cap 18

Taeny

Se me hacía tarde para el trabajo. Me moví como una loca tratando de alistarme. Corrí al cuarto de baño, salté en la ducha. Le di a mi cara una buena lavada para deshacerme de los restos de maquillaje de anoche. Horribles grumos de la máscara. No me sorprendería que me saliera una espinilla infernal. Anoche todo había sido un extraño sueño. Pero esto era la vida real. Trabajo, escuela y amigos. Mis planes para el futuro. Esas eran las cosas importantes. Y si continuaba diciéndomelo, algún día todo mejoraría y sería maravilloso.

 

 

A Rubí no le importaba mucho lo que llevara al trabajo, además de la camiseta oficial del café. Sus raíces eran fuertemente alternativas. Había planeado ser poeta, pero terminó heredando la cafetería de su tía en el distrito de Pearl. El desarrollo urbano había subido los precios de la propiedad y Rubí se convirtió en una mujer de negocios. Ahora escribía su poesía en las paredes de la cafetería. No creo que pudieras encontrar una mejor jefa. Pero tarde todavía era tarde. No era bueno.

 

 

Me quedé despierta durante la noche, preocupándome por lo que pasó con tiffany en ese callejón. Reviviendo el momento en que me dijo que nos consideraba todavía casadas. Dormir habría sido mucho más beneficioso. Es una pena que mi cerebro no se apagara.

 

 

Me puse una falda lápiz negra, la camiseta oficial del café y un par de zapatos planos. Listo. Nada iba a ayudar a los cardenales debajo de mis ojos. La gente estaba más o menos acostumbrada a ellos últimamente. Me tomó casi la mitad de la barra de corrector cubrir el chupón en mi cuello.

 

 

Salí disparada del cuarto de baño en una nube de vapor, justo a tiempo para ver a jessica bailando en la cocina, con una amplia sonrisa en su rostro.

 

 

—Llegarás tarde al trabajo.

 

 

—Esa soy yo.

 

 

Colgué mi bolso sobre mi hombro, agarré las llaves de la mesa y me puse en marcha. No había tiempo para ello. No ahora. Probablemente nunca. No podía imaginarla siquiera teniendo una razón suficiente para ponerse del lado de tiffany. Durante el último mes había pasado muchas noches a mi lado, dejándome hablar de ella hasta quedarme ronca. Porque eventualmente, todo tenía que salir. Diariamente le dije que no la merecía y ella me daba un beso en la mejilla. ¿Por qué traicionarme ahora? Bajé las escaleras golpeando fuertemente los escalones.

 

 

—tae, espera. —jessica corrió detrás de mí mientras llegaba a los escalones de la entrada.

 

 

Me giré hacia ella, sosteniendo las llaves de la casa frente a mí como un arma.

 

 

—Le dijiste dónde encontrarme.

 

 

— ¿Qué se suponía que hiciera?

 

 

—Oh, no lo sé. ¿No decirle? Tú sabías que no quería verla. —La miré por encima, notando todo tipo de cosas que no quería—. ¿Cabello arreglado y maquillaje a esta hora? ¿En serio, jessica? ¿Esperabas que estuviera aquí, tal vez?

 

 

Inclinó la barbilla, como si al final tuviera la decencia de parecer avergonzada.

 

 

—Lo siento. Tienes razón, me dejé llevar. Pero vino aquí para hacer las paces. Pensé que al menos querrías escuchar lo que tiene que decir.

 

 

Negué con la cabeza, la furia burbujeando dentro de mí. —No es tu decisión.

 

 

—Has sido miserable. ¿Qué se supone que debo hacer? —Levantó los brazos—. Dijo que vino a hacer las cosas bien contigo. Le creo.

 

 

—Por supuesto que sí. Es tiffany Hwang, tu ídolo adolescente.

 

 

—No. Si no estuviera aquí para besar tus pies, yo la habría matado. No importa quien sea, te lastimó. —Parecía sincera, su boca apretada y sus ojos grandes—. Lamento lo de arreglarme esta mañana. No volverá a suceder.

