Capitulo X

Tras el telon de pino

Me alegro que les guste tanto esta historia... nos vemos!


La carretera que conducía al río estaba tal y como Taeyeon la recordaba: llena de baches. El Lexus los salvaba con facilidad, y pudo llegar hasta el final. Se detuvieron en un camino lateral que moría paralelo al río.

—Está exactamente igual —dijo Taeyeon—, sólo que con más basura.

—Sí, hay más basura. Pero no creo que los chicos del instituto vengan por aquí tanto como veníamos nosotras por aquel entonces.

—Pues no saben lo que se pierden.

En lugar de cerveza decidieron tomar vino, pues ambas estaban de acuerdo en que habían crecido lo suficiente para refinar su elección de bebidas en sus escapadas al río. Taeyeon cogió la botella y el sacacorchos que habían comprado, y Tiffany llevó la manta que había arrojado al asiento trasero cuando pasaron por su casa para que se cambiase de ropa. Ambas sonreían al bajar por el mismo camino que habían tomado cientos de veces en el pasado. Tal como había dicho Taeyeon, apenas había cambiado. El bosque llegaba justo hasta el borde del río, donde encontraron un lugar para tenderse, bajo uno de los enormes pinos. Tiffany extendió la manta y ambas se sentaron con las piernas cruzadas, de cara al agua.

—Escucha... ¡qué paz! —susurró Taeyeon.

El río fluía silenciosamente, cruzando el bosque; por encima de sus cabezas cantaban los cardenales.

—¿Lo echas de menos, este sosiego?

—Sí. Aunque la verdad es que no vivo en la ciudad. Me compré un apartamento en Monterrey, así que mi sosiego es escuchar el océano.

—Debe de ser precioso.

Taeyeon sonrió.

—Algunos días es precioso, otros hay demasiada niebla. Pero el sonido siempre es el mismo. Cuando has vivido junto al océano, durmiéndote con el sonido de las olas que rompen en la orilla, descubres que no hay nada más reconfortante que eso. Es un sonido continuo, incesante —murmuró Taeyeon —. El día que ese sonido se detenga será el fin del mundo.

Tiffany observó cómo Taeyeon descorchaba el vino al tiempo que hablaba; sus susurros resonaban en el bosque. Después lo escanció en copas de plástico que habían escamoteado en la licorería. Tiffany recibió la suya y sonrió antes de beber un sorbo.

Un momento después, Taeyeon le dio unas palmaditas en la pierna.

—Ahora estamos solas, ya no hay interrupciones. Es hora de que me cuentes una de esas «largas historias» que has dejado pendientes.

—Veo que sigues tan impaciente como siempre.

—¿Por qué ya no vas a la iglesia?

—¿Y por qué no vas tú? —contraatacó Tiffany.

Taeyeon echó la cabeza hacia atrás, mirando hacia la copa de los pinos y al cielo azul sobre ellos.

—Veamos: ¿qué tal si te digo que es porque mi madre me llevó al hermano Garner para que me curase de mi enfermedad, a base de rezar para que el diablo saliese de mi interior? Oh, fue muy divertido aquello, te lo aseguro. ¿O si te hablo del hecho de que estoy destinada a pasarme la eternidad ardiendo en el infierno, para expiar el pecado de amar a las mujeres en lugar de a los hombres? ¡O tal vez sea simplemente porque temo que me parta un rayo! — concluyó Taeyeon, mirando a Tiffany directamente a los ojos.

—Está bien, tú ganas.

—Cuéntamelo, Tiffany.

Sus miradas se cruzaron, y Tiffany notó que se aliviaba el peso que sentía en el alma. Llevaba tanto tiempo guardándoselo dentro, sin contárselo a nadie... Con su hermana y su madre apenas había llegado a rozar la superficie de todo aquello. Había insistido siempre en que estaba bien, en que no pasaba nada. Pero los ojos que recordaba estaban ante ella, escrutando su alma como siempre habían sabido hacer, descubriendo cosas que nadie más había podido nunca distinguir.

