cap 8

Taeny

—Oye. —tiffany bajó las escaleras siete horas más tarde, llevando una toalla envuelta alrededor de su cuerpo. Había acomodado su cabello mojado hacia atrás y todo en ella se veía tan perfecto. Había una gran cantidad de piel a la vista. Mi querida esposa era un festín visual. Hice un esfuerzo consciente para mantener mi boca cerrada. Conservar la sonrisa de bienvenida en mi cara estaba más allá de mis capacidades. Había planeado jugar a ser indiferente, para no asustarla. Ese plan había fracasado.

 

 

— ¿Qué haces? —preguntó.

 

 

—No mucho. Hubo una entrega para ti. —Señalé las bolsas y cajas que esperaban en la puerta. Todo el día había reflexionado sobre el problema entre nosotras. La única conclusión a la que había llegado era que no quería que nuestro tiempo terminara. No quería firmar los papeles de anulación. No todavía. La idea me hacía querer empezar a vomitar de nuevo. Quería a tiffany. Quería estar con ella. Necesitaba un nuevo plan.

 

 

Con la yema de mi pulgar froté sobre mi labio inferior, adelante y atrás, adelante y atrás. Había ido a dar un largo paseo por la playa más temprano, viendo las olas romper en la orilla y reviviendo ese beso. Una y otra vez, reproduciéndolo en mi mente. Lo mismo pasó con nuestras conversaciones. De hecho, separé cada momento de nuestro tiempo juntas, exploré cada matiz. Cada momento que podía recordar de todos modos, e intenté muy duro recordarlo todo.

 

 

—Una entrega. —Se agachó junto al paquete más cercano y comenzó a rasgar la envoltura. Aparté los ojos antes de echar un vistazo a su toalla subiéndose, a pesar de estar tremendamente curiosa.

 

 

— ¿Te importa si uso el teléfono? —pregunté.

 

 

—tae, no es necesario que preguntes. Sírvete tú misma cualquier cosa.

 

 

—Gracias. —Probablemente jessica y mis padres estaban enloqueciendo, preguntándose qué pasaba. Era el momento de enfrentarse a las repercusiones de la foto de mi trasero. Gemí por dentro.

 

 

—Esto es para ti. —Me entregó un paquete de grueso papel marrón atado con una cuerda, seguido por una bolsa de compras con algunas marcas de las que nunca había oído impresas en el lateral—. Ah, este también por lo que veo.

 

 

— ¿Lo es?

 

 

—Sí. Le pedí a Hanna que ordenara algunas cosas para nosotras.

 

 

—Oh.

 

 

— ¿Oh? No. —tiffany negó con la cabeza. Luego se puso de rodillas delante de mí y arrancó el paquete marrón de mis manos—. No “oh”. Necesitábamos ropa. Es muy simple.

 

 

—Eso es muy amable de tu parte, tiffany, pero estoy bien.

 

 

Ella no escuchaba. En su lugar levantó un vestido rojo de un largo tan revelador como los que usaban aquellas chicas en la mansión. — ¿Qué rayos? No te pondrás esto. —El vestido de diseñador salió volando y luego rasgó la bolsa de compras a mis pies.

 

 

—tiffany, no puedes simplemente tirarlo al suelo.

 

 

—Claro que puedo. Ahora, esto es un poco mejor.

 

 

Una franelilla negra cayó en mi regazo. Al menos esta parecía ser de la talla correcta. El revelador vestido rojo tenía que ser una talla muy pequeña lo cual era una broma. Probablemente una bastante cruel, dado que a Hanna no le agradaba la idea de tenerme de vuelta en Los Ángeles.

 

 

Una etiqueta colgaba de la camiseta. El precio. No podían ser en serio.

 

 

—Vaya. Podría pagar la renta por semanas con esta camiseta.

 

 

En lugar de una respuesta, me lanzó un par de jeans negros ajustados. —Toma, estos también están bien.

