Taeyeon se duchó antes de atreverse a ir hasta la cocina. Había oído antes las risas de los niños, la voz burlona de Tiffany. Aquel día había dormido más de lo habitual, pero temía quedarse a solas con Tiffany. Mientras los niños estuviesen allí, haciendo de amortiguador entre ambas, no habría tiempo para charlas... ni para besos.

Se apoyó en la repisa del baño para tranquilizarse y por fin se atrevió a mirarse a los ojos en el espejo. Había evitado a propósito pensar en lo sucedido la noche anterior... en lo que estuvo a punto de suceder. Seguía sin poder creer que había estado tan cerca de besar a Tiffany después de tantos años. La palabra que Tiffany había susurrado seguía resonando en su mente.

«¡Sí!»

Pero ¿qué quería decir aquello? ¿De pronto tenía curiosidad? ¿O estaba expresando en voz alta sentimientos que había estado reprimiendo todos aquellos años? Fuese cual fuese la respuesta, Taeyeon no estaba muy segura de poder enfrentarse a ella.

Tiffany alzó la vista cuando Taeyeon entró en la cocina, yendo directamente hacia la cafetera, sin dedicarle ni una mirada. Ya esperaba aquello: sin duda, Taeyeon estaba avergonzada por lo que casi había llegado a suceder. También lo estaba Tiffany. Después de todo, había sido ella quien lo comenzó todo: era ella la que quería hablar, y después la que prácticamente le había rogado a Taeyeon que la besase.

Sin embargo, a la luz del día ya no estaba tan segura. Tal vez sólo se había imaginado aquella expresión en el rostro de Taeyeon. Tal vez la atracción que sentía por Taeyeon, la que seguía sintiendo después de tantos años, no tenía nada que ver con el o. Tal vez no era más que eso, atracción, una extensión más de su amistad. Tal vez estaba sacando demasiadas conclusiones.

—¿Qué tal te encuentras esta mañana? —preguntó Taeyeon en voz baja y titubeante.

Tiffany la miró a los ojos, sumergiéndose en aquellas profundidades tal y como había hecho cientos de veces antes, sólo que ahora aceptó lo que había visto en ellos y también lo que sentía por Taeyeon. Y sí, tenía que ver con su amistad, y al mismo tiempo no tenía nada en absoluto que ver con ella.

—Estoy muy bien, ¿y tú?

Taeyeon miró un momento hacia los niños, ocupados comiendo tortitas, y volvió a mirar a Tiffany.

—Sobre ayer noche... Tiffany, lo siento mucho —susurró.

Tiffany asintió.

—Sí, yo también lo siento. Si Lee Ann hubiese esperado tan sólo cinco minutos más, yo ya sabría lo que es besarte.

Taeyeon abrió unos ojos como platos.

—¿Quieres tortitas?

—¿Cómo? ¡Tiffany!

—¿Mmm?

—Me estás volviendo loca —susurró Taeyeon.

—Bien, ya era hora. Entonces, ¿quieres tortitas o no?

Taeyeon negó con un gesto.

—No, no creo que pueda comer nada —murmuró.

Cogió su taza de café con la intención de volver a su dormitorio... y pensar. Pero una manecita le tocó el brazo.

—¿No vas a comer? La tía Tiffany ha hecho tortitas sólo para ti.

—Ah, ¿sí? ¿Para mí?

Taeyeon alzó la vista hacia Tiffany y pudo ver que se ruborizaba ligeramente.

—Dice que solías comerte diez a la vez.

—Ah, pero eso era cuando cocinaba tu abuelita. Me da miedo comer lo que cocina la tía Tiffany.

Su frase fue recompensada con un trapo húmedo disparado contra su cara.