Capítulo 4

Vientos Celestiales (Adaptación TaeNy)
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Capítulo 4
 
—¿Estás segura de que quieres hacer esto, Taeyeon? —insistió Elaine, aceptando la copa de vino que le acercaba su amiga al sofá.
—Tengo que hacerlo, Elaine. Joanne dijo que tenía un amigo que me alquilaría el apartamento amueblado. Espero volver cuando nazca el bebé y pueda buscar trabajo otra vez —repuso Taeyeon. Echó un vistazo alrededor y suspiró—. Aunque Jessica pasaba fuera la mayor parte del tiempo, este sitio me trae muchos recuerdos.
Y sin embargo, la imagen que le vino a la cabeza fue la de noches interminables, sola en la cama.
—¿Por qué no me dejas ayudarte? —pidió Elaine—. Puedo ayudarte con...
Taeyeon negó con la cabeza.
—No, por favor. Tú tienes mucho trabajo en el hospital y una familia y facturas propias que pagar. Ya bastante haces con guardarme las cosas —aseguró Taeyeon. Se sentó en el sofá y dejó escapar un suspiro cansado, al tiempo que le daba a Elaine una palmadita en la rodilla—. Le he dado muchas vueltas desde que fui a ver al abogado de Jessica y ya no puedo pensarlo más. No tengo trabajo y no tengo dinero para pagar la casa. Elliott necesita estabilidad y, antes de que te des cuenta, esta otra pequeñaja estará aquí —dijo, pasándose la mano por la barriga.
—Lo entiendo. Si esa mujer conocía a Jessica puede que las cosas funcionen. Es muy generoso por su parte ofrecerse a ayudar.
—Me siento como un acto de caridad. Gracias a Dios, el sobrino del abogado de Jessica me ha comprado el coche, porque necesitaba ese dinero.
Elaine alzó la copa.
—Bueno, cielo. Si necesitas cualquier cosa, ya sabes que estoy aquí para lo que quieras. Por Wisconsin y por los nuevos comienzos.
Taeyeon le sonrió y brindó con el vaso de té helado.
—Esperemos.
 
Al llegar a Wisconsin, Taeyeon cogió a Elliott de la mano para bajar del autobús. La espalda le dolía horrores y dejó escapar un bufido. El sol tórrido de agosto caía a plomo sobre sus cabezas.
—Mamá, calor —protestó Elliott, frotándose los ojos.
—Lo sé, cariño. Ahora vendrá una persona a buscarnos —la tranquilizó con una palmadita en la cabeza.
El conductor del autobús la ayudó a bajar las bolsas y la acompañó a la terminal. Cuando dejó las bolsas en el suelo, Taeyeon se sintió fatal, porque solo llevaba un billete de diez dólares, nada más pequeño, y no podía dárselo todo.
—No se preocupe, señora —le dijo él con un guiño.
Le hizo un gesto de despedida con el sombrero y se marchó. Taeyeon se sentó en un banco y Elliott se subió a su lado.
—Elliott cansada —refunfuñó la pequeña, con las mejillas enrojecidas por el calor.
—¿Señora Kim? —llamó una voz de mujer.
Taeyeon levantó la vista y se quedó de piedra al ver a la despampanante mujer que se había plantado delante de ella. Era alta, de piel bronceada... y tenía el ceño fruncido. Debía de ser Tiffany Hwang.
—Sí. ¿Señora Hwang?
Tiffany asintió.
—Deje... deje que la ayude. Así podremos salir de este calor infernal —le dijo.
Entonces miró a Elliott y Taeyeon tuvo que disimular una sonrisa cuando su hija le devolvió la mirada y le arrancó una mueca.
—Hola —la saludó Elliott con una risita.
Taeyeon desvió la mirada y reprimió una carcajada cuando el ceño de Tiffany se acentuó aún más.
—Hola —le devolvió el saludo Tiffany en tono seco, y les cogió las bolsas.
Taeyeon se quedó muy sorprendida de que pudiera con las tres, incluida la bolsa de los pañales.
—Yo puedo llevar una —se ofreció Taeyeon.
Tiffany le miró la barriga.
—Esto... seguramente no debería usted levantar peso... —Casi sonaba a pregunta, y Taeyeon levantó una ceja ante la expresión confusa de Tiffany. A punto estuvo de no oír lo siguiente—. Ni viajar en autobús. ¿Por qué no aceptó los billetes de avión? —le preguntó, ceñuda.