 

 

Puse los jeans a un lado. —Es una simple camiseta de algodón. ¿Cómo es posible que esto cueste doscientos dólares?

 

 

— ¿Qué piensas de esto? —Un trozo de tela de seda verde colgaba de su mano—. Bonito, ¿eh?

 

 

— ¿Cosen las costuras con hilo de oro? ¿Es eso?

 

 

— ¿De que estás hablando? —Levantó un vestido azul, girándolo de un lado a otro—. Demonios, no, es escotado en la espalda. Parte de tu hermoso trasero probablemente se vería en esto. —Se unió al vestido rojo en el suelo. Mis manos picaban por rescatarlos, retirarlos lejos con finura. Pero tiffany sólo rasgó la siguiente caja—. ¿Qué decías?

 

 

—Estoy hablando sobre el precio de esta camiseta.

 

 

—Entiende, no. No estamos hablando sobre el precio de esa camiseta porque no estamos hablando de dinero. Es un problema para ti y no voy a ir allí. —Una micro-mini falda de mezclilla vino después—. ¿Qué diablos pensaba Hanna cuando ordenó este tipo de cosas?

 

 

—Bueno, para ser justas, usualmente tienes chicas en bikinis colgando de ti. En comparación, el vestido sin espalda es bastante conservador.

 

 

—Es diferente. Eres mi esposa y no voy a permitir que ninguna persona te devore con la mirada o trate de propasarse contigo, ¿no es así?

 

 

—Sí. —No creía del todo en el tono de mi voz.

 

 

Su frente se arrugó con desdén. —Maldita sea. Mira el largo de esto. Ni siquiera sé si es una falda o sólo cinturón.

 

 

Se me escapó una risa y me dio una mirada de dolor, puso grandes ojos azules de cachorro con profunda tristeza y disgusto. Era claro que había herido su corazón.

 

 

—Lo siento —dije —, pero suenas como mi padre.

 

 

Empujó la micro-mini falda de nuevo a la bolsa. Por lo menos no estaba en el piso. — ¿Sí? Tu padre y yo deberíamos conocernos. Pienso que nos llevaríamos muy bien.

 

 

— ¿Quieres conocer a mi padre?

 

 

—Depende, ¿Querría dispararme al verme por robarme a su bebé?

 

 

—No. —Probablemente no.

 

 

Sólo me dio una mirada curiosa y hurgó en la siguiente caja. —Esto está mejor. Toma. —Me pasó un par de camisetas formales, una negra y una azul.

 

 

—No pienso que debas seleccionar ropa de monja para mí, tiffany —dije, desconcertada por su comportamiento—. Es ligeramente hipócrita.

 

 

—No son ropas de monja. Sólo cubren lo esencial. ¿Es eso mucho pedir? —La siguiente bolsa abultada me la pasó en su totalidad—: Toma.

 

 

—Deberías admitir que esto es un poco hipócrita, ¿no?

 

 

—No admitiré nada. Adrián me enseñó eso hace mucho tiempo. Mira en la bolsa.

 

 

Así lo hice y se echó a reír, cualquiera que sea la expresión que yo estaba haciendo, al parecer era graciosa.

 

 

— ¿Qué es esto? —pregunté, sintiendo los ojos abiertos de asombro. Podría haber sido una correa si los fabricantes hubieran considerado conveniente invertir un poco más de material en él.

 

 

—Te estoy vistiendo como una monja.

 

 

—La perla. —Leí la etiqueta y luego le di la vuelta para ver el precio.

 

 

—No vayas a mirar el precio, ¿por favor, tae? —tiffany se lanzó hacia mí y me eché hacia atrás, tratando de distinguir las figuras en el loco vaivén de la etiqueta que era más grande que el trozo de encaje. Sus manos se cerraron sobre la mía, que envolvía la correa—. No lo hagas. Por el amor de Dios.

 

 

La parte de atrás de mi cabeza golpeó el borde de un escalón e hice una mueca, con mis ojos llenos de lágrimas. —Auch.

