Taeyeon y Tiffany solían contemplar a Joy mientras dormía. Tenía ya casi tres semanas y tanto ella como Taeyeon se estaban acostumbrando a la rutina. Habían trasladado la cuna a su habitación, porque una de las tomas era en mitad de la noche. Cuando se despertaba, Tiffany se levantaba a cogerla y se la llevaba a Taeyeon.

—Esta es mi niña —le susurró Taeyeon, y le besó la cabecita mientras mamába ávidamente.

Tiffany se tumbó de lado para mirarlas.

—Eres una mujer muy buena, Taeyeon. Te quiero muchísimo — murmuró, y le dio un beso en la frente, aunque tardó un poco en despegar los labios de su piel.

—Dios, Tiffany —gimió Taeyeon—. Han sido tres semanas muy largas.

—Lo sé —le dijo Tiffany.

Le acarició el hombro con cariño y luego le acarició la cabeza a Joy, jugueteando con el remolino de pelo rubio que tenía en la coronilla.

—Me encanta jugar con su pelo.

Taeyeon se rio y miró a Tiffany sin decir nada.

—¿Qué? —le preguntó Tiffany.

—Es que... me preguntaba... No hemos hablado mucho de nosotras —dijo Taeyeon.

—No, es verdad. ¿Qué te preocupa, cariño?

—Mi cuerpo se ha ido recuperando desde el parto y creo que estoy volviendo a ser como... —calló, al notar que Joy se había dormido.

Tiffany cogió a la niña con cuidado y la dejó en su cuna, en donde la observó un momento antes de volver a la cama.

—Así que... lo que decías de tu cuerpo... —empezó Tiffany con voz ronca.

Taeyeon soltó una risilla nerviosa y se subió la manta hasta la barbilla. Tiffany arqueó una ceja, pero no dijo nada.

—Necesito un poco de tiempo. Quiero que me encuentres atractiva.

—Creo que eres preciosa.

A Taeyeon le tembló la barbilla y ocultó el rostro entre las manos.

—Yo no me siento atractiva —farfulló—. Y me da miedo que nuestra relación vaya a ser esto: dormir juntas y nada más.

Tiffany esbozó una sonrisa leve y le apartó las manos; los ónices ojos de Taeyeon brillaban por las lágrimas y Tiffany le pasó el pulgar bajo los ojos.

—Escúchame bien —le susurró—. Haremos el amor cuando estés preparada. Yo sé de estas cosas.

Taeyeon levantó una ceja.

—Sabes de estas cosas, ¿eh?

Tiffany se inclinó y la besó en el cuello, arrancándole un gemido.

—Sí. Hay un capítulo entero dedicado a la vida ual después del parto. No hay reglas ni plazos grabados en piedra —le mordisqueó la tierna carne bajo los labios—. La autora instaba a las parejas a darle a la madre todo el tiempo y el espacio del mundo y hacer todo lo posible para que se sienta deseada — susurró Tiffany contra su garganta—. Cumpliré mi palabra y esperaré todo el tiempo que haga falta —le dijo, y levantó la mirada —. ¿Cómo voy?

Taeyeon se rio, azorada.

—Vas muy bien. Sigue leyendo.

A medida que se acercaba la Navidad, Elliott estaba entusiasmada con la llegada de Papá Noel. Meredith se reía al escuchar la lista de Navidad de Elliott. Cuando terminó de hacerla, la niña se metió en su habitación a jugar y Meredith contempló a Taeyeon recogiendo los juguetes del comedor.

—Elliott —la llamó Meredith—. Ven aquí, cariño, y recoge los juguetes.

Elliott salió corriendo y trató de llevarse todos los peluches a la vez.

—¿Tú qué quieres para Navidad, Taeyeon? —se interesó Meredith, mientras observaba a Elliott de reojo hacer varios viajes al baúl de sus juguetes.

Taeyeon se encogió de hombros.

—No se me ocurre nada que necesite o que quiera. Mira mi vida, Meredith. Tengo una familia y a una mujer que me quiere.