—Yo... cuando te fuiste estaba saliendo con Eddie Ray, ¿recuerdas?

—Sí.

—Bien. Más o menos un año después de acabar el instituto, todo el mundo comenzó a preguntarnos cuándo pensábamos casarnos. Yo no había salido con nadie más.

—¿Por qué? Tan bonita como eras, como sigues siendo, nunca pude entender por qué lo escogiste a él.

Tiffany se encogió de hombros. Ni siquiera recordaba haberse interesado demasiado por los chicos, en aquella época. Estaba Taeyeon, y eso era suficiente.

—No sé por qué, Taeyeon. Sucedió, eso es todo. Y cuando me pidió que me casara con él, pensé que no tenía muchas más opciones. Seguía aquí, en Pine Springs, tú te había ido y no había nadie más. Por entonces, él trabajaba en el aserradero, tenía un trabajo fijo, así que acepté.

—Perdona, pero siempre pensé que era un fracasado.

Tiffany se echó a reír.

—Pues la verdad es que tenías razón.

—Lo siento. Si hubiese estado aquí nunca te habría dejado casarte con él.

—Ah, ¿sí? ¿Te habrías puesto en pie en la boda, cuando el hermano Garner preguntase si alguien tenía alguna objeción?

—Por supuesto que sí.

Tiffany se echó a reír.

—La verdad es que me lo creo.

—Perdona, te he interrumpido. Continúa.

—Oh, Taeyeon, esto es muy difícil para mí, ¿sabes?

Taeyeon tomó la mano de su amiga entre las suyas.

—Cuéntame qué ocurrió.

Tiffany se quedó mirando sus dedos entrelazados y recordó todas las veces que habían acudido a aquel mismo lugar para hablar y lo fácil que era hablarle a Taeyeon, contarle cosas que nunca se le habría ocurrido contar a nadie más. Después alzó la vista y la miró a los ojos. ¿Cómo podía ser que ella se sintiese tan cómoda contándole sus cosas a Taeyeon y sin embargo ésta no hubiese sido capaz de contarle lo más importante de su vida?

—¿Por qué no pudiste contármelo, Taeyeon?

Taeyeon frunció el ceño y se apartó el pelo del rostro con gesto nervioso.

—Creí que te tocaba hablar a ti.

—Sí. Pero nosotras siempre hemos podido hablarlo todo, Taeyeon. ¡Todo! ¿Por qué no pudiste contarme eso?

—¿Sabes qué? Puede que algún día te lo cuente, pero no ahora. Ahora estamos hablando de ti.

Tiffany asintió.

—Es justo. No creas que quiero ocultártelo —dijo inclinándose hacia ella.

A continuación carraspeó y respiró hondo antes de añadir

—Eddie Ray era violento —soltó de golpe.

Notó que Taeyeon le apretaba cariñosamente la mano; le devolvió el gesto y siguió

—No pasa nada, Taeyeon. Creo que lo vi venir. El... nunca era amable, ¿sabes? Y las cosas fueron empeorando cada vez más. Según él, yo no hacía nada a derechas. Nada le parecía bien. Si la cena se retrasaba, se ponía hecha una fiera. Si la tenía lista pronto, estaba fría. No eran más que menudencias, pero él se enfadaba y... me pegaba. Al principio era una bofetada de vez en cuando, pero después... en fin, la cosa empeoró.

Taeyeon tragó saliva para intentar deshacer el nudo de su garganta y vio cómo los ojos de su amiga se llenaban de lágrimas que cayeron rodando por sus mejillas. Tendió la mano hacia ella y las enjugó con una caricia.

—¿No se lo contaste nunca a nadie?

—No, me daba demasiada vergüenza. Cuando tenía moratones inventaba alguna excusa.

—¡Hijo de puta! —musitó Taeyeon.

