Capitulo XIX

Tras el telon de pino

Este capitulo es aburrido... pero bueno, es "esencial" para la historia. ¡Pero no desesperen! ¡en cuanto se resuelva el tema, viene la parte interesante! C: Mañana subo otro.


La vieja carretera que llevaba al aserradero estaba ahora asfaltada, pero aparte de eso no había habido demasiados cambios. La carretera atravesaba el bosque, y a Taeyeon le pareció una ironía. Todos aquellos enormes árboles que crecían tan cerca del aserradero eran como centinelas que contemplaban cómo los camiones traían a sus hermanos caídos hasta su triste destino. No había muchos cambios, no. O al menos eso pensó hasta ver las gigantescas verjas que bloqueaban el camino. Tras la alambrada de tres metros de altura se alzaba una gran cantidad de edificios. Al ver las nubes de humo que expulsaban las enormes chimeneas, supuso que la mayoría eran las fábricas que le había descrito Greg. Frunció el ceño al imaginar la cantidad de contaminación que enviaban a la atmósfera de Pine Springs, antaño tan pura.

Se detuvo ante la verja y aguardó a que se acercase el vigilante.

—¿Puedo ayudarla, señorita?

—Soy Kim taeyeon, y tengo una cita con Kim Heechul.

El hombre la escrutó un momento y después echó un vistazo a su tablilla.

—No te acuerdas de mí, ¿verdad? —le dijo mientras iba pasando las páginas.

—¿Cómo dice?

—Me llamo Paul Buchanan. Iba unos cursos por detrás en el colegio.

Taeyeon hizo memoria, pero no recordaba ni el nombre ni la cara.

—Lo siento, no lo recuerdo. Claro que han pasado muchos años.

—Cierto.

El hombre se quedó mirándola hasta que por fin Taeyeon alzó una ceja.

—¿Va a dejarme pasar, o qué?

—Oh, disculpe. Pues la verdad es que no, no figura en la lista.

—Entiendo. Pero, ¿Heechul está aquí?

—Oh, sí que está. Vino hace un par de horas.

—Bien. Entonces, Paul, ¿quieres hacer el favor de llamarlo?

—Claro, veré si puedo localizarlo.

Taeyeon intentó no enfadarse, ni con Heechul ni con el tal Paul. El hombre no hacía más que su trabajo. Pero que no se equivocase, porque, para cuando ella saliese de allí, ya todos sabrían perfectamente quién era.

Aguardó con bastante paciencia el regreso de Paul.

—Ha dicho que vaya directamente a las oficinas y que lo espere allí.

—Eso ha dicho, ¿eh?

—Eso es.

—Entiendo. ¿Y dónde puedo encontrar a Greg De Luque?

—¿A Greg? Oh, está en la oficina. Pregunte a cualquiera y lo localizarán.

—Gracias, Paul.

Taeyeon aguardó a que se abriesen las puertas automáticas y siguió las señales que indicaban la dirección de la oficina. Era un edificio de ladrillo de dos pisos, que parecía totalmente fuera de lugar entre las demás naves. Vio la plaza de estacionamiento de su padre y estuvo a punto de utilizarla, pero en lugar de ello se dirigió a las plazas destinadas a los visitantes. No tenía necesidad de cabrear a todo el mundo el primer día. Tan pronto como abrió la portezuela, pudo oír el ensordecedor ruido de la maquinaria. Parecía como si los edificios estuviesen a punto de reventar. Se quedó allí de pie, mirando a su alrededor, y pudo ver a los obreros yendo de un edificio a otro, carretillas elevadoras llevando tablas sin desbastar, camiones que transportaban viruta de una planta a otra... Tremendo. Por Dios, ¿qué demonios iba a hacer ella con todo aquello?

—¿Taeyeon?

Taeyeon dio media vuelta y sonrió al amistoso rostro que le había hablado.

—¡Greg! ¿Cómo sabías que estaba aquí?

—Paul avisó de tu llegada —contestó él, mientras bajaba los escalones para ir a su encuentro—. Dijo que habías preguntado por mí. ¿Has quedado con Heechul?

—Sí, pero quería hablar contigo de unas cuantas cosas. Tal vez este no sea un buen lugar.

—Claro, sube a mi oficina —ofreció él.

—No, quiero decir que tal vez el aserradero no sea un buen lugar —aclaró ella.

