cap 14

Taeny

 

—Estás frunciendo el ceño. —tiffany caminaba detrás de mí lentamente. Su cabeza se inclinó a un lado haciendo que su rubia cabellera cayera sobre un costado de su rostro. Pasó el mechón de cabello por su oreja y se acercó a mí—. ¿Por qué estás haciendo eso, eh?

 

 

Había estado preparando la cena. Había encontrado cortezas para pizza en el congelador, así que las saqué para descongelarlas y empecé a cortar algunos agregados para ponerle encima y a gratinar queso, todo mientras me preocupaba por lo que Quinn me había dicho, por supuesto. La casa ya no lucia tan acogedora. Armada con el conocimiento de que había sido comprada con el pensamiento de otra mujer en mente, mis sentimientos hacia el lugar habían cambiado. Estaba de nuevo sintiéndome como una intrusa. Horrible, pero cierto. Las inseguridades apestan.

 

 

—Dame. —Por detrás de mí agarró mi muñeca y se llevó mi mano a su boca, chupando mi dedo embarrado de pasta de tomate—. Umm.

 

 

Mi estómago se contrajo con fuerza en respuesta. Dios, su boca en mí esta mañana. Sus planes para nosotras en la noche. Todo se sentía como un sueño, un locamente hermoso sueño del cual no quería despertar. Tampoco era como si lo necesitaba. Todo estaría bien. Habíamos resuelto las cosas. Ahora estábamos casadas de nuevo, comprometidas. Deslizó un brazo a mí alrededor y se presionó contra mi espalda, dejando sin lugar a dudas ningún espacio entre las dos.

 

 

— ¿Cómo van las cosas abajo? —pregunté.

 

 

—Realmente bien. Hemos logrado cuatro canciones bien formadas. Disculpa que nos excediéramos del límite —dijo, dejando un beso en el lado de mi cuello, ahuyentando lejos el último de mis malos pensamientos—. Pero ahora es nuestro tiempo.

 

 

—Bien.

 

 

— ¿Estás haciendo pizza?

 

 

—Sí.

 

 

— ¿Puedo ayudar? —preguntó, todavía rozando su nariz en mi cuello. Me hizo estremecer. Justo entonces, se detuvo—. ¿Le vas a colocar brócoli?

 

 

—Me gustan los vegetales en la pizza.

 

 

—Calabacín, también —Su voz sonaba un poco incrédula y colocó su barbilla en mi hombro—. ¿Qué hay sobre eso?

 

 

—Y tocino, salchicha, champiñones, pimientos, tomates y tres tipos diferentes de quesos. —Apunté con el cuchillo de cortar a mi excelente colección de ingredientes—. Espera a probarlos. Va a ser la mejor pizza del mundo.

 

 

—Por supuesto que sí. Aquí, los pondré todos juntos. —Se volteó para ponerme de cara a ella, retrocediendo cuando mi cuchillo de cortar accidentalmente onduló hacia ella. Sus manos se apretaron en mi cadera y me levantó hasta la isla de la cocina—. Hazme compañía.

 

 

—Seguro.

 

 

Del refrigerador tomó una cerveza para sí y una soda para mí, ya que yo aún estaba evitando el alcohol. Las voces de Tyler y ryder se deslizaron a través del salón.

 

 

— ¿Trabajaremos de nuevo mañana? —gritó Tyler.

 

 

—Lo siento, amigo. Regresaremos a LA —dijo tiffany, lavando sus manos en el lavaplatos. Tenía manos geniales—. Dame un par de días para resolver unas cosas de allá y luego volveremos al trabajo.

 

 

Tyler detuvo su cabeza alrededor de la esquina, dándome un saludo. —Eso suena bien. La siguiente canción va bien. ¿Vas a traer a Ben y Sam de vuelta contigo la próxima vez?

 

 

La frente de tiffany se arrugó, sus ojos no lucían muy felices. —Sí, voy a ver si están disponibles.