 

 

—Te ves muy bien. Pero estás perdiendo el tiempo. No vendrá aquí. Eso no va a suceder.

 

 

— ¿No? Entonces, ¿quién te dejó ese monstruo en el cuello?

 

 

Ni siquiera iba respondería a eso. Maldición. El sol caía sobre nuestras cabezas, calentando el día.

 

 

—Si hay una posibilidad de que pienses que tiffany podría ser la única que ames—dijo, haciendo girar mi estómago—, si piensas que las dos pueden resolver esto de alguna manera… Ella es la única que ha llegado a ti. La manera en que hablas de ella…

 

 

—Sólo estuvimos juntas un par de días.

 

 

— ¿Realmente crees que eso importa?

 

 

—Sí. No. No lo sé —grazné. No era bonito—. Nunca tuvo sentido, jessica. No desde el primer día.

 

 

—Gah —dijo, haciendo un ruido ahogado—. Esto es acerca de tu maldito plan, ¿no es así? Déjame darte una pista. No tiene que tener ningún sentido. Sólo tienes que querer que estén juntas y estar dispuesta a hacer lo que haga falta para que eso suceda. Es increíblemente simple. Eso es amor, tae, poner primero al otro. No preocuparte de si encajas en algún estúpido plan con el que tu papá te lavó el cerebro para que creyeras que era eso lo que querías en la vida.

 

 

—No se trata del plan. —Me froté la cara con las manos, conteniendo las lágrimas de frustración y miedo—. Me rompió el corazón. Se siente como si me hubiera roto el alma. ¿Por qué alguien se arriesgaría voluntariamente a eso de nuevo?

 

 

jessica me miró, sus ojos brillantes. —Sé que te lastimó. Así que, castiga a tu rubia, hazla esperar. Ella se lo merece. Pero si la amas, entonces piensa en escuchar lo que tiene que decir.

 

 

Tal vez iba a tener un resfriado, porque sentía una opresión en el pecho y picazón en los ojos. Tener el corazón roto debería venir con algunos aspectos positivos, un poco de perspectiva para equilibrar el dolor. Debí haber sido más prudente, más dura, pero no me siento así. Sacudí las llaves de la casa. Rubí iba a matarme. Tendría que renunciar a mi habitual caminata y tomar el tranvía para tener siquiera una esperanza de no conseguir que no me despidieran.

 

 

—Me tengo que ir.

 

 

jessica asintió. —Ya sabes, te amo mucho más de lo que alguna vez la he amado a ella. Sin lugar a dudas.

 

 

Solté un bufido. —Gracias.

 

 

—Pero, ¿se te ha ocurrido que no estarías tan triste si no la amaras al menos un poco?

 

 

—No me agrada que tengas algo de sentido común a estas horas de la mañana. Basta.

 

 

Dio un paso atrás, sonriéndome. —Siempre estabas ahí hablándome con sentido cuando yo lo necesitaba. Así que no voy a dejar de regañarte simplemente porque no te gusta lo que estás escuchando. Lidia con eso.

 

 

—Te amo, jessica.

 

 

—Lo sé, toda la familia kim y sus parientes están locos por mí. Porque justo anoche, tú prima hizo…

 

 

Huí de ella mientras escuchaba su risa malvada.

 

 

 

 

* * *

 

 

 

 

El trabajo estuvo bien. Dos chicos vinieron a invitarme a una fiesta de fraternidad que se aceraba. Nunca recibí invitaciones antes de tiffany. Por lo tanto, después de tiffany, las rechacé. Varias personas trataron de conseguir autógrafos o información, y yo en su lugar les vendía café y pastel. Cerramos cerca del anochecer.

 

 

Durante todo el día había estado al borde, preguntándome si ella aparecería. Mañana era hoy, pero aún no había visto ninguna señal suya. Tal vez había cambiado de opinión. La mía cambiaba de un momento a otro. Mi promesa de no decidir aún se encontraba sana y salva.

 

 

 

Estábamos cerrando el candado cuando Rubí me codeó en las costillas. Probablemente un poco más duro de lo que pretendía, porque estoy bastante segura de que sufrí una lesión renal.