 

 

— ¿Estás bien? —Su cuerpo se estiró por encima del mío. Frotó una mano cuidadosamente en la parte de atrás de mi cabeza.

 

 

—Um, sí. —El olor de su jabón y champú era el paraíso. Señor, ayúdame. Pero había algo más que eso. Su perfume. No era pesada. Sólo un ligero aroma de especias. Había algo muy familiar en ella.

 

 

Sin embargo, la etiqueta colgando frente a mi cara me distrajo momentáneamente.

 

 

— ¿Trescientos dólares?

 

 

—Vale la pena

 

 

—No, no lo vale.

 

 

Colgó la correa de la punta de uno de sus dedos, con una fría sonrisa loca en su cara.

 

 

—Confía en mí. He pagado diez veces esa cantidad por esto. No preguntes.

 

 

—tiffany, podría conseguir exactamente lo mismo por menos de una décima parte de ese precio en una tienda normal. Eso es una locura.

 

 

—No, no podrías. —Equilibró su peso en un codo poniéndolo al lado de mi cabeza y comenzó a leer la etiqueta—. Mira, este exquisito encaje está hecho a mano por artistas locales en una pequeña región del norte de Italia, famosos sólo por tales artesanías. Está hecho de sólo las mejores sedas. No puedes conseguir esto en alguna tienda de rebajas, nena.

 

 

—No, creo que no.

 

 

Hizo un zumbido satisfecha y me miró con ojos suaves y brumosos. Entonces su sonrisa se desvaneció. Se echó hacia atrás y arrugó la correa en su mano. —Bien.

 

 

—Espera. —Mis dedos se cerraron alrededor de sus brazos, manteniéndola en su lugar.

 

 

— ¿Qué pasa? —preguntó, con su voz apretada.

 

 

—Sólo, déjame…—Llevé mi cara a su cuello. El olor era más fuerte allí. Respiré profundo, dejándome drogar por su aroma. Cerré los ojos y recordé.

— ¿taeyeon? —Los músculos de sus brazos se flexionaron y tensaron—. No estoy segura de que esto sea una buena idea.

 

 

—Estuvimos en las góndolas en el Venetian. Dijiste que no podías nadar, que tendría que salvarte si nos volcábamos

 

 

Sus ojos me miraron con sorpresa. —Sí.

 

 

—Estaba aterrorizada por ti.

 

 

—Lo sé. Te aferraste a mí con tanta fuerza que apenas podía respirar.

 

 

Me eché hacia atrás para poder ver su rostro.

 

 

— ¿Por qué piensas que nos quedamos en ellos por tanto tiempo? —preguntó—. Estabas prácticamente sentada en mi regazo.

 

 

— ¿Puedes nadar?

 

 

Se rio en voz baja. —Por supuesto que puedo nadar. Ni siquiera creo que el agua estuviera tan profunda.

 

 

—Todo fue un engaño. Eres una tramposa, tiffany Hwang.

 

 

—Y tú eres divertida, taeyeon kim. —Su cara se relajó, sus ojos suavizándose de nuevo—. Recordaste algo.

 

 

—Sí.

 

 

—Eso está muy bien. ¿Algo más?

 

 

Le di una sonrisa triste. —No, lo siento.

 

 

Miró hacia otro lado, decepcionada creo, pero tratando de no demostrarlo.

 

 

— ¿tiffany?

 

 

— ¿Um?

 

 

Me incliné hacia delante para presionar mis labios en los suyos, queriendo un beso, necesitándola. Se retiró de nuevo. Mis esperanzas se hundieron. —Lo siento. Lo siento.

 

 

—taeyeon. ¿Qué estás haciendo?

 

 

— ¿Besándote?

 

 

No dijo nada. Su mandíbula estaba rígida y miró hacia otro lado.

 

 

—Te dejo besarme, abrazarme y que me compres ropa interior a un precios increíbles y ¿no puedo besarte? —Mis manos se deslizaron hacia abajo por las suyas y las retuvo. Al menos no me rechazaba totalmente.

