Capitulo V

Tras el telon de pino

 

Taeyeon disponía de un día libre antes del funeral, de modo que aceptó el consejo de Amanda y fue hasta la ciudad, posponiendo sus planes originales de jugar al golf. No se juega al golf el día antes del funeral del padre, por muy buen tiempo que haga.

Así pues, fue en coche de nuevo hacia el centro. A la luz del día, los edificios tenían un aspecto mucho más ajado, y también parecían más pequeños. Pine Springs no había cambiado mucho en realidad. La panadería de Dobson seguía estando en la misma esquina, cerca de la carnicería. Notó que le brotaba una sonrisa al distinguir el letrero del café: «Café Hwang solo buena comida». ¡Dios, qué recuerdos! El establecimiento había pertenecido a la familia de Tiffany desde siempre, y ella había pasado allí muchas mañanas de sábado, ayudando a esta y a su hermana Amie a lavar los platos, en la cocina, para consternación de su madre, pues consideraba que un bar no era el lugar apropiado para la hija del alcalde. De repente, decidió que necesitaba una taza de café. Tal vez estaría la señora Hwang. No estaría mal poder saludarla, al menos.

 La campanilla repicó al abrir la puerta. Miró hacia arriba, segura de que era la misma campanilla que ella recordaba después de tantos años. Quedaban unos cuantos clientes desayunando todavía, y algunos de ellos la miraron con curiosidad, pero nadie interrumpió su conversación. Se acercó resueltamente a la barra, se sentó en uno de los taburetes de siempre y aguardó. Sonó otra campanilla y se oyó un grito de «¡Pedido listo!» procedente de la cocina. Una joven asió los dos platos y salió a toda velocidad a servir el desayuno en una de las mesas.

—¡Vaya, que me unten con mantequilla y digan que soy un cruasán! ¡Mira a quién tenemos por aquí!

Taeyeon dio media vuelta y se encontró a Amie Hwang mirándola fijamente, una Amie mayor y más rechoncha que la chiquita que solía acompañarlas a Tiffany y a ella. Esbozó una sonrisa y alzó la ceja, sin saber bien cómo iría a tomar su presencia allí.

—Me sorprende que me hayas reconocido.

—Querida, no hay nadie más en el mundo que posea esos ojos tan hermosos —contestó Amie, soltando una carcajada mientras se acercaba. —No creí poder volver a verte,Taeyeon. ¿Cómo te va?.

—Yo... bueno, bien.

—Siento lo de tu padre, aunque la verdad es que no creímos que fueses a venir para el funeral. Precisamente lo estuvimos hablando Tiffaany y yo anoche. Nos preguntábamos si alguien se molestaría siquiera en avisarte.

—Ah, ¿sí? ¿Qué tal está Fany?

—¿Tiffany? Oh, estupendamente. Es la dueña de la tienda de regalos Hallmark del nuevo centro comercial.

Amie se sirvió una taza de café y se sentó frente a Taeyeon.

—Así que has vuelto —continuó—. ¿Dónde te han encontrado?

—En Monterrey.

—¿Y eso dónde es, en California?

Taeyeon asintió.

—Al sur de San Francisco.

—Vaya, pues debe de ser el sitio ideal para ti, porque tienes un aspecto estupendo.

—Gracias.Tú apenas has cambiado, Amie.

—Oh, vamos, ¿a quién intentas engañar? Esto es lo que le hace a una el tener cuatro hijos antes de los treinta —contestó señalándose a sí misma—. Eso y la comidita de mamá.

—Pues estás muy bien. Eras demasiado flacucha.

—Sí que lo era, pero me comí a esa niña hace años —contestó Amie con una carcajada—. Espera, voy a por mamá. Seguro que querrá saludarte.

Antes de que Taeyeon pudiese protestar, la señora Hwang estaba ya saliendo como una exhalación de la cocina, con la felicidad pintada en el rostro.

—¡Por todos los santos, pero si es Kim Taeyeon! ¡Dame un abrazo!

Taeyeon se puso en pie, obedientemente, y se dejó achuchar por la enorme mujer.

—¡Dios mío, cuánto has crecido! —exclamó después, separándose un poco para verla mejor—. Te has convertido en una preciosa joven, Taeyeon. Tu padre estaría muy orgulloso de ti.

A Taeyeon se le heló la sonrisa.

—Lo dudo. No he cambiado hasta ese punto, señora Hwang.