 

 

—En serio, ella está aquí —siseó, señalando hacia tiffany, quien, efectivamente, rondaba cerca, esperando. Vino justo como dijo que haría. Excitación nerviosa burbujeaba dentro de mí. Con la gorra de béisbol y las gafas oscuras. Kitty le había contado a Rubí sobre su reaparición anoche. Dada la falta de paparazis y de fans gritando en los alrededores, todavía tenía que ser un secreto para el resto de la ciudad.

 

 

Me quedé mirándola sin saber cómo sentirme. Anoche en el club había sido surrealista. Aquí y ahora, esta era yo viviendo mi vida normal. Al verlo en ella, no sabía cómo me sentía. Confundida era una buena palabra.

 

 

— ¿Quieres conocerla? —le pregunté.

 

 

—No, me estoy reservando el juicio. Creo que conocerla en realidad podía hacerme parcial. Es muy atractiva, ¿no? —Rubí le dirigió una mirada más larga de lo necesario a sus piernas enfundadas con jeans. Tenía debilidad por los muslos y las piernas. Extraño para una poeta, pero luego descubrí que nadie encaja realmente con un tipo determinado. Todo el mundo tenía sus peculiaridades.

 

 

Rubí siguió mirándola como si fuera carne en el mercado. —Tal vez no te divorcies.

 

 

—Suenas muy imparcial. Nos vemos después.

 

 

Su mano agarró mi brazo. —Espera. Si te quedas con ella, ¿seguirás trabajando para mí?

 

 

—Sí. Incluso trataré de llegar a tiempo con más frecuencia. Buenas noches, Rubí.

 

 

Tiffany se encontraba de pie en la acera, con las manos en los bolsillos de sus jeans. Verla se sentía tan familiar como estar de pie al borde de un acantilado. La pequeña voz en mi cabeza susurraba al diablo las consecuencias, sabes que probablemente puedas volar. Si no puedes, imagina la emocionante caída. La razón, por otro lado, me gritaba asesinato sangriento.

 

 

¿Cómo puedes exactamente decidir cuan loca estás?

 

 

—taeyeon.

 

 

Todo se detuvo. Si ella alguna vez imaginaba lo que me hacía sentir cuando decía mi nombre así, estaba acabada. Dios, la extrañé mucho. Había sido como tener un pedazo de mí que faltaba. Pero ahora que había vuelto, no sabía cómo encajábamos juntas. Ni siquiera sabía si podríamos hacerlo.

 

 

—Hola —le dije.

 

 

—Te ves cansada —dijo, su boca hizo una mueca—. Quiero decir, te ves bien, por supuesto. Pero…

 

 

—Está bien. —Estudié la acera, tomando una respiración profunda—. Ha sido un día ocupado.

 

 

—Entonces, ¿este es el lugar dónde trabajas?

 

 

—Sí.

 

 

La cafetería de Rubí estaba tranquila y vacía. Luces de colores brillaban en las ventanas junto a un montón de panfletos pegados al cristal con publicidad de esto y aquello. Las luces de la calle parpadeaban a nuestro alrededor.

 

 

—Es bonito. Escucha, no tenemos que hablar en este momento —dijo—. Solo quiero caminar contigo a tu casa.

 

 

Crucé los brazos sobre mi pecho. —No tienes que hacer eso.

 

 

—No es como si fuera una tarea. Déjame caminar contigo a casa, tae. Por favor.

 

 

Asentí y después de un momento, empecé a caminar con paso vacilante por la calle. Tiffany caminó a mi lado. ¿Hablar acerca de qué? Cada tema parecía cargado. Un cielo abierto lleno de estacas afiladas esperaba en cada esquina. Se mantuvo lanzándome miradas cautelosas de reojo. Abriendo la boca y luego cerrándola. Al parecer, la situación apestaba para las dos. No me atrevía a hablar acerca de L.A. Lo de anoche parecía territorio más seguro. Espera. No, no lo era. Traer a colación el hecho que habíamos hecho el amor en el callejón no era algo inteligente.

 

 

— ¿Cómo estuvo tu día? —preguntó—. Aparte de ocupado.