Casi sin esperar respuesta, se dio media vuelta y se dirigió a la puerta de la terminal.
—¡Mamá dice no! —saltó Elliott, con los brazos en jarras.
Taeyeon abrió mucho los ojos, horrorizada, y miró a su hija, que parecía clavadita a Shirley Temple. Tiffany las miró a las dos con las cejas levantadas y le dedicó a Taeyeon una sonrisa burlona. Taeyeon se había puesto como un tomate al recordar cómo se había empecinado en no aceptar de aquella mujer más de lo estrictamente necesario. Bastante duro le había resultado ya abandonar Nuevo México.
—Bueno, pues lo que diga mamá —refunfuñó Tiffany, y volvió a echar a andar hacia la puerta.
Taeyeon compuso una expresión desdeñosa, cogió a su hija de la mano y trató de seguirle el ritmo, orgullosa, si bien al cabo de dos o tres zancadas tuvo que rendirse y resignarse a seguirla.
—¿No tiene sillita para el coche? —preguntó Taeyeon al llegar al vehículo.
Tiffany cargó el maletero del reluciente Lexus y lo cerró de golpe.
—No, lo siento. Es un camino muy corto.
—La multarán —la advirtió Taeyeon.
Tiffany puso los ojos en blanco y se colocó las gafas de sol.
 
La multaron. El agente de tráfico se quitó las gafas de sol y estudió el interior del coche.
—Lo siento, es la ley.
Tiffany le lanzó una mirada furibunda.
—Soy perfectamente consciente de lo que dice la ley, agente. Como ya le he explicado, no he tenido tiempo de comprar una.
—Bien, pues compre una. Si quiere apelar a la multa, la fecha de la vista está en el dorso.
Tiffany evitó mirar a Taeyeon, que estaba sonriendo de oreja a oreja, y miró la multa.
—¿Doscientos cincuenta pavos? ¿Están ustedes tarumba?
—¿Le parece demasiado por la vida de una niña? —replicó él, con una mueca irónica.
Tiffany abrió la boca, pero entonces la volvió a cerrar y se puso las gafas otra vez.
—Que pasen un buen día —se despidió el policía antes de alejarse.
El resto del trayecto transcurrió en silencio. Demasiado silencio.
—Mamá, mareo... —anunció Elliott.
Tiffany se volvió.
—Oh, no, nena. En mi Lexus nuevo no —gruñó, y pisó el acelerador.
—Señora Hwang, ¿quiere que le pongan otra multa? — preguntó Taeyeon, con una nota de ansiedad en la voz.
Tiffany tomó el camino de entrada a su cabaña. Al estar en medio del bosque, la temperatura había disminuido considerablemente. Taeyeon estaba agotada y Elliott dormía a pierna suelta, bocabajo sobre el regazo de su madre. Esta sonrió al ver aparecer el lago y percibió la mirada de Tiffany puesta en ella mientras lo contemplaba. Nerviosa, se colocó un mechón de pelo rubio detrás de la oreja.
—¿Esto es suyo? —se interesó, cuando la cabaña de madera quedó a la vista.
Tiffany dejó escapar un gruñido de afirmación.
—Voy a por el equipaje. Diría que el hobbit está reventado.
Taeyeon encajó el sobrenombre de Elliott con cierta animosidad, pero no dijo nada. Eso sí, cuando Tiffany estaba abriendo el maletero, a Taeyeon se le escapó un gemido y se dio cuenta de que no podía moverse.
—¿Señora Hwang?
Tiffany dio la vuelta y le abrió la puerta del asiento del acompañante; Taeyeon la miró a los ojos marrones.
—¿Podría cogerla, por favor? No puedo salir con ella encima.
Tiffany frunció el ceño y dio un paso atrás, como si le hubieran pedido que se pusiera delante de un tren en marcha.
—No es una granada de mano —prometió Taeyeon.
«Por amor de Dios. ¿Y Jessica quería tener hijos con esta mujer?»
Tiffany rezongó y cogió a Elliott en brazos. La niña se le agarró del cuello de inmediato y le apoyó la cabecita caliente en el hombro. Tiffany tragó saliva; se diría que estaba sosteniendo una bomba de relojería en lugar de a una niña. Taeyeon empezó a salir del coche a duras penas y Tiffany le ofreció una mano.