—Una noche volvió a casa muy borracho, cosa bastante habitual, pero aun así quiso follar conmigo. Yo no era capaz de acostarme con él. No había podido hacerlo desde... casi desde el principio. No lo quería, no podía soportar que me tocase. Tendría que haberlo dejado, tendría que habérselo contado a alguien... a Amie, a mi madre, a alguien que me hubiese convencido de que tenía que abandonarlo. Pero no lo hice. Me quedé porque creí que eso era lo que debía hacer.

—¡Dios, cuánto siento no haber estado aquí para ayudarte!

—Esa noche, cuando me negué, agarró una silla y me la aplastó en la cabeza, me dio patadas, puñetazos y después... me violó —concluyó en un susurro.

—¡Oh, cariño! —exclamó Taeyeon, inclinándose hacia ella para abrazarla estrechamente.

Tiffany se derrumbó, llorando a mares. Nunca le había contado a nadie que su marido la había violado. Suplicó al doctor que no se lo dijese a su madre. La paliza fue suficiente para que lo encerraran, y también para que ella bajase la cabeza, avergonzada. No quería que todo el pueblo supiese que su propio marido la había violado.

—Apenas recuerdo nada de aquella noche. Al volver en mí estaba en el hospital, y él en la cárcel. Estuve ingresada una semana, y él se pasó dos años en prisión.

—¿Dónde está ahora ese cabrón?

—No estoy muy segura. Su familia se fue del pueblo después de lo sucedido. Sé que él estuvo en Houston una temporada. Creo que allí también se metió en algún lío.

—¡Hijo de puta! Si yo hubiese estado aquí lo habría matado.

Tiffany sonrió a pesar de sus lágrimas.

—Sí, estoy segura de que lo habrías hecho.

Se enderezó para soltarse de su abrazo, pero sin dejar de sujetar sus manos. Carraspeó un poco y continuó

—Querías saber por qué ya no voy a la iglesia: no he vuelto por culpa del hermano Garner.

—Explícate.

—Cuando Eddie Ray empezó a maltratarme fui a verle. Pensé que podría hablar con él confidencialmente, que me podría dar algún consejo. Y el consejo que me dio fue que tenía que ser una buena esposa y obedecer a mi marido.

—¡La leche! ¿Eso fue todo? ¿Sugirió que tú eras el motivo y no la víctima?

—Exacto. Era culpa mía que me pegase. No era lo bastante buena esposa —añadió con una débil sonrisa.

Taeyeon no pudo hacer más que mover la cabeza de un lado a otro mientras contemplaba cómo los ojos de Tiffany se llenaban de lágrimas. Estaba completamente segura de que, si se hubiese quedado, no habría permitido que Tiffany se casase con Eddie Ray. Pero ¿no era tal vez demasiada arrogancia por su parte? ¡Como si ella pudiese controlar esas cosas! Se preguntó si, en el caso de que se hubiese quedado, habría sido capaz de seguir viendo a Tiffany, de ser su amiga, sin confesarle lo que sentía por ella. ¿Y qué ocurriría después? Para Tiffany habría sido toda una conmoción, sin duda. Lo más probable era que no hubiese querido volver a ver a Taeyeon nunca más; la habría mantenido a distancia hasta que su amistad fuese algo perteneciente al pasado. Y ella acabaría yéndose del pueblo igualmente.

—¿En qué piensas?

Taeyeon alzó la vista y la miró serenamente.

—En nada.

—¿Segura?

—Está bien; pensaba en que, si me hubiese quedado, nunca habría dejado que te casaras con él. Y después he pensado que no tenía tal poder sobre ti, y que podías casarte con quien te diera la gana.

Tiffany bajó la vista hacia sus manos, que seguían entrelazadas. Después rescató la suya y se apartó el pelo de los ojos.

—No es que quiera culparte ni mucho menos, Taeyeon, pero la única razón por la que comencé a salir con Eddie Ray fue porque tú estabas viéndote con Kyle Brandom.