 

 

¿Por qué no pensé en algo inocuo cómo eso?

 

 

—Ah, bien. Un par de chicas entraron con cosas para que firmaras. Algunas querían que te diera un demo de su banda de garaje de reggae y blues. Uno de los grandes atletas de la escuela vino sólo a darme su número. Cree que podríamos divertirnos —balbuceé, tratando de aligerar el ambiente.

 

 

Su rostro se volvió sombrío.

 

 

—En serio. ¿Eso ha estado sucediendo a menudo?

 

 

Y yo era una idiota por haber abierto la boca. —No es la gran cosa, tiffany. Le dije que estaba ocupada y se fue.

 

 

—Como jodidamente debería. —Inclinó la barbilla, dándome una larga mirada—. ¿Estás tratando de ponerme celosa?

 

 

—No, mi boca sólo se escapó de mi cabeza. Lo siento. Las cosas son lo suficientemente complicadas.

 

 

—Estoy celosa.

 

 

La miré, sorprendida. No sé por qué. Había dejado claro anoche que vino aquí por mí. Pero el conocimiento de que tal vez no me hallaba sola en el precipicio de los enfermos de amor, pensando en dejarme caer… había mucho consuelo en eso.

 

 

—Vamos —dijo, reanudando la marcha. Nos detuvimos en la esquina, esperando que el tráfico se despejara—. Puedo enviar a Derek aquí para que mantenga un ojo en ti —dijo—. No quiero gente molestándote en tu trabajo.

 

 

—Por mucho que me guste Derek, puede quedarse donde está. Las personas normales no tienen guardaespaldas en el trabajo.

 

 

Su frente se arrugó, pero no dijo nada. Cruzamos la calle. Un tranvía retumbó mientras pasaba, todo iluminado. Prefería caminar, estar al aire libre después de haber estado encerrada todo el día. Además, Los ángeles es hermosa: cafés, cervecerías y un amable corazón. Toma eso, L.A.

 

 

—Entonces, ¿qué hiciste hoy? —pregunté, demostrándome que era una total ganadora en este juego de las conversaciones creativas.

 

 

—Sólo he estado conociendo la ciudad, comprobando las cosas. No puedo jugar a la turista con demasiada frecuencia. Vamos a detenernos aquí —me dijo, apartándome del camino normal hacia mi casa.

 

 

— ¿A dónde vamos?

 

 

—Sólo ven conmigo. Tengo que recoger algo. —Me llevó a un lugar de pizza al que yo iba de vez en cuando con jessica—. Pizza es la única cosa que yo sé que tú definitivamente vas a comer. Estuvieron dispuestos a conseguir cada vegetal que se me ocurrió, así que espero que te guste.

 

 

El lugar se hallaba lleno sólo un cuarto de lo normal debido a la hora temprana. Paredes de ladrillo y mesas negras. Un tocadiscos reproducía algo de los Beatles. Me quedé en la puerta, dudando si ir más lejos con ella. El hombre asintió hacia tiffany y fue a buscar una orden. Tiffany le dio las gracias y se dirigió hacia mí.

 

 

—No tenías que hacer eso. —Di un paso atrás hacia la calle, lanzándole a la caja de pizza miradas sospechosas.

 

 

—Es solo pizza, tae —dijo—. Relájate. Ni siquiera tienes que pedirme que comparta contigo si no quieres. ¿Qué camino lleva hasta tu casa desde aquí?

 

 

—Izquierda.

 

 

Caminamos otro tramo en silencio, con tiffany llevando la caja de pizza en una mano.

 

 

—Deja de fruncir el ceño —dijo—. Cuando te levanté anoche te sentías más liviana que en Florida. Has perdido peso.

 

 

Me encogí de hombros. No quería tocar ese tema. Definitivamente no iba a recordarla levantándome mientras mis piernas se enrollaban a su alrededor, y lo mucho que me había estremecido ante sus caricias y besos, y el sonido de su voz mientras me decía lo que siente por mí…

 

 

—Sí, bueno, me gustabas como eras —dijo—. Amo tus curvas. Así que se me ocurrió otro plan. Vas a tener pizza con quince quesos diferentes hasta que las recuperes.