 

 

—Muy bien. Pammy está afuera, así que tengo que correr. Es noche de cita.

 

 

—Diviértete —saludé de vuelta.

 

 

Tyler sonrió socarronamente. —Siempre lo hago.

 

 

Riéndose entre dientes, añadió de prisa. —Noche de cita, en serio… ¿De qué diablos va eso? Las personas mayores son las más extrañas. En serio, no puedes poner brócoli en una pizza.

 

 

—Sí, si puedes. —tiffany se mantuvo ocupada, dispersando ajíes alrededor de los pequeños árboles de brócoli.

 

 

—No —dijo Ryder—. Eso no está bien.

 

 

—Cállate. Mi chica quiere brócoli en la pizza, así que eso es lo que tendrá.

 

 

La helada y dulce soda se deslizó por mi garganta, sintiéndose bien de muchas formas. —No te estreses, Ryder, los vegetales son tus amigos.

 

 

—Mientes, pequeña novia. —Su boca se contrajo de asco y sacó una botella de jugo del refrigerador—. Ni lo pienses. Se lo voy a sacar.

 

 

—No, tú te vas a ir —dijo tiffany—. Mi esposa y yo vamos a tener una cita también.

 

 

— ¿Qué? Me estas jodiendo. ¿Dónde se supone que voy a ir? – tiffany solo se encogió de hombros y colocó el pepperoni en la parte de arriba de su pizza.

 

 

—Oh, vamos. Tae, tú me apoyaras, ¿verdad? —Ryder me puso la más lamentable cara de toda la existencia. Era tristeza mezclada con miseria y un toque de desamparo al final. Incluso se dobló y posó su cabeza en mi rodilla—. Si me quedo en el pueblo sabrán que estamos aquí.

 

 

—Tienes tu auto —dijo tiffany.

 

 

—Estamos en el medio de la nada —discutió Ryder—. No dejes que me lance a lo salvaje. Me van a comer unos osos o algo así.

 

 

—No estoy segura de que haya osos por aquí —dijo.

 

 

—Para con tus lamentos, Ryder —dijo tiffany—. Y quita tu cabeza de las piernas de mi esposa.

 

 

Con un gruñido, Ryder se enderezó. —Tu esposa es mi amiga. ¡No permitirá que me hagas esto!

 

 

— ¿Qué? —tiffany me miró y su cara cayó—. tae, cariño. No. No puedes estar dejándote llevar por el teatro de Ryder. Solo es una noche.

 

 

Hice una mueca. —Quizás podríamos subir a nuestro cuarto. O él se puede quedar abajo o algo.

 

 

Tiffany se pasó la mano por el cabello. La cicatriz en su pobre mejilla, necesitaba besarla para que sanara. Su frente se arrugó al estilo como James Dean mientras estudiaba a su amigo. —Jesús. Para de hacerle esa cara patética. Ten algo de dignidad.

 

 

Golpeó la parte de atrás de la cabeza de Ryder, haciendo que su cabello castaño volara en su cara. Saltando hacia atrás, Ryder se retiró de la línea de fuego. —Está bien, me quedaré abajo. Incluso me comeré tu pizza de brócoli.

 

 

—tiffany. —Cogí su camiseta y la atraje hacia mí. Y ella vino, abandonando su persecución hacia Ryder.

 

 

—Se supone que es nuestro momento —dijo.

 

 

—Lo sé. Lo será.

 

 

— ¡Sí! —siseó Ryder, mientras se encaminaba para irse—. Estaré por aquí. Griten cuando esté lista la cena.

 

 

—Tiene una chica en cada ciudad —dijo tiffany, frunciendo el ceño a su espalda—. De ninguna manera hubiera dormido en su auto. Ha jugado contigo.