—Gracias. Empiezo a sentirme como una tortuga panza arriba.
Y con eso llegó a ver sonreír a Tiffany mientras la ayudaba amablemente. Su fuerza volvió a dejarla pasmada. Ya en pie, gimió, se desperezó y alargó los brazos para coger a su hija.
—Gracias, ya la cojo yo.
No obstante, cuando intentó separarla de Tiffany, Elliott dejó escapar un quejido en sueños y se aferró del cuello de la mujer.
—Bueno, señora Hwang. Diría que ha hecho una amiga — comentó Taeyeon.
Tiffany gruñó otra vez.
—Ya volveré a por el equipaje —concluyó esta, emprendiendo el camino hacia la parte delantera de la cabaña con la bolsa de los pañales.
—Es espectacular —opinó Taeyeon, en referencia a la casa.
—A mí me gusta —coincidió Tiffany, al tiempo que abría la puerta y equilibraba a Elliott en brazos como podía, ya que la niña seguía sin soltarla.
Al entrar, Taeyeon lo miró todo, maravillada. La sala principal era enorme, sin tabiques. Una chimenea ocupaba gran parte de una pared y cerca de ella había un piano de cola de color negro. Frente al hogar estaba colocado un confortable sofá y dos butacas mullidas cerraban el conjunto. El comedor estaba detrás de la sala de estar, sin separaciones entre las áreas ni tampoco con la cocina, que estaba delimitada únicamente por el mármol a modo de barra americana. Era todo muy espacioso y ventilado. El techo de vigas parecía una catedral y hacía que la cabaña pareciera más grande de lo que era.
—Esto... solo hay un dormitorio. En la otra habitación trabajo y en el loft todavía no hay camas. Así que usted y la pitufa pueden quedarse en el dormitorio. Dejaré sitio para su ropa y pueden usar la cómoda pequeña. Diría que habrá bastante espacio en los cajones.
—Pero no, por favor...
—No discuta, señora Kim. Va a tener un bebé y tiene que dormir cómoda. A mí ya me vale el sofá.
En ese momento se despertó Elliott, eructó y seguidamente le vomitó encima a Tiffany, que apartó a la niña bruscamente.
—Mamá, mareooo —gimoteó Elliott, y empezó a llorar.
Tiffany le pasó la joyita a su madre y espetó:
—Ale, «mamá».
Taeyeon se mordió el labio para no reírse mientras cogía a su hija.
—El baño está al final del pasillo —informó Tiffany, que se sacó la camiseta de los tejanos y se dirigió a la cocina sin dejar de farfullar.
—Elliott, mi niña, como primera impresión no ha sido la mejor que podíamos dar —suspiró Taeyeon, encaminándose al baño con la bolsa de pañales en la mano.
 
Tras acostar a Elliott para que hiciera la siesta, Taeyeon la rodeó de cojines para que no rodara y se cayera de la enorme cama de Tiffany. Solo les faltaría eso, pensaba, mientras estudiaba el dormitorio de su anfitriona con las cejas arqueadas. Realmente era una cama muy grande. Estaba decorada con estilo, con un tema tirando a rústico del sudoeste. El malva pálido y los tonos tierra realzaban la tonalidad de los troncos. La habitación olía a pino y a perfume; Taeyeon cerró los ojos, aspiró un poco y sonrió.
—¿Está todo bien?
Taeyeon dio un salto al encontrarse a Tiffany de pie, mirándola. Todavía estaba limpiándose la camisa.
—Lo siento...
Tiffany negó con la cabeza.
—No se preocupe. Es una fragancia interesante.
Pasó por delante de Taeyeon, abrió un cajón de la cómoda y se quitó la camiseta allí mismo. Taeyeon parpadeó, pero no apartó la mirada de Tiffany, en sujetador de deporte blanco, hasta que encontró una camiseta limpia y se la metió por la cabeza.
—En esta puede devolver todo lo que quiera. Es de una ex — sonrió Tiffany, y se marchó.
Taeyeon se había quedado de piedra ante el hecho de que Tiffany no hubiera tenido reparo alguno en quitarse la ropa delante de ella.