 

 

—Mi primer instinto es decir algo sarcástico sobre cómo mi cuerpo ya no es de tu incumbencia.

 

 

—Suerte que pensaras dos veces antes de decir eso, ¿eh? Sobre todo porque me dejaste hacerte mía anoche. —Igualó mi ceño con uno de los suyos—. Mira, no quiero que pierdas peso y te enfermes, especialmente no por mí. Es así de simple. Olvídate de lo demás y deja de darle a la pizza miradas sucias o lastimarás sus sentimientos.

 

 

—No eres mi jefa —murmuré.

 

 

Soltó una carcajada. — ¿Te sientes mejor por decir eso?

 

 

—Sí.

 

 

Le di una sonrisa cautelosa. Tenerla a mi lado otra vez se sentía demasiado bien. No debería sentirme cómoda, ¿quién sabe cuándo me volvería a desilusionar? Pero la verdad era, que la quería tanto que dolía.

 

 

—Amo… —Se aclaró la garganta y lo intentó de nuevo, sin el sentimiento de que se habría ganado un golpe automático—. Amiga. ¿Somos amigas otra vez?

 

 

—No lo sé.

 

 

Negó con la cabeza. —Somos amigas. tae, estás triste, estás cansada, y has perdido peso, y odio ser la causa. Voy a arreglar esto contigo un paso a la vez. Sólo…dame un poco de margen para maniobrar aquí. Te prometo que no volveré a lastimarte así.

 

 

—Ya no confío en ti, tiffany.

 

 

Su sonrisa burlona cayó. —Sé que no lo haces. Y cuando estés lista vamos a hablar de eso.

 

 

Tragué con fuerza contra el nudo en mi garganta.

 

 

—Cuando estés lista —reiteró—. Vamos. Vamos a tu casa para que puedas comer esto mientras aún esté caliente.

 

 

Caminamos el resto del camino en silencio. Creo que era sociable. Tiffany me daba pequeñas sonrisas ocasionales. Parecían genuinas.

 

 

Pisoteó las escaleras detrás de mí, sin tomarse la molestia de mirar alrededor. Me había olvidado de que había estado allí la noche pasada cuando me trajo de vuelta con jessica. Abrí la puerta y di un vistazo al interior, aún marcada por haber atrapado a jessica y a mi prima yuri en el sofá la semana pasada. Vivir con ellas no funcionaría a largo plazo. Creo que todo el mundo iba a llegar al punto de necesitar su propio espacio.

 

 

Sin embargo, el mes pasado fue beneficioso para yuri y para mí. Nos dio la oportunidad de hablar. Éramos más cercanas de lo que habíamos sido nunca. Amaba su trabajo en NYADA, estaba tan feliz que se le presentara una oportunidad de trabajo en Los ángeles. Estaba feliz y establecida. Jessica tenía razón, había cambiado. Mi prima había descubierto lo que quería y en dónde debía estar. Ahora, si tan solo yo pudiera resolver esto y hacer lo mismo.

 

 

La música rock tocaba suavemente y yuri y jessica bailaban en medio de la habitación. Una cosa improvisada, obviamente, dada la ropa formal de mí querida primita. A jessica no parecía importarle, se aferraba a ella con fuerza, mirándola fijamente a los ojos.

 

 

Me aclaré la garganta para anunciar nuestra llegada y entré en la habitación.

 

 

Yuri me miró y me dio una sonrisa de bienvenida. Pero entonces vio a tiffany. La sangré inundó su rostro y sus ojos cambiaron. La temperatura en la habitación pareció subir.

 

 

—Yuri —dije, agarrándola mientras ella cargaba contra tiffany.

 

 

—Mierda —jessica corrió tras ella—. ¡No!

 

 

El puño de yuri conectó con la cara de tiffany. La pizza salió volando. Tiffany se tambaleó hacia atrás, la sangre brotaba de su nariz.

 

 

—Tú, maldita idiota —gritó mi prima.