Taeyeon se sentó en la merecedora, que ahora estaba más cerca de la chimenea. A Meredith le gustaban los cambios que había hecho Taeyeon en la casa desde que se había mudado con Tiffany.

—Esto ya parece un verdadero hogar. Y eso es gracias a ti.

Taeyeon se meció y echó un vistazo circular al apartamento.

—Gracias. Creo que a Tiffany también le gusta. Dice que le recuerda a su cabaña.

—Tienes otra vez esa mirada. ¿Qué pasa?

—Dios, Meredith, nada. Soy muy feliz. Bueno, salvo por las tomas de las dos de la madrugada.

Meredith se rio, pero no estaba dispuesta a dejar el tema.

—¿Y qué más?

Taeyeon meneó la cabeza.

—No importa. Creo que tengo depresión posparto —rio—. Si Tiffany estuviera aquí me diría en qué capítulo sale.

—¿Y dónde está esa cabeza hueca que tengo por nieta?

—Está en el estudio. Ha ido pasándose por allí durante estas dos semanas, porque dice que tiene que arreglar algunas composiciones. —Taeyeon empezó a mecerse algo más deprisa, bajo la atenta mirada de Meredith—. Aquí tiene un piano muy bueno, pero ni lo ha tocado.

Meredith arrugó el ceño.

—¿Y lo que te preguntas es por qué tiene que ir al estudio? Te preocupa que sea por Suzette.

Taeyeon dejó de balancearse.

—Sí, y me odio por ello.

—¿Lo has hablado con Tiffany? Si no lo has hecho, ¿por qué no? Ya sabes que con Tiffany hace falta una bomba para que hable de cualquier cosa. La mitad de veces no se entera —sonrió—. Y lo digo con todo el cariño.

Taeyeon se echó a reír y se mostró de acuerdo.

—De verdad que no creo que Tiffany esté haciendo nada a mis espaldas. Confío totalmente en ella. Es solo que ella y yo... Tiffany y yo no...

—¿Tenéis o?

Taeyeon se encogió sobre sí misma.

—¿Por qué suena tan horrible cuando lo dices tú?

—No lo sé. Mira, querida, ¿has hablado con Tiffany del tema?

—Sí, y está siendo fiel a su palabra.

—¿Que era...?

—Que esperaría a que yo estuviera preparada y no me presionaría.

—¿Y qué hay de malo en eso?

—No lo sé —musitó Taeyeon—. Supongo que nada.

Meredith entornó los ojos, sagaz.

—Ya veo, quieres que te coja en brazos y te tumbe de espaldas en la cama.

Taeyeon se encogió de hombros.

—¿Es malo eso?

—En absoluto. De hecho, es necesario. Pero, Taeyeon... —le dijo Meredith, echándose hacia delante—. ¿Ella cómo lo va a saber? Te dijo que esperaría hasta que estuvieras preparada. Tienes que darle alguna señal. Por amor del cielo, eres una mujer y eres muy atractiva. Te has recuperado muy bien desde que has tenido a mi segunda bisnieta. —Meredith hizo una pausa y sonrió—. Me encanta decir eso.

Taeyeon se levantó y se puso las manos en la barriga.

—Llevo tanto tiempo embarazada que no sé cómo actuar sin estarlo. Mírame, Meredith. Aún estoy hinchadísima.

—Eso se pasará, lo sabes —le aseguró Meredith, con expresión curiosa—. Aquí pasa algo más. Algo aparte del o.

Taeyeon le dio la espalda y negó con la cabeza.

—Creerás que soy una puritana.

—Pruébame. Esto tengo que oírlo.

Taeyeon se volvió hacia ella de nuevo y la sorprendió lo roja que se estaba poniendo.

—No creo que Tiffany esté hecha para el matrimonio.

—Ah, ya veo. ¿Y necesitas que sea así?

Taeyeon se encogió de hombros.

—No lo sé. Es que han pasado muchas cosas. Entre la muerte de Jessica, el nacimiento de Joy, Tiffany y yo enamorándonos contra toda lógica... Y entonces