capitulo 4

Taeny

Dormí en el corto vuelo a Los Ángeles, acurrucada en un súper sillón confortable en la esquina del jet privado. Era un nivel de lujo por encima de todo lo que había imaginado. Si tenías que poner tu vida al revés también puedes disfrutar de la opulencia mientras estás en ello. Derek me había ofrecido champagne y cortésmente lo rechacé. La idea del alcohol todavía me descolocaba. Era completamente posible que nunca bebiera nuevamente.

 

 

 

Mi carrera se había disparado temporalmente al infierno, pero no importa, tenía un nuevo plan. Divorciarme. Era impresionantemente sencillo. Me encantaba. Tenía de nuevo en control de mi propio destino. Un día, cuando me casara, si me casaba, no sería con una extraña en Las Vegas. No sería un terrible error.

 

 

 

Cuando desperté estábamos aterrizando. Otro sedán elegante se detuvo esperándonos. Nunca había estado en L.A. Parecía todo tan completamente despierto como en Las Vegas, aunque con menos glamour. Muchas personas estaban todavía afuera a pesar de lo tarde que era.

 

 

 

Tenía que ser valiente para encender mi teléfono alguna vez. Jessica estaría preocupada. Presioné el pequeño botón negro y la pantalla proyectó luces brillantes viniendo a la vida. Ciento cincuenta y ocho mensajes de texto y noventa y seis llamadas pérdidas. Pestañee estúpidamente a la pantalla pero el número no cambió. Santo infierno. Aparentemente todos a los que conocía habían escuchado las noticias junto a algunas personas que no conocía.

 

 

 

Mi teléfono sonó.

 

Jessica: ¿Te encuentras bien? ¿Dónde estás?

 

 

Yo: L.A. Me voy con ella hasta que las cosas se calmen. ¿Estás bien?

 

 

Jessica: Estoy bien. ¿L.A.? Viviendo el sueño.

 

 

Yo: El Jet privado era increíble. Aunque sus fans están locas.

 

 

jessica: Tu hermano está loco.

 

 

Yo: Siento eso.

 

 

Jessica: Puedo manejarlo. Pase lo que pase ¡¡¡no separes a la banda!!!

 

 

Yo: Lo tengo.

 

 

Jessica: Sin embargo, rompe su corazón. Escribió “San Pedro” después de que la engañaran. Ese álbum fue GENIAL.

 

 

Yo: Prometo dejarla como un lío tembloroso y roto.

 

 

jessica: Ése es el espíritu.

 

 

Yo: xx

 

 

Eran más de las tres de la mañana para cuando llegamos a la enorme mansión de estilo español de 1920 en Laurel Canyon. Era hermosa. A pesar de que papá no estaría tan impresionado—prefería líneas minimalistas contemporáneas— Cuatro habitaciones, dos baños principales para los adinerados de Los ángeles. Pero no lo sé, había algo hermoso y románico en tanta extravagancia. El decorativo hierro negro forjado contra las desnudas paredes blancas.

 

 

Una pandilla de chicas y el obligatorio grupo de periodistas se arremolinaban afuera. Las noticias de nuestro matrimonio habían aparentemente agitado las cosas. O tal vez siempre habían acampado aquí. Puertas de hierro adornadas se abrieron lentamente ante nuestro acercamiento. Palmeras se alineaban a lo largo de la sinuosa entrada.

 

 

El lugar lucía como algo sacado de una película. Lanzarse del escenario hacia el público era un gran negocio, sabía eso. Sus dos últimos discos habían generado numerosos éxitos. Jessica había conducido por todo el país el verano pasado, asistiendo a tres de sus presentaciones en el espacio de una semana. Todos habían sido en estadios.

 

 

Sin embargo, era una gran maldita casa.

 

 

Mis nervios se contraían. Vestía el mismo pantalón de mezclilla y una camiseta azul que había usado todo el día. Vestir para la ocasión no era una opción. Lo mejor que podía hacer era cepillar mi cabello con los dedos y rociarme algo de perfume que tenía en mi bolso. Podría estar falta de glamour pero al menos olería bien.

