó tanto…

 

 

—Lo sé —mis ojos se llenaron de lágrimas. Sumamente útil—. Gracias por invitarme a salir.

 

 

Apostaría todo el dinero que tenía que Kitty fulminaba a tiffany por encima de mi hombro con los ojos. Casi me sentí mal por ella. Casi. Dejamos el club cuando una de sus canciones sonaba a través de los altavoces. Hubo numerosos gritos con "Divers!", la voz de Sam ronroneó las letras, "Maldición. Odio estos últimos días de amor, labios de cereza y despedidas largas...”

 

 

Tiffany bajó la cabeza y salió corriendo. Fuera, al aire libre, la canción no era más que un lejano estruendo de bajo y batería. Seguí lanzando miradas de reojo a hurtadillas, comprobando que estaba realmente allí y no era un producto de mi imaginación. Tantas veces había soñado que había venido a mí. Y cada vez despertaba sola, con mi rostro surcado de lágrimas. Ahora que se encontraba aquí no podía correr el riesgo. Si ella me hería de nuevo, no estaba convencida de que me las arreglaría para volverme a recuperar por segunda vez. Mi corazón no podría hacerlo. Así que hice mi mejor esfuerzo para mantener mi boca y mi mente cerrada.

 

 

Todavía era relativamente temprano y no había mucha gente pululando fuera. Extendí la mano hacia el tráfico que pasaba y un taxi se detuvo poco después. Tiffany mantuvo la puerta abierta para mí. Subí sin decir una palabra.

 

 

—Voy a llevarte a casa —Entró después de mí y me deslicé a través del asiento sorprendida.

 

 

—No es necesario…

 

 

—Lo es. Está bien. Tengo que hacer mucho, así que...

 

 

—Está bien.

 

 

— ¿A dónde? —preguntó el taxista, dándonos una mirada desinteresada por el espejo retrovisor. Otra pareja discutiendo en su asiento trasero. Estoy segura de que veía al menos una docena por noche.

 

 

Tiffany le dio mi dirección sin pestañear. El taxi se sumergió en el flujo de tráfico. Podría haber conseguido mi dirección de Derek, y en cuanto al resto...

 

 

—Jessica —suspiré, hundiéndose en el asiento—. Por supuesto, por eso es que sabías dónde encontrarme.

 

 

Hizo una mueca.

 

 

—Hablé con jessica antes. Escucha, no te enojes con ella. Tomó un montón de tiempo convencerla.

 

 

—De acuerdo.

 

 

—Lo digo en serio. Me dio un sermón por estropear las cosas contigo, me gritó durante media hora. Por favor, no te enojes con ella.

 

 

Apreté los dientes y miré por la ventana. Hasta que sus dedos se deslizaron sobre los míos. Aparté mi mano.

 

 

— ¿Me dejas que te haga mía, pero no me dejas tomar tu mano? —susurró, con el rostro triste bajo el tenue resplandor de los coches y las farolas que pasaban. Tenía en la punta de la boca decirle que había sido un accidente. Que lo que había pasado entre nosotras estaba mal. Pero no podía hacerlo. Sabía lo mucho que le haría daño. Nos miramos la una a la otra como mi boca abierta, mi cerebro inútil.

 

 

—Te extrañé tan tanto —dijo—. No tienes ni idea.

 

 

—Detente.

 

 

Sus labios se cerraron pero ella no apartó la mirada. Me quedé atrapada por su mirada. Se veía tan diferente, con su cabello tan hermoso y sedoso como siempre. Familiar, pero desconocida. No fue un largo viaje a casa a pesar de que pareció una eternidad. El taxi se detuvo frente a la antigua casa de vecindad y el conductor nos dio una mirada impaciente por encima del hombro.

 

 

Abrí la puerta del coche, lista para irme, pero dudando al mismo tiempo. Mi pie se cernía en el aire por encima de la acera.

 

 

—Sinceramente, no creo que te vuelva a ver.

 

 

—Oye —dijo ella, su brazo se extendió por toda la parte posterior del asiento. Los dedos de su mano cercan de mí, pero sin hacer contacto—. Vas a verme. Mañana.

 

 

Yo no sabía qué decir.

 

 

—Mañana —repitió, su voz determinada.

 

 

—No sé si va a hacer alguna diferencia.

 

 

Levantó la barbilla, inhalando bruscamente. —Sé que jodí las cosas, pero voy a arreglarlo. Solo no tomes una decisión todavía, ¿bien? Dame eso.

 

 

Asentí débilmente y me apresuré a entrar con las piernas temblorosas. Una vez que me encerré en el interior, el taxi se alejó, miré a través del vidrio de la puerta del edificio sus luces traseras desvaneciéndose con la oscura noche.

 

 

 

¿Qué demonios se supone que debía hacer ahora?

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Comments

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Nathan59 #1
Holaa cerraste tu cuenta de Wattpad ? :(