 

 

—Puede ser. Pero me habría preocupado por él. —Coloqué su cabello castaño detrás de su oreja y luego enredé mi mano en la parte de atrás de su cuello, acercándola. Los pendientes en sus orejas eran pequeños y plateados. Una calavera, una “X” y un súper delgado y brillante diamante. No me había fijado en ese detalle antes.

 

 

Presionó el lóbulo de su oreja entre su pulgar y dedo índice, bloqueando mi vista.

— ¿Algo está mal? —preguntó.

 

 

—Solo estaba mirando tus aros. ¿Tienen un significado especial?

 

 

—Nop. —Me dio un rápido beso en la mejilla—. ¿Por qué estabas frunciendo el ceño más temprano? —Tomó unos cuantos champiñones y empezó a agregarlos a las pizzas—. Lo estás haciendo de nuevo ahora.

 

 

Mierda. Esperé un momento, dándole vueltas a todas las excusas dentro de mi cabeza. No tenía idea de cómo reaccionaría cuando supiera lo que jessica me había dicho. ¿Qué pensaría si le preguntara acerca de ellas? No me apetecía comenzar una pelea. Pero mentir tampoco. Omitir era mentir, en lo que realmente importaba. Lo sabía.

 

 

—Hablé con mi amiga jessica hoy.

 

 

—Umm.

 

 

Puse mis manos hacia abajo entre mis piernas y las estrujé fuertemente, aplazándolo. —Es verdaderamente una gran fanática.

 

 

—Sí, lo dijiste. —Me dedicó una sonrisa—. ¿Puedo conocerla o está fuera de los límites como tu papá?

 

 

—Puedes conocer a mi papá si quieres.

 

 

—Quiero. Haremos un viaje a Miami pronto y te presentaré al mío, ¿está bien?

 

 

—Me gustaría eso. —Tomé un respiro profundo, y lo dejé salir—. tiffany, jessica me dijo algunas cosas. Y no quiero guardarte secretos. Pero no sé qué tan feliz vas a estar con las cosas que me dijo.

 

 

Volteó su cabeza, entrecerrando los ojos. — ¿Cosas?

 

 

—Sobre ti.

 

 

—Ahh. Ya veo. —Tomó un puñado de queso para gratinar y lo espolvoreó por la pizza—. Así que, ¿no me has buscado en Wikipedia o alguna mierda por el estilo?

 

 

—No —dije, horrorizada ante el pensamiento.

 

 

Gruñó. —No es gran cosa. ¿Qué quieres saber, San?

 

 

No sabía qué decir. Así que agarré una soda y me la tomé casi hasta la mitad de un solo trago. Mala idea, esto no ayudaba. En vez de eso, me produjo un leve caso de cerebro congelado, escociendo por encima del puente de mi nariz.

 

 

—Continúa. Pregúntame lo que quieras —dijo. No estaba feliz. La enojada expresión de sus cejas unidas en una sola línea me dio la pista para saberlo. No creía que alguna vez fuera a conocer una persona con una cara tan expresiva como la suya. O quizás ella solo me fascinaba demasiado.

 

 

—Está bien. ¿Cuál es tu color favorito?

 

 

Ella se mofó. —Esa no es una de las cosas de las que te habló tu amiga.

 

 

—Dijiste que podía preguntar lo que quisiera y quiero saber cuál es tu color favorito.

 

 

—Negro. Y sé que realmente no es un color. Falté bastante a la escuela, pero estaba ahí ese día. —Su lengua jugaba detrás de su mejilla—. ¿Cuál es el tuyo?

 

 

—Azul. —Miré mientras abría la gigantesca puerta del horno. Las bandejas de las pizzas resonaban contra las rejillas—. ¿Cuál es tu canción favorita?

 

 

— ¿Estamos cubriendo lo básico, eh?

 

 

—Estamos casadas. Pensé que sería bueno. Nos saltamos bastante de la parte de conocerse una a la otra.