—¿Cómo? En realidad no salíamos juntos, Tiffany.

—Claro que salían. Los viernes por la noche, cuando tú y yo solíamos estar juntas, te ibas con él. Después de los partidos de rugby salías con él y con sus amigos.

Tiffany se encogió de hombros y añadió

—Yo estaba... —«¿Celosa? ¡Oh, Dios, eso sonaría fatal!»—... me sentía muy sola.

—Salí con él porque eso era lo que se esperaba de mí. Sus padres y los míos insistían en ello. Pero fue entonces cuando me di cuenta de que no me gustaban los chicos. Bueno, nos dimos un par de besos, nos magreamos un poco, pero nunca me acosté con él. Y la verdad es que él tampoco insistió demasiado.

—Esto... creo que ambas sabemos el motivo. ¿Sabías entonces que era gay?

—¿Estás de broma? Apenas sabía que lo era yo.

—¿Te han contado lo que le ocurrió?

—Sí, me lo dijo el señor Minho. Estábamos hablando de que mis padres habían acordado nuestro matrimonio, y entonces me contó que Kyle había muerto.

—Sí. Sus padres se lo tomaron muy mal. Siempre me he preguntado si fueron porque había muerto o porque era gay y todo el pueblo lo sabía. Ya sabes que la gente puede comportarse de una forma muy extraña respecto a eso.

—¡Y a mí me lo dices!

Tiffany se echó a reír.

—Háblame de tu vida amorosa.

—¿Cambiamos de tema?

—Yo te he contado mi horroroso matrimonio. ¿Qué hay de ti? ¿Hay alguien esperándote en California?

—No, yo... no. Vivo sola.

Tiffany alzó las cejas.

—Pero tiene que haber habido alguien...

Taeyeon negó con un gesto.

—No he conocido a nadie con quien quiera... estar, vivir. Es decir, salgo con chicas, pero...

—¿No te has enamorado? —aventuró Tiffany.

Taeyeon alzó las rodillas y apoyó en ellas el rostro, sin dejar de mirar a Tiffany. Recordó cómo se le aceleraba el corazón cada vez que estaban juntas, cómo se moría de ganas por rodearla entre sus brazos, por acariciarla, cuando dormía a su lado. Y recordó también que, en momentos como aquel, el deseo de besar a Tiffany era casi insoportable. ¿Enamorada? Tal vez. O quizás eran tan sólo los sentimientos asociados con aquel primer flechazo. Pero, ¡Dios!, por las noches solía soñar que estaban juntas, que Tiffany iba hacia ella con el mismo ardiente deseo que ella sentía por su amiga.

—O puede que sí —susurró Tiffany.

Taeyeon parpadeó, sorprendida.

—¿Cómo?

Tiifany sonrió.

—Se te ha puesto la mirada soñadora. ¿Estabas pensando en ella?

Taeyeon enrojeció y apartó la vista.

—Pues la verdad es que sí.

—¿Quién es?

—Bueno, fue hace mucho tiempo. Nunca... yo nunca... ¡Oh, mierda, da igual!

Taeyeon sirvió más vino.

Tiffany se quedó callada, pensando. Quince años atrás se había sentido desolada al perder a su mejor amiga, convencida de que nunca volvería a sentirse tan próxima a una mujer como se había sentido con Taeyeon. Y allí estaba ahora, sentada en su lugar favorito junto al río, compartiendo una botella de vino en copas de plástico con la persona a la que estaba convencida de no volver a ver nunca más.

—¿Sabes? Yo pagué en buena medida las consecuencias de tu marcha —admitió Tiffany.

—¿Y eso?

—Verás... no era ningún secreto que pasabas la mayoría de los fines de semana en nuestra casa. Cuando te fuiste se burlaron de mí durante semanas, sin la menor compasión.

—Lo siento muchísimo, Tiffany. Ya me imagino lo que te dirían.

Tiffany se echó a reír.