«A lo mejor como estoy embarazada se cree que no...»
Taeyeon respiró hondo y se miró los pies, aún visibles, mientras pensaba en el tonificado cuerpo de Tiffany Hwang.
—Es atractiva —rezongó.
Sacó el móvil y llamó a Elaine. Con todo lo que había pasado, se había olvidado de llamarla y sonrió al oír la voz familiar al auricular.
—Bueno, estáis vivas.
Taeyeon se rio.
—Sí, sanas y salvas.
—¿Y bien? —Elaine fue al grano—. ¿Cómo es ella?
—Es demasiado pronto para responder. Está siendo muy generosa, aunque estoy convencida de que preferiría no tener que hacerlo. ¿Y quién iba a culparla?
—Mmm, cierto. —Se hizo el silencio un momento—. ¿Y qué aspecto tiene?
Taeyeon percibió la curiosidad en la voz de su amiga y sonrió.
—Es muy atractiva. Alta, pelirroja, ojos marrones. Y arrogante. ¿Qué te parece?
Elaine se echó a reír.
—Ay, mierda. Me llaman. Hoy estamos de pacientes hasta donde tú ya sabes. Oye, cuídate y dale un beso a Elliott de mi parte.
—Llámame, ¿vale? Te quiero.
—Yo también te quiero, Elaine —se despidió Taeyeon, antes de colgar.
Ya echaba de menos Nuevo México. «En fin», se dijo. Echó un último vistazo a la dormida Elliott y salió del dormitorio.
—Estoy aquí —la llamó Tiffany.
Taeyeon vio que había preparado té helado.
—He pensado que podríamos sentarnos fuera. Hace un poco más de fresco.
—Gracias.
Se sentaron en el porche y no hablaron demasiado durante un rato. Al final, Taeyeon miró a Tiffany de reojo mientras esta contemplaba el lago.
—Le... le agradezco mucho que nos ayude. Solo es que... bueno, nosotras no...
—Señora Kim, conocía a Jessica, así que no tiene que explicarme nada.
Taeyeon se enfadó por el tonillo irónico de la otra mujer.
—¿Y eso qué significa exactamente?
Tiffany escrutó el rostro de Taeyeon y luego paseó la mirada sobre su cuerpo. Una vez más, Taeyeon sintió que la invadía una oleada de indignación cuando Tiffany se encogió de hombros.
—Nada, sencillamente que conocí a Jessica durante cuatro años.
—Mire, sé que salió con Jessica antes de que saliera conmigo. Soy perfectamente consciente de ello. Sin embargo, señora Hwang, si queremos que esto funcione, lo mejor es que no removamos el pasado —afirmó Taeyeon, dejando el vaso sobre la mesa—. Vamos a dejarlo estar.
—No podría estar más de acuerdo, señora Kim. Accedí a ayudarla a usted y a su familia hasta que naciera el bebé y...
—Si cree por un momento que me gusta esta situación o que me resulta fácil, está muy equivocada.
Tiffany inspiró hondo y expiró lentamente.
—No quiero discutir con usted y menos en su estado. Olvidémoslo, ¿le parece? —concluyó, dio un buen trago y se volvió de nuevo hacia el lago.
—Muy buena idea.
Taeyeon maldijo las lágrimas que le atoraban la garganta. Tenía las hormonas disparadas y lo odiaba, así que, cuando se dio cuenta de que el llanto estaba a punto de ganarle la batalla, se levantó de golpe y se dirigió, trastabillante, a la mecedora.
—¿Se encuentra bien? —se interesó Tiffany, acudiendo a su lado.
Taeyeon notó que la cogía del brazo con su fuerte mano para ayudarla a mantener el equilibrio.
—Estoy bien —mintió, mientras se secaba las lágrimas de las mejillas.
—¿Se ha hecho daño?
—No, no me he hecho daño —saltó Taeyeon, y se soltó el brazo bruscamente, porque lo último que quería era perder el control delante de aquella mujer.
—Vale, vale —cedió Tiffany, dando un incómodo paso atrás.
—Creo que voy a ir a tumbarme un rato con Elliott. Estoy un poco cansada —anunció Taeyeon, que realmente sonaba exhausta.
—Va...vale. Muy bien.
Al levantar la vista, Taeyeon se dio cuenta de que Tiffany no sabía cómo reaccionar.