 

 

—Muy bien. —El lado de su boca se curvo y me dio una mirada que decía que me iba a seguir el juego de evadir el tema. Esa débil sonrisa podía conquistar el mundo—. Hay mucha música que me gusta —dijo—. “Four sticks” de Led Zeppelin, es una de ellas. La tuya es “Need you now” de Lady Antebellum, cantada por un imitador de Elvis. Triste.

 

 

—Vamos, estaba bajo influencia de alcohol. No es justo.

 

 

—Pero es cierto.

 

 

—Cierto. —Aún deseaba poder recordar—. ¿Libro favorito?

 

 

—Me gustan las novelas gráficas, cosas como Hellblazer, Predicador.

 

 

Tomé otro gran trago de soda, tratando de pensar en una buena pregunta. Solo todas las descaradamente obvias aparecían en mi cabeza.

 

 

Apestaba en una cita. Probablemente fue muchísimo mejor que nos hubiéramos saltado esa parte.

 

 

—Espera —dijo—. ¿Cuál es el tuyo?

 

 

—Jane Eyre. ¿Qué hay sobre tu película favorita?

 

 

—Evil Dead 2. ¿La tuya?

 

 

—Walk the Line.

 

 

— ¿La que es hacer de un hombre de negro? Genial. Está bien. —Juntó sus manos y las frotó juntas—. Mi turno. Dime algo terrible. Algo que hiciste que nunca le has confesado a nadie.

 

 

—Ooh, esa es buena. —Atemorizante, pero buena. ¿Por qué no pude haber pensado en una pregunta cómo esa?

 

 

Ella sonrió alrededor de la boca de su botella de cerveza, satisfecha con sigo misma.

 

 

—Déjame pensar.

 

 

—Hay un límite de tiempo.

 

 

Le puse mala cara. —No hay límite de tiempo.

 

 

—Sí lo hay —dijo—. Porque no puedes intentar pensar algo medianamente jodido para decirme. Tienes que decirme la primera cosa mala que viene a tu cabeza y que no quieres que nadie más sepa. Esto se trata de honestidad.

 

 

—Bien —sorbí por la nariz—. Besé a un chico llamado Andrew Harper cuando tenía quince.

 

 

Su mandíbula cayó. — ¿Lo hiciste?

 

 

—Sí.

 

 

Avanzó furtivamente, con ojos curiosos. — ¿Te gustó?

 

 

—No. No realmente. Quiero decir, estuvo bien. —Me apreté al borde de la banca, encorvándome hacia delante—. El era un deportista de la escuela y yo quería saber si yo tenía alguna especie de sentimientos desarrollados por él.

 

 

— ¿En serio?

 

 

—Oh, sospechaba un poco de algunas personas, pero el era abierto acerca de esto. Se otorgó a sí mismo el título de “rey de la escuela”.

 

 

—Bien por el. —Sus manos se posaron en mis rodillas y yo las aparté, haciendo espacio para Britt—. ¿Por qué pensaste que tenías sentimientos por él?

 

 

—Para ser exactos, esperaba que así fuera —dije—. Más opciones, porque, honestamente, ya presentía que los chicos jamás iban a gustarme……

 

 

— ¿En serio? —Agarró mi trasero y me empujó a través de la banca, acercándome. De ninguna forma me resistí.

 

 

—No me interesaban realmente, supongo.

 

 

— ¿Pero besar a tu amigo Andrew no lo hizo, tampoco? —preguntó.

 

 

—No.

 

 

Chasqueó su lengua. —Diablos. Esa es una triste historia. Y estás haciendo trampa, por cierto.

 

 

— ¿Qué? ¿Cómo?

 

 

—Se suponía que me dijeras algo terrible. —Su sonrisa desapareció un kilómetro antes—. Decirme que le diste un beso con lengua a un chico no es ni remotamente una cosa terrible.

 

 

—Nunca dije que hubo lengua.

 

 

— ¿Hubo?