—Esa es la cuestión: yo era tan inocente en esos asuntos que ni siquiera sabía qué era lo que me llamaban. Mamá tuvo que explicarme lo que era una lesbiana —dijo riendo de nuevo—. Yo le contesté que estaba equivocada: era imposible que yo fuese lesbiana, porque nunca habías intentado besarme.

Taeyeon escupió el vino que acababa de beber, tosiendo al atragantarse. Tiffany le dio palmadas en la espalda hasta que consiguió recuperar el aliento. Taeyeon se volvió lentamente, sabiendo que su rostro estaba rojo de vergüenza, pero se tranquilizó al ver el gesto risueño que hacía brillar los ojos de Tiffany.

—¡Qué tontería!

Tiffany se echó a reír y le dio un puñetazo en el brazo, disfrutando al ver su desconcierto. No recordaba haber visto nunca a Taeyeon tan nerviosa.

—Durante un tiempo me pregunté por qué no lo habías hecho —confesó finalmente Tiffany.

Lo cierto era que aquello le había molestado bastante. ¡Taeyeon y ella eran amigas muy íntimas, más que si fuesen hermanas!

—Yo... nunca se me habría ocurrido hacer eso, Tiffany. Joder, estaba muy confundida, pero no... no en eso —mintió.  «¡Mierda!» —Lo sabes, ¿verdad? —añadió—. Eras mi mejor amiga. Yo nunca habría puesto eso en peligro.

—Lo sé, Taeyeon. No éramos más que unas niñas.

—Seguramente fue mejor para ti que tuviese que irme. Tu buena fama se habría ido a la mierda si me hubiese quedado.

—¡Como si a mí me importase lo que piense la gente de este pueblo!

—¿Rene Turner, por ejemplo?

—¿Rene? Sí, era la peor. No puedo ni repetirte lo que me dijo después de que te fueses —dijo Tiffany mirándola a los ojos y sonriendo—. Según se rumoreaba, le habías montado un numerito y ella te rechazó.

—¿Lo dices en serio?

—Dijo que le habías rasgado la blusa en el vestuario.

Taeyeon asintió y comenzó a reír a carcajadas, al recordar el lejano suceso.

—Vaya, vaya, vaya, pero si es Kim Taeyeon...

Taeyeon arrojó la toalla a la cesta, sin hacer el menor caso a Rene.

—Supongo que eso significa que Tiffany es tu novia...

Taeyeon se revolvió como una fiera, con los ojos centelleantes:

—¡Ni se te ocurra nombrar a Tiffany!

—Conque protegiéndola, ¿eh? ¡Qué bonito!

—¿Qué es lo que quieres, Rene?

—Oh, nada... Es que todos están tan sorprendidos... Y yo me digo, ¿de qué se sorprenden? Tiffany y tú hace años que son inseparables. Supongo que creían que fingiendo salir con Kyle Brandom y Eddie Ray nadie se daría cuenta.

—No sé de qué me hablas. Tiffany y yo somos amigas.

—¡Por favor!

Taeyeon se enderezó y dio un paso hacia Rene.

—¡Deja en paz a Tiffany! Si no lo haces, le diré a todo el mundo que tú y yo nos conocemos muy bien, Rene. Muy, pero que muy bien.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir que les diré que he follado contigo aquí mismo, en el vestuario. Deja en paz a Tiffany.

Rene echó a reír.

—¡Como si alguien fuese a creerte!

—Ah, ¿no? —dijo Taeyeon abalanzándose sobre ella y aferrándole la blusa—. Me comporté como un animal, Rene, y no pudiste resistirte.

De un tirón rasgó la blusa de Rene, dejando al descubierto el sujetador de encaje.

—¡Cabrona! —gritó Rene, retrocediendo para alejarse de Taeyeon —. ¡ertida! ¿Cómo te atreves?

—Puedo hacer correr rumores, igual que tú, Rene, así que, si no quieres que todo el pueblo crea que me estrené contigo, no vuelvas a meterte con Tiffany.