—¿Qué quieres decir?

—Greg, ahora que ha muerto mi padre, yo soy la propietaria de Industrias Kim, no Heechul, ni mi madre.

Greg abrió unos ojos como platos.

—¡Caray!

Taeyeon sonrió.

—Sí, eso es lo mínimo que se puede decir. Así que me gustaría discutir unas cuantas cosas contigo, en privado.

—Por supuesto.

Ambos alzaron la vista y vieron acercarse a Heechul.

—Y me gustaría que quedase entre nosotros, no sé si me entiendes —añadió.

—Yo trabajaba para tu padre, Taeyeon, no para Heechul.

—Estupendo. ¿Sería posible que fuésemos Tiffany y yo a tu casa esta noche?

—Claro, a Amie le encantaría. La llamaré dentro de un rato —prometió, y dio media vuelta para alejarse al tiempo que Heechul llegaba junto a ellos.

—¡Veo que has dado con el aserradero, Taeyeon!

—Sí. Ahora es bastante más grande —contestó ella mirando alrededor.

—Fue cosa de tu padre, no mía —dijo mirando hacia Greg, que cerraba la puerta tras él, escalones arriba—. No sabía que conocieses a Greg.

—Está casado con Amie Hwang.

—Ah, sí, olvidaba lo amiga que eres de Tiffany. Se rumorea que incluso te alojas en su casa.

—No es ningún rumor, soy su huésped.

Heechul asintió.

—Bueno, ¿quieres ver primero las oficinas o prefieres dar una vuelta por las plantas?

—Vamos a las plantas; odio las oficinas.

—Muy bien. Vuelvo enseguida, voy a buscar algo para ti.

Ella se encogió de hombros, alzando una mano a modo de visera para protegerse del sol mientras miraba a su alrededor. ¡Dios! ¿Qué demonios iba a hacer? Tal vez debería limitarse a venderlo todo y problema resuelto. Seguramente el comprador no despediría a los trabajadores. Si podían permitirse comprarlo, tenían que ser solventes. En ese momento se dio cuenta. Era la primera vez que caía en ello: ¡ahora era una mujer muy rica! Y el dinero siempre traía problemas, eso lo sabía desde pequeña. La gente te trataba de otra forma. ¡Joder, lo sabía desde que llevaron al cine su primera novela! Personas a las que apenas conocía se convirtieron de la noche a la mañana en sus mejores amigos, y sus viejas amistades comenzaron a comportarse como si ella fuese otra persona.

—Allá vamos —dijo Heechul entregándole un casco.

Al ver que ella enarcaba una ceja, añadió

—Son las normas.

—Ah —murmuró ella, colocándoselo obedientemente.

 Le siguió acera adelante y subió tras él al asiento del copiloto de un carrito de golf.

—Tu padre compró cuatro de estos hace unos años. Decía que ya estaba demasiado mayor para visitar las plantas a pie.

—Buena idea —dijo Taeyeon, asintiendo.

Cuando se aproximaban a la primera nave, Heechul señaló en voz alta

—Esta es la planta de contrachapado.

Detuvo el vehículo eléctrico, ambos descendieron, y a continuación entraron en la nave. La mayor parte de los trabajadores ni los miraron mientras iban de un lado a otro, intentando no estorbarles.

—Puedo explicarte cómo funciona todo —gritó Heechul—, o limitarme a mostrártelo.

Ella negó con un gesto, indicándole con la mano que siguiese andando. Se dirigieron al fondo de la nave, donde estaban cortando el producto ya acabado y colocándolo en palés para que después se los llevase una carretilla elevadora. Ya en el exterior, el estruendo era más soportable.

—¡Menudo escándalo! —comentó Taeyeon

—Cierto. Todas las naves son así de ruidosas, por eso los obreros llevan tapones para los oídos.

A continuación Heechul señaló en otra dirección.

—Allá está la de aglomerado, y la planta de creosota está en la parte de atrás.

—¿Es de la que sale ese humo negro?

—Sí.

—¿Qué tipo de medidas se toman para salvaguardar el medio ambiente?

—Cumplimos con los estándares mínimos en todas las plantas —contestó él.

Taeyeon asintió y señaló hacia el viejo edificio que ella recordaba

—El aserradero está prácticamente rodeado.

—Sí, pero es por cuestiones prácticas. Todos los subproductos del aserradero van inmediatamente a las plantas. En los viejos tiempos teníamos que almacenarlos y aguardar a que los camiones los recogiesen.