—Lo siento, son las hormonas.
Tiffany esbozó una sonrisa leve.
—Será mejor que duerma un poco. Luego haré... bueno, no sé lo que tendré por ahí para hacer la cena —comentó, al tiempo que se ponía en pie—. Normalmente no cocino.
Taeyeon asintió y se dirigió a la puerta mosquitera; Tiffany se adelantó y se la abrió. Por un momento, las dos estuvieron muy cerca la una de la otra, pero Tiffany se apartó enseguida y pegó los ojos a la barriga de Taeyeon.
—No se preocupe, señora Hwang. No voy a explotar — aseguró antes de entrar—. Todavía —amenazó por encima del hombro.
 
Taeyeon se tumbó en la cama al lado de Elliott y oyó a Tiffany tocar el piano desde la sala de estar. Era buena, se dijo Taeyeon. Luego soltó un resoplido. Típico: era una buscona chulita y arrogante que sabía tocar el piano. Se quedó dormida oyendo la hermosa melodía, con una sensación de satisfacción y seguridad por primera vez desde hacía años.
Se despertó con un sobresalto y, por un instante, se sintió desorientada. Elliott seguía dormida como un tronco, bocabajo encima de ella. Unos segundos después, Taeyeon recordó dónde estaba y por qué. Echada en la cama, echó un vistazo al dormitorio de Tiffany Hwang. El reloj que había sobre la repisa de la chimenea parecía antiguo, aunque dudaba que Tiffany coleccionara antigüedades. En lo que sí que reparó fue en que el hogar le daba al dormitorio un aire rústico y romántico.
«Romántico», pensó, con una mueca irónica.
Apostaría lo que fuera a que por aquel dormitorio había pasado una retahíla continua de mujeres. Salió de debajo de Elliott con cuidado y tapó a la niña con una manta fina. Luego se levantó y salió silenciosamente de la habitación. Tiffany estaba sentada al piano, con un lápiz detrás de la oreja, y aporreaba acordes.
—Hola —saludó Taeyeon.
Tiffany agitó la mano en su dirección, con un gruñido.
—Por amor de Dios —murmuró Taeyeon para sí mientras se dirigía a la cocina. Estaba famélica—. ¿Le importa si busco algo para...?
—No. Como quiera —la cortó Tiffany, ignorándola casi por completo.
Taeyeon puso los ojos en blanco y abrió la nevera.
—Dios santísimo —exclamó.
Cogió unos cuantos cartones de comida china pasada y torció el gesto. Luego cogió una jarrita.
—¿Caviar?
Meneó la cabeza. Toda la comida que había consistía en una caja de pizza, varias botellas de cerveza y un cartón de zumo de naranja que tenía pinta de llevar allí desde la administración Reagan.
De repente oyó gruñir a Tiffany y cerrar la tapa del piano de golpe. Sobresaltada, se volvió hacia la sala de estar a tiempo de ver la espalda de la enfadada pianista desaparecer a toda prisa por la puerta delantera. Taeyeon se mordió el labio, nerviosa, y salió al porche.
—Si... siento haberla interrumpido.
Tiffany estaba de pie apoyada en la barandilla, contemplando el lago.
—No es usted —suspiró pesadamente—. Tengo que acabar la pieza antes de la fecha de entrega y no me acaba de funcionar, eso es todo.
—¿Y cómo logra que funcione normalmente?
Tiffany se volvió a mirarla con los ojos felinos entornados y una sonrisa endiablada en los labios.
—Me acuesto con alguien. Normalmente funciona.
—Siento haberle estropeado el plan.
Tiffany levantó una ceja.
—No se preocupe, que no lo ha hecho.
Taeyeon notó que volvía a enfadarse cuando Tiffany se echó a reír. Sus carcajadas no hicieron más que avivar su ira.
—Mire —empezó Tiffany—. No tengo mucha comida en casa.
—Sí, lo he notado.
—Puedo ir a la ciudad y comprar algunas cosas para un par de días. Tiene pinta de estar destrozada y seguro que la pitufa sigue frita —se ofreció, encogiéndose de hombros.
Instintivamente, Taeyeon se llevó una mano al pelo, porque de repente se sentía ajada y abotargada. Cuando miró a Tiffany a los ojos, esta se removió, algo inquieta, y se hizo un silencio incómodo. Estaba segura de que la señora Hwang no estaba acostumbrada a aquella clase de situaciones y lo cierto era que ella tampoco.