—Estás enferma. ¡Enferma!

Taeyeon sonrió.

—Y tú eres una cabrona de mucho cuidado. Sal de mi vista.

—¿De qué te ríes?

—La verdad es que sí le rasgué la blusa. Y si no me falla la memoria, llevaba un lindo sujetador de encaje.

Tiffany se llevó la mano a la boca.

—¿Lo dices en serio? ¿De verdad le rasgaste la blusa?

Taeyeon asintió.

—Aquella última semana vino al vestuario, y empezó a hablar de ti y de mí. No quería que comenzase a hacer correr rumores sobre ti, de modo que le dije que, si lo hacía, yo le diría a todo el mundo que ella y yo lo habíamos hecho en el vestuario.

Tiffany sonrió dulcemente y la tomó de la mano.

—Pues debes de haberla asustado de verdad, porque no dijo ni una palabra sobre mí hasta después de tu marcha.

—Menudo bicho era.

—Sigue siéndolo. Se casó con Jonathan Wells, que es el vicepresidente del banco.

—De modo que ahora se cree que es la hostia, ¿no?

—El año pasado se hicieron una casa en el club de campo. Suelo verla en navidades, cuando viene a la tienda para comprar nuevos adornos.

—Vaya, ser cliente habitual de tu tienda es muy generoso por su parte.

—Sí que lo es.

A continuación, Tiffany ladeó la cabeza mientras le apretaba cariñosamente los dedos:

—Cuéntame, Taeyeon.

Ella se encogió de hombros.

—¿Qué es lo que quieres saber?

—Dime lo que sucedió en realidad. Lo único que sé es que una mañana fui al instituto y ya no estabas. Y después comenzaron los rumores.

Taeyeon apoyó la espalda contra el tronco del pino y cerró los ojos mientras recordaba la escena que había tenido lugar en la cocina de su madre.

—Sé que quieres irte a estudiar fuera, Taeyeon, pero debes pensar en tu futuro aquí. Los padres de Kyle Brandom han acordado ofréceles, en cuanto se casen, ocho hectáreas de terreno de su propiedad. Pueden construirse una casa allí. Me parece razonable que curses los estudios de primer ciclo hasta el momento de su matrimonio, pero una vez casados ya no habrá necesidad de que continúes estudiando. Kyle trabajará en el aserradero, y por supuesto tu padre se asegurará de que ascienda.

—¿Cómo? ¡No sólo has planeado ya mi matrimonio, sino también el empleo de mi futuro marido! ¡Muy romántico de tu parte, madre!

—¿Romántico? Taeyeon, tu padre es el alcalde de este pueblo. El aserradero da empleo a más de la mitad de los hombres del condado. No hay tiempo para romanticismos. Los Brandom, además de poseer miles de hectáreas de pinares, son la familia más rica del condado, aparte de la nuestra. Lo más lógico es que nos unamos.

—¿Unirnos? —gritó Taeyeon, arrojando el sándwich sobre la mesa—. ¡No sé qué habrás estado planeando, madre, pero no pienso casarme con Kyle Brandom! ¡No estoy enamorada de él!

—¿Quién habla de amor? Ya es hora de que comprendas que el amor no tiene nada que ver con esto, Taeyeon. Se trata de negocios.

Taeyeon negó con un gesto.

—No. No pienso casarme con él, y tampoco pienso quedarme en este pueblo. Voy a ir a la universidad. Tengo mis propios sueños, y mi propia vida por delante. Lo siento pero eso no incluye ni a Kyle Brandom ni a Pine Springs.

Su madre exhibió aquella sonrisa que Taeyeon había aprendido a odiar a lo largo de los años: una sonrisa de victoria.

—No tienes elección, querida Taeyeon. No tienes dinero propio. Tu padre no tendrá más que negarse a enviarte a la universidad. Te casarás con Kyle Brandom —concluyó con un firme movimiento de cabeza.

