Capítulo 19
Vientos Celestiales (Adaptación TaeNy)
Con cada día que pasaba, Tiffany intentaba adivinar cuándo llegaría la nueva Kim.
—Vale, ya lo tengo todo pensado —anunció una tarde en la cocina.
Elliott estaba comiéndose un plátano, mientras Taeyeon le sonreía, solícita.
—Sales de cuentas el día tres de diciembre. Eso nos deja dos semanas. El jueves que viene es Acción de Gracias. No te preocupes por la cena, yo la prepararé.
—¿Cariño, has cocinado un pavo alguna vez? —preguntó Taeyeon. Tiffany pestañeó estúpidamente.
—Bueno...
—Puedo hacerlo yo.
—No, no tienes por qué. Espera, tengo una idea.
Elliott dejó escapar un gemido infantil y agachó la cabeza. Tiffany la miró, ceñuda.
—Oye, va a salir bien. Dime lo que tengo que hacer y yo cocinaré. La pitufa y yo iremos al supermercado a comprarlo todo.
—¡Yo ayudo! —se alegró Elliott.
A Tiffany se le iluminó la cara y la señaló.
—¿Ves? Perfecto.
Taeyeon gimió.
—Vale, haré una lista. —Le pasó el teléfono a Tiffany y, ante la extrañeza de esta, añadió—: Quieres invitar a Meredith, Niles y Brian, ¿verdad?
—Claro, pero recuerda que no vas a mover ni un dedo —reiteró con firmeza.
Taeyeon se limitó a asentir.
Tiffany empujó el carro de la compra por los pasillos del supermercado.
—Tu madre y las listas... —rezongó.
Elliott iba sentada en la sillita del carro, con los brazos cruzados y expresión desafiante. Tiffany no se dejó amedrentar por el carácter del minihumanoide.
—Phany, solita.
—No, empezarás a correr por todas partes y tenemos que concentrarnos —rebatió Tiffany, y revisó la lista—. Bueno, yo tengo que concentrarme. —Se detuvo en el área de frutas y hortalizas y se alejó del carro—. Vamos a ver, cebollas y apio. Puedo hacerlo —se animó, y empezó a coger los productos—. Patatas...
Fue tachando de la lista y al terminar lo llevó todo al carro. Elliott alargó la mano, cogió un tomate y le hincó el diente.
—Pitufa... —la riñó.
Pero Elliott alejó el tomate de su alcance y, cada vez que Tiffany intentaba cogerlo, la pequeña se lo apartaba.
—Jolines, serás pulpo... —protestó Tiffany entre dientes.
Poco a poco se le daba mejor lo de no decir palabrotas. De golpe, Elliott dejó caer el tomate mordido al suelo.
—Perdón, Phany —dijo, con una sonrisa precoz.
Tiffany la fulminó con la mirada y, para su vergüenza, una morena recogió el tomate y se lo devolvió con una sonrisa radiante.
—¿Lo has perdido? —la pinchó.
Tiffany esbozó una sonrisa azorada.
—Gracias... No tendría que haber dejado a la princesita sola — musitó, con una mirada severa a Elliott, que no había dejado de sonreír.
—Bueno, parece que tienes muchas cosas entre manos. ¿Es tu hija? ¿O estás soltera? —quiso saber la morena, con los ojos pegados a los de Tiffany.
Esta tragó saliva y torció los labios con impotencia.
—Sí a lo primero y no —sonrió.
La morena se encogió de hombros.
—Bueno, feliz Día de Acción de Gracias —les deseó mientras se alejaba.
Tiffany cruzó una mirada con Elliott; era como si la pequeña supiera lo que quería la morena, pero ¿era eso posible? Había muchas cosas que no sabía de los niños.
Una hora más tarde, Tiffany estaba agotada y Elliott estaba toda roja y de un humor de perros.
—Bueno, no ha ido tan mal —rezongó Tiffany sarcásticamente, de vuelta al coche con el carro.
Elliott se cruzó de brazos y resopló.
—Phany, ayudo —dijo, con un puchero.
Tiffany dejó el carro junto al coche y observó la triste carita de Elliott. En un abrir y cerrar de ojos, la hizo sentir como una cretina.
—Elliott, tengo que acabar esto. ¿Has visto toda la gente que había en el súper? Dios, si te hubiera bajado del carro me habría pasado el rato detrás de ti.
—Ayudo —repitió la niña en voz baja.
Tiffany gimió, sintiéndose como la peor persona del mundo.
—Vale, cuando lleguemos a casa puedes ayudarme a guardar la compra y a hacer la cena de Acción de Gracias. Luego tenemos que escribirle la carta a Papá Noel.
A Elliott le brillaron los ojos.
—¿Carta? ¿Mía a Papá Noel?
—Sí. ¿Qué te parece, me ayudarás?
Elliott le dio una palmadita en la mano.
—Claro. Ayudo a Phany.
Tiffany la miró a los ojos ónice.
—Gracias, pitufa. Me has salvado otra vez —le aseguró, y le besó la nariz, haciéndola reír.
—Estante de abajo —instruyó Tiffany.
Elliott forcejeó con el paquete de harina.
—Pesa, Phany —gruñó la niña.
Taeyeon le lanzó a Tiffany una mirada asesina y esta tuvo que hacer esfuerzos para no echarse a reír.
—¿De qué sirve tener a un hobbit...? —empezó a decir, pero como Taeyeon seguía fulminándola con los ojos, Tiffany se rio y cogió la harina ella misma.
—Muy bien, pitufa, vamos a intentarlo con esto —dijo Tiffany, y le dio los tomates.
—Como la señora del súper —observó Elliott.
Tiffany cerró los ojos y elevó una plegaria al cielo, pero no hubo suerte. Las mujeres en general tenían un to sentido; las mujeres embarazadas tenían un radar mejor que el del Pentágono.
—¿Qué señora, pastelito? —se interesó Taeyeon, como si no le diera importancia.
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