Taeyeon asintió, recordando los enormes montones de serrín y virutas apilados alrededor del aserradero. Estaba a punto de formular otra pregunta cuando sonó el móvil de Heechul.

—Disculpa —dijo, a modo de excusa, antes de atender la llamada.

Taeyeon observó su rostro y vio que fruncía el ceño.

—Sí, está aquí ahora —contestó Heechul, mirando hacia ella—. Lo entiendo, pero parecía perfectamente legal.

¡Aah! Su madre, sin duda. Taeyeon se cruzó de brazos, sin avergonzarse ni lo más mínimo de estar atenta a la conversación.

—No hay nada que yo pueda hacer, Madeline. Habla con tus abogados —dijo, y cortó la conversación—. Lo siento.

—¿Ya se ha enterado?

—Oh, sí. Llevo todo el día intentando evitar sus llamadas.

—Nunca se llevaron demasiado bien, ¿verdad?

—La verdad es que no. Pero ahora ya no tengo por qué volver a verla, ¿no es cierto?

Taeyeon bajó la cabeza un momento, y después volvió a enderezarla.

—Heechul, ¿qué es lo que opinas tú de todo esto?

—Bueno... Según mi modo de ver, yo no he perdido nada. Y, si te soy sincero, nunca esperé nada de Haehyo, excepto tal vez su parte del aserradero —dijo, y a continuación sonrió —. Gracias a Dios que Madeline no se ha hecho con ella, eso es todo lo que puedo decir. No te ofendas, Taeyeon; ya sé que sigue siendo tu madre.

—En eso te equivocas. Para mí no es más que una extraña.

Heechul se revolvió, incómodo.

—Joan y yo... en fin, no podíamos creer lo que había hecho. Nadie lo entendía. Especialmente Haehyo. Estaba destrozado por no haber sido capaz de enfrentarse a ella. Tal vez no lo sepas, pero tu padre cambió muchísimo después de aquello. Se convirtió en una persona completamente distinta, más sencilla y agradable. El antiguo Haehyo nunca habría legado un millón de dólares al pueblo para destinarlos a un parque y una biblioteca.

—Vaya, parece que algo bueno resultó de todo aquello, ¿eh?

—Estoy seguro de que a Joan le encantaría que nos hicieses una visita, tal vez para cenar con nosotros una noche de estas.

—No te ofendas pero ha pasado mucho tiempo. Yo también he cambiado. Tal vez será mejor que por ahora nos limitemos al negocio.

—Lo entiendo, por supuesto…

Se encaminó de regreso al carrito de golf, y Taeyeon lo siguió.

—A propósito, ¿has decidido ya lo que harás? —añadió Heechul.

—¿Hacer?

—Con todo esto, quiero decir. Puede funcionar solo durante una temporada. En eso tenías razón, Haehyo contrató a gente capaz. Algunos son del pueblo, pero la mayoría no. Sin embargo, al final necesitará tener un director. Tiene que haber alguien a quien recurrir cuando surjan dudas. Y surgirán, créeme.

—Mi lado sensato me dice que lo venda y siga mi camino. Pero mi lado testarudo me dice que me quede y que joda bien a mi madre.

Heechul rio a carcajadas, con ganas, doblándose por la cintura. Ella acabó por imitarlo, aunque en realidad no pretendía hacer un chiste: había dicho la verdad, sencillamente.

—Ah, ¿te imaginas lo que se comentaría en el pueblo? Creo que eso la mataría.

—Esa no es mi intención.

—¿Es por vengarte?

—Tal vez —contestó ella sonriendo.

A pesar de sus iniciales temores, la verdad era que estaba disfrutando de aquel rato con Heechul. Los años lo habían vuelto bastante más comprensivo. Taeyeon se preguntó si le molestaría mucho que ella estuviese allí. Durante todos aquellos años, él no había tenido que cambiar ni lo más mínimo; siguió encargándose del aserradero, como siempre, sólo que de pronto ganaba mucho más dinero por hacerlo. ¿Para qué iba a querer el quebradero de cabeza que representaba Industrias Kim?

—Escucha, ¿qué tal si dejamos para otro momento el resto de la visita? Me parece que preferiría reunirme con los encargados de planta y ver cómo va todo y quién está al mando. ¿O es que ahora te consultan a ti?