—¡Y una mierda! ¡Ni siquiera me gustan los chicos, así que no pienso casarme con ninguno! —gritó Taeyeon y, saliendo a toda velocidad de la casa, cogió la bici en lugar de las llaves de su coche, en un arrebato infantil.

Abrió lentamente los ojos y contempló el cielo azul. El río fluía suavemente, chapoteando apenas contra la orilla. La gentil brisa mecía los pinos, apagando los cantos de las aves, excepto los de los arrendajos, que volaban a ras de agua, congregándose en la orilla opuesta y quebrando el silencio con su algarabía.

—Cuéntame —insistió Tiffany.

Taeyeon la miró a los ojos.

—Dime qué ocurrió.

—Mi madre planeaba casarme con Kyle Brandom —contestó encogiéndose de hombros —. Estaba contándome lo beneficioso que sería para ambas familias. Yo le dije que quería ir a la universidad, salir de Pine Springs. No importaba: mi futuro ya había sido decidido.

Taeyeon se sirvió lo que quedaba de la botella en su copa, haciendo un gesto de disculpa hacia Tiffany.

—No pasa nada. Sigue.

—Le dije que no pensaba casarme con él, y también que no me gustaban los chicos —continuó Taeyeon mientras tomaba un sorbo de vino, con la mirada fija en el fluir del río—. Salí de allí, me monté en la bici y pedaleé kilómetros y kilómetros, o eso me pareció. Al volver a casa mi padre estaba allí. Ambos querían saber qué era lo que había querido decir con lo de que no me gustaban los chicos.

Taeyeon cambió de postura, arrimándose más al árbol.

—Les dije que era lesbiana.

Taeyeon cerró los ojos, recordando la atónita mirada de su madre y la decepción que reflejaba el rostro de su padre.

—Al principio mi madre me acusó de inventármelo tan sólo para castigarla. Mi padre dijo que no pensaba discutir más sobre el asunto. Me casaría con Kyle Brandom, y punto.

Taeyeon notó que la suave mano de Tiffany tomaba la suya.

—Le dije que de eso nada. Hablamos... bueno, más que nada, ellos gritaban —añadió—. Fui al instituto, como siempre. No faltaban más que un par de semanas para la graduación. Y entonces, un día mi madre me obligó a ir a ver al hermano Garner. Él iba a curarme, a exorcizar el mal que había dentro de mí.

—¡Qué horror! —susurró Tiffany.

—Estaba muerta de miedo —murmuró Taeyeon —. Tenía miedo de él, de lo que iba a sucederme.

—¿Por qué no me lo contaste?

—También tenía miedo de ti —admitió—. Tenía miedo de que me dejases, de que me abandonases.

—¡Oh, Taeyeon! —exclamó Tiffany, acercándose a ella y rodeándola con sus brazos—. Yo nunca te habría abandonado.

—Una mañana, cuando ya estaba vestida para ir al instituto, mi madre entró en mi habitación con una mochilita. Me la arrojó y me dijo que metiese en ella algo de ropa. También me dijo que, como no era «normal», no les servía para nada. Me llevó en su coche hasta la parada de autobús de Cherokee. Supongo que no quería que la viese nadie de Pine Springs. Compró un billete para Dallas, me entregó cien dólares y me advirtió que no volviese hasta que hubiera recobrado el sentido.

—¡Dios mío! —murmuró Tiffany.

Taeyeon movió la cabeza de un lado a otro, después hundió el rostro contra el hombro de Tiffany, aceptando el consuelo que le ofrecían los brazos de su amiga.

—¡Tenía mucho miedo, Tiffany! No tenía ni idea de lo que hacer.

—Podrías haberme llamado.

Taeyeon se apartó un poco.

—Ni siquiera tenía aún los dieciocho, Tiffany. Mis padres acababan de repudiarme, me habían expulsado deshonrosamente. No podía llamarte, de ninguna manera. Creía que ya todo el mundo lo sabría, en el pueblo y en el instituto, y no quería que me odiases.