 

 

Salté sobre la espalda de yuri, tratando de detenerla. Jessica se aferró a su brazo. Tiffany no hizo nada. Se cubrió su rostro ensangrentado, pero no hizo ningún movimiento para protegerse de un daño mayor.

 

 

—Voy a matarte por hacerle daño a taeyeon—rugió yuri.

 

 

Tiffany sólo la miró, sus ojos aceptándolo.

 

 

— ¡Detente, Yul! —Mis pies se arrastraban por el suelo, mis brazos envueltos alrededor de la tráquea de mi prima.

 

 

— ¿La quieres aquí? —Me preguntó yuri, incrédula—. ¿Estás hablando en serio? —Luego miró a jessica tirando de su brazo—. ¿Qué estás haciendo?

 

 

—Esto es entre ellas, yul.

 

 

— ¿Qué? ¡No! Viste lo que le hizo. Como ha estado durante todo el mes pasado.

 

 

—Necesitas calmarte. Ella no quiere esto. —Jessica rodeó su cara con las manos—. Por favor, bebé. Esta no eres tú.

 

 

Poco a poco, yuri se calmó. Sus hombros cayeron al nivel normal, relajando sus músculos. Solté la llave de su cuello, no es que hubiera hecho mucho bien. Mi prima hizo lo del pariente furioso aterradoramente bien. La sangre goteaba entre los dedos de tiffany, cayendo sobre el suelo.

 

 

—Mierda. Vamos. —Agarré su brazo y la conduje a nuestro baño.

 

 

Se inclinó sobre el lavabo, maldiciendo en voz baja. Junté un poco de papel higiénico y se lo entregué. Lo metió debajo de su nariz ensangrentada.

 

 

— ¿Está rota?

 

 

—No lo sé —su voz era apagada, ronca.

 

 

—Lo siento mucho.

 

 

—Está bien. —Un sonido salió del bolsillo trasero de sus jeans.

 

 

—Yo contestaré. —Cuidadosamente, saqué su teléfono. El nombre parpadeando en la pantalla me detuvo en seco. El universo tenía que estar jugándome una broma. Sin duda. Excepto que no lo hacía. Era la misma vieja tristeza reavivándose dentro de mí. Ya podía sentir el frío entumecimiento difundiéndose a través de mis venas.

 

 

—Es ella. —Sostuve el teléfono hacia tiff.

 

 

Por encima de la bola de papel higiénico con sangre, su nariz parecía herida pero intacta. La violencia no iba a ayudar. No importa la furia que estaba atravesándome, acabándome en este momento.

 

 

Su mirada pasó de la pantalla hacia mí. —tae.

 

 

—Deberías irte. Quiero que te vayas.

 

 

—No he hablado con Hanna desde esa noche. No he tenido nada que ver con ella.

 

 

Negué con la cabeza, sin palabras. El teléfono sonaba ruidosamente, perforando mis tímpanos. Se repitió una y otra vez en el interior del pequeño cuarto de baño. Vibraba en mi mano y todo mi cuerpo temblaba.

 

 

—Tómalo antes de que lo rompa.

 

 

Dedos manchados de sangre lo tomaron de mi mano.

 

 

—Tienes que dejar que te explique —dijo—. Lo juro, ella se ha ido.

 

 

— ¿Entonces por qué te está llamando?

 

 

—No lo sé y no voy a contestar. No he hablado con ella ni una vez desde que la despedí. Tienes que creerme.

 

 

—Pero no te creo. Quiero decir, ¿cómo puedo creerte?

 

 

Parpadeó con ojos doloridos hacia mí. Nos miramos la una a la otra mientras yo lo comprendía. Esto no iba a funcionar. Nunca iba a funcionar. Ella tenía secretos y mentiras, y yo siempre me quedaba afuera, mirando hacia adentro. Nada había cambiado. Mi corazón se rompería de nuevo. Era sorprendente, en realidad, que pudiera dolerme incluso más.

 

 

—Solo vete —le dije, mis estúpidos ojos empapándose.

 

 

 

 

Sin una palabra más, se fue.

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Comments

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Nathan59 #1
Holaa cerraste tu cuenta de Wattpad ? :(