—No. Haehyo dejó bien claro que yo no formaba parte de Industrias Kim.

—Vaya, lo siento. Sé que colaboraban estrechamente.

—Te pido de nuevo que no te ofendas, pero él hacía su trabajo y yo el mío. Y habría sido una estupidez resistirme a eso, aun cuando pudiese hacerlo.

—¿Qué quieres decir?

—Él tenía la mayoría en el aserradero, de modo que, fuesen cuales fuesen las decisiones a tomar, podíamos discutirlas, pero si era algo que él estaba empeñado en hacer no necesitaba para nada mi aprobación.

—¿Pero?

—Pero normalmente estábamos de acuerdo, de modo que apenas había problemas. Cuando tuvo la idea de crear las plantas, al principio pensé que era una locura. Pero él utilizó su propio dinero para financiarlas, de modo que en realidad yo no tenía nada que objetar. Cuando quiso levantarlas aquí, en el aserradero, no pude negarme, porque él era el socio mayoritario.

—Pero ¿te compensó de alguna manera?

—Sí. Industrias Kim pagaba a Maderas Pine Springs, la cual a su vez me pagaba a mí.

Taeyeon movió la cabeza de un lado al otro. El pobre tío Heechul no tenía ni idea de nada. Como su padre era el propietario del sesenta por ciento del aserradero, Industrias Kim sólo tenía que desembolsar el cuarenta por ciento del precio normal, pero recibía el cien por cien de los beneficios. En verdad su padre era un hombre muy inteligente. Incluso ella, con su poco sentido de los negocios, se daba cuenta.

—Dado que ya conoces a Greg, dejaré que él te presente a los demás, aunque no puedo prometerte que estén todos. Tienen horarios distintos, y algunos trabajan a veces desde casa. Greg lo sabrá.

—¿Qué categoría ocupa Greg, exactamente?

—Al principio trabajaba con los ordenadores. Yo de eso no sé mucho. Bueno, tengo uno en mi despacho y sé manejar el correo electrónico, pero eso es todo. A tu padre le caía bien, y Greg es muy inteligente. Pero lo que hace exactamente no lo sé. Lo único que sé es que está todo el día con la nariz metida en algún cacharro de esos.

Taeyeon se detuvo antes de rodear el vehículo eléctrico, y tendió la mano para estrechar la de su tío.

—Gracias por la visita guiada. Ha sido todo un detalle.

—No hay de qué. Y lamento el incidente de la puerta. Se me olvidó por completo decirle a Paul que vendrías.

Taeyeon lo miró fijamente, intentando descifrar si mentía o no. ¿Qué mejor modo de ponerla en su lugar que cerrarle las puertas? Pero no, parecía totalmente sincero.

—No pasa nada. Estaremos en contacto. Sin duda tendremos muchas cosas que discutir.

—Ya sabes dónde encontrarme.

Taeyeon lo vio alejarse en el vehículo eléctrico, con sus vaqueros polvorientos, el casco y todo lo demás. No, no era un hombre de negocios, ni un empresario, sino simplemente alguien que amaba su trabajo. Si ella vendía su parte a una gran corporación, sería muy fácil que se aprovechasen de él. Se lo comerían para desayunar.

Suspiró, quitándose por fin el casco, y se pasó la mano por el pelo. Ahora no podía preocuparse por Heechul; tenía sus propios problemas. A continuación subió los escalones de las oficinas, y se detuvo apenas un momento antes de abrir la puerta. Allí dentro el ambiente era agradable y silencioso. En el mostrador de recepción había una joven que le sonrió educadamente.

—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarla?

Taeyeon fue hacia ella, esbozando una sonrisa.

—¿Está Greg?

—Sí, señorita. ¿Ha concertado usted cita?

Taeyeon enarcó una ceja. Para ser un pueblo tan pequeño, daban muchísima importancia a las citas previas.

—Pues no. Pero, por favor, dígale que estoy aquí, ¿quiere?

—¿Se llama usted...?

Taeyeon le dedicó una amplia sonrisa.

— Taeyeon.

—¿Taeyeon?

—Sí, Taeyeon, simplemente.

La empleada asintió lentamente y señaló uno de los asientos destinados a las visitas.

—Espere ahí.

—¿Ahí mismo?

—Sí.

—Muy bien.