—¡Dios, siempre has sido una testaruda!

Taeyeon negó con un gesto.

—No podía arriesgarme contigo.

—Así que me dejaste y ya está —afirmó Tiffany en voz baja.

Se miraron a los ojos, interrogándose la una a la otra sin decir nada. En ese momento, el móvil de Taeyeon quebró el silencio. Sacó el aparato del bolsillo de los vaqueros y comprobó el número del que llamaba. Sonrió.

—Nos han pillado.

—¿Quién?

—Es el número de los Lee —dijo antes de descolgar—. Kim Taeyeon, ¿diga?

— Taeyeon, soy Amanda Lee. ¿Estás bien?

—Perfectamente, Amanda. Es que... Tiffany y yo estamos contándonos las novedades.

—Nos preocupamos al no verte aparecer por el cementerio.

—Lo siento; ya había tenido bastante. Por eso decidimos bajar hasta el río, al lugar donde solíamos venir de niñas. Nos apetecía verlo, y estar un rato a solas.

—Ya, comprendo. Por favor, dile a Tiffany que llame al café; Minho llamó allí al ver que no aparecías, y creo que eso ha hecho que Amie y su madre se preocupen.

Taeyeon asintió.

—Volveremos dentro de poco, y nos pasaremos por allí.

—¿Qué pasa? —preguntó Tiffany una vez que Taeyeon hubo colgado.

—Bah, estaban montando ya todo un dispositivo para localizarnos. No creí que fuesen a echarnos de menos.

Tiffany hizo una mueca de fastidio. ¡Igual que en los viejos tiempos! Aceptó la mano que Taeyeon le ofrecía y dejó que tirase de ella para ponerla en pie.

—Venga, señorita Hwang. Te llevaré a casa, antes de que tu madre intente despellejarme.

En el trayecto de vuelta, Tiffany intentó de nuevo convencer a Taeyeon para que se hospedase en su casa.

—Ya sabes que mi oferta sigue en pie.

—¿Qué oferta?

—La de que te quedes en mi casa, si quieres. Tengo una habitación libre que es una pena que no se use.

—¿No temes las murmuraciones?

—Ya el hecho de que estés de nuevo en el pueblo es motivo suficiente de murmuraciones. Dudo que a nadie le importe dónde te alojas.

—Es que tal vez te tome la palabra, si lo dices en serio.

—Lo digo muy en serio. Me encantaría que te quedases en mi casa. Eso nos proporcionaría más tiempo para ponernos al día. Porque, por ejemplo, no me has contado ni un solo detalle de tu vida.

—Ah, ¿no?

—No, en realidad no. Sabes irte muy bien por las ramas.

—Está bien, dejaré que me acribilles a preguntas si cocinas tú. Hace siglos que no pruebo una comida casera.

—Pues me temo que puedes llegar a arrepentirte de haberlo pedido: Amie es la que ha heredado todas las habilidades culinarias de mi madre.

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Comments

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Karen-14213
#1
Chapter 35: Fue so cute!!!
Thiabel2128
#2
Chapter 35: awwwwwwww :3
LlamaAmerica #3
Encantada con tu histora! :)
gaby_tomala
#4
..por favorrrr ... epilogoo sii??
tiffany0108 #5
Chapter 35: Me encanto el fic, disfrute de cada capitulo
LectoraLemon #6
Chapter 35: Estuvo muy buena esta historia :).. pase toda la madrugada leyendo este hermoso fic .... Gracias <3
gaby_tomala
#7
x favorrrrrrrrrr!!! epilogooooo :)
geral53 #8
Chapter 35: Epilogo :c por fi(?)
mamurayamaken #9
Chapter 35: ........really?
no puedo creerlo
todavía lo intento procesar
loveable11 #10
Chapter 35: ....tan corto el final ?? epilogo ¡¡ ¡¡:3