—Oh, vamos. Eso fue todo cosa de tu madre. ¡Como si fuésemos a tenerte en menos, a ti o a tu familia! Ya no estamos en los años cincuenta, Taeyeon.

Eso sí que la hizo reír, porque estaba completamente segura de que Pine Springs se había quedado anclado en algún momento comprendido entre 1950 y 1970. Sin embargo, le estaba gustando la manera como la habían recibido en el Café Hwang. Debería haberse dado cuenta de que aquellas buenas gentes que tanto la habían querido no iban a volverle la espalda.

—¿Cuánto tiempo piensas quedarte?

—No estoy segura. Ni siquiera he ido a ver a mi madre todavía. Seguro que será muy divertido.

—Daría algo por verlo —dijo la señora Hwang, guiñándole el ojo—. Me conformaría con poder ser una mosca en la pared. Perdona la franqueza, pero nunca he entendido que esa mujer echase de aquella manera a su única hija. La verdad es que apenas le he dirigido la palabra en los últimos quince años.

—Bueno, mamá, tampoco es que tú frecuentes mucho el club de campo —le recordó Amie

—, y ella tampoco ha puesto nunca los pies aquí.

—Aun así. No fue un acto nada cristiano, a pesar de que no falte nunca al servicio religioso de los domingos. Esperemos que sea para pedir perdón.

Taeyeon sonrió, sabiendo que tal idea nunca se le habría pasado a su madre por la cabeza: Madeline Kim nunca había hecho nada malo, desde su punto de vista.

—Bueno, cambiemos de tema. Me alegro mucho de que estés de vuelta. Tienes que ir a ver a Tiffany seguro que le encantará saber que estás aquí.

—Es cierto. Me dio mucha rabia no haber podido despedirme de ella —admitió Taeyeon.

—Pues no creo que te lo haya perdonado, Taeyeon. Eran muy amigas, y se tomó bastante mal todo aquello.

—¿Mal? Eso es quedarse corta, mamá. ¿Cuántas noches no habré tenido yo que escuchar sus amargas quejas?

—No sabes cuánto lo lamento, pero es que no tuve elección. Una mañana me levanté creyendo que me iba para el instituto, pero acabé dentro de un autobús, camino de Dallas.

La señora Hwang movió la cabeza de un lado a otro, apesadumbrada.

—Una verdadera lástima, sí señor.

—No pasa nada. Seguramente fue mejor así. Quién sabe lo que habría ocurrido si me hubiese quedado. Me las he arreglado bastante bien.

—Esto es muy cierto. Y seguro que a tu madre le fastidia bastante que hayas conseguido triunfar en la vida. Me extraña que no le haya dado un ataque cuando tu libro figuró en la lista de los más vendidos, por no hablar de cuando lo llevaron al cine.

Taeyeon se encogió de hombros. Sí, había tenido bastante éxito en lo profesional; ella misma estaba sorprendida. Eso debía agradecérselo a Hara. Pero en lo personal no había sido así. Tenía una vida bastante solitaria; en ese aspecto no había habido muchos cambios.

Bueno, tenía amistades, muchas amistades. Era lo normal, siendo una escritora de éxito, con dos novelas llevadas al cine. De repente, los conocidos se volvieron amigos de toda la vida. Y también había traído consigo inacabables ofertas de favores uales. Taeyeon creía que aquello sería suficiente para hacerla feliz, pero cada vez que se llevaba a una nueva mujer a su lecho se sentía un poco más sola.

Tomó otro sorbo de café, ya frío. Hizo una mueca y apartó la taza; Amie y la señora Hwang se echaron a reír.

—Deja que te la llene de nuevo —ofreció Amie.

—¿Te apetece desayunar? Puedo hacerte unas tortitas de suero de leche, que tanto te gustaban —añadió la señora Hwang.

—Gracias, pero he desayunado con Amanda hace poco.

—¿Amanda? ¿Amanda Lee?

—Sí, me alojo en su casa.

—Vaya, han sido muy amables —comentó la señora Hwang —. Siempre me han parecido buena gente.

—De todas formas, es mejor que me vaya ya, para que puedan volver al trabajo.

—¿Te gustaría cenar con nosotras, Taeyeon? A Robert le encantaría verte. Estarán las niñas, y será como en los viejos tiempos.

Taeyeon meditó un momento la oferta, recordando las innumerables veces en las que había cenado con los ocho miembros de la familia Hwang. Sí, sería estupendo.