Taeyeon hizo una mueca de desespero. Dios, ojalá pudiese estar en cualquier otro sitio, en lugar de tener que pasar por todo aquello. Bueno, en realidad preferiría estar sentada en el suelo con Tiffany, de charla. De pronto pensó que Tiffany seguía siendo tan cariñosa como siempre. De pequeñas siempre la estaba acariciando, con el menor motivo, cosa que a ella le encantaba. De hecho...

—¿Taeyeon?

Taeyeon parpadeó y apartó a Tiffany de su mente.

—Hola, Greg.

—¿Intentas asustar a los asalariados? —susurró éste.

Ella se echó a reír.

—Lo siento, no pude resistirme.

—Ven por aquí.

Su oficina era un desastre, llena de ordenadores, cables y papeles por todas partes y, Dios santo, mil y una fotos de Amie y los niños.

—Disculpa el desorden, aunque te juro que sé exactamente dónde está cada cosa.

Taeyeon alzó una de las fotos, sonriendo. Era de unos años atrás. Amie estaba delgada todavía, y tan sólo aparecía un bebé, Lee Ann, sin duda.

—¡Qué linda!

Greg enrojeció y, sin embargo, cuando Taeyeon volvió a dejar en su sitio la fotografía, él la enderezó ligeramente. Después se sentó en su sillón, esperando a que Taeyeon comenzase.

En lugar de hacerlo, ella miró a su alrededor, contando los ordenadores.

—¡Tienes cuatro ordenadores!

Greg sonrió.

—En realidad tengo nueve. Cada monitor puede estar conectado a varios ordenadores a la vez.

—Así que lo que eres es uno de esos locos de la informática —concluyó ella tomando asiento.

—Exacto.

—En mi época eso se consideraba un insulto —comentó Taeyeon sonriendo.

—Pues hoy es todo un cumplido, gracias.

Ella respondió con una inclinación de cabeza.

—Entonces, ¿qué es lo que haces aquí, exactamente?

—¿Mi cargo? Soy el técnico de redes...

—No quiero saber el cargo, sino lo que haces.

Él se encogió de hombros.

—En realidad, hago un poco de todo. Me ocupo de la red interna, por supuesto. Y las cámaras de seguridad están todas en red. Controlo todos los servidores: tenemos cinco. Y últimamente he estado haciendo las compras en línea, y también las ventas.

—¿Las compras y las ventas? ¿De qué se ocupan los encargados de planta, entonces?

—Cada planta tiene uno. Sobre todo lo que hacen es llevar el inventario y hacerme saber qué es lo que debemos vender. Si la demanda es mayor de la que podemos atender utilizando tan sólo los subproductos de nuestro aserradero, compramos los desechos de otra serrería y nos los traemos para aquí.

—¿Eso no resta beneficios?

—Sí, pero tu padre no quería perder mercado.

—¿Y qué hay del mantenimiento?

—¿A qué te refieres, al mantenimiento de los equipos?

—Sí.

—Hay una cuadrilla de trabajadores las veinticuatro horas, desde hace unos seis años. Mantenimiento tiene horarios normales, como los demás. ¿Por qué?

—Me preguntaba si lo subcontrataban o no.

—No, no. Industrias Kim es bastante autosuficiente.

—¿Cuántos encargados de planta hay?

—Veamos... —contestó Greg mientras comenzaba a contar en voz baja ayudándose de

los dedos de la mano—. ¿Incluyendo a Heechul?

—Sí.

—Cinco, uno en cada planta. Después, mantenimiento tiene un encargado, pero en realidad ellos no se ocupan de la parte de fabricación, claro.

—¿Están todos aquí hoy?

—No. Peterson vive lejos, en Jasper, y sólo viene una vez a la semana. Trabaja desde casa. Y Mark Edwards está de viaje esta semana.

—¿De viaje?

—Es el de la planta de creosota. La oficina regional de la compañía telefónica está aceptando ofertas de postes de teléfono.

—Así que no hay departamento de ventas...

—No, de eso se ocupaba tu padre. Pero todo está bastante organizado. Tenemos contratos con la mayoría de los proveedores de materiales de construcción de todo el estado, no sólo de East Texas, y hacemos envíos a seis de los estados de alrededor. Aunque hay algo en lo que tu padre estaba trabajando y es necesario que alguien se ocupe de ello.

—¿Y qué es?

—Productos para la alimentación del ganado.