—Podría hacerle una lista. Me temo que necesitaré algunas cosas para Elliott.
—Claro, haga una lista —aceptó Tiffany, y volvió a entrar.
Taeyeon apuntó unos cuantos artículos y le llevó el papel a Tiffany, que estaba cogiendo las llaves.
—Oh, Elliott ya sabe pedir pipí, pero por la noche todavía necesita dodotis. —Hizo una pausa y miró a Tiffany a los ojos—. ¿Sabe lo que es un dodotis, verdad?
—Sí, por amor del cielo, sé lo que es un dodotis —replicó Tiffany, al tiempo que le quitaba la lista de la mano.
A continuación se puso las gafas de sol y se dirigió a la puerta trasera.
—Para tres años —le gritó Taeyeon al despedirla.
 
—¡Pedir pipí! ¡Dodotis! —se repetía una indignada Tiffany, mientras aparcaba el Lexus delante del pequeño supermercado de Rhinelander.
Cogió un carro y deambuló por los pasillos, hasta que se paró de golpe y miró a su alrededor.
—¿Qué coño estoy haciendo? —Sacó el móvil y marcó—. ¿Abuela?
—Mmm, suenas crispada. ¿Qué tal va la vida doméstica de momento?
—Esto es lo más estúpido que he hecho nunca.
—Ajá. No olvides a Suzette. ¿Cómo es Kim Taeyeon?
—No lo sé. Es... —Tiffany guardó silencio y pensó en su larga melena rubia y en sus brillantes ojos ónice al tratar de reprimir el llanto—... una embarazada.
Su abuela se rio al otro lado del auricular.
—Sé amable con esa mujer. Está pasando por un momento muy duro.
—¿Ella? —chilló Tiffany, mientras repasaba la lista—. ¿Y yo qué?
—¿Y tú qué? ¿Estás embarazada de cinco meses, con una hija de tres años y sin dinero?
Tiffany se apartó el teléfono de la oreja y miró al cielo.
—¿Dónde estás?
—Estoy en el súper del pueblo —respondió, y arrugó la cara al oír cómo su abuela se partía de risa.
—No me lo digas —rio—. Te ha dado una lista.
—Abuela... —la advirtió Tiffany, mientras empujaba el carro por el pasillo casi desierto.
—¿Y para qué me llamas, cariño?
—Esto... ¿qué coño es un dodotis? —soltó Tiffany de golpe.
La anciana volvió a carcajearse.
—Es un pañal, tontaina. Dios mío, ¡qué mujer!
Tiffany se paró y cerró los ojos, mientras Meredith Hwang carraspeaba.
—Ve al pasillo donde está el papel higiénico y todo eso.
Tiffany llevó el carro al lugar indicado y los encontró.
—Vale, ya los tengo.
—¿Algo más... mami?
Tiffany volvió a apartarse el teléfono de la oreja y estuvo a punto de tirarlo al suelo, hasta que recordó que era su móvil e inspiró hondo antes de contestar.
—No, gracias. Adiós, abuela.
—Creo que quiero conocer a esa mujer y...
—No —la cortó Tiffany—. Luego te llamo. Sabes que te quiero. Se hizo una pausa de varios segundos.
—Claro que lo sé. Yo también te quiero. ¿A qué viene eso? ¿Es por la señora Kim o por la pequeña? ¿Cómo se llama, por cierto?
—Elliott —contestó Tiffany con una carcajada, mientras hacía malabares para coger el siguiente artículo de la lista y aguantar el móvil al mismo tiempo—. Tiene mucho carácter.
—Ajá.
Tiffany notó que se le encendían las mejillas.
—¿Qué significa eso?
—Ah, nada, nada. Acaba de comprar. Seguro que luego te toca hacer la colada.
—Muy graciosa —bufó Tiffany—. Hasta luego.
—Hasta luego y buena suerte, cariño.
Como estaba demasiado ocupada leyendo el último artículo de la lista, no oyó la risa de su abuela al colgar.
—Helado de chocolate y nata montada —repitió.
Entonces cayó en la cuenta y se rio a pesar de sí misma. «Antojos...» Y cogió dos.