—De acuerdo, acepto la invitación.

—¡Magnífico! Me muero de ganas de presumir de hijas —dijo Amie—. ¡Y de maridito! Es un hombre estupendo. Tal vez lo recuerdes, se llama Greg De Luque.

—¡Dios, Amie! ¿El empollón aquel al que todos llamábamos «cuatro ojos»? —bromeó Taeyeon.

—Sí, pero ahora lleva lentillas y lo hemos engordado un poco, ¿verdad, mami?

—Sí, señora. Trabaja en el aserradero, Taeyeon. Tiene estudios de informática y trabaja allí, en las oficinas.

Taeyeon asintió. Sí, seguramente el aserradero daría empleo a medio pueblo, si no a más. El aserradero, que pronto sería suyo. ¡Maldita sea!

—Me encantará verlo de nuevo.

—Venga, ahora vete corriendo a ver a Tiffany. ¿Te ha dicho Amie dónde trabaja?

—Sí, en el centro comercial, en la tienda Hallmark.

—Estupendo. Y ven pronto. Es una pena no haber enviado a alguien a por refrescos a los límites del condado.

—¿Refrescos?

—Cerveza y eso —susurró la señora Hwang.

—¿A los límites del condado?

—Ya sabes que en la ciudad no se puede comprar alcohol. Los baptistas siguen controlándolo todo —dijo soltando una carcajada—. ¡No me digas que has olvidado que en este condado existe la ley seca!

Taeyeon asintió.

—Sí, había olvidado que en esta zona sigue en vigor la prohibición.

Taeyeon se sorprendió del nerviosismo que sentía al entrar en el estacionamiento que había frente a la tienda Hallmark. En todos aquellos años había pensado mucho en Tiffany, sobre todo al principio. De hecho, había estado a punto de ponerse en contacto con ella cuando consiguió graduarse en la universidad, para contárselo, pero se autoconvenció de que Tiffany no querría saber nada de ella y lo fue posponiendo. Y allí estaba ahora, quince años más tarde, una mujer hecha y derecha, a punto de ver a la primera chica que había despertado algo especial en ella, unos sentimientos con los que por entonces no sabía siquiera qué hacer. La Tiffany que ella recordaba era una jovencita de diecisiete años. Se preguntó cuánto habría cambiado. ¿Sería ahora como Amie? Taeyeon no se había molestado en preguntar con quién se había casado, ni si tenía hijos. Era lo más probable, pues provenía de una extensa familia. Sin duda intentaría recrearla, igual que había hecho Amie.

—¡Venga, vamos! —Susurró, tamborileando con los dedos sobre el volante—. ¡No puedes esconderte aquí todo el día!

Por fin abrió la portezuela y salió a pleno sol, intentando localizar a Tiffany en la tienda a través de la luna del escaparate. Pudo distinguir unos cuantos clientes, yendo de acá para allá, pero no vio ninguna cara familiar entre ellos. Se apartó el pelo de la cara y enderezó con gesto nervioso el cuello de la blusa antes de dirigirse decididamente hacia el local, sin dudar más que una fracción de segundo antes de cruzar el umbral. Una nota musical anunció su entrada. Pasó al interior, fingiendo mirar a los productos exhibidos junto a la puerta, para finalmente atreverse a alzar la vista y buscar a Tiffany por todo el local.

—¡Dios santo! —murmuró para sí.

Tiffany estaba junto a la caja registradora, al fondo, hablando con una dienta y riéndose por algún comentario de esta. Llevaba el trigueño cabello mucho más corto que en sus tiempos del instituto, con un bonito corte que le llegaba un poco más abajo de los hombros. Taeyeon lo recordaba muy largo y liso. La suelta sonrisa que recordaba seguía allí, pero ahora la acompañaban unas tenues arruguillas sobre la suave piel de alrededor de los ojos. Su aspecto era tan encantador como siempre, y Taeyeon notó que el corazón se le aceleraba al verla.

Aguardó a que la dienta se fuese y después se aproximó con las manos embutidas en los bolsillos del vaquero, pues no sabía qué hacer con ellas. Tiffany recolocó los bolígrafos que había en una jarra, junto a la caja registradora, mientras Taeyeon esperaba a que alzase la vista. Cuando lo hizo por fin, su mirada vagó distraídamente por la tienda, deteniéndose de golpe al ver un rostro conocido. Frunció ligeramente el ceño y de inmediato abrió los ojos de par en par al reconocerla. Taeyeon sonrió.

