Capítulo 6
Vientos Celestiales (Adaptación TaeNy)Capítulo 6.
A la mañana siguiente, Taeyeon estaba sentada con Elliott en la cocina y vigilaba a su hija mientras esta hacía un desastre con las tortitas. Tiffany estaba estudiando sus partituras en el piano. Apenas se habían dado los buenos días.
—Te llamaré.
—¿Tienes que salir tan temprano? —le preguntó Taeyeon, al tiempo que le limpiaba la boca, las manos, los codos y las rodillas gordezuelas a Elliott. ¿Cómo había llegado el sirope hasta allí? Ni idea.
—Bueno, tengo que reunirme con Niles, que estará en el estudio a las cuatro. Luego tengo un... compromiso para cenar. Mañana me pasaré todo el día en el estudio y pasado también —explicó Tiffany, y metió las partituras en su maletín de piel.
Taeyeon se dio cuenta de que Elliott no le quitaba ojo de encima a Tiffany, y en cuanto la vio coger las llaves intentó bajar de la silla.
—Elliott con Phany...
Taeyeon tuvo que forcejear con ella para que se quedara sentada.
—No, pastelito. Tiffany tiene que irse a trabajar —le explicó Taeyeon.
Elliott hizo un puchero y Tiffany se quedó mirándola, sin saber qué hacer.
—No pasa nada, Tiffany —la tranquilizó Taeyeon, con una sonrisa—. Vete.
—¡Con Phany! —gimoteó Elliott, que agachó la cabecita y rompió a llorar.
Tiffany dejó el maletín en el suelo e hizo una mueca, mirando a Taeyeon con expresión suplicante. Elliott no estaba chillando ni se había puesto histérica, pero se la veía desolada. La pianista se acercó a la silla y se agachó.
—Oye, pitufa —le dijo.
Taeyeon esbozó una cálida sonrisa ante la ternura que Tiffany le demostraba a su hija.
—No, tambén voy —insistió la niña, con la cabeza apoyada en la mesa.
Tiffany torció el gesto, le puso la mano entre los rizos dorados y le acarició el pelo con cierta incomodidad.
—No estés triste, por favor. Volveré muy pronto. Y entonces iremos a nadar y a comer perritos calientes.
Elliott levantó la cabeza, con las mejillas arreboladas y húmedas por el llanto. Tiffany parecía conmocionada y Taeyeon habría jurado que se le escapaba una lágrima.
—¿Lo prometes? —preguntó Elliott, sorbiendo el llanto.
—Claro que sí. Hasta te traeré un regalo —afirmó Tiffany, pese al gesto de negación de Taeyeon—. ¿Trato hecho? —propuso, extendiendo la mano.
Elliott dejó escapar una risita, le puso la manita sobre la enorme palma a Tiffany y la sacudió.
—Tato hecho —rio de nuevo y se le abrazó del cuello.
—Vale, me estás estrangulando —murmuró Tiffany, algo avergonzada.
Elliott la soltó.
—Besito —pidió. Tiffany pestañeó—. Pofiii.
Tiffany esbozó una sonrisa recelosa.
—Como todas las mujeres que han pasado por mi vida.
Se inclinó y la besó en la mejilla.
—Pórtate bien con mamá —le ordenó, en un claro intento de sonar firme a pesar de la sonrisa de Taeyeon.
—Buen viaje —le deseó Taeyeon, que se pasó los dedos por el pelo y la miró a los marrones ojos.
—Gracias —repuso Tiffany—. Oye, siento lo de anoche. Todo esto es muy raro y supongo que aún estoy intentando hacerme a la idea.
Sonaba insegura, pero aun así Taeyeon creyó notar que Tiffany tenía algo en mente.
—Nos va a costar adaptarnos a todas, Tiffany.
—Mamá, besito a Phany, que se va —ordenó Elliott desde la silla.
Taeyeon abrió algo más los ojos y notó que le subían los colores. Con una risita nerviosa, se apartó de Tiffany y se sentó con su hija.
—Acábate el desayuno.
—Ya toy, mamá.
Taeyeon vio que, en efecto, el plato de Elliott estaba vacío, pero no fue capaz de mirar a Tiffany. Eso sí, la oyó reírse al salir.
—Adiós, señoritas —se despidió por encima del hombro—. Hasta dentro de unos días. No le prendáis fuego a la casa.
Cuando oyó que se cerraba la puerta, Taeyeon hundió el rostro entre las temblorosas manos.
Sentada en el estudio con los cascos puestos, Tiffany escuchaba la grabación. Meneó la cabeza, airada.
—¡No, no, no! —rugió, y se quitó los cascos—. Niles, ven aquí, porfi... por favor.
Niles entró en el estudio, se pasó la mano por el rubio cabello y habló en tono paciente.
—¿El segundo estribillo, verdad?
—Sí, es demasiado rápido y los bronces están muy altos. ¿Podemos volver a traerlos para grabar otra vez?
—Claro, está previsto que vengan mañana por la mañana y los tendrás todo el día. Pero los productores quieren el trabajo para ayer —la advirtió.
—Lo sé.
Echó un vistazo a su reloj de pulsera: eran las cuatro y media y Elliott ya debía de haberse levantado de la siesta. De repente deseaba estar allí y llevar al pequeño hobbit a nadar. Se le escapó una carcajada y Niles la miró con desconfianza.
—¿Estás bien? Normalmente, cuando el director la jode tanto con la orquesta te pones echa una furia —observó.
—Es que me ha venido algo agradable a la cabeza.
—¿Ah, sí?
Tiffany arqueó la ceja al detectar la incredulidad en el tono de Niles. Su amigo estaba apoyado en el escritorio, con los brazos cruzados.
—¿Y qué es lo que te ha venido a la cabeza?
Al recordar los ojos ónice de Kim Taeyeon, se le aceleró el pulso un momento.
—¿En qué diantres estás pensando? Te has sonrojado —la informó Niles—. Como no me lo digas...
—Nos vemos mañana.
—¿Has quedado con algún bombón?
Tiffany se despidió con un gesto de la mano.
—Buenas noches, Niles —le dijo. Y cerró la puerta de un portazo.
—Dios, te he echado de menos —ronroneó Suzette en cuanto puso un pie en el apartamento de Tiffany. Le rodeó el cuello con los brazos y la besó apasionadamente—. Mmm, qué bien sabes — murmuró contra sus labios.
—Es la pasta de dientes —contestó Tiffany, cuyos marrones ojos relampagueaban, divertidos—. Adelante.
Tiffany se apartó para dejarla entrar, pero Suzette la atrajo de vuelta y empezó a desabrocharle la camisa. Con las cejas levantadas, Tiffany le permitió desnudarla.
—O podemos follar en el recibidor.
Al final lograron llegar al dormitorio, dejando un reguero de prendas de ropa desde la entrada principal, y cayeron desnudas sobre la
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