 
Cuando Tiffany volvió a casa y entró cargada de bolsas, Taeyeon estaba tirando la comida pasada de la nevera.
—¿Tantas cosas he puesto en la lista?
Tiffany le dedicó una mirada de incredulidad.
—¿Que si ha puesto...? —Se paró para dejar las bolsas en el suelo—. Sí.
Taeyeon le entregó varios billetes doblados.
—Me... me gustaría contribuir con los gastos.
La mirada de Tiffany saltó del dinero a los orgullosos ojos ónice de la otra mujer y empujó el dinero hacia Taeyeon con delicadeza.
—Esta vez pago yo. Más adelante, ya veremos.
A juzgar por la expresión de Taeyeon, Tiffany no estaba segura de si iba a discutir o a romper a llorar.
—Gracias —musitó.
De nuevo se produjo un silencio incómodo —y ya iban demasiados—, hasta que, gracias a Dios, una vocecilla lo rompió:
—Mamá, aúpa.
Tiffany bajó la mirada hacia la niña, que estiraba los brazos hacia su madre. Esta se agachó y gimió al cogerla.
—Hola, pastelito —la recibió, con un beso en la mejilla.
Tiffany las contempló juntas un instante, antes de concentrarse en la compra. Notaba que Elliott la observaba detenidamente y se sintió muy violenta bajo el escrutinio, hasta el punto de que se le cayó un huevo al suelo.
—¡Mierda! —maldijo Tiffany, alargando la mano hacia las servilletas.
—¡Miedda! —repitió Elliott.
La cogió tan de sorpresa que a Tiffany se le escapó una sonora carcajada al mirar a la niña. Taeyeon, en cambio, parecía algo menos encantada.
—Señora Hwang, por favor.
Elliott se echó a reír sin apartar la mirada de Tiffany, que seguía riéndose también.
—¡Miedda! —repitió de nuevo Elliott, dando palmas.
Tiffany se desternillaba de risa, pero se obligó a tranquilizarse al notar la mirada gélida de su madre. Entonces miró a la pequeña, cuyos ojos, tan parecidos a los de Taeyeon, chispeaban de risa y se puso seria.
—Muy bien, pitufa. No.
Elliott dejó de reírse pero estiró los brazos hacia Tiffany. Esta retrocedió.
—Aúpa —pidió la niña.
Taeyeon le dedicó una sonrisa mordaz y las presentó.
—Elliott, esta es Tiffany.
Tiffany le sonrió débilmente. ¿Qué diablos estaba pasando allí?
—Phany, aúpa... pofiii —suplicó Elliott.
—Oh, muy bien. Venga —refunfuñó esta, y cogió a la niña.
Elliott le rodeó el cuello con los brazos de inmediato y Tiffany se puso rojísima y evitó la risueña mirada de Taeyeon. Sentada en la mesa de la cocina con la niña en el regazo, le hizo el arre caballito mientras su madre preparaba la cena.
—¿Por qué quería niños? —le preguntó de repente.
Taeyeon la miró con curiosidad, sonrió y se encogió de hombros.
—Me encantan los niños. Que sea lesbiana no cambia eso.
—Sí, pero mire lo que ha pasado.
—¿Cómo? Mi pareja ha muerto. Habría sido lo mismo que muriera mi marido o mi mujer. El amor es el amor, Tiffany, eh, quiero decir, señora Hwang.
—Puedes llamarme Tiffany.
Fuera como fuese, Tiffany seguía pensando que había sido una irresponsabilidad por parte de Taeyeon y Jessica tener familia.
—Si sigues dándole botes va a volver a vomitar, Tiffany —la avisó Taeyeon, sin dejar de partir tomates.
Tiffany levantó a Elliott por encima de su cabeza y miró hacia arriba.
—Nah, la pitufa no lo volverá a hacer —empezó a decir, pero calló cuando la niña eructó.
Taeyeon hizo una mueca y cogió a Elliott; Tiffany se fue a la habitación hecha una furia.
—A este paso, me voy a quedar sin camisetas.
 
La cena fue toda una aventura. Tras declarar que «no podía ser tan difícil», Tiffany había intentado ayudar a comer al pequeño humanoide y acabó con espaguetis en el suelo, en el vaso de agua y por todo el reloj de pulsera. Y mientras tanto, su propia cena seguía intacta en el plato. Le estaba bien empleado.