—¡Dios mío! ¿De verdad eres tú?

Ella se encogió de hombros en respuesta.

—Depende de quién creas que soy.

—¡Taeyeon! —contestó en un susurro.

Comenzó a rodear lentamente el mostrador, yendo hacia ella. Fue acelerando el paso, de modo que, antes de que Taeyeon pudiese darse cuenta de lo que estaba sucediendo, su amiga le echó los brazos al cuello, abrazándola estrechamente.

—¡Dios santo, eres tú de verdad!

Taeyeon le devolvió el abrazo, sorprendida de la familiaridad de aquel sencillo gesto.

—En carne y hueso.

Tiffany se apartó por fin, pasando a sujetarle las manos. Sus miradas se clavaron la una en la otra, al tiempo que idénticas sonrisas iluminaban sus rostros.

—¡Que sepas que estoy enfadadísima contigo! —consiguió decir Tiffany por fin.

—Ah, ¿sí? ¿Qué he hecho esta vez?

Notó un fuerte puñetazo en el brazo y dio un paso atrás, frotándose el punto en el que Tiffany la había golpeado.

—¿A qué viene esto?

—Lo sabes perfectamente. ¡Ni una palabra, ni una carta! ¡Nada! ¡No sabía siquiera si estabas viva o muerta!

Taeyeon bajó la vista. Eso sí se lo esperaba. Lo había esperado también de Amie y la señora Hwang.

—No me dieron la posibilidad de despedirme, Tiffany. Y después... bueno, para entonces ya era demasiado tarde. Además, no sabía si querrías tener noticias mías.

—Debería haberme dado cuenta. Siempre has sido una tozuda.

—¿Tozuda? ¡Me echaron a patadas del pueblo! —le recordó Taeyeon.

—¡Tonterías! Tampoco te apuntaron con una pistola, ni nada de eso. Podrías haberte quedado a vivir con nosotros. Sabes perfectamente que mamá te habría recibido con los brazos abiertos.

—No sabía nada, sólo sabía que estaba muy asustada. Creía que no querrías hablarme siquiera, y mucho menos verme.

—¿Por qué? ¡Eras mi mejor amiga!

Taeyeon se encogió de hombros.

—¡Dios! ¡Terca como una mula!

Se miraron la una a la otra y por fin ambas prorrumpieron en carcajadas.

—Lo siento. Hace ya... quince años que no nos vemos y no se me ocurre más que echarte la bronca.

—No pasa nada, me lo merezco.

—No, no es cierto. Otra cosa sería si te hubieses fugado o algo así. Lo siento, Tae —dijo Tiffany, atrayéndola hacia sí para abrazarla de nuevo—. ¡Me he llevado una sorpresa tan grande al verte...! No podías llamar antes, claro.

—No sabía siquiera si vendría a verte. Pero Amie y tu madre insistieron.

Tiffany abrió los ojos de par en par.

—¿Las has visto?

—Me pasé por allí a tomar un café. De hecho, tu madre me ha invitado a cenar esta noche.

Tiffany se echó a reír.

—¡Naturalmente! Siempre te ha querido mucho. ¿Te contó que le echó una bronca tremenda a tu madre?

Taeyeon hizo una mueca de incredulidad.

—¡Estás de broma! ¿Cuándo?

—Cuando nos enteramos de que te había enviado lejos. Mamá cogió el coche, fue directamente a casa de tus padres, llamó al timbre y se lo soltó todo allí mismo, en la entrada de la casa.

—Todo este tiempo he estado convencida de que todo el pueblo me odiaba y que se alegraban de que hubiese desaparecido de sus vidas. No creí que a nadie le importase lo más mínimo —admitió Taeyeon.

—Oh, Taeyeon, no puedes decirlo en serio. Nosotros te queríamos, pasase lo que pasase. No deberías haber estado tan sola —dijo antes de hacer una pausa—. ¿Por qué no me lo dijiste?

—Creí que me odiarías.

—¿Odiarte? ¡Yo te quería!

Taeyeon se encogió de hombros.

—Era una niña. Apenas sabía lo que me estaba ocurriendo, Tiffany, y desde luego no creí que pudieses entenderlo tú. Me daba muchísimo miedo decírtelo.

Tiffany suspiró.

—Probablemente estabas en lo cierto. Cuando lo supe me puse histérica. Estaba muy enfadada contigo por no habérmelo dicho, pero a la vez estaba confusa. Y...

—Y pensaste en todas las veces que habíamos dormido juntas —completó Taeyeon.

Tiffany enrojeció.

—Lo siento. No era eso lo que quería decir.

—No lo sientas. No te culpo por haberlo pensado.

Sonó el teléfono, y Tiffany agarró a Taeyeon del brazo.

—¡No te atrevas a marcharte!

Corrió hacia el mostrador y descolgó el auricular con grácil gesto.

—El Hallmark de Tiffany —anunció, y a continuación sonrió—. Sí, está aquí mismo.

Taeyeon sonrió y se dio media vuelta para ofrecer a Tiffany un poco de intimidad. Y también a sí misma. Aquello no se parecía nada a como se había imaginado que sería su encuentro. Esperaba ira, sí, pero le sorprendió descubrir que habían retomado sus riñas por naderías, como si no llevasen quince años separadas. ¡Oh, en los viejos tiempos tenían unas broncas terribles! Sin embargo no dejaban por ello de ser las mejores amigas del mundo. Hasta que crecieron, hasta que Taeyeon comenzó a sentir ciertas cosas. ¡Dios, por entonces no pensaba más que en eso cuando estaba junto a Tiffany! Y cuando comenzaron a salir con chicos, cuando Tiffany salía por su cuenta con Eddie Ray, Taeyeon tenía que reprimirse para no seguirla y asegurarse de que Tiffany estaba bien. De pronto se le ocurrió que tal vez había acabado casándose con él, y sus ojos se abrieron de par en par. ¡Dios santo, esperaba que no! Eddie Ray era un fracasado.

—Bueno, acaban de invitarme oficialmente a cenar. ¡Mamá está emocionadísima con tu vuelta! Piensa hacer una barbacoa. Espero que vengas preparada para ello.

—Será estupendo. Estoy deseando volver a ver a todos. Amie tiene cuatro hijos, ¿no?

—Oh, sí. Y yo los mimo escandalosamente.

—Ah, ¿sí? ¿Y qué hay de ti? ¿Hay alguna pequeña Tiffany correteando por ahí?

Tiffany negó con un gesto.

—No tengo hijos.

—Hubiese jurado que a estas alturas tendrías ya una casa llena de ellos. ¿Por qué no?

Tiffany se encogió de hombros.

—No fue así, simplemente.

Taeyeon asintió. Estaba claro que había escogido mal el tema de conversación. En fin, tal vez más tarde podría hacer más preguntas.

—Será mejor que te deje volver al trabajo. Además, tengo que dar señales de vida. Seguro que Amanda se estará preguntando en qué clase de lío me habré metido.

—¿Amanda? ¿Has venido... has venido con alguien?

Taeyeon se echó a reír.

—¡No! Amanda Lee. Me alojo en su casa.

—Ah, entiendo. Supongo que ni se te ocurrió la opción de alojarte en casa de tus padres.

—Todavía no he visto a mi madre. Ni sabe que estoy aquí.

Tiffany inclinó la cabeza.

—Lo siento. Había olvidado por completo la razón de tu venida.

—No pasa nada. Otra cosa sería si... sintiese algo, ya sabes. Era mi padre, pero hace ya mucho tiempo que perdí a mi familia, y el período de luto quedó muy atrás.

Tiffany asintió con gesto triste

Lo comprendo.

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Comments

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Karen-14213
#1
Chapter 35: Fue so cute!!!
Thiabel2128
#2
Chapter 35: awwwwwwww :3
LlamaAmerica #3
Encantada con tu histora! :)
gaby_tomala
#4
..por favorrrr ... epilogoo sii??
tiffany0108 #5
Chapter 35: Me encanto el fic, disfrute de cada capitulo
LectoraLemon #6
Chapter 35: Estuvo muy buena esta historia :).. pase toda la madrugada leyendo este hermoso fic .... Gracias <3
gaby_tomala
#7
x favorrrrrrrrrr!!! epilogooooo :)
geral53 #8
Chapter 35: Epilogo :c por fi(?)
mamurayamaken #9
Chapter 35: ........really?
no puedo creerlo
todavía lo intento procesar
loveable11 #10
Chapter 35: ....tan corto el final ?? epilogo ¡¡ ¡¡:3