—¡¿Para la alimentación del ganado?!

—En Canadá hay una fábrica que compra la mayoría de nuestro serrín y viruta, y con eso hace melaza de madera, que se utiliza en la alimentación del ganado.

—¿Y?

—Y tu padre no quería vender el serrín por unos centavos y dejar que una empresa canadiense lo aprovechase y vendiese como forraje con grandes beneficios. Nosotros apenas sacamos nada de esa venta.

—De modo que prefería hacerlo él mismo...

—Exacto.

—Está claro que tenía demasiado tiempo libre.

—Bueno... tal y como te dije la otra noche, tenía una visión.

Taeyeon cerró los ojos. «¿Una visión? ¡Lo que me faltaba!»

—Está bien. ¿Y los contables? ¿Trabajaba con una gestoría del pueblo, o qué?

—No, todos ellos están aquí. Trabajan cuatro en ese departamento, además de una secretaria.

—¿Ellos manejaban todas las finanzas?

—Sí.

—¿Y sabes quién los auditaba?

—Tu padre trabaja con una firma de Houston que audita y se ocupa de los impuestos.

—Bien pensado.

—Sí. Desde que entré aquí no hemos tenido problema alguno. Y nadie ha perdido su trabajo, por cierto.

—Está bien. ¿Sabes qué? Ahora mismo estoy que no puedo más. Deseaba reunirme con algunos de ellos, pero ahora no. Creo que ahora lo que necesito es una copa.

Greg se echó a reír.

—Sé lo que quieres decir. ¿Cuándo quieres que les diga que volverás, mañana?

—¿Qué tal si les envías a todos un correo electrónico para anunciarles que vamos a tener una reunión de personal? Me gustaría que acudiese todo el mundo, incluido ese tal Peterson que vive en Jasper. Y todos los del departamento de contabilidad, claro. Veré si el señor Lee también puede acudir.

—Me pongo a ello ahora mismo. ¿A qué hora?

—Digamos que para el viernes por la mañana, así todos se enterarán a tiempo. ¿Qué hay del tipo ese que está de viaje... Edwards?

—Me pondré en contacto con él. Está por la zona de Dallas.

—Gracias, Greg.

—Bueno, ¿lo de esta noche sigue en pie? Amie querría saber si hace falta que haga la cena o si vendran más tarde.

—Te diré lo que haremos: me parece que Tiffany se pone gruñona si no se le da su ración de pizza al menos una vez a la semana. ¿Qué tal si llevamos un par de ellas?

—Perfecto.

—¿Y para los niños, algo en especial?

—Tiffany lo sabrá.

Taeyeon se puso en pie y tendió la mano hacia Greg.

—Gracias, Greg. Esta noche hablaremos más sobre ello, ¿vale?

—Claro, lo estoy deseando.

Taeyeon se detuvo en la puerta.

—Una cosa más: ¿dónde estaba el despacho de mi padre?

—En el segundo piso. ¿Quieres subir? Seguro que a la señora Willis no le importará mostrártelo.

—¿La señora Willis? Así se llamaba su secretaria de entonces.

—Sigue aquí.

Taeyeon asintió.

—Te diré lo que vamos a hacer: ¿qué tal si la llamas y le dices que estoy subiendo? Sólo quiero echar un vistazo.

—Por supuesto.

Taeyeon subió por las escaleras que había junto al despacho de Greg, preguntándose cuántas veces al día las utilizaría este. Al llegar arriba, se detuvo un momento antes de abrir la puerta. Al entrar se encontró en la esquina de un gran vestíbulo. En una de las dos mesas, cubiertas ambas de revistas, había un jarrón con una docena de rosas.

—Usted debe de ser Taeyeon. Pase, querida.

Taeyeon distinguió a la diminuta mujer que se dirigía hacia ella atravesando el vestíbulo, haciéndole gestos para que se aproximase.

—Soy la señora Willis. Seguramente usted ya no me recuerda.

—Oh, sí que la recuerdo. Tiene usted un aspecto magnífico.

La anciana se ruborizó.

—Tan encantadora como su padre. Le juro que nadie se disgustó tanto como yo al enterarse. Ese hombre era un santo, al menos para mí.

Taeyeon asintió y miró a su alrededor.

—Qué bonito. ¿Ocupaba toda la planta?