—Por favor, no puedo contemplaros más —zanjó Taeyeon, y le cogió la cuchara a Tiffany.
Esta se relajó en la silla y fue testigo no solo de cómo aquella mujer embarazada le daba de comer a su hija, sino que se comía su plato al mismo tiempo y lo lograba manteniendo la mesa y la zona circundante libre de salsa de tomate. Muy a su pesar, Tiffany se sintió impresionada al verlas reír y comer juntas.
—¿Qué edad tienes, si puedo preguntar? —dijo, dando un sorbo de vino.
—Veintinueve. ¿Y tú?
—Treinta y cinco ¿Trabajabas en Nuevo México? —se interesó mientras daba cuenta de la deliciosa ensalada, el pan de ajo y la pasta.
Al parecer había gente que sí cocinaba y comía en casa.
—No. Bueno, no es exactamente así. Trabajaba a media jornada. Así tenía dinero para contribuir a la casa. Una vecina cuidaba de Elliott por las tardes —explicó Taeyeon. De repente, se la veía agotada.
Y entonces dio un salto y se llevó las manos al estómago. Tiffany se levantó a toda velocidad y en un abrir y cerrar de ojos estuvo a su lado.
—No puede ser, no sales de cuentas hasta diciembre —gritó, con una nota de pánico.
Taeyeon hizo una mueca y esperó a que la punzada remitiese.
—Solo está un poco revoltosa, nada más. Tiffany, relájate, por favor. Nos quedan cuatro meses.
A Tiffany se le cayó el alma a los pies. No iba a durar cuatro meses así ni de broma.
 
***
 
Después de cenar, Tiffany vio que Taeyeon se ponía a recoger la mesa.
—Deja que lo haga yo —se ofreció, y le quitó a Taeyeon el plato de la mano—. ¿Por qué no te sientas?
—Si estás segura... —accedió Taeyeon, pasándole también el tenedor y el cuchillo.
—Jesús, ¡puedo lavar un plato! —se ofendió Tiffany, de camino al fregadero.
—No quería decir...
Tiffany la oyó suspirar y salir de la cocina.
«Maldita sea», se dijo. Aquello no iba a funcionar. Buscó el lavavajillas con la mirada, pero no lo vio. Al final lo encontró en el armario y torció los labios al darse cuenta de que ni siquiera lo había estrenado. Sin comerlo ni beberlo, se sentía incómoda en su propia casa.
—Esto no va a funcionar —musitó.
Cuando terminó encendió la cafetera, dando gracias por que Taeyeon hubiera incluido café en su lista, y se ded

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Comments

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Eli_17 #1
Hermosa historia, la adoré! Gracias por compartirla.
_MAX_KWON_JUNG_
#2
Chapter 24: Asi como tu me he devorado como tu esta historia en un par de horas ha sido genial me he reido mucho sigue adelante espero seguir leyendo muchas historias tuyas ahora tienes un fan mas
sone009_ #3
Chapter 24: Linda historia, Elliott es un amor!
StarbuckInBubblewrap
#4
Chapter 24: Que linda historia, me gusto
Niberian
#5
Chapter 24: A decir verdad se me ha hecho muy corta. La historia es preciosa y no he podido enamorarme más de Elliott, la niña le da muchísimo a la historia. Pero me hubiese gustado que hubiese ido un pelín más lento, que.ahondasen un poquito as en los sentimientos que tenían la una por la otra, porque yo las veo locamente enamoradas sin que haya pasado realmente nada entre ellas. Por lo demás preciosa
Saeko11
#6
Chapter 24: Gracias por compartir esta historia tan linda!!! :)
LlamaAmerica #7
Chapter 24: Haaaaaay pero esta hermosa historia me encanto mucho espere tanto y valió la pena gracias!!!!
roguecr #8
Chapter 23: Hasta q se le hizo a Fanny, que historia tan hermosa, gracias x compartirla.
TaeNy1926
#9
Chapter 23: Jajajajaja.. este capítulo tuvo de todo.. gracias por tan magnifica historia..
LlamaAmerica #10
Chapter 23: JAJAJAJAJAJA si me dio risa lo de la leche JAJAJAJAJA haaaaaay como amo esta historia *-*