 

 

—Un poco. Toques breves, quizás. Pero luego me sentí extraña y me detuve.

 

 

Tomó otro trago de cerveza. —Las puntas de tus orejas se están poniendo rosas de nuevo.

 

 

—Apuesto a que lo están. —Sonreí y agaché mi cabeza—. No hice trampa, nunca le dije a nadie acerca de ese beso. Iba a llevármelo a la tumba. Te deberías sentir honrada de mi confianza en ti.

 

 

—Sí, pero decirme algo que podría encontrar como algo realmente caliente es hacer trampa. Se suponía que me dirías algo terrible. Las reglas fueron claras. Intenta de nuevo y dame algo malo esta vez.

 

 

— ¿Es algo caliente, eh?

 

 

—La próxima vez que esté en la ducha, definitivamente usaré esa historia.

 

 

Me mordí la lengua y aparté la mirada. Recuerdos de esta mañana enjabonando mis manos y luego poniéndolas sobre sus pechos asaltaron mi mente. El pensamiento de ella tocándose por mi breve asalto de experimentación juvenil… “honrada” no era realmente la palabra adecuada. Pero no podía decir que no estaba complacida con la idea. —Bueno, recuerda imaginarme algo mayor, quince años es un poco asqueroso.

 

 

—Solo lo besaste.

 

 

— ¿Vas a dejar claro eso en tu mente? ¿Vas a respetar la precisión y las legalidades, no lo llevaras más lejos entre Andrew y yo?

 

 

—Bien, te haré mayor. Estoy curiosa. —Me acercó usando el método de las manos en mi trasero otra vez y puso mis brazos a su alrededor.

 

 

—Ahora, inténtalo de nuevo, y hazlo bien esta vez.

 

 

—Sí, sí.

 

 

Le dio al lado de mi cuello un beso prolongado. — ¿No mentiste sobre Andrew, verdad?

 

 

—No.

 

 

—Bien. Me gusta esa historia. Deberías decírmela luego con detalles. Ahora inténtalo.

 

 

Hice sonidos de umm y ahh, intentando calmar mi corazón. Tiffany puso su frente contra la mía con un pesado suspiro. —tae, solo dime algo.

 

 

—No puedo pensar en nada.

 

 

—Tonterías.

 

 

—No puedo —me quejé. No había nada que quisiera compartir, de cualquier forma.

 

 

—Dime.

 

 

Gruñí y golpeé mi frente contra la de ella suavemente. —Vamos, tiffany, eres la última persona con la cual quiero quedar mal.

 

 

Se apartó, inspeccionando la longitud de mi nariz. — ¿Estás preocupada por lo que pienso de ti?

 

 

—Por supuesto que sí.

 

 

—Eres buena y honesta, cariño. Nada de lo que pudieras haber hecho va a ser tan malo.

 

 

—Pero la honestidad no siempre es buena —dije tratándome de explicar—. He abierto mi boca una gran cantidad de veces cuando no lo debería haber hecho. Dado mi opinión a personas cuando debí haberme mantenido callada. Reacciono primero y pienso después. Mira lo que pasó en Las Vegas, entre nosotras. No dije ninguna de las palabras correctas esa mañana. Siempre me arrepentiré de eso.

 

 

—Lo de Las Vegas fue una situación bastante extrema. —Sus manos rozaron mi cuello, tranquilizándome—. No tienes nada de lo que preocuparte.

 

 

—Me preguntaste como me sentí cuando tenías a esa fanática loca colgando de ti en LA. Lidié con eso entonces. Pero el hecho es que, si eso sucediera ahora y alguna mujer tratara de lanzarse sobre ti, probablemente me pondría de un humor como para estar a punto de apuñalarla. No siempre voy a reaccionar bien al alboroto de estrella del rock que te rodea. ¿Qué pasará, entonces?

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Comments

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Nathan59 #1
Holaa cerraste tu cuenta de Wattpad ? :(