—Sólo la mitad. En la zona de allá, tras las puertas dobles —dijo ella señalando—, están los despachos de los encargados. Y el del señor Lee, por supuesto.

—¿Tiene un despacho aquí?

—Veo que Minho tan sólo la ha informado de lo que él creía esencial que supiese.

Taeyeon hundió las manos en los bolsillos y avanzó lentamente hacia el despacho que lucía el nombre de su padre. De pronto se dio la vuelta.

—Es obvio que mi padre confiaba en usted, pues ha estado con él desde siempre.

La anciana se limitó a sonreír.

—¿Le gusta a usted vivir al borde de la bahía? Dicen que es un lugar precioso.

Taeyeon disimuló la sorpresa, o eso creyó.

—Es muy bonito, señora Willis, muy distinto de East Texas.

—Oh, ya me imagino.

Taeyeon asintió.

—¿He de entender, pues, que sabe usted cual es mi posición actual?

—Por supuesto, Taeyeon. ¿Puedo tutearla?

Taeyeon le dedicó una amplia sonrisa.

—Dudo que respondiese si me llama señora Kim.

—Hablando de ella... se rumorea que te ha prohibido la entrada al hospital.

Los ojos de Taeyeon centellearon de ira.

—¿Quién controla el hospital, señora Willis?

  —Oh, pues Industrias Kim, naturalmente.

Taeyeon sonrió.

—¿Qué tal si la damos de alta?

La anciana se echó a reír de buena gana, y a continuación acompañó a Taeyeon hasta el despacho de su padre.

—Ven, echa un vistazo al lugar donde pasaba los días. Aquí él era muy feliz, Taeyeon. Pasaba mucho más tiempo aquí que en su casa. ¿Sabías que tus padres ocupaban zonas diferentes de la casa? Es una tragedia lo que esa mujer hizo con él.

Taeyeon pasó la mano por el brillante escritorio de madera. Todo estaba limpio y ordenado. De pronto, se quedó boquiabierta al ver la fotografía que lo adornaba: ¡era ella, caminando por la bahía de Monterrey! Al momento alzó la vista hacia la señora Willis.

—Estaba al corriente de todos tus pasos, sí.

—¿Usted sabía lo del testamento, antes de su lectura? ¿También lo de Industrias Kim?

—Oh, sí.

—Pero Madeline nunca lo supo...

La señora Willis se enderezó.

—Nunca he sido dada a los cotilleos, Taeyeon. Lo que se habla en esta estancia nunca sale de aquí.

Taeyeon fue hacia la ventana y contempló las naves industriales.

—¿En quién confiaba más mi padre?

—¿Qué quieres decir?

Ella dio media vuelta y miró a la anciana.

—De los encargados de planta, del personal, ¿en quién confiaba más?

—¿Qué es lo que quieres saber exactamente?

—¿Quién era su mano derecha?

La señora Willis sonrió.

—Ah, eso es fácil: Greg De Luque. Es un joven muy inteligente. Tu padre se lo confiaba prácticamente todo.

—Y, sin embargo, no era uno de sus directivos —dijo Taeyeon frunciendo el ceño.

—Bueno, no, sabía demasiado sobre todas las operaciones para ser un encargado de planta.

—¿A cuánto asciende su salario?

—Oh, yo no tengo acceso a las nóminas.

Taeyeon ladeó la cabeza, enarcando una ceja.

—Pero podría averiguarlo, claro —añadió la anciana.

Taeyeon señaló hacia el teléfono y preguntó:

—¿Ahora mismo?

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Comments

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Karen-14213
#1
Chapter 35: Fue so cute!!!
Thiabel2128
#2
Chapter 35: awwwwwwww :3
LlamaAmerica #3
Encantada con tu histora! :)
gaby_tomala
#4
..por favorrrr ... epilogoo sii??
tiffany0108 #5
Chapter 35: Me encanto el fic, disfrute de cada capitulo
LectoraLemon #6
Chapter 35: Estuvo muy buena esta historia :).. pase toda la madrugada leyendo este hermoso fic .... Gracias <3
gaby_tomala
#7
x favorrrrrrrrrr!!! epilogooooo :)
geral53 #8
Chapter 35: Epilogo :c por fi(?)
mamurayamaken #9
Chapter 35: ........really?
no puedo creerlo
todavía lo intento procesar
loveable11 #10
Chapter 35: ....tan corto el final ?? epilogo ¡¡ ¡¡:3