 

 

— ¿Por qué quieres besarme? —preguntó con voz severa.

 

 

Estudié nuestros dedos entrelazados por un momento, ordenando mis pensamientos.

 

 

—tiffany, probablemente nunca vaya a recordar todo acerca de esa noche en Las Vegas. Pero pensé que podríamos tal vez hacer algunos nuevos buenos recuerdos este fin de semana. Algo que ambas podamos compartir.

 

 

— ¿Sólo este fin de semana?

 

 

El corazón se me subió a la garganta. —No. No lo sé. Yo sólo… se siente como si hubiese algo más destinado a pasar entre nosotras.

 

 

— ¿Más que amigas? —Me miró, sus ojos fijos.

 

 

—Sí. Me gustas. Eres amable, dulce y hermosa y es fácil hablar contigo. Siempre y cuando no estemos discutiendo sobre Las Vegas. Me siento como…

 

 

— ¿Qué?

 

 

—Como si este fin de semana fuera una segunda oportunidad. No quiero sólo dejarla pasar. Creo que me arrepentiría de eso durante mucho tiempo.

 

 

Asintió, inclinando la cabeza. — ¿Cuál era tu plan? ¿Sólo besarme y ver qué pasaba?

 

 

— ¿Mi plan?

 

 

—Sé de ti y de tus planes. Me dijiste todo acerca de cómo de obsesiva eres.

 

 

— ¿Te dije eso? —No podía creer que se lo contara todo mientras había estado ebria en Las Vegas.

 

 

—Sí. Lo hiciste. Especialmente me hablaste sobre el gran plan. —Me miró, sus ojos intensos—. Tú sabes… terminar la escuela, luego pasar de tres a cinco años estableciéndote en una firma de clase media antes de pasar a una categoría más alta en un lugar más prestigioso y comenzar tu propio pequeño negocio de consultoría alrededor de los treinta y cinco. Luego tal vez habría tiempo para una relación y esos dos o cuatro niños molestos.

 

 

Mi garganta era repentinamente un lugar seco y árido. —Estaba realmente muy habladora esa noche.

 

 

—Mm. Pero lo que era más interesante era la forma en que hablabas sobre esos planes como si no fueran algo bueno. Hablabas sobre ellos como si fueran una jaula y estuvieras sacudiendo los barrotes.

 

 

No tenía nada.

 

 

—Así que, vamos —dijo en voz baja, burlándose de mí—. ¿Cuál es el plan, cariño? ¿Cómo ibas a convencerme?

 

 

—Oh. Bueno, yo iba… um… iba a seducirte, supongo. Y mira lo que pasó. Sí…

 

 

— ¿Cómo? ¿Quejándote sobre mí comprándote cosas?

 

 

—No. Eso sólo fue un bonus. De nada.

 

 

Se lamió sus labios, pero vi su hermosa sonrisa. —Cierto. Vamos, muéstrame tus movimientos.

 

 

— ¿Mis movimientos?

 

 

—Tus técnicas de seducción. Vamos, el tiempo está corriendo. —Dudé y chasqueó la lengua, impaciente—. Sólo estoy usando una toalla, taeyeon. ¿Qué tan difícil puede ser?

 

 

—Bien, bien. —Mantuve sus dedos apretados, negándome a dejarlos ir—. ¿Así que, tiffany?

 

 

— ¿Sí, taeyeon?

 

 

—Estaba pensando…

 

 

— ¿Umm?

 

 

Estaba tan irremediablemente atraída por ella. Le di la única cosa que se me ocurrió. La única cosa que sabía que tenía un historial de trabajo. —Creo que eres una buena chica y me preguntaba si tal vez te gustaría subir a mi habitación y hacer el amor conmigo y tal vez pasar el rato por un tiempo. Si es que tal vez estas algo interesada en hacer…

 

 

Sus ojos se oscurecieron, acusatorios e infelices. Empezó a alejarse de nuevo. —Ahora estás siendo graciosa.

 

 

—No. —Deslicé mi mano por la parte trasera de su cuello, debajo de su cabello húmedo, tratando de traerla devuelta a mí—. No, soy muy, muy seria.

 

 

La mandíbula se tensó y me miró fijamente.

 

 

—Me preguntaste esta mañana en el auto si pensaba que eras aterradora. La respuesta es sí. Me aterrorizas. No sé lo que estoy haciendo aquí. Pero odio la idea de dejarte.

 

 

Su mirada buscó en mi cara pero todavía no dijo nada. Me iba a rechazar. Lo sabía. Pedí demasiado, la presioné demasiado. Iba a alejarse de mí, ¿y quién podría culparla después de todo?

 

 

—Está bien —dije, recogiendo lo que quedaba de mi orgullo del suelo.

 

 

—Ah, Dios —suspiró—. Eres un poco aterrorizante también.

 

 

— ¿Lo soy?

 

 

—Sí, lo eres. Y borra esa sonrisa de tu cara.

 

 

—Lo siento.

 

 

Inclinó su cabeza y me besó, sus labios firmes y tan buenos. Mis ojos se cerraron y mi boca se abrió. Su sabor me dominó. La menta de su pasta de dientes y el deslizamiento de su lengua contra la mía. Todo pasó perfecto. Me recostó contra las escaleras. La nueva contusión en la parte trasera de mi cabeza palpitó en protesta cuando lo golpeé una vez más. Me estremecí pero no me detuve. Tiffany ahuecó la parte posterior de mi cráneo, protegiéndolo.

 

 

El peso de su cuerpo me mantuvo en su lugar, no es que yo estuviera tratando de escapar. El borde de los escalones presionó mi espalda y no podía importar menos. Me habría encantado permanecer ahí por horas con ella encima de mí, el cálido aroma de su piel me drogaba. Sus caderas mantuvieron mis piernas ampliamente abiertas. Si no fuera por mis jeans y su toalla, las cosas se volverían interesantes rápido. Dios, odiaba el algodón en ese momento.

 

 

No rompimos el beso ni una vez. Mis piernas se envolvieron alrededor de sus caderas y mis manos se curvaron alrededor de sus hombros. Nada se había sentido tan bien. Mi ansiedad por ella aumentó y se encendió, extendiéndose a través de mi cuerpo. Mis piernas se tensaron a su alrededor, los músculos ardiendo. No podía acercarme lo suficiente. Hablando de frustración. Su boca se movió sobre mi mandíbula y bajó a mi cuello, iluminándome desde dentro. Mordió y lamió, encontrando puntos sensibles debajo de mi oreja y en el hueco de mi cuello. Lugares que no sabía que tenía.

 

 

Mi y chica tenía magia. Ella sabía cosas que yo no. Donde había aprendido sus trucos no importaba. No en este momento.

 

 

—Arriba —dijo con voz ronca. Lentamente se puso de pie, una mano debajo de mi trasero y la otra todavía protegiendo mi cráneo.

 

 

—tiffany. —Perturbada apreté mi agarre en su espalda.

 

 

—Oye. —Se echó hacia atrás lo suficiente para mirarme a los ojos. Sus pupilas eran enormes, casi tragando todo el iris azul cielo—. No voy a dejarte. Eso nunca va a suceder.

 

 

Tomé una respiración profunda. —Bien.

 

 

— ¿Confías en mí?

 

 

—Sí.

 

 

—Bien. —Sus manos se deslizaron por su espalda—. Ahora pon tus brazos a mí alrededor.

 

 

Lo hice, y mi equilibrio se sintió mejor. Ambas manos de tiffany se apoderaron de mi trasero y trabé mis pies a su espalda, sujetándome con fuerza. Su rostro no mostró signos de dolor o fractura inminente en la parte posterior. Tal vez era lo suficientemente fuerte para cargarme a todos lados después de todo.

 

 

—Así es. —Sonrió y besó mi barbilla—. ¿Todo bien?

 

 

Asentí, sin confiar en mí misma para hablar.

 

 

— ¿Cama?

 

 

—Sí

 

 

Se rio de una manera que provocó cosas malas en mí. —Bésame —dijo.

 

 

Sin vacilar lo hice, ajustando mi boca a la suya. Deslizando mi lengua entre sus labios y perdiéndome en ella de nuevo. Gimió, sus manos sosteniéndome con fuerza contra ella.

 

 

Fue entonces cuando el timbre sonó, haciendo un bajo y afligido sonido que resonó en mi corazón. —Nooo.

 

 

— ¿En serio? —La cara de tiffany se arrugó y dio a las altas puertas dobles la más letal de las miradas. Al menos no estaba sola. Me quejé y le di un apretado abrazo de cuerpo entero. Hubiera sido gracioso si no doliera tanto.

 

 

Una mano frotó mi espalda, deslizándose bajo el dobladillo de mi blusa de tirantes para acariciar la piel debajo. —Es como si el universo no quisiera que te haga mía o algo, lo juro —refunfuñó.

 

 

—Haz que se vayan. Por favor.

 

 

Se rio entre dientes, apretándome más fuerte.

 

 

—Duele.

 

 

Gimió y besó mi cuello. —Déjame responder la puerta y deshacerme de ellos, luego me haré cargo de ti, ¿de acuerdo?

 

 

—Tú toalla está en el suelo.

 

 

—Eso es un problema. Salta abajo.

 

 

De mala gana solté mi agarre y puse mis pies de nuevo en tierra firme. Una vez más el sonido del timbre llenó la casa. Tiffany cogió un par de jeans negros, una camiseta de una bolsa y rápidamente se los puso. Todo lo que capturé fue un destello de cuerpo tonificado. Mantener mis ojos alejados podría haber sido la cosa más difícil que había hecho.

 

 

—Quédate atrás sólo en caso de que sea la prensa. —Miró una pantalla pequeña incorporada junto a la puerta—. Ah, qué sorpresa.

 

 

— ¿Problemas?

 

 

—No. Peor. Viejos amigos con comida. —Me dio una mirada breve—. Si te hace sentir mejor, voy a estar deseándote y devorándote con la mirada cada instante también mientras dure esta visita.

 

 

—Pero…

 

 

—La anticipación hará que sea más dulce, lo prometo —dijo, y abrió la puerta. —. Tyler, Pam. Hola, me alegro de verlos.

 

 

Iba a matarla. Lentamente. Torturarla con esa correa carísima. Una muerte apropiada para una y estrella de rock.

 

 

Una pareja de la edad de mis padres entró, cargados con ollas y botellas de vino. El hombre, Tyler, era alto, delgado, y cubierto de tatuajes. Pam parecía tener genes nativo americano en su herencia. Largo y hermoso cabello negro caía en su espalda en una trenza, gruesa como mi muñeca. Ambos llevaban sonrisas anchas y me dieron miradas curiosas.

 

 

Podía sentir el calor en mi cara cuando miraron la lencería y ropas esparcidas por el suelo. Probablemente parecía que habíamos estado a punto de embarcarnos en una orgia de dos personas recién casadas. Lo cual era la verdad, pero aun así….

 

 

— ¿Cómo diablos estás? —gritó Tyler con un acento australiano, dándole a tiffany un abrazo de un brazo a causa de la olla pequeña que tenía en el otro—. Y esta debe ser tu preciosa esposa taeyeon. Tuve que leerlo en el maldito periódico, ¿tiff, hablas enserio? —Le dio a mi esposa una mirada severa, con una ceja arqueada—. Pam estaba enojada.

—Lo siento. Fue… ah, fue repentino. —tiffany besó a Pam en la mejilla y tomó un plato de la cazuela y la bolsa cargada de ella. Ella le palmeó la cabeza de una manera maternal.

 

 

—Preséntame —dijo ella.

 

 

—tae, estos son Pam y Tyler, viejos amigos míos. También han estado cuidando de la casa por mí. —Parecía relajada entre estas personas. Su sonrisa era genuina y sus ojos eran brillantes. No había visto a tiffany luciendo tan feliz antes.

 

 

—Hola. —Puse mi mano para sacudir pero Tyler me envolvió en un abrazo.

 

 

—Es muy bonita, ¿verdad, cariño? —Tyler se hizo a un lado y Pam se acercó, una sonrisa cálida en su cara.

 

 

Estaba siendo una idiota. Eran buenas personas. Debería estar profundamente agradecida de que no todas las chicas que tiffany conocía frotarán sus pechos sobre ella. Malditas sean mis hormonas gritonas por ponerme malhumorada.

 

 

—Seguro que lo es. Hola, taeyeon. Soy Pam. —Los ojos cafés de la mujer se volvieron líquidos. Parecía a punto de estallar en lágrimas. En un apuro, tomó mis manos y apretó mis dedos estrechándolos—. Estoy tan feliz de que tiff haya encontrado una chica buena, por fin.

 

 

—Oh, gracias. —Mi cara se sentía inflamable.

 

 

Tiffany me dio una sonrisa irónica.

 

 

—Bueno, suficiente de eso —dijo Tyler—. Vamos a dejar que estas tortolitas tengan su privacidad. Podemos visitarlas en otra ocasión.

 

 

Tiffany se hizo a un lado, todavía con la cacerola y la bolsa. Cuando me vio mirando me guiñó.

 

 

—Voy a tener que mostrarte el arreglo de la planta baja en algún momento —dijo Tyler—. ¿Estarás aquí por mucho tiempo?

 

 

—No estamos seguras —dijo, dándome una mirada.

 

 

Pam se aferró a mis manos, reacia a dejarme. —Hice enchiladas de pollo y arroz. ¿Te gusta lo mexicano? Es el favorito de tiffany. —Pam arrugó las cejas—. Pero no comprobé si eso estaba bien contigo. Podrías ser vegetariana.

 

 

—No, no lo soy. Y amo México —dije, apretando sus dedos de regreso aunque no tan fuerte—. Muchas gracias ( en mis sueños taeyeon vendría a México jajaja).

 

 

—Uf. —Sonrió.

 

 

—Cariño —llamó Tyler.

 

 

—Voy. —Pam dio a mis dedos una palmadita de despedida—. Si necesitas cualquier cosa mientras estés aquí, me llamas. ¿Bien?

 

 

Tiffany no dijo nada. Era claramente mi decisión si se quedaban o se iban. Mi cuerpo todavía era un hervidero de necesidad. Eso, y que parecíamos hacerlo mejor solas. No quería compartir a mi y esposa porque era egoísta y quería que ella me hiciera suya. La quería toda para mí misma. Pero era lo correcto por hacer…. Y si la anticipación lo hacía dulce, bueno, tal vez esta vez lo correcto por hacer también era lo mejor que hacer.

 

 

—Quédense —dije, tartamudeando las palabras—. Cenen con nosotras. Hicieron tanto. Nunca podríamos terminar todo.

 

 

La mirada de tiffany saltó a mí, con una sonrisa de aprobación en su cara. Parecía casi infantil, tratando de contener su emoción. Como si le hubiera dicho que su cumpleaños fue adelantado. Quien quiera que estas personas eran, eran importantes para ella. Me sentí como si acabara de pasar alguna prueba.

 

 

Pam suspiró. —Tyler está bien, están recién casadas.

 

 

—Quédense. Por favor —dije.

 

 

Pam miró a Tyler. Tyler se encogió de hombros pero sonrió, obviamente encantado.

 

 

Pam aplaudió con alegría. — ¡Vamos a comer!

 

Like this story? Give it an Upvote!
Thank you!

Comments

You must be logged in to comment
Nathan59 #1
Holaa cerraste tu cuenta de Wattpad ? :(