 

 

Cada luz en la casa ardía brillante y la música rock retumbaba en el cálido aire de la noche. Las grandes puertas dobles estaban abiertas y personas se derramaban de la casa hacia los escalones. Parecía que una fiesta estaba comenzando. Derek abrió la puerta del auto por mí y vacilantemente salí.

 

 

—La acompañó, Señorita kim.

 

 

—Gracias —dije.

 

 

No me moví. Un momento después Derek captó el mensaje. Siguió adelante y le seguí. Un par de chicas se besaban justo junto a la puerta, una boca sobre otra.

 

 

Ambas eran delgadas y más que hermosas, vestidas en ajustados vestidos brillantes que apenas se pegaban a sus muslos. Más personas se arremolinaban bebiendo y bailando. Un candelabro colgaba por encima y una gran escalera se enrollaba alrededor de una pared interior. El lugar era un palacio de Hollywood.

 

 

Afortunadamente, nadie pareció notarme. Podía mirar embobada para la satisfacción de mi corazón.

 

 

Derek se detuvo a hablar con un hombre joven encorvado contra la pared, una botella de cerveza en sus labios. Largo cabello castaño claro sobresalía en todas direcciones, tenía algunos tatuajes. En vaqueros negros rasgados y una camiseta descolorida tenía el mismo aire de genialidad que tiffany.

 

 

Tal vez las estrellas de rock llevaban sus ropas ingeniosamente envejecidas. La gente con dinero eran una pandilla aparte.

 

 

El hombre evidentemente me repaso con la mirada. Firmemente resistí la urgencia de encogerme. No iba a pasar. Cuando encontró mis ojos, su mirada parecía curiosa pero no hostil. La tensión dentro de mí cesó.

 

 

—Hola —dijo.

 

 

—Hola —le di una sonrisa valiente.

 

 

—Todo está bien —le dijo a Derek. Luego inclinó su barbilla hacia mí—. Vamos. Tiff está por aquí. Soy Ryder.

 

 

—Hola —dije de nuevo estúpidamente—. Soy taeyeon.

 

 

— ¿Se encuentra bien Señorita kim? —preguntó Derek en voz baja.

 

 

—Sí, Derek. Muchas gracias.

 

 

Me dio un asentimiento cortés y se dirigió de regreso al camino por el que había venido. Sus anchos hombros y cabeza calva pronto desaparecieron entre la multitud. Correr detrás de él y pedir ser llevada a casa no serviría, pero mis pies picaron para hacer eso. No, basta con mi fiesta de compasión. Es hora de subirme mis bragas de chica grande y seguir adelante con las cosas.

 

 

Cientos de personas se encontraban en este lugar. La única cosa en mi experiencia era mi baile de graduación y palideció considerablemente. Ninguno de los vestidos aquí esta noche tenía comparación. Podía casi oler el dinero. Jessica era la dedicada observadora-de-celebridades, pero incluso yo reconocí algunos rostros.

 

 

Uno de los ganadores de los Oscar del año pasado y una modelo de lencería que había visto en las carteleras de regreso a casa. Una reina del pop adolescente que no debería estar bebiendo una botella de vodka, y menos sola sentada en el regazo de un canoso miembro de…demonios, ¿cuál era el nombre de la banda?

 

 

Como sea.

 

 

Cerré mi boca antes de que alguien notara que tenía estrellas en mis ojos. Jessica habría amado todo esto. Era increíble.

 

 

Cuando una mujer que parecía prácticamente una diosa amazónica a medio vestir me golpeo con fuerza, Ryder se detuvo y frunció el ceño tras ella.

 

 

—Algunas personas no tienen modales. Vamos.

 

 

El flojo ritmo de la música pasó a través de mí, despertando los vestigios de dolor de cabeza. Serpenteamos nuestro camino a través de la gran habitación llena de afelpados divanes de terciopelo y de las personas cubriéndolos. Luego un lugar lleno con guitarras, amplificadores y parafernalia de rock’n’ roll. Dentro de la casa el aire estaba lleno de humo y húmedo. Nos trasladamos fuera hacia el balcón donde una ligera brisa estaba soplando. Alcé mi rostro hacia él con gratitud.

 

 

Y allí estaba ella, apoyada contra la decorada barandilla de hierro. Las fuertes líneas de su rostro estaban de perfil. Por Dios, ¿Cómo pude haberla olvidado? No se podía explicar el efecto completo de tiffany en la vida real. Encajaba bien con la gente guapa. Era uno de ellos. Yo, por otro lado, pertenecía a la cocina con los camareros.

 

 

Mi esposa se encontraba ocupada hablando con una chica de piernas largas y senos operados a su lado. Tal vez le gustaban demasiado los pechos y así es como terminamos casados. Era tan buena como cualquier conjetura. Vestida sólo con un pequeño bikini blanco, la chica se aferró a tiffany como si hubiera sido fijada quirúrgicamente. Su cabello desordenado con estilo en una forma que sugería un mínimo de dos horas en un salón de primera categoría. Era hermosa y la odié solo un poco. Una gota de sudor bajo por mi columna.

 

 

—Hola, tiff —La llamó Ryder—. Tienes compañía.

 

 

Tiffany giró, luego me vio y frunció el ceño. En esta luz sus ojos lucían oscuros y claramente infelices.

 

 

—tae.

 

 

—Hola.

 

 

Ryder comenzó a reír.

 

 

—Esa es casi la única palabra que he sido capaz de sacarle. En serio rubia, ¿tú esposa siquiera habla?

 

 

—Ella habla. —Su tono de voz hizo obvio que deseaba que nunca lo hiciera de nuevo. O al menos, no con ella escuchando.

 

 

No sabía que decir. Generalmente, no buscaba amor universal y aceptación. Sin embargo, la hostilidad abierta, seguía siendo algo nuevo para mí.

 

 

La morena se rio entre dientes y frotó sus abundantes pechos sobre el brazo de tiffany como si là estuviera marcando. Por desgracia para ella, ella no parecía notarlo. Me lanzó una mirada inquisidora, su boca roja arrugada. Encantadora. A pesar de que el hecho de que me vio como competencia fue un gran estímulo a mi ego. Me pare más alta y miré a mi esposa a los ojos.

 

 

Gran error.

 

 

El cabello rubio de tiffany había sido empujado hacia atrás en una pequeña coleta con mechones cayendo alrededor de su rostro. Lo que debería haber apestado, pero en ella todo se veía increíble. Por supuesto lo hacía. Probablemente podía hacer que un sucio callejón pareciera a una suite nupcial. Una camiseta gris moldeada a torneado cuerpo y desgastados pantalones cortos de jeans cubrían apenas sus largas piernas. Sus botas negras estilo militar estaban cruzadas en los tobillos, cómodo, a su gusto, porque ella pertenecía aquí.

 

 

Yo no.

 

 

— ¿Te importa conseguirle una habitación? —le preguntó tiffany a su amigo.

 

 

Ryder resopló.

 

 

— ¿Parezco tu maldito mayordomo? Le enseñarás a tu propia esposa una habitación. No seas una idiota.

 

 

—No es mi esposa —gritó tiffany.

 

 

—Cada canal de noticias en el país no estaría de acuerdo contigo en eso. —Ryder me alborotó el cabello con una gran mano, haciéndome sentir de ocho años—. Te veré más tarde, pequeña novia. Encantado de conocerte.

 

 

— ¿Pequeña novia? —Pregunté sintiéndome despistada.

 

 

Ryder se detuvo y sonrió.

 

 

— ¿No has oído lo que están diciendo?

 

 

Negué con la cabeza.

 

 

—Probablemente es mejor. —Con una última risa se alejó.

 

 

Tiffany se desenredó de la morena. Sus carnoso labios apretados en disgusto, pero ella no estaba mirando.

 

 

—Vamos.

 

 

Alargó su mano para guiarme por la casa, extendiéndose en la muñeca de su mano derecha, estaba su tatuaje.

 

 

“taeyeon”

 

 

Me congelé. Woww. Ella sí que escogió un lugar visible para colocar mi nombre. No sabía cómo sentirme acerca de eso.

 

 

— ¿Qué? —Sus cejas bajaron y su frente se arrugó—. Ah, sí. Vamos.

 

 

—Date prisa, tiffany —Se quejó la chica del bikini, arreglándose el cabello. No tenía nada contra los bikinis. Tenía algunos a pesar de las creencias de mi mama de que era demasiado para una muchacha joven como yo. (Nunca los había usado pero ese no era el punto.) No, lo que me importaban eran las burlas y las amenazadoras miradas que la chica bikini me dio cuando ella pensaba que tiffany no la miraba.

 

 

Poco sabía que a ella no le importaba.

 

 

Con la mano en la parte baja de mi espalda, me acompañó a través de la fiesta hacia las escaleras. Las personas la llamaban y las mujeres se pavoneaban pero nunca desaceleró. Tuve la clara sensación de que estaba avergonzada de ser vista conmigo.

 

 

Estando con tiffany, seguro alcancé cierto escrutinio. Ni por todo el dinero, no encajaba en el molde de la esposa de una estrella de rock tan y como ella. La gente se detenía y miraba. Alguien la llamó, preguntando si podía presentarme. Sin comentarios de mi esposa mientras se apresuraba a través de la multitud.

 

 

Los pasillos se extendían en ambas direcciones en el segundo piso. Fuimos a la derecha, hasta el final. Abrió la puerta y allí estaba mi bolsa, esperando en una gran cama tamaño king. Todo en la suntuosa habitación había sido hecho en blanco: la cama, las paredes, y las alfombras.

 

 

Un antiguo sillón blanco se encontraba en la esquina. Era hermoso, prístino. Nada como mi pequeño y humilde cuarto en el departamento que compartía con jessica, donde entre la cama doble y mi escritorio, tenías sólo el espacio suficiente para abrir la puerta del armario, nada más. Este lugar era una y otra vez, un mar de perfección.

 

 

—Mejor no toco nada —murmuré, manos metidas dentro de mis bolsillos traseros.

 

 

— ¿Qué?

 

 

—Es hermosa.

 

 

Tiffany miró alrededor de la habitación con poco interés.

 

 

—Sí.

 

 

Me acerqué hacia la ventana. Una lujosa piscina se encontraba debajo, bien iluminada y rodeada de palmeras y jardines perfectos. Dos personas estaban en el agua, besándose. La cabeza de la mujer cayó hacia atrás y su pecho se balanceaba en la superficie. Oh, no, mi error. Estaban teniendo algo más que inocentes caricias. Podía sentir el calor subiendo por mi cuello. No creía que una escena así me afectara, pero aun así. Me di la vuelta.

 

 

—Escucha, algunas personas van a venir para hablar contigo sobre los papeles del divorcio. Estarán aquí a las diez —dijo, cerniéndose en la entrada.

 

 

Sus dedos golpeteado un rito en el marco de la puerta. Siguió echando largas miradas por el pasillo, claramente impaciente para irse.

 

 

— ¿Algunas personas?

 

 

—Mi abogado y mi representante —le dijo a sus pies—. Están acelerando las cosas así que…todo será, ah, lo más rápido que se pueda.

 

 

—De acuerdo.

 

 

Tiffany succionó sus mejillas y asintió. Tenía un hermoso rostro. Había visto a modelos en revistas de modas que no podrían comparársele. Pero linda o no, su ceño fruncido nunca desapareció. No mientras yo estaba alrededor. Hubiera sido bonito verla sonreír, solo una vez.

 

 

— ¿Necesitas algo? —preguntó.

 

 

—No. Gracias por todo. Por traerme volando hasta aquí y dejar que me quedara. Es bastante amable de tu parte.

 

 

—No te preocupes —Dio un paso hacia atrás y comenzó a cerrar la puerta detrás de ella—. Buenas noches.

 

 

—tiffany, ¿No deberíamos hablar de esto o algo? ¿Acerca de anoche?

 

 

Hizo una pausa, medio escondida detrás de la puerta.

 

 

—En serio, taeyeon. ¿Por qué molestarse?

 

 

Y luego se había ido.

 

 

De nuevo.

 

 

No hubo un portazo esta vez. Lo conté como un paso adelante en nuestra relación. Estar sorprendida era estúpido. Pero la decepción me mantuvo inmóvil, mirando alrededor de la habitación, sin ver nada. No era como si de repente quisiera que cayera a mis pies. Pero la antipatía era malísima.

 

 

Finalmente regresé a la ventana. Los amantes se habían ido, la piscina ya vacía. Una pareja de chicas tropezó a lo largo del sendero del jardín iluminado, bajo las enormes palmeras. Se dirigían hacia lo que tenía que ser la casa de la piscina.

 

 

Una de ellas era tiffany y la Chica Bikini iba colgando de ella, agitando el pelo largo y moviendo sus caderas, que funcionaba a la enésima potencia. Se veían bien juntas. Se adaptaban. Tiffany se acercó y tiró de las tiras de la parte superior de su traje de baño, deshaciendo el perfecto nudo y dejándola al descubierto de cintura para arriba. Chica Bikini se rio sin hacer ruido, sin molestarse en cubrirse.

 

 

Tragué saliva, tratando de deshacer el nudo en mi garganta. Los celos se sentían casi tan malos como la antipatía. Y no tenía derecho a estar malditamente celosa.

 

 

En la puerta de la casa de la piscina tiffany se detuvo y miró hacia atrás por encima de su hombro. Sus ojos se encontraron con los míos. Oh, mierda. Me escondí detrás de la cortina y como una idiota contuve la respiración. Atrapada espiando: qué vergüenza. Cuando miré un momento después se habían ido. La luz se asomaba por los lados de las cortinas de la casa de la piscina. Debería haberme quedado. Deseaba haberlo hecho. No era como si estuviera haciendo algo mal.

 

 

La grandeza inmaculada de la habitación blanca se extendía ante mí. Por dentro y por fuera me sentía un desastre. La realidad de mi situación se había establecido en mí, al parecer, era un gran desastre. Jessica había tenido razón con la elección de palabras.

 

 

—Tiffany puede hacer lo que quiera —Mi voz hizo eco a través de la habitación, sorprendentemente alto incluso sobre el latido de la música de abajo. Enderecé mis hombros. Mañana me reuniría con su gente y el divorcio sería solucionado—. Tiffany puede hacer lo que quiera y yo también.

 

 

Pero, ¿qué es lo que quiero hacer? No tenía idea. Así que desempaqué las pocas prendas de ropa que tenía, preparándome para la noche. Colgué la camiseta de tiffany en una barra para toallas para que se terminara de secar. Probablemente iba a ser necesaria como ropa de dormir. Organizarlo todo me llevó cinco minutos, máximo. Solo podías redoblar un par de camisetas unas cuantas veces antes de verte patética.

 

 

¿Ahora qué?

 

 

No había sido invitada a la fiesta de abajo. De ninguna manera quería pensar en lo que podría estar pasando en la casa de la piscina. Sin duda, tiffany le estaba dando a la Chica Bikini todo lo que yo había querido en Las Vegas. Nada de intimidad para mí. En vez de eso, me había enviado a mi habitación como una niña traviesa.

 

 

Y vaya habitación que era. El cuarto de baño contiguo tenía una bañera más grande que mi habitación en casa. Un montón de espacio para chapotear. Era tentador. Pero nunca había sido buena cuando era enviada a mi habitación. En las pocas ocasiones que pasó en casa solía salir por la ventana y sentarme afuera con un libro. Como rebelde me faltaba mucho, pero me satisfacía. Eso era mucho para ser una triunfadora tranquila.

 

 

Al diablo quedarme en la habitación de lo espléndida que era. No podía hacerlo.

 

 

Nadie se fijó en mí mientras me arrastraba escaleras abajo. Me escabullí en la esquina más cercana y me dispuse a ver a gente hermosa en acción. Era fascinante. Cuerpos se retorcían en una pista de baile en el medio de la habitación. Alguien encendió un cigarrillo cerca, llenando el aire de un intenso aroma picante. Nubes de humo se elevaban hasta el techo, a unos veinte metros. Diamantes y dientes brillaban, y solo eran algunas de las tantas personas que estaban allí.

 

 

La abierta opulencia luchaba en la multitud mixta. No podrías encontrar gente más atractiva si lo intentaras. No había señal de Ryder, por desgracia. Por lo menos había sido amable.

 

 

—Eres nueva —dijo una voz a mi lado, sorprendiéndome mucho. Salté un metro, o al menos un par de centímetros.

 

 

Un hombre en un traje negro se apoyaba contra la pared, con una copa de licor ámbar. Este traje negro pulido era otra cosa. Era probable que el de Derek hubiera salido de una tienda de segunda mano, pero no este. Nunca había entendido el atractivo de una corbata y traje antes, pero este hombre lo llevaba muy bien. Parecía tener la misma edad de tiffany y tenía el cabello rubio corto. Apuesto, por supuesto. Al igual que tiffany, tenía todo un atractivo subyugante.

 

 

—Sabes, si te mueves otro paso más desaparecerás por completo detrás de esa palmera —Tomó otro trago de su bebida—. Así nadie te verá.

 

 

—Lo pensaré por un momento —No me molesté en negar que me estaba escondiendo. Aparentemente ya era evidente para todos.

 

 

Sonrió, mostrando un hoyuelo. Tenía hoyuelos. Me había acostumbrado a su poder. El hombre se inclinó más cerca, con el fin de ser escuchado sobre la música, probablemente. El hecho de alejarse un paso de tamaño decente parecía innecesario. El espacio personal era una cosa maravillosa. Algo sobre este tipo me asustaba, a pesar del traje elegante.

 

 

—Soy Sam.

 

 

—taeyeon.

 

 

El frunció sus labios, mirándome.

 

 

—No, definitivamente no te conozco. ¿Por qué no te conozco?

 

 

— ¿Conoces a todos los demás? —examiné la habitación, dudosa—. Hay mucha gente aquí.

 

 

—Sí, la hay —concedió—. Y las conozco a todas. A todos excepto a ti.

 

 

—tiffany me invitó. —No quería usar el nombre de tiffany pero estaba siendo presionada en una esquina, metafórica y literalmente mientras Sam se acercaba a mí.

 

 

— ¿Lo hizo? —Sus ojos se veían mal, las pupilas eran pequeñas. Había algo mal con este tipo. Se quedó mirando al pequeño escote que estaba mostrando como si intentara poner su cara ahí.

 

 

—Sí, lo hizo.

 

 

Sam no parecía exactamente contento con la noticia. Echó hacia atrás su bebida, terminándola en un gran trago.

 

 

—Así que tiffany te invitó a la fiesta.

 

 

—Me invitó a quedarme por una par de días —dije, lo que no era una mentira. Afortunadamente, con suerte, se había perdido las noticias sobre tiffany y yo. O tal vez estaba demasiado perdido en alcohol como para sumar dos más dos. De cualquiera manera no lo iba a corregir.

 

 

— ¿En serio? Eso fue amable de su parte.

 

 

—Sí, lo fue.

 

 

— ¿En qué habitación te puso? —Se paró en frente de mí y dejó caer su vaso en la maceta con una mano descuidada. Su sonrisa lucía maníaca. Mi necesidad de alejarme se hizo más urgente.

 

 

—La blanca —dije, mirando por una salida—. A la que mejor debería volver.

 

 

— ¿La habitación blanca? Eres especial.

 

 

— ¿Lo soy? Perdóname. —Lo empujé, dejando a un lado la cortesía.

 

 

No lo tenía que estar esperando, porque retrocedió un paso.

 

 

—Oye, espera.

 

 

—Sam. —Tiffany apareció, ganándose mi gratitud al instante—. ¿Hay algún problema aquí?

 

 

—En absoluto —dijo Sam—. Solo estoy conociendo a… taeyeon.

 

 

—Sí, bueno, no necesitas conocer a… tae.

 

 

La sonrisa del rubio era enorme.

 

 

—Vamos. Sabes cómo me gustan las cosas nuevas y lindas.

 

 

—Vámonos —Me dijo tiffany.

 

 

—No es propio de ti interrumpirme, tiff —dijo, Sam—. ¿No vi a la hermosa Kaetrin contigo más temprano en el balcón? ¿Por qué no vas a buscarla y consigues que te haga eso en lo que es muy buena? taeyeon y yo estamos ocupados aquí.

 

 

—En realidad, no, no lo estamos —dije. ¿Y por qué tiffany volvió tan pronto de su tiempo de juego con la Chica Bikini? Era imposible que estuviera preocupada por el bienestar de su esposa, seguramente.

 

 

Ninguno de los dos rubios parecía haberme oído.

 

 

—Así que la invitaste a quedarse en mi casa —dijo Sam.

 

 

—Adrian sabía que alquilé este lugar para todo el grupo mientras estábamos trabajando en el álbum. ¿Cambió algo que no sé?

 

 

Sam se rio.

 

 

—Me gusta el lugar. Decidí comprarlo.

 

 

—Genial. Déjame saber cuándo el trato esté hecho y me aseguraré de irme. Hasta entonces, mis invitados no son tu problema.

 

 

Sam me miró, su rostro iluminándose con maliciosa alegría.

 

 

—Es ella, ¿No? Con la que te casaste, tu estúpida suertuda.

 

 

—Vamos. —tiffany tomó mi mano y me arrastró hacia la escalera. Su mandíbula estaba lo suficientemente apretada para que un músculo se saliera por un lado.

 

 

— ¿Pude tenerla contra la pared en está maldita fiesta y tú te casaste con ella?

 

 

Podía irse al diablo.

 

 

Los dedos de tiffany apretaron mi mano con fuerza.

 

 

Sam se rio como el cretino que era.

 

 

—No es nada, hermanita. Mírala. Solo mírala. Dime que este matrimonio no vino por la cortesía del alcohol en exceso y la cocaína.

 

 

No era nada que no hubiera escuchado antes. Bueno, aparte de la referencia al matrimonio. Pero igual dolió. Antes de que pudiera decirle a Sam lo que pensaba de él, el agarre duro como el hierro en mi mano desapareció. Tiffany cargó contra él, tomando sus dos solapas. Estaban bastante igualados. Ambos eran altos.

 

 

Ninguno parecía listo para echarse atrás. La habitación se cayó, todas las conversaciones parándose, aunque la música seguía golpeando sucesivamente.

 

 

—Ve por ello, hermanita —susurró Sam—. Enséñame quien es la verdadera estrella de este espectáculo.

 

 

Los hombros de tiffany se pusieron rígidos bajo el fino algodón de su camiseta. Luego con un gruñido dejó ir a Sam, empujándolo un paso atrás.

 

 

—Eres tan malo como mamá. Mírate, eres un desastre.

 

 

Me quedé mirando a los dos, atónita. Ellos eran los hermanos de la banda. El mismo pelo rubio y atractivos rostros. Claramente no me había casado con una de las familias más felices. Sam casi parecía avergonzado.

 

 

Mi esposa marchó de nuevo a mi lado, tomando mi mano en el camino. Cada par de ojos estaba en nosotros. Una morena elegante tomó un paso hacia delante, su mano extendida. Estrés marcaba su hermoso rostro.

 

 

—Sabes que no quiso decir eso.

 

 

—Mantente fuera de esto, Hanna —dijo mi esposa, sin bajar la velocidad.

 

 

La mujer me dio una mirada de disgusto. Peor aún, de culpa. Por la manera en que tiffany actuaba, tenía un mal presentimiento de lo que pasaba aquí.

 

 

Me arrastró hacia arriba, y luego, por el pasillo hasta mi habitación. No dijimos nada. Tal vez esta vez me encerraría. Pondría una silla debajo del pomo de la puerta, tal vez. Podía entender que estuviera molesta con Sam. El tipo era un imbécil de grandes proporciones. ¿Pero qué había hecho yo? Además de escaparme de mi prisión de lujo, por supuesto.

 

 

A mitad de camino a lo largo del pasillo, liberé mi extremidad de su tierno cuidado.

 

 

Tenía que hacer algo antes de que cortara el suministro de sangre a mis dedos.

 

 

—Conozco el camino —dije.

 

 

— ¿Todavía quieres conseguir algo, no? Deberías haber dicho algo. Estaré más que feliz de hacerte mía —dijo con una sonrisa falsa—. Y oye, ni siquiera estás ebria. Probablemente lo recordarás.

 

 

—Ouch.

 

 

— ¿Dije algo que no sea cierto?

 

 

—No. Pero aun pienso que es justo que diga que estás siendo una cretina.

 

 

Se detuvo y me miró con los ojos muy abiertos, sorprendida.

 

 

— ¿Estoy siendo una cretina? ¡Jodido infierno, eres mi esposa!

 

 

—No, no lo soy. Lo dijiste tú misma. Justo antes de que te fueras a jugar en la casa de la piscina con tu amiga —dije. A pesar de que no se había quedado mucho tiempo en la casa de la piscina, obviamente. Cinco, seis minutos, ¿tal vez? Casi me sentí mal por la Chica Bikini. Eso no era placentero.

 

 

Sus cejas descendieron como nubes de tormenta. Estaba menos que impresionada. Mala suerte. Mis sentimientos hacia ella eran los mismos en este pequeño período de tiempo.

 

 

—Tienes razón. Mi error. ¿Debería llevarte de vuelta a mi hermano? —Preguntó, haciendo crujir sus nudillos como una neandertal y mirando por el pasillo desde donde habíamos venido.

 

 

—No, gracias.

 

 

—Fue bastante agradable que dirigieras una mirada seductora hacia él, por cierto. De todas las personas allí abajo, tenías que estar coqueteando con Sam —se burló—. Clásico, taeyeon.

 

 

— ¿De verdad eso es lo que piensas que pasaba?

 

 

— ¿Qué? ¿Ustedes dos poniéndose cariñosos en la esquina?

 

 

— ¿En serio?

 

 

—Conozco a Sam y conozco a las chicas cuando están cerca de él. Definitivamente así era como se veía, querida. —Abrió sus brazos de par en par—. Pruébame lo contrario.

 

 

Ni siquiera estaba segura de poder hacer una mirada y. Pero definitivamente no se la había estado haciendo a ese idiota allí abajo. No es de extrañar que muchos matrimonios terminaran en divorcio. El matrimonio apestaba y las parejas desconfiadas eran lo peor. Mis hombros se estaban derrumbando sobre mí. No pensaba que alguna vez me hubiera sentido tan pequeña.

 

 

—Pienso que tus problemas de hermana son peores que tus problemas de relación de pareja, y eso dice algo. —Lentamente, sacudí mi cabeza—. Gracias por ofrecerme la oportunidad de defenderme. Realmente la aprecio. Pero, ¿sabes qué, tiffany? Simplemente no estoy convencida de que tu opinión valga la pena.

 

 

Se estremeció.

 

 

 

Me alejé antes de decir algo peor. Olvida algo amistoso. Cuanto antes nos divorciáramos mejor.

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Comments

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Nathan59 #1
Holaa cerraste tu cuenta